Recordación Florida/Tomo II Libro XV Capítulo I

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LIBRO XV.


CAPITULO PRIMERO.


De lo más reparable y singular del Valle de Chimaltenango, su Cabildo y templo maravilloso, y una especialidad accidental que en él se repara respecto á su situación.

A tres acomodadas y deleítosas leguas de esta ciudad de Goathemala, senda poblada toda de pueblos y tejares, colocado en sitio eminente y levantado, pero tan tratable y tendido que á mucha comodidad se hace este camino trillado con los carros en la acomodada disposición y regalo de las carrozas, yace sito el pueblo de Chimaltenango, que los indios llaman Boacco, en una dilatada y maravillosa llanura, siempre lozanamente vestida de fecundos y sazonados pastos y de dilatados y provechosos maizales; gozándose la situacion deste numeroso pueblo respecto á la situación de Goathemala á la parte del Norte, tendiéndose lo dilatado y alegre de su llanura por más de diez y seis leguas circunferentes de provechosa y fecundísima tierra, que en maíz, garbanzos, frísoles, capones y gallinas y otras cosas frutifica con abundancia y largueza; mas no la ocupan en beneficio de otros granos; siendo la tierra en la apta disposición y productiva feracidad de su naturaleza muy adecuada y propia para la granazón y cumplido colmo de cualquiera semilla que se le recomiende, en que ya se ha experimentado. Mas sin embargo los indios de aquel contorno no se acomodan á otro género de sementeras, manteniéndose con lo que les fructifica á su estilo los vecinos de sus pueblos, sobrados y proveídos de todo, sin salir fuera de su país á buscarlas; porque en el mercado ó tianguis de sus pueblos los buscan de otras partes, con cuanto necesita el país, sin que falte en él lo más retirado que se produce en la costa, de la propia manera que se halla y logra en las plazas abundantes de Goathemala, sin que por las tres leguas más á que se dilata su comercio, haya más carestía en estos pueblos que el que tienen las cosas en esta ciudad.

El principal pueblo deste valle es el de Santa Ana Chimaltenango, de donde toma la denominación y simple nombre todo el valle; cuyo material y ilustre aspecto es de admirable planta y nobles edificios, y su vecindad numerosa, que pasa de tres mil indios, sumamente dados á la ocupación y al trabajo y dóciles y excelentes naturales. Las casas de Cabildo deste pueblo, fuera de las de comunidad, son de elegante material fábrica, tan sobradas en el repartimiento y número de habitaciones, que dan alojamiento á la familia de un Presidente; sucediendo á veces alojarse en él dos Obispos. Su plaza es llana, de dilatado y capaz espacio, y en medio della está empezada á fabricar una fuente al modelo y planta de otra que está en la plaza de Chiapa de Indios. La traza que desta de Chimaltenango se admira es de arquería y muy elevadas bóvedas, para la seguridad y sombra de varias piletas, aun informes, que de la fuente principal toman su nacimiento y han de dilatarse al sitio de las bóvedas del ámbito de la mayor; mas como su arquitectura se mira sin perfección y por acabar el ornamento perfecto de su traza por muerte de su artífice, no se puede describir ni dar simetría ni ordenada razón de su cumplido aspecto, sólo parece en la demostración de la gallardía de sus principios que fuera obra maravillosa y admirable si se pusiera en efecto la perfección de su arquitectura.

El claustro y casa del cura doctrinero es capacísima, con habitaciones altas y bajas de excelente y espaciosa traza, con todas las oficinas que pide una habitación religiosa, jardines y huertas con estanques, pilas y fuentes de pulida y decorosa arquitectura; que así lo advertí y reparé muchas veces, siendo cura vicario deste pueblo el predicador general Fr. Juan de Rivera, del orden de Predicadores, íntimo amigo mío y religioso verdaderamente de loables prendas, gran ministro y de superior talento y don de gobierno.

El templo, á la correspondencia desta casa, es grave, suntuoso, claro, de dilatada longitud, y de robusta, firme y lustrosa arquitectura, en que resplandece y se goza el aseo y primor de la escultura en un maravilloso y excelente retablo que llena y autoriza toda la testera de la capilla mayor; sin otros de los altares de cofradía, que ennoblecen y adornan todo lo demás de la bella circunferencia del templo, que resalta y resplandece más con el rico y crecido adorno de frontales costosos, cálices, blandones, lámparas de sumo precio, con casullas, capas, dalmáticas, paños de atril y de púlpito correspondientes á la materia y tela de los frontales, y mangas de cruz, y otros adornos y alhajas de sacristía, que se suponen en un pueblo rico y en que por tan dilatado y feliz número de años ha administrado el celo y vigilante caridad de una religión tan devota, tan docta y tan pía como la de mí señor Santo Domingo, que con tanto esmero y incansable fatiga procura el bien y enseñanza de sus feligreses indios, y el mayor culto y resplandor de sus iglesias, de que ellas son los testigos más abonados. Pues es visto que siendo este pueblo tan frecuentado de los Presidentes y Obispos, hubieran reparado y enmendado el defecto que se hubiera reconocido; no siendo menos el adorno de excelentes órganos y numerosas y crecidas campanas, sin que le falte para grande á este maravilloso y peregrino templo cosa alguna. Antes bien se repara en la situación de su planta una rara maravilla, bien que accidental, y aunque fuera cuidadosa no era fácil añadirle tan especial circunstancia á otra iglesia; siendo lo singular que se nota, que las unas vertientes de su techumbre arrojan al mar del Sur, y las otras vierten para el mar del Norte: porque estando asentada su ostentosa fábrica de Oriente á Poniente en lo más levantado y eminente del terreno que ocupa la poblazón y con disimulada lentitud descaece desde aquella parte de su gran plaza la una parte del terreno al Septentrión y la otra al Mediodía, se vierten en el invierno las goteras y aguas de la iglesia y de la mitad del numeroso pueblo al río de la Magdalena ó Guacalate, que entra en la mar del Sur con nombre de la Barra de Istapa; y las vertientes de la otra mitad del pueblo con las del otro costado de las goteras del templo, corren arrebatadas de la pendiente del terreno á entrar en el río de Pixcaya, que va á morir en la mar del Norte con nombre de Omoa, como queda dicho; siendo esta una circunstancia que no he encontrado en cuantas historias de naciones diversas he leído, y por lo única y singular debe ser más apreciada y debe recomendarse a la perpetuidad de las prensas: porque aunque esta circunstancia está manifiesta y patente, quizá no se habrá reparado sino es por muy pocos curiosos, porque los más ven á bulto las cosas que se les proponen delante, sin atender á lo mucho y particular dellas. Y así muchos que han estado en un lugar no dan razón ni aun de las cosas más comunes y con que todos tropiezan; sucediendo dar más clara noticia el que no lo ha visto, por lo que ha leído, que el que se halló con el objeto por quien le preguntan presente: haciéndose muchas veces sospechosos por decir que han estado en un lugar y no dar razón dél, y éstos mas parecen brutos que hombres.