Ir al contenido

Voces chilenas de los reinos animal y vegetal/Q

De Wikisource, la biblioteca libre.
P
Voces chilenas de los reinos animal y vegetal: que pudieran incluirse en el Diccionario de la lengua castellana y propone para su examen a la Academia chilena (1917)
de José Toribio Medina
Q
R
Q

Quelenquelén. m.

Son varias las especies de esta planta chilena, de la familia de las Poligáleas; la stricta, «con racimos alargados de diez a catorce pequeñas flores rosadas, etc. Se crian en Chile y se conocen bajo el nombre de quelenquelén o clinclín. Su raíz es muy diurética; la Monnina, que es la mas usada en medicina, se emplea especialmente para la curación de la gastralgia y dispepsia.» Murillo.

Lenz, n. 1198, que, como Román, estiman que la voz es de procedencia araucana, aunque no están de acuerdo en su etimología. Los indígenas pronuncian kelenkélen.


Queltehue. m. (Vanellus cayenensis).

«La especie que tenemos en Chile es muy conocida con los nombres de queltehue o tregle, y se halla en toda la América del Sur.» Philippi. «Otro género de pájaros que llaman los indios qùlteu, tomando la denominación del modo de su canto, que suena asi.» Ovalle. Véase la descripción que le consagra Molina, que lo llama theghel; si bien debe advertirse por lo tocante al nombre de este pájaro, netamente araucano y onomatopéyico, que el P. Luis de Valdivia lo escribió, primero que todos, qlteu, de donde el que hoy tiene de queltehue.

El queltehue se utiliza en Chile para que limpie los jardines de los gusanillos, de que se alimenta, y, a la vez, de guardián, pues en cuanto ve algún extraño a la casa, de día o de noche, denuncia en el acto su presencia.

Lenz, n. 1202, y Román, quien dice: «la forma queltehue... debe entrar en el Diccionario como chilenismo, y con referencia a frailecico o frailecillo


Quetru. m. (Anser patagonica o Micropterus cinereus).

«En el sur de Chile hay un pato muy grande, con alas pequeñas que no sirven para el vuelo, el quetru.» Philippi. «El quethu (con aquella pronunciación) es del mismo género y casi de la propia magnitud y figura del pingüino, del cual se distingue en tener las aletas absolutamente sin pelo, sus pies están divididos en cuatro dedos palmeados, y tiene vestido el cuerpo de una especie de pluma espesa, larga y de color ceniciento, y tan ensortijada y suave, que parece lana.» Molina.

Quetho, en araucano, es cualquier cosa destroncada.

Lenz, n. 1212, y Román bajo la forma quetro.


Queule. m. (Adenostenum nitidum).

«Acuerdóme del quelu, que es una fruta muy dulce, pequeñita, entre colorada y amarilla.» Ovalle. «El queul es un árbol de robusto tronco, que crece como el roble; es muy copado y da una fruta parecida al limón ceuti en el tamaño y más amarilla que él; cómese cruda o asada al rescoldo, y de cualquiera suerte es gustosa; el hueso es sólido y liso, del tamaño de una avellana; la madera es incorruptible, de que se hacen obras de ensambladura..» Rosales.

«Los habitantes del país conocen las lúcumas silvestres bajo los nombres de bellota, queule y chañar. El queule, que crece más de cien pies en alto, echa las hojas ovales, de seis o siete pulgadas de largo y de un color verde brillante; sus frutas son redondas, de un hermoso color amarillo...» Molina.

Tal es la forma única que hoy prevalece. Alcedo escribe malamente keule. En araucano, del cual procede esta voz, se pronuncia queuli, según Havestadt, y queul, al decir de Febrés.

Lenz, n. 1213, y Román.


Quiaca, f. (Caldcluvia paniculata).

Arbolillo de la familia de las Saxifragáceas, «de tres a seis metros de alto, con hojas sencillas, oblongas lanceoladas, aserradas; flores pequeñas, blancas, dispuestas en corimbo terminal compuesto. En las provincias del sur de Chile. Sus ramos flexibles sirven de zunchos para toneles.» Philippi.

Algunos le llaman tiaca, pero prefiero la forma indicada por haber sido usada ya por Rosales, a quien siguen Cavada y Román. Los araucanos pronuncian hùyaka.

Quila, f. (Chusquea quila).

