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El ciclo hidrosocial/Capítulo I

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CAPÍTULO I


El agua en la historia
de Chile y de la humanidad:
el Antropoceno

Para entender el ciclo hidrosocial es fundamental conocer la historia de las sociedades. Es necesario explicar cómo ha cambiado la relación del hombre con el agua a lo largo de la historia de la humanidad. Con el fin de ser más didácticos y de adaptar el discurso al currículo escolar, nos centraremos en el espacio delimitado en el marco territorial de la República de Chile en la actualidad. Partiremos de la relación agua/sociedad de los primeros pobladores de norte a sur del país hasta nuestros días, vinculándola, siempre que sea posible, con la historia universal. Todo ello con el fin de no perder el foco de lo global.

«Las narrativas científicas que se construyen a partir del pasado remoto tienen el potencial de convertirse en instrumentos que permiten delinear una opinión pública mejor informada sobre la historia socioambiental de Chile»[1]

En este capítulo, no solo haremos referencia a los usos y los abusos del agua por parte del ser humano, sino también a las mal de nominadas «catástrofes naturales» relacionadas con el agua (sequías e inundaciones, principal mente) con el fin de intro ducir el tema de la preven ción de riesgos y explicar el papel y la responsabilidad que nos cabe como sociedad en la conversión de un evento natural en una catástrofe. Antropoceno: era geológica actual que se inicia tras el Holoceno y se caracteriza por las transformaciones sufridas en el planeta a partir de la acción humana.

Revolución industrial: conjunto de transformaciones tecnológicas en el modo de producción de diversos productos derivado de una serie de factores, entre los que destaca la aplicación de diferentes fuentes de energía. La primera revolución industrial se produce a partir de la aplicación de la máquina de vapor en los procesos productivos; la segunda lo hizo a partir de la aplicación del gas, el petróleo y la electricidad. Algunos especialistas, como el economista Jeremy Rifkin, hablan ya de la tercera revolución industrial, cuya base serían las energías renovables.

La intervención humana en el ciclo del agua es lo que nos interesa y por ello aludimos al Antropoceno. Hay algo importante con respecto al uso del término y es que no hay coincidencia en señalar cuál es el acontecimiento con que inicia esta era: para algunos comienza con la revolución industrial y, para otros, con la revolución agrícola en el Neolítico. Sin necesidad de acogernos forzosamente a ninguna de estas posturas teóricas, explicaremos por qué son importantes estos hitos (revolución agrícola y revolución industrial) para explicar la evolución de la oferta y la demanda de recursos naturales en general y del agua en particular. Por tanto, utilizaremos el término con cautela considerando el momento más remoto (revolución agrícola en el Neolítico) sin dejar de tener en cuenta, eso sí, que la acción humana y sus consecuencias para el medioambiente se incrementan a partir de la revolución industrial y de manera más dramática en la segunda mitad del siglo XX.

El objetivo principal de este capítulo es reflexionar sobre la idea de que, si bien tenemos responsabilidad sobre la actual situación socioambiental, también tenemos la capacidad para revertirla y la obligación de hacerlo. Insistiremos, además, en que para poner en marcha la transformación es necesario que las soluciones sean globales, cuestión a la que volveremos en el capítulo final a modo de conclusión. Si echamos una mirada al pasado precolombino nos daremos cuenta de que la relación de los habitantes de la región con el agua siempre ha tenido un denominador común a pesar de la diversidad de las situaciones climatológicas, geográficas y sociales existentes de norte a sur del territorio. Esta relación es de dependencia. Todas las sociedades necesitan del agua para vivir, independientemente de su grado de complejidad y de las posibles diferencias que podamos encontrar en su manera de relacionarse con ella. Si bien hay una tendencia generalizada a aceptar que esta relación fue armónica y prístina en el período anterior a la revolución industrial, esto no es totalmente cierto. No podemos negar que antes de la industrialización y de los inicios de la urbanización acelerada de las ciudades, la demanda de agua era menor en términos absolutos, pero tampoco podemos obviar que había situaciones en las que la oferta era inferior a las –cada vez más complejas– necesidades de las sociedades que habitaron el actual territorio chileno, y que hubo innumerables conflictos en torno a su acceso y reparto, aun antes de la industrialización.

El objetivo principal de este capítulo es reflexionar sobre la idea de que, si bien tenemos responsabilidad sobre la actual situación socioambiental, también tenemos la capacidadpara revertirla y la obligación de hacerlo.

En el próximo apartado, veremos que la oferta de agua varía mucho de norte a sur, lo que explica que las experiencias históricas hayan sido también diversas. En primer lugar, revisaremos el desarrollo de la relación de las sociedades con el agua antes de la llegada de los españoles; a continuación tomaremos en cuenta los cambios ocurridos desde entonces hasta mediados del siglo XIX, durante un período de predominio extractivista que dio paso al proceso de industrialización y modernización; después conoceremos esos primeros años de modernización e industrialización, comprendidos entre 1860 y 1930, momento a partir del cual se inicia el período desarrollista con el incremento de la intervención del Estado y que dio lugar a la puesta en marcha y ejecución de la gran obra hidráulica y, por último, nos acercaremos al período que se inicia en la década de los setenta del siglo pasado y toma fuerza en los ochenta y noventa, cuando se produce un resurgir del modelo extractivista conocido como neoextractivismo, el que se mantiene hasta hoy.

Extractivismo: proceso de obtención de recursos naturales para su comercialización. El modelo extractivista se basa en la dependencia de un país con respecto a la explotación de uno o varios productos.

Neoextractivismo: modelo económico que consiste en la intensificación de los procesos de extracción de materia prima destinada a la exportación. Este sistema se instaló en América Latina en la década de los setenta del siglo pasado y tomó fuerza en los ochenta y noventa.

Revolución neolítica: lento proceso de transformación de la sociedad que pasa de ser nómada a sedentaria a partir de la adquisición de conocimientos que aplicaron a la agricultura y la ganadería. Se produce en diferentes momentos cronológicos según los contextos. En el continente americano estuvo protagonizado por los pueblos mesoamericanos y andinos.

1.1. Período prehispánico

Durante este largo período nos encontramos con una primera etapa en la que hay gran diversidad de maneras de relacionarse con el agua, pero todas las comunidades tienen en común la necesidad de localizarse en las cercanías de cursos de agua o manantiales. Estos primeros pobladores no dudan en desplazarse en busca de alimento y agua de manera estacional o permanente. Se trata de una primera fase en la que no hay apenas intervención en el ciclo natural del agua, la que es utilizada, sobre todo, para el consumo directo. Después de esta fase surgen las primeras obras humanas de intervención del ciclo con el fin de evitar esos continuos desplazamientos en pos de una vida más sedentaria. Es la etapa de la revolución neolítica, durante la cual se realizan las primeras obras hