El Gaucho Martín Fierro (1894)/Advertencia editorial
Al ofrecer al público, esta vez, la décima cuarta edición de la «Ida y Vuelta de Martin Fierro», creemos de estricta justicia consagrar algunas palabras, al más extraordinario triunfo de publicidad que registran nuestros anales bibliográficos.
La presente edición de dos mil ejemplares, viene á integrar la asombrosa cifra de SESENTA Y DOS MIL: hecho sin precedente en estos países americanos, y muy raro tambien en los Estados Europeos de orígen latino.
Aquí, en Buenos Aires, la ciudad de más movimiento intelectual del Nuevo Mundo, no conocemos resultado semejante, ni aun tratándose de aquellas obras políticas, literarias ó económicas, que lograron alcanzar gran boga.
La vasta circulación de Martin Fierro, ha sido un verdadero acontecimiento para el comerciante de libros, para el crítico moralista y sobre todo para esa clase social más directamente interesada en la obra de nuestro popular poeta.
Millares tras millares ha colocado sin dificultad el Editor de cada Edición, en medio de la sorpresa que experimentaba, al recibir, hasta por telégrafo, pedidos que le hacían de diversos puntos de la campaña.
La crítica nacional y extranjera, se ha ocupado extensamente del análisis de esta producción rigurosamente americana, apreciándola en altos conceptos, como uno de los trabajos que mas honor hacen á la literatura de este Continente.
Pero, en la campaña del Rio de la Plata, es donde ha hallado Martin Fierro su mas entusiasta acogida.
Desde el mas humilde hasta el mas encumbrado de sus habitantes, lo saludaron y recibieron como al redentor que asoma después de largo tiempo de sufrimientos.
En efecto, cualquier observador dotado siquiera de sentido común, advierte que el Sr. Hernández, sirviéndose de una forma literaria, al parecer trivial, hace, en Martin Fierro, la historia de los infortunios de nuestro gaucho, penetrando con pensamiento de filósofo, hasta en lo mas íntimo de la azarosa vida de una clase, que, bajo la dominación colonial, como bajo la dominación republicana, solo ha vivido víctima obligada de todo género de abominaciones.
De ahí la inmensa popularidad de que goza en las comarcas rurales el libro del señor Hernández, porque no es como las obras de Ascasubi ó de Del Campo, simples obras de entretenimiento, sino el estudio social mas completo, mas exacto y mas bien intencionado que se ha llevado á cabo entre nosotros.
Hasta qué punto habrá influido la aparición de Martin Fierro en el mejoramiento de aquella clase, seria interesante saberlo.
Desde el centro semi-civilizado de la población rural, pasando por el rancho, hasta los confines pampeanos donde se encuentra el fortín, en todos los medios en que se encuentra nuestro asendereado gaucho, se ha de sentir, estamos seguros, la mas ó ménos influencia de esa aplaudida producción.
Y esto se comprende sin esfuerzo.
Cuarenta mil ejemplares desparramados por todos los ámbitos de la campaña, han constituido la lectura favorita del hogar, de la pulpería, del soldado y de todos los que tenían á la mano un ejemplar de Martin Fierro.
Más aún: en algunos lugares de reunión, se creó el tipo del lector, en torno del cual se congregaban gentes de ambos sexos, para escuchar con oido atento esa genuina relación de la vida gauchesca.
Por todo esto, creemos, pues, en el éxito constante y fecundo de las sucesivas ediciones de Martin Fierro, porque apartándose completamente de la tradición literaria que dejaron Ascasubi y Del Campo, siguió solo nociones propias, vías mas rectas é inspiraciones que tenían su base en el sentimiento popular. La musa de Martin Fierro no ha sido vengadora, ni se ha preocupado solamente del prestijio urbano, á costa de la semplicidad de nuestros compatriotas de chiripá y bola de potro.
Careciendo de espacio suficiente para recapitular hoy cuanto se ha dicho acerca de la presente obra y del autor, debemos limitarnos á hacer una breve mención de los juicios emitidos últimamente, felicitándonos, en nuestra condición de Editores, de poder inscribir en estas pájinas preliminares, nombres que son un timbre de la inteligencia argentina.
El señor don José Manuel Estrada, en un brillante estudio que hace del pueblo argentino, bajo el título de «Defectos de la vida social» en las pájinas de la Revista Argentina, dedica al Sr. Hernández las líneas que vamos á copiar; sin embargo de que diferimos respecto al cargo, comparativamente de incorrecto, que formula contra nuestro poeta.
Dice así aquel distinguido escritor:
«No es de maravillarse. Ni Hidalgo, ni Ascasubi, ni mucho ménos Del Campo, han llegado, entre nuestros poetas populares y gauchescos, á la altura filosófica en que toca el versificador mas incorrecto de todos, D. José Hernández. — Martin Fierro es el tipo culminante del gaucho, es decir, el producto mas completo de una sociabilidad injusta, operando sobre una naturaleza ingénitamente poderosa y activa. Pero precisamente por ser extraordinario como la poesía lo requiere, no puede guiarnos en los estudios sociales sino subjetiva y elementalmente.»
