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Voces chilenas de los reinos animal y vegetal/M

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Voces chilenas de los reinos animal y vegetal: que pudieran incluirse en el Diccionario de la lengua castellana y propone para su examen a la Academia chilena (1917)
de José Toribio Medina
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N
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Macha, f. (Solen macha).

«La macha, cuya concha tendrá de seis a siete pulgadas de largo, está variamente pintada de celeste y de pardo.» Molina. Molusco comestible, conocido con este nombre araucano desde los primeros tiempos de la conquista, pues se le encuentra ya citado en la Relación del viaje de Cortés Ojea al Estrecho de Magallanes, en 1557; y lo han recordado después Rosales, Núñez de Pineda y Gómez de Vidaurre, quien se expresa así: «De este mismo género hay otras que llaman machas..., aunque gustosas, son duras y su figura es longitudinal, porque tienen de cinco a seis pulgadas de largo, y ocho a nueve líneas de ancho, por lo que algunos las llaman navajuelas.»

Tiene este molusco semejanza con el que el Diccionario llama navaja. La voz es araucana: macha, que Febrés traduce: «cierto marisco.»

Lenz, n. 785. Román, que copia la descripción de Gay (Zoología, t. VIII. p. 369).


Machuelo, m. (Clupea maculata).

Pez de color azul verdoso por el dorso, con tintes dorados y manchitas verdes poco marcadas; «la parte superior del vientre y los flancos son de un blanco plateado, con unas veinte manchas grandes, verdes, y de forma mas oblonga; las aletas son uniformemente morenas; pero la dorsal y la caudal tienen un viso dorado, sobre todo la primera. Longitud total: llega a un pie.» Gay.


Madi o Melosa, f. y m. (Madia mellosa).

El madi es planta anua de la familia de las sinanteras, suborden de las tubilifloras: sus tallos, que alcanzan a tres o cuatro pies de alto, son velludos, revestidos de hojas oblongas, también velludas, muy viscosas; sus flores son amarillas y nacen en lo alto del tallo.

«El madi o la melosa, muy común en todo Chile. Las semillas dan un aceite muy bueno para la comida. Philippi. «El mantenimiento [de los indios] es harina de trigo, cebada o maíz tostado, mezclada con madi, semilla sabrosa, la cual es todo su matalotaje o cocaví, como ellos le llaman.» Nájera. «También tenía la tierra muy buen aceite, que se hace de una semilla llamada madi, y es de muy buen sabor, aunque ya se saca muy poco, porque el de olivas ha llenado la tierra.» Ovalle, «El madi es una semilla que da una yerba de media vara de alto, y molida la semilla da un aceite tan bueno y tan gustoso para comer como el de oliva.» Rosales. Núñez de Pineda emplea la forma made, v. g., en este pasaje, que cito especialmente porque en él aparecen también las voces frutilla, quínua y uminta, que hoy llamamos invariablemente uma: «Lo segundo que me pusieron delante, fueron dos zurrones de frutilla seca y bien pasada, y otros dos de harina tostada de maíz, revuelta con quínua y made, con unos bollos en medio de porotos, linaza tostada y otras legumbres gustosas de que ellos usan por regalo, dos docenas de rosquetes de huevos y otras dos de panes de maíz, que llaman umintas y nosotros tamales...» Pag. 288. «El madi es una planta de cuya semilla se saca un aceite bueno para comer.» Molina. Tal voz araucaua ha sido empleada también en poesía por Pedro de Oña (Arauco domado, cauto XIII):

Sacáronle piñones, avellanas,
Frutilla seca, madi enharinados,

con la siguiente nota respecto al significado de tal voz araucana: «Madi es una semilla negra, que seca y molida se hacen de ella unas bolas envueltas en harina; son de gran regalo y sustento para los indios.»

Lenz, n. 789. Román, III, p. 383.


Maitén, m. (Maitenus boaria).

«A esta pequeña familia (Colastrineae) pertenece nuestro maitén, árbol de los más hermosos.» Philippi. «El maitén es muy pomposo, de linda y apacible sombra, la hoja semejante al sen...» Rosales. «El maitén es un árbol hermosísimo y siempre verde...; las muchas ramas que arroja forman una bellísima copa; sus hojas, ya contrapuestas y ya alternativas, son dentelladas y punteadas por ambos extremos, espesísimas, de un verde alegre y brillante...; lleva unas flores monopétalas, en forma de campanillas y de color de púrpura, pero tan pequeñas, que no se distinguen a muy corta distancia...» Molina. «El maitén es un árbol de copa muy hermosa, la hoja de un verde desmayado, que nunca se le cae...; es tenido por el sen.» Olivares. Descríbelo también Alcedo, y don Andrés Bello lo ha celebrado en poesía:

Donde, en vez del movimiento
de políticos vaivenes,
susurrar óyese el viento,
entre robles y maitenes.

