Viaje al interior de Tierra del Fuego/Introducción
INTRODUCCIÓN
Por detalles de la vida burocrática, que no encuentran aquí su sitio más oportuno para ser anotados, estas modestas páginas, perdidas eu el fondo de algún cajón de escritorio, esperaban la buena voluntad de un Ministro que ordenara su publicación. Ha pasado el tiempo. Mucho de lo que en ellas dije al escribirlas, para mi satisfacción personal ha sido plenamente comprobado, pero mucho también que era entonces de novedad ha dejado de serlo. Sin embargo, debo felicitarme de que el Señor Ministro de Agricultura haya ordenado su impresión, porque el momento no podía ser más oportuno, á pesar de todo.
Autores ó que de tales han echado fama— figuran por ahí con un voluminoso libro sobre la Argentina, que sin duda, considerando bien común lo que fué hecho á costa del Ministerio y de mis esfuerzos, tomaron los manuscritos de este informe, elijieron lo que más fué de su agrado, lo copiaron, lo publicaron, todo sin comillas, excepto un párrafo, porque, de no hacerlo así, hubiera liegado el caso á su colmo, y de esta manera, sin más sacrificio que el de su conciencia, fueron los primeros en hacer uso de lo que del Ministerio era una propiedad que estaba reservada.
Bien sé que este mi trabajo es humilde más; lleva el sello de lo que para ser escrito ha sido visto—y por esto es que no trepido en dejar constancia, precisamente en estas líneas, de que si algo halla el lector que en el libro á que aludo ha leido, eso, fué escrito aquí primero.
La revisión de este informe ha vuelto á reanimar en mi memoria aquellos panoramas incomparables del Archipiélago Austral, y al contemplar con líneas indecisas, en un fondo sombrío, las seculares cumbres que blanquean eternas nieves, los bosques de tupidos robles, la tranquila expresión de los míseros indios, los majestuosos lagos, las furias del mar fueguino, siento que, de cuantas regiones conocí en la tierra, es la del Fuego la más bella, por sus vibrantes colores, por sus enérgicas formas, por su infinita, misteriosa y profunda armonía; que así como los. graudes momentos de la vida quedan perdurables, como quedan los recuerdos siempre gratos, las hondas emociones, las alegrías de sus triunfos, queda de Tierra del Fuego un conjunto tan maravilloso, que hace olvidar al viajero cuantos sufrimientos le exigió en las horas en que se atrevió á penetrar en ella. Por esto, conforme á la placidez del alma le es necesario que pasen por ella en sus evocaciones las imájenes del contento, en la comprensión de la Naturaleza en toda su magnificencia, aquellas montañas, valles y bosques, son indispensables. No es posible afirmar que se ha visto lo más bello de la tierra, mientras no se ha visitado Tierra del Fuego. Sin ella, la concepción de lo sublime es incompleta.