Sin pretender iniciar disputa alguna, sobre las razones que tenga el Sr. Estrada, para encontrar solo gran altura filosófica y poca corrección (literariamente hablando) en la obra de que nos venimos ocupando, séanos permitido recordarle que la obra del Sr. Hernández, es la pintura al natural de cierta comunión social, no bien estudiada todavía, que vive, siente y se expresa en un lenguaje peculiar, en el cual no deben prevalecer ciertamente las reglas gramaticales, sino el pensamiento que la anima. En nuestra humilde opinión, mucho perdería en esie caso la personalidad del gaucho, si las filosóficas inspiraciones del autor de Martin Fierro, hubieran tenido que ajustarse á los preceptos de Bello de Salva y de la Academia. No; el estilo original que campea en esa obra, es el que se ha debido emplear, para que así pueda revelarse toda entera, intus et in ente, la gráfica figura del gaucho cisplatino.
El Dr. D. Nicolás Avellaneda, acreditando siempre sus inclinaciones y sus altas dotes literarias, encontró también oportunidad de manifestar las impresiones que dejara en su espíritu Martin Fierro, y en una carta literaria que vio la luz pública, dice así á su interlocutor:
«Siga escribiendo, soltando con espontaneidad su vena, matizando la observación propia, ingenuamente reproducida con recuerdos comunes á todos, y no tendrá pronto en cuanto á la difusión de su palabra escrita, sino un rival, tal vez invencible: Martin Fierro.
En lo que toca á este, es casi imposible alcanzarle. Uno de mis clientes, almacenero, por mayor, me mostraba ayer en sus libros los encargos de los pulperos de la campaña: — «12 gruesas de fósforos — Una barrica de cerveza — 12 Vueltas de Martin Fierro — 100 cajas de sardinas»
Pero nada se hace sin trabajo, y se lo digo por vía de ejemplo, aunque se trate de los escritos mas espontáneos y populares.
La difícil facilidad de que todos hablan, debe encerrar una verdad constante y general, cuando tanto se ha vulgarizado, á pesar de ser esta frase extraída de un arte poético y de pertenecer á Boileau. Mas de un renombre de cabildo quedaría sorprendido si se dijera que hay á veces mayor estudio en una pájina de Martin Fierro, que en uno de sus alegatos forenses.
¿Cómo dejarían de ser populares, cómo dejarían de circular como la luz y el aire, las sentencias ó los dichos que no son sino gauchescos en sus formas, pero que pertenecen al habla de todos los hombres, después de miles de años?
Hé ahí explicado el secreto de la popularidad de Martín Fierro; hé ahí por qué hoy sus dos libros han recorrido por la América que habla nuestro idioma, de tal manera, que lo habrían enriquecido si hubiera podido preverse este caso único, estipulando la reciprocidad de la propiedad literaria que hoy no existe.
No puedo ponerme al habla con mi amigo el doctor Larsen, que se ha ausentado á otras regiones, estudiando el árabe; pero apénas sea posible comunicar con él, he de pedirle que estudie los diálogos de Martin Fierro y que despojando los dichos de sus expresiones locales, los restituya á sus verdaderos autores, es decir, al Coran, al antiguo Testamento, al Evangelio, á Confusius ó á Epicteto. Estos dos últimos son, sobre todo, los autores predilectos de Martin Fierro, y sus dicharachos gauchos, no vienen á ser en el fondo, sino proverbios chinos ó griegos.
Así, se ha descubierto últimamente, por la comprobación de los estudios filológicos, que la fábula de La Fontaine no es de Fedro ó de Esopo, es decir, ni latina ó griega, sino que fué contada ahora miles y miles de años, á las primeras generaciones índicas que crecían al pié del Himalaya.
Tiene Vd., como nuestro amigo Hernández, este don supremo de recojer lo que es popular, depurándolo y trasmitiéndole bajo nuevas formas, para que lo sea aun mas. Sabe Vd. como él, sermones, cuentos, máximas, proverbios y solo le falta entregarse naturalmente á la corriente, para sobrenadar sobre la onda» ........
Muchas y muchas otras trascripciones, altamente favorables, podríamos seguir haciendo; pero basta á nuestro propósito las anteriores, agradeciendo en la parte que nos corresponde, el aliento que nos comunican los que juzgan digna de todos los afanes, esta obra que entregamos hoy al público, y que esperamos ha de continuar recorriendo el itinerario que comienza en nuestra bulliciosa Metrópoli y termina allá en el espacio de las gramíneas, de los arroyos, del caballo y del gaucho, señor de la región.