Y Vial Solar en su obra citada (p. 33:)

El maitén que en sus ramas retenía
al ave desalada y pasajera...

Su etimología es araucana.

Lenz, n. 796 y Román III. 389: «La etimología es el araucano maghtùn o mañtun... No hay para qué advertir que el Dicc. debe apresurarse a recoger este vocablo con sus derivados,» que son: maitenal, sitio poblado de maitenes, y maitencillo (jonidium parviflorum): «subarbusto de pocas pulgadas de alto, con flores pequeñas, blancas o rosadas, de la familia de las violáceas.»


Mallico, m. (Psychropila andícola).

Algunos escriben maillico o mellico, del araucano melico. «hierba medicinal.» (Febrés).

En Chile se conocen varias especies de esta planta de la familia de las Ranunculáceas, que forman la sección de las phychrophila, caracterizada por estar dotada de pedúnculos radicales unifloros y hojas con apéndices, que viven en las vecindades del Estrecho de Magallanes y en las partes elevadas de la Cordillera de los Andes; «su raíz, dice Philippi, se considera como un remedio excelente contra los dolores de estómago y la neumatosis.»


Mango. m. (Bromus mango).

A las acepciones de esta voz que trae el Diccionario convendría añadir la de la gramínea así llamada, que los antiguos indios de Chile cultivaban como cereal y de que hacían una especie de pan que llamaban covque. «El mango parece que es el único cereal del globo que se perdió completamente por su falta de cultivo; pero parece posible que investigaciones posteriores por naturalistas competentes hagan reaparecer aquella gramínea interesante.» Y así se asegura hoy, ha sucedido ya.

Traen esta voz araucana Febrés: «magu, un centeno que tenían antes que viniesen los españoles;» y Havestadt. También Gómez de Vidaurre.

Lenz, n. 818; Román, III, p. 413, y Cavada, que dice que en Chiloé se da este nombre a «una clase de pasto indígena.»


Manzanillón. m. (Anthemis cotula).

Planta anual, de tallo ramoso, de olor bastante pronunciado, aunque desagradable; con cabezuelas solitarias en el extremo de las ramas, pedunculadas; de color blanquecino amarillento. Maleza sumamente abundante en todo Chile y de procedencia europea.

Reiche, p. 24.


Mañehue. m. (Fissurella speciosa).

«Mañehue: molusco del género de los escabriones, que se llaman mañehues en el sur de Chile, y que tienen una concha formada de una fila de ocho piezas con un borde coriáceo. Hay en Chile muchísimas especies y muy grandes.» Philippi. «Otro género de marisco llaman mañegues y está encerrado en dos conchas redondas, de la figura de los que sirven de modelo para los nichos de los retablos.» Ovalle. Con la misma ortografía aparece en Rosales, pero la verdadera es la que dan Philippi, Gay, Román y Lenz. n. 823.

Procede del araucano.

Mañíu. m. (Saxegothea conspicua).

«Árbol de la familia de las Taxáceas, con hojas lineales apiculadas, tiesas, cortamente pecioladas, debajo con dos líneas glaucas separadas por el nervio medio; conos globosos del tamaño de un garbanzo, con escamas gruesas y tubérculos afuera. «El maniu es un árbol de especie de alerce, que se halla en la cordillera, pero más correoso; es blanco, oloroso, recio y correoso; hácense de él instrumentos músicos muy sonoros, como son vihuelas, arpas...» Rosales. «El mañiu (que tal es su ortografía correcta,) crece desde el Nuble para el sur.» Philippi.

De evidente procedencia araucana, aunque tal voz no se registraba en los léxicos, hasta ahora, que se halla en el del P. Augusta.

Lenz, n. 825. Román dice: «No necesitamos recomendarlo a la Real Academia, sobre todo si toma en cuenta que la madera de mañíu se anuncia y vende públicamente en todo Chile.» También recomienda este autor la voz mañigal, sitio o lugar poblado de mañíus.