Pertenece a la familia de las Gramíneas. «La quila de Valdivia, y sobre todo, la valdiviensis, es muy ramosa y trepa en los árboles basta la altura de 30 y 40 pies; hace el monte impenetrable; del colihue de la Araucanía (chusquea coleu) los araucanos y pehuenches hacen sus lanzas.» Philippi.

«Los nudos de la quila no distan más de un pie entre si...» Molina.

Vial Solar en su citada obra (pp. 39 y 148):

con arte primitivo fabricaron
sus sencillas y rústicas cabañas
de duras quilas y ligeras cañas...

y la quila salvaje se entrelaza
a los enormes troncos y se abraza
a ellos, como recia enredadera.

En araucano se dice cùla.

Lenz, n. 1217, y Román.

De esta planta, enteramente análoga al bambú malayo, existen en Chile unas ocho o diez especies.

Véase colihue.


Quilmay. m. (Echites chilensis).

«Quilmay, arbusto voluble (de la familia de las Apocíneas, suborden de las Anapocíneas); tallos cubiertos de un vello medio blanquizco, hojas cortamente pecioladas auvadas, de un verde subido, lustroso por encima; flores blancas, bonitas, axilares, en número de una a cuatro. Su raíz es medicinal. Común en las provincias del Sur.» Philippi. «El quilmay, entre las plantas trepadoras o enredaderas se distingue por sus hermosas flores, de las que hay gran variedad; sus hojas son grandes y lustrosas, muy parecidas en su forma a las de la camelia.» Rossel, citado por Román, quien añade: «El nombre tiene forma araucana, pero no aparece en los diccionarios.»

Los indígenas pronuncian: kùlmai.

Quilo, m. (Muhlenbecchia sagittifolia).

El quilo es «arbusto lampiño, con los ramos flexuosos, y aun volubles y trepadores; hojas oblongas, un poco asaeteadas; flores axilares o aglomeradas en una especie de racimo.» Philippi. Se le clasifica en la familia de las Poligóneas.

«En todo Chile se da la mollaca o quiloquilo. El cáliz se vuelve carnoso con la madurez del fruto y se come.» Philippi. Arbusto vulgarísimo y conocido generalmente con sólo el nombre de quilo, de cuyas bayitas los indios hacían cierta especie de chicha.

Su etimología, dice Lenz, n. 1222, «es seguramente mapuche; pero no esta en los diccionarios.» Como lo nota Román, es sin duda la misma voz que el P. Ovalle escribió quelu, pues dice hablando de su fruta «que es muy dulce, pequeñita, entre colorada y amarilla, de que hacen una bebida demasiadamente dulce.» Los indígenas pronuncian kèlo y kèlon.

Ya se dijo que el fruto de este arbusto se llama mollaca.


Quilquil, m. (Lomaria chilensis).

«...quilquil, con frondes pinados, que tienen a veces casi un metro de largo, las pínulas son truncadas, casi acorazonadas en su base.» Philippi. Esta especie y otra con las pínulas sésiles en todo su ancho, que alcanzan hasta uno y medio metros de alto, proporcionan con su rizoma alimento a los indios en los años de escasez. Pertenecen a la familia de las Polipodiáceas y son verdaderos helechos.

«El nombre, advierte Román, es el araucano cùlcùl, mata que tiene roscas en la raíz, y, lavándose con ella las indias, dicen se ponen rojas.» Febrés Astraldi.ç


Quiltro, tra. m. y f.

Existe también el diminutivo quiltrillo, lla.

«Sospecho que antes de la llegada de los españoles existiese en Chile el borbón pequeño llamado quiltho.» Molina. «Por el quiltro entienden [los indios] una casta de pequeños perros lanudos...» Gómez de Vidaurre. De estos perrillos, que Carvallo y Goyeneche creía también que hubiesen existido entre los indios antes de la llegada de los españoles, no se conserva raza especial, pero el nombre se aplica a todo perro pequeño y alcanza aún sentido figurado. Los antiguos cronistas americanos afirman que los quiltros eran mudos y que se podía golpearlos hasta la muerte sin que diesen un ladrido; los que se conservan entre los araucanos y patagones semejan una raposa pequeña.

Es voz que se halla entre los escritores modernos y que registra también Zerolo.

En su forma diminutiva encuentro empleada esta voz en un reciente artículo de Iris (doña Inés Echeverría de Larraín): «Dichosa tú—pensamos—que conoces la dentellada, mientras que a nosotras apenas si nos han ladrado quiltrillos miserables.» La Nación, 29 de julio de 1917.

