Vocabularios y nuevos materiales para el estudio de la lengua de los indios Lican-Antai (atacameños)-calchaquí/Introducción

De Wikisource, la biblioteca libre.

INTRODUCCION


Ocupan actualmente las reducidas familias ó ayllos atacameños las escarpadas faldas de las más altas cumbres interandinas, desde 19 hasta 28 grados latitud sur más ó menos. Allá tienen sus guaridas, entregados al pacífico pastoreo de los escasos rebaños de ganado lanar y al raquítico cultivo de los oásis ribereños de las corrientes poco caudalosas del desierto, puros y sin mezcla exótica alguna, restos diseminados de un pueblo que en otros tiempos llamaba suyos las valles relativamente fértiles de los ríos que surcan el árido desierto, hoy Chile-Norte, y que poblaba los fragosos valles y serranías que al lado oriental de la majestuosa Cordillera de los Andes se extienden hasta las tierras de los Indios Juríes.

El aspecto físico de esas regiones parece estar en perfecto acuerdo con el espíritu indómito y belicoso de los indios que las habitaban, y cuya prole, que en ellas aun mora vegetando en precaria existencia en esas elevadas é inhospitalarias mesetas interandinas, donde la lucha por la vida con los elementos es la más tremenda, hoy día; disueltos en pocas familias, representan sólo un débil y triste reflejo de lo que eran sus gloriosos ascendientes al tiempo de la llegada de los invasores españoles.

La región ocupada al presente por una parte de los descendientes, puros y mestizos, de la heróica nación de los Diaguítas, es por lo general conocida con la designación de Atacama.

Según los geó-y lexicógrafos chilenos, la parte de esta república que ahora se suele denominar Atacama, comprende «esa extensa región que yace entre el Pacífico y las altas ramas de la Cordillera, al Norte de la ciudad de Copiapó, por los 27° latitud sur aproximadamente, y que hoy abraza la provincia chilena de Antofagasta y una parte de la de Atacama».

Esta sería, pues, la tercera [1] provincia lingüística indígena de Chile.

Desgraciadamente, los pobladores indígenas de esa provincia etnográfica de Chile no han sido aún objeto de estudios especiales; no han sido todavía estudiados con todo aquel interés y atención que en realidad merecen. Suena casi como un mito que, respecto de una parte de la población india de Chile y de su lenguaje, el que, á pesar de que llamó sobremanera la atención de todos aquellos viajeros que lo oyeran en boca del arriero indígena del desierto atacameño, por la «fiera» pronunciación, muy distinto del quechua y del aymará, no se haya escrito casi nada, debido, tal vez, á que no se concebían en esas faldas pre- é interandinas sino tribus de origen quecha ó de procedencia aymará.

Nada de extraño hay en ello, pues, generalmente, se desconoce ó se ignora el hecho de que, á medida que aumentaba el poderío territorial de los Incas, se extendía también el idioma del Cuzco, ó sea el quechua, cuyo uso, como queda comprobado por centenares de documentos fidedignos, era obligatorio en las provincias sometidas al cetro de los «Hijos del Sol».

Ahí está, pues, el gran secreto de la gigantesca obra que presenta la conquista de tantas naciones bárbaras y sumamente belicosas por el imperio de los cuatro ángulos del mundo. Los sabios emperadores del Cuzco comprendieron desde un principio que los lazos más fuertes que unen á pueblos de índole y quizás de procedencia distintas, son los del idioma y del credo; porque les imprimen el sello de una sola comunidad.

Y también sólo así se explica científicamente ese sinnúmero de nombres geográficos, netamente quechua, en aquellas regiones cuyos habitantes, considerados desde el punto lingüístico, á todas luces eran distintos de los quechuas del Perú.

Fué el gran D'Orbigny quien acabó con el panquichuísmo andino, considerando á los Llipes ó Atacameños como eslabón entre los quechuas y los araucanos.

A éste siguió el sabio naturalista doctor [[Autor:Autor:Rodulfo Amando Philippi |Rodolfo A. Philippi]], que nos trajo las primeras noticias sobre el idioma de los indios atacameños, publicando en su hermosa obra unas 60 palabras. Según él, la lengua atacameña parece totalmente distinta del quechua, del aymará y del mapuche ó araucano.