Maqui. m. (Aristotelia maqui).

«El maqui es un arbolito siempre verde, de diez a doce pies de alto, rollizo, lampiño, con cascara lisa; las hojas son opuestas o sub-opuestas, aovado lanceoladas; las flores son de un amarillo bajo, completas, dispuestas en racimito en la axila de las hojas; el fruto tiene de dos a tres líneas de diámetro; es redondo, liso, muy morado...» Gay.

«Otros árboles se llaman maques y son muy hermosos y frescos.» Ovalle. «El maque es árbol mediano y de corteza lisa, la hoja como la morera, algo más gruesa y glutinosa.» Rosales. Y en tal forma en la generalidad de los cronistas; si bien Molina escribe maqui, que es la única en que hoy se conoce. El nombre se aplica al árbol, cuya corteza y varillas se emplean en industrias domésticas, y a su fruto, que se usa como astringente en medicina casera y en la preparación de los vinos para darles color. Al fruto propiamente es el que llaman los indios maqui, voz que ya en tiempo de Febrés se consideraba incorporada al castellano.

Zerolo y el Diccionario de la Academia (décimatercia edición) acentúan malamente la voz; en la última se ha suprimido, y debe, pues, restablecerse bajo su verdadero nombre y significado.

Lenz, n. 828.; Román, III, p. 431.


Matapiojo. m. (Libellula).

«El neuróptero llamado en otras partes doncellita de agua.» Philippi. «Feo es el nombre de matapiojos, dice Román, pero tiene el uso de Colombia y de Chile por lo menos; por lo cual convendría aceptarlo.» «El insecto perfecto es el ser más inofensivo que cabe; no tiene armas de ningún género y no es raro verlo envuelto entre los despojos que la araña amontona en su tela. Es, en su forma general, como un matapiojo...» Medina, opúsculo citado.


Mate. m.

No se trata bajo este nombre de la yerba mate (Ilex paraguayensis), ni de la bebida que de ella se prepara, así llama da, sino de «una calabaza, que llamamos mate en las Indias,» como observa el P. Ovalle, que, ya entera, o ya partida por medio, se usa entre nosotros, especialmente en los campos, a modo de vasija para acarrear el agua, o para vaciarla de un tiesto a otro.


Marinero, m. (Rhyephenes).

Insecto. «El género marinero, particular a Chile, puede esconder su pico bastante largo en un surco del esternón entre las caderas, y tiene los pies anteriores mucho más largos que los demás. Se les ve andar lentamente en el tronco de los árboles, en cuyo interior viven las larvas.» Philippi. Su nombre les viene, indudablemente, de la costumbre que tienen de ir subiéndose por los troncos de los árboles.

Matico. m. (Piper angustifolium).

El Diccionario de la Real Academia hace esdrújuia esta voz, acento que Ortúzar condenó ya como falso.

Parece que a dicha planta alude el Inca Garcilaso con la que llama matecllu. Sería, entonces, de procedencia quichua.


Mayu. m. (Edwardsia chilensis).

Árbol de la familia de las Leguminosas; de poca altura, que crece especialmente en los montes de la costa de Chile, con hojas siempre verdes y flores amarillas muy vistosas. Rosales lo califica de hierba: «Y para lo mismo sirve la yerba que llaman mayu.» Pero no así Molina: «... las cortezas y las hojas del mayu sirven para hacer una muy buena tinta de escribir.»

Seguramente, y así opina también el P. Augusta, que la voz procede del araucano, aunque no se halla en los léxicos. En el sur los indios llaman a este árbol traftrafon.

Lenz, n. 842; Román, III, 465.


Melón, m.

Escrito: «el que tiene la corteza llena de señales o rayas a manera de letras.» Cita de Román, que completaremos diciendo que tal especie es particularmente apreciada por lo dulce, jugosa y sabrosa; su carne tira al verde pálido.

Limenso: Muy pequeño, casi del tamaño de una lima, de donde su nombre, que Román no quiere que se acepte por considerarlo como corrupción de limenso, oriundo de Lima en el Perú. Es sumamente oloroso, amarillo, con vetas verdosas, y madura muy temprano.

También se conoce en Chile el ají limenso, que algunos han creído ser de una clase especial; pero no hay tal, pues su nombre se le aplica porque se envasa en una calabacita muy pequeña, parecida al melón limenso.