Lenz, n. 1227. «Por el mucho uso que tiene la voz quiltro, dice Román, pedimos que sea admitida como chilenismo.»

Opina este último autor que tal voz viene del catalán quisso y quitro: Lenz, que es araucana.


Quillay, m. (Quillaja saponaria).

Árbol o arbusto con la corteza cenicienta, de la familia de las Rosáceas, hojas coriáceas, elípticas, obtusas o poco agudas, entera o ligeramente dentadas, lampiñas, cortamente pecioladas; cáliz tomentoso por fuera, pétalos blanquecinos; fruto, folículo tomentoso.

«Nuestro quillay, árbol muy interesante, porque su corteza contiene un principio particular, que se puede sustituir con ventaja al jabón.» Philippi.

«El quillay es árbol crecido, con hojas menudas y muy frondoso... Y remojada la corteza es como jabón para sacar manchas, que las saca con gran facilidad... Es muy común y usada para lavarse la cabeza, porque hace una espuma, en revolviéndola en el agua, que es como un jabón excelente, y da lustre y color al cabello, demás de limpiar la cabeza.» Rosales.

«El quillay arroja un tronco bastante alto y derecho cubierta de una corteza gruesa y cenizosa... Pero la cualidad mas apreciable que tiene este árbol para los chilenos, depende de su corteza, la cual, machacada y disuelta con agua, levanta tanta espuma como el más perfecto jabón.» Molina.

Con el mismo nombre es conocido también en la Argentina. Viene del araucano cùllay. (Valdivia y Febrés).

Lenz, n. 1230, y Román.


Quilloy. m. (Stellaria media).

Planta anual de la familia de las Cariofíleas, «con tallos débiles, lampiños, a excepción de una línea longitudinal de pelos blanquizcos; hojas ovales, agudas, lampiñas; flores pequeñas, los pétalos de dos a tres milímetros de largo, iguales al cáliz. Maleza común en Europa e igualmente común en Chile.» Philippi.

Havestadt la cita con el nombre de killoikilloi y así también los naturalistas, pero en el común decir sólo quilloy, «y en esta forma, dice Román, puede entrar en el Diccionario.»


Quinchamalí. m. (Quinchamalium majus).

Pertenece a la familia de las Santaláceas: «perigonio epígino, tubuloso, con limbo quinquéfido, caedizo, rodeado en su base de un calículo corto; un disco epígino en forma de anillo; fruto, una pequeña nuez. Hay varias especies en Chile, que se diferencian muy poco entre sí, conocidas bajo el nombre de quinchamáli; son anuales, perennes y aun sufruticosas, todas muy lampiñas, con hojas lineares y flores amarillas, terminales, dispuestas en espigas cortas, apretadas. Los campesinos beben el jugo exprimido o decocción contra los golpes o cuando hay postemas, extravasación de la sangre, etc.» Philippi.

«Y sea la primera la famosa yerba que llaman quinchamalí, la cual no se levanta del suelo mas de un jeme...» Ovalle.... la yerba llamada quinchamalí, la cual tomó este nombre de un cacique grande herbolario, que usaba della para muchas curas, y es célebre entre los naturales, y hoy de los españoles por sus virtudes particulares...; se levanta del suelo poco menos de media vara, esparciéndose en delgadas ramas vestidas de menudas hojas con alguna semejanza a las hojitas del romero. Cada ramita se corona de una hermosa flor en forma de capullo, rojo y naranjado, que todo el año conserva su amenidad y la viveza de sus colores. Críase en los valles y cerros, pero con más lozanía en las sierras altas...» Rosales.

«Como el quinchamalí constituye un género nuevo, he tenido por conveniente darle su nombre chileno.» Molina.

González de Nájera: «Produce aquella tierra muchas y muy buenas yerbas medicinales, cuyas virtudes de gran parte dellas conocen los indios, con que hacen curas admirables, especialmente en heridas, y en particular con una yerba llamada quinchamalí, nombre de un cacique que halló su virtud.» Alcedo también la trae.

Lenz, n. 1238, y Román que escribe quinchamali.


Quinchihue. m. (Tagetes minuta).

«Planta anual, pelada, olorosa, de un verde claro. Tallo derecho, rígido. Hojas opuestas, cabezuelas numerosas, pequeñas, cilíndricas, dispuestas en corimbos terminales. Flores amarillas...» Esta planta, latamente distribuida en toda la América del Sur, crece con preferencia en los huertos y viñas.