En 1869, el viajero alemán Juan Diego de Tschudi, que había viajado por el desierto de Atacama, publicó 52 palabras y dos versiones de la oración dominical en la lengua atacameña. La teoría de Tschudi con respecto á la filiación lingüística de los indígenas del desierto, aunque no comprobada por él mismo, es, sin embargo, por todos conceptos, la más certera. El los consideraba como fracciones, refugiadas en las escarpadas serranías, del pueblo calchaquí, del cual se encuentran todavía numerosos restos, puros y mestizos, en los diversos distritos de las provincias argentinas de Salta, de Catamarca y de La Rioja.

El tercer documento lingüístico se debe á un negociante inglés de apellido Moore.

El vocabulario atacameño de Moore, presentado en 1877 al Congreso Internacional de Americanistas de Luxemburgo [2], aunque más extenso, puesto que consta de 144 palabras y algunas frases, es, sin embargo, inferior á los dos mencionados; porque su trascripción fonética es muy insegura y parece, además, poco acertada.

Ningún valor científico tienen las referencias que el señor Bresson [3] hace al idioma atacameño.

Sobre la lengua de los indígenas de San Pedro de Atacama ha dado nuevas noticias el conocido ingeniero-geógrafo señor Francisco J. San-Román, llamándola cunza, palabra que, traducida en castellano, significaría «nuestro» (idioma).

El quinto vocabulario de la lengua atacameña apareció el año 1890.

Su autor Aníbal Echeverría y Reyes recopiló 239 palabras, algunas de ellas no registradas en los glosarios anteriores.

Algo nuevo é importante para el mejor conocimiento de la lengua atacamenña se encuentra en el folleto titulado: «Glosario de la lengua atacameña», publicado en 1896 por el Pbo. Emilio F. Vaïsse en colaboración con los señores don Félix 2.° Hoyos y don Aníbal Echeverría y Reyes.

Nos referimos, en particular, á los apellidos de indios que el señor Vaïsse con mucho tino ha sacado de los libros parroquiales de Chiu-Chiu y de Calama. Esos apellidos proceden de época relativamente antigua y por ello son de alto interés científico para el estudio comparado de la lengua, digámoslo, «cunza».

Aparte de esos fatalmente demasiado escasos materiales sobre una lengua indígena que, pocos años atrás, se hablaba aún (y muy probable es que en los hogares de los indígenas de San Pedro de Atacama se siga hablando todavía) en una parte de la república, podría recurrirse á las descripciones geográficas y topográficas, lo mismo que á los diccionarios geográficos referentes á las regiones de Chile-Norte. Muchas de esas obras proporcionan datos y nombres de origen genuinamente atacameño, así como aisladas observaciones acerca de la vida, usos y costumbres de los naturales del Desierto.

No obstante lo incompleto y lo inseguro de los vocabularios atacameños hasta la fecha dados á la publicidad, y á pesar de lo deficientes que son para un completo análisis crítico, débese tributar á sus respectivos autores el homenaje que les corresponde.

Para alcanzar nuestro desideratum, vamos á reproducir en forma de cuadros sinópticos los distintos vocabularios atacameños, reservándonos los nuevos materiales para el capítulo subsiguiente en que, valiéndonos de todos los elementos que están á nuestro alcance, demostraremos la filiación lingüística de los Lican-antai ó Atacameños, tribus que, á nuestro juicio, forman parte de aquellas gentes á quienes las crónicas designan con el nombre colectivo de Diaguítas.


Rodolfo R. Schuller.
 

  1. La primera comprende el círculo fueguino, y la Araucanía constituye la segunda.

    El quechua y el aymará, aunque son idiomas hablados en el extremo norte de Chile, los consideramos como pertenecientes al circulo incásico, ó sea peruano-boliviano.

  2. Echeverria y Reyes, «Glosario Atacameño», etc., p. 11, se equivoca al decir «Congrès Internat. des Amér.», París 1878, porque dicha reunión tuvo lugar en Luxemburgo el año 1877.
  3. Loc. cit., menciona la obra: «La Tierra y sus habitantes», Barcelona, 1878. Tomo I, p. 887; donde «pueden verse 25 palabras reunidas por el señor Bresson, quien hizo un viaje al litoral boliviano en 1870».—Consúltese también: «Bolivie, sept années d'explorations, etc., etc.» Paris, 1886.