A mi entender, el vocablo procede de lima, a la cual se asemeja esta fruta en el tamaño, la forma y la fragancia.


Melonhue. m.

Nombre usado especialmente en Chiloé y que se da a ciertos moluscos gastrópodos del género trochus, de color muy oscuro. Viene del araucano múlon, caracoles del mar, y hue, lugar: sitio en que abundan los caracoles, pasando así del todo a la parte. Román y Cavada.


Mero m. (Dasycephala livida).

Nombre que se da en Chile a una avecilla algo más grande que el zorzal, del araucano meru, que los españoles hemos convertido en mero, como el pez así llamado en la Península.

«Dos pajarillos hay, entre otros, en que tienen depositados sus agüeros y abusiones estos indios, y cada uno es pequeño y del tamaño de un zorzal; el primero se llama meru, de color pardo...» Rosales.

Lenz, n. 870; Román, que cita el mero de la cordillera.


Michay. m. (Berberis).

«El michay, amarillo, y de flor muy fragante...» Córdoba y Figueroa. Mencionan también este arbusto, Carvallo, Gay y el doctor Murillo. Lenz, n. 877, dice: «Del fruto los indios se aprovechaban para una chicha, que todavía se hace en Nuble; infusión de hojas y frutos se usan contra inflamaciones; la raíz y la corteza para teñir de amarillo...»

Su etimología es araucana, muchay, con el valor de u francesa, de donde el vulgar michay, que Román no acepta, en vista de que Philippi advierte que tal planta es el bérbero español; pero, ciertamente que se trata de especie diversa, tanto, que en Chile tenemos más de veinte, y pues que con tal nombre es conocida entre nosotros, consérvese el vocablo por lo menos como chilenismo.

Miñumiñi. m. (Rubus geoides).

Nombre que en Chiloé se da a una especie de zarza de «tallo herbáceo, rastrero, hojas trifolidadas y frutos verdes o amarillentos, gustosos; única especie indígena, que se cría desde Valdivia hasta Magallanes.» Philippi.

Román, que le da una etimología araucana, aunque advierte que tal voz no la traen los diccionarios.

Véase la voz meñu-piru en el del P. Augusta.

Mitahue. m.

Llámase así al fruto de la planta silvestre conocida generalmente con el nombre de pitra. Véase esta voz.

Del araucano mùtha, cosa burda, y hue, partícula de abundancia. Así Román. Véase meta o mechan, en el Diccionario del P. Augusta.


Mitihue. m. (Euxenia mitique).

Arbusto de la familia de las Sinanteráceas, suborden de las tubilifloras, de que se conocen dos especies peculiares a Chile, ambas fruticosas y que se emplean para combatir la gonorrea. Varían los autores en cuanto a la grafía de esta voz; unos quieren que se diga mitriu, otros mitique; mas cercana a su probable derivación araucana, parece la que empleamos, que es también la que Román dice haber oído.


Molinera, f. (Upucerthia nigrofumosa).

Avecilla de color café obscuro, con manchas blancas en el pecho, que vive a orillas de las corrientes de agua, y cuyo nombre le viene, por tal circunstancia, de hallársele con frecuencia en las carcabas de los molinos. Dásele también el de churrete por la manera con que defeca, bajo cuyo nombre aboga Román porque se admita: prefiero el que apunto.


Mollaca. f.

Del quichua molle y akca, chicha, a causa que de este fruto del quilo se hace una de las clases del licor así llamado. Es voz que se usa en las provincias del norte de Chile, aquellas que las primeras y más profundamente sufrieron la influencia incásica.

Lenz, n. 901, y Román, III, p. 532.


Mollar, adj.

Se conocen en Chile el higo y la uva mollar, según lo notó Román.


Molle. m. (Schinus latifolius).

Arbusto peludo o tomentoso, con ramas viejas morenas, de la familia de las Anacardiáceas; hojas subcoriáceas o membranosas, con la laminia ovalada, u ovalado-oblonga, obtusa o un poco aguda y el borde irregularmente aserrado-dentado; inflorescencias axilares o extra-axilares, frutos violáceos.

«Otra bebida hacen del que llaman huigán y los españoles molle, que es del color y figura de pimienta...» Ovalle. «El molle es un árbol que se cría con mucha lozanía en estas provincias; es de moderada estatura y esparce mucho las ramas, vestidas de menudas y prolongadas hojas, como el lentisco, y nunca las pierde...» Rosales. «El peumo es fruta gustosa, el maque, el molle... aplican para sus bebidas los indios...» Córdoba y Figueroa. «En lo restante del reino se encuentran... el molle...» Molina.