El P. Rosales habla de las «ramas hediondas del quinchíu» como muy provechosas para la cura de las almorranas.

Lenz, n. 1239, cuya etimología, dice, al tratar de esta voz, debe ser de procedencia araucana, aunque no se halla en los Diccionarios.


Quingüilla. f. (Chenopodium album).

Planta anual, de la familia de las Quenopodiáceas, de tallos estriados de verde y blanco, con las hojas aovado-romboidales o lanceoladas, desigualmente sinuado-dentadas; inflorescencias formadas de flores muy pequeñas sésiles: perigonio de cinco hojuelas verdes; cinco estambres; fruto, una nuez membranosa.

Es planta de procedencia europea, pero ignoro el nombre que lleve en España. El que tiene en Chile es diminutivo de quinua. Véase esta voz.


Quintral. m. (Loranthus tretandrus).

«En Chile y en toda la América caliente hay muchas especies; y las del género loranthus, se llaman quintral, es decir, fuego, por el color rojo vivo de las flores del mayor numero de las especies.» Philippi.

El quintral es una yerba muy celebrada, la cual nace en los árboles y se hace una mata grande, que a veces coge gran parte del árbol en que nace, y los pájaros que se asientan en los arboles la siembran estercolando en ellos. Y es célebre porque de su fruta, en llegando a sazón, sacan los muchachos la liga con que cazan los jilgueros.» Rosales.

el ramo del quintral que en viva llama
se abraza al árbol del cual queda preso...

Así Vial Solar en su obra citada, p. 54.

Hállase consignada esta voz en Zerolo.

Procede del araucano cùnthal.

Lenz, a 1242, quien observa que tal voz no se deriva de cùthal, como dice Philippi, sino de cunchan, «mancornar o emparejar con otro.»

De este sustantivo procede el verbo aquintralarse y su derivado aquintralado, a. que se dice de los arboles y plantas que se cubren de éste u otro parásito vegetal. Román: «aquintralarse, r., cubrirse los arboles o arbustos de quintral». Autor que rechaza la admisión de tal voz en el Diccionario, en vista de que en castellano se llama muérdago una planta semejante, pero que ciertamente no es la misma, y baste para ello observar que la flor del muérdago es amarilla y la del quintral de un rojo encendido.


Quinua. (Chenopodium quinoa).

«De la familia de las Quenopodiáceas proviene un cereal de cultivo muy antiguo, pero ahora muy reducido: es la quinoa. Hállase esta planta anual en Perú, Bolivia y Chile y se cultiva desde épocas remotas, tal vez ya antes de la invasión incásica. Aunque el trigo le hizo competencia eficaz, convendría conservar y extender su cultivo en regiones muy elevadas, como en los oasis del norte de Chile. Las semillas de esta planta poco exigente son orbiculares, comprimidas, de dos milímetros de diámetro... La quinoa es amarga, pero muy nutritiva.» Reiche.

«La quinoa se cultiva en una gran parte de la América del Sur. Las especies aromáticas forman aluna el género ambrina; a éstas pertenecen nuestros paicos.» Philippi. «Otra yerba hay poco más alta que el madi, a que llaman quínua, cuya semilla, asimismo tostada, se hace blanquísima y muy semejante a grajea o anís confitado, que también es comida muy apacible.» González de Nájera.

«Hay dos géneros de quínoa medicinales: una blanca y otra colorada, que es una semilla menuda como mostaza, muy conocida y de que hacen muchas sementeras los indios para hacer chicha della y comerla también molida en harina.» Rosales. Celebrada primero que nadie por Cieza de León: «Tienen [los collas] otra suerte de comida llamada oca, que es por el consiguiente provechosa: aunque más lo es la semilla que también cogen, llamada quínua, que es menuda como arroz.»

Y luego por el Inca Garcilaso, que trata de ella en varios pasajes de sus Comentarios Reales, por ejemplo: «El segundo lugar de las mieses que se crían sobre la haz de la tierra dan a la que llaman quínua, y el español mujo o arroz pequeño, porque en el grano y el color se le asemeja algo. La planta en que se cría se asemeja mucho al bledo, así en el tallo como en la hoja y en la flor, que es donde se cría la quínua;» añadiendo a esta descripción el curioso dato de que en 1590 le enviaron granos de esta semilla, que en España no fructificaron,.aunque se sembraron en diversos tiempos, porque llegaron muertos.