Este árbol es diverso del que procede del Perú (Schinus molle) llamado vulgarmente en Chile pimiento, que han descrito y celebrado Cieza de León y Alcedo, entre otros. El originario de Chile lo recuerda Pedro de Oña en su Arauco domado (canto XIII):

Y en copas de madera no medianas
Les dan licor de molle regalado...

Su etimología es quichua: mulli.

Lenz, n. 902. Román, que trae una larga cita del Inca Garcilaso sobre el árbol peruano de este nombre, pide que el Diccionario incluya la voz con las acepciones correspondientes a las dos especies.


Monroy. m.

«La sphinx cestri es común en Chile. Su oruga la llaman monroy». Philippi. Vive en el palqui. «Como el nombre monroy, dice Román, es de uso general en Chile y hasta los mismos naturalistas lo aceptan, porque, según parece, esta oruga es exclusivamente chilena, debe también el Diccionario acogerlo en sus columnas.»


Mostazal, m. «Terreno poblado de mostaza. Hace falta esta voz en el Diccionario.» Román. Usóla el P. Alonso de Ovalle: «...he andado muchas leguas por mostazales, que cubren los hombres a caballo, donde nidifican las aves y se crían pájaros.»

Mi residencia veraniega se halla en los lindes del pueblo de San Francisco del Mostazal.


Mote. m.

Román observa que la definición del Diccionario sólo comprende el mote de maíz, y que faltan el mote de trigo (el mas usado de todos); el mote de cebada (que corresponde de cerca al farro castellano); y el mote sancochado, sin otros menos acostumbrados.


Muermo, m. (Eucryphia cordifolia).

«Muermo, en Chiloé, ulmo, en Valdivia, es un árbol muy grande que da excelente leña y madera buena para varios usos.» Philippi.

Tiene este árbol las «hojas cortamente pecioladas, oblongas, acorazonadas, lustrosas por encima, blanquizcas por debajo, y flores blancas de casi dos pulgadas de diámetro; su madera es bastante buena, y se busca principalmente para remos; su leña, excelente para quemar; la corteza sirve para curtir, etc.» Philippi.

Lenz, n. 914, cree que el nombre es seguramente araucano, aunque no figura en los diccionarios, si bien se pregunta «si hay contaminación con castellano muermo

Los indígenas llaman nulnu al ulmo.


Mulita, f. (Hydrometra).

«Las hydrometra, que llaman mulitas en Chile, de cuerpo alargado, con patas largas, corren en la superficie del agua, como si ésta fuese un cuerpo sólido, para cazar los insectitos de que se alimentan.» Philippi.

También se da el nombre de mulita, que trae ya Alcedo, a una especie de los armadillos.

«...el geris chilensis anda y corre sin sumergirse en el líquido elemento... Mulitas los llaman en Colchagua, y en realidad que justifican su nombre, porque por los grandes grupos que forman y el color café obscuro de su cuerpo, son cual las recuas que el arriero conduce por los caminos al sonoro toque del cencerro.» Medina, Los insectos enemigos en Chile, apud Sud- América, p. 719.

Román observa que el diminutivo de muía es en castellano muleto, ta (mulo pequeño, de poca edad, o cerril).


Multiflor. f.

El Diccionario consulta el adjetivo multifloro. En Chile tenemos el sustantivo multiflor (que el vulgo pronuncia malamente mutiflor), nombre que se da a un rosal de los trepadores, de flores de diversos colores, blancas, amarillas y rojas, según la variedad, y a la flor misma. «Parece ser, observa Román, la misma planta que Pichardo llama en Cuba milflores y milrosas, nombres que tampoco aparecen en el Diccionario.


Murtillo. m. (Ugni Molinae).

«El murtillo (de la familia de las Mirtáceas) es un arbusto bajo, siempre verde y de crecimiento social en las provincias desde Maule hasta Llanquihue y Chiloé. Sus frutos, las murtillas... son bayas de color purpúreo claro, que en un lado tira al blanco... El sabor de la pulpa blanca es dulce, aromático, recordando un tanto la trementina. Esta fruta, que sazona en los meses de marzo y abril, es una de las más deliciosas del país y de gran consumo en las provincias respectivas...» Reiche.