Y enunciada por escritores modernos del Perú y la Argentina.

Viene del quichua, en cuya lengua se dice quínoa, forma que no ha prevalecido, pues se dice generalmente hoy como la escribía Garcilaso.

Lenz, n. 1240, y Román, que escribe quinoa.


Quique, m. (Calictis vittata).

«El quique... es bastante cruel y sanguinario, pero no obstante se le domestica con facilidad, y se tiene a veces en las casas para cazar ratones.» Philippi.

«El quiqui es una especie de hurón de color pardusco, y de trece pulgadas de largo hasta el nacimiento de la cola; tiene la cabeza aplastada; las orejas chicas y redondas, los ojos pequeños y hundidos, el hocico cónico, las narices chatas, con una mancha blanca en medio; la boca desgarrada como la del sapo, las patas bajas y corta la cola.» Molina. También traen Carvallo y Gómez de Vidaurre descripciones de este animalillo.

Su etimolojía es araucana: quiqui.

Lenz, n. 1245, y Román.

Estar como un quique: frase fig., que vale hallarse por extremo encolerizado. «Este animal es naturalmente feroz, y tan excesivamente colérico, que ha dado motivo para que los naturales apliquen el epíteto de quiqui a todas aquellas personas que con poco motivo se dejan arrebatar de la cólera...» Molina.


Quirinca. f.

La vaina dura que contiene las semillas del espino chileno (vachelia cavenia) es lo que en Chile se llama quirinca.

Román dice: «ya que no se le halla en los diccionarios araucanos ningún origen aceptable, creemos que puede venir del castellano jeringa...» olvidándose de que tal instrumento médico de forma tubular (que tal sería lo único que pudiera darla aquella apariencia) es de invención relativamente moderna; por mi parte, hace sesenta años a que estoy oyendo quirinca, cuando no se conocían otras jeringas que las de cupucha con canuto...


Quirquincho, m. (Dasypus minutus).

«También se crían en las pampas y llanadas de Cuyo muchas liebres y unos que llaman quiriquinchos...» Ovalle. «En las provincias ultramontanas de los Puelches y Cuyo tenemos el armadillo, que aquí llaman vulgarmente quirquincho.» Rosales. «Es un armadillo... que le llaman quiriquincho.» Molina. «Los quirquinchos son de cuatro especies...» Olivares. Consignan también el vocablo escritores de la Argentina y el Perú.

Viene del quichua, o quizás mejor, del aimará.

Lenz, n. 1248.

El Diccionario admite ahora cachicamo como sinónimo de armadillo, o sea del quirquincho nuestro, y al definir éste, se olvida de dar su etimología, limita su área de habitación a Bolivia; y pues habla de que los indios bolivianos hacen charangos de sus carapazones, bien podría añadir también, que sus colas se aprovechan para yesqueros, acepción de esta última voz que asimismo falta.

Quisca, f. Quisco. m. (Cereus speciosus).

«A esta y otras especies de cactus, en forma de columna, por lo común ramificada, con las flores en tubo alargado, se llaman quiscos.» «El cerezo perulero llamado quisco en lengua del país... el cual echa unas espinas de ocho pulgadas de largo, ile que se sirven las mujeres en vez de agujas de hacer calcetas.» Molina. Léase en González de Nájera la admiración que le causó (y no era para menos) la primera vez que vió una de estas plantas y cómo la describe, diciendo que los indios la llamaban quiscaruro. Y así era en efecto, pero aplicando esta voz al fruto, según lo demuestra Lenz, n. 1249.

Vial Solar, obra citada, p. 34:

no era lo que la vista bien fingía
y que por bella realidad mintiera,
sino torcido quisco que elevaba
en el aire sus brazos de esqueleto...

Es curioso que Oviedo ignorara el nombre de esta planta, pues cuando habla de ella, la llama cirio.

A las espinas de esta planta se les llama quiscas: por ejemplo: «He visto monstruosos y aparragados melocactus al lado de colosales columnarios, cuyos vástagos, armados de aceradas quiscas, no tenían menos de pie y medio de diámetro.» Pérez Rosales, p. 158, última edición (1810).

«Del quichua quichca. (Mossi, Torres Rubio). Quisca y quisco deben admitirse como chilenismos...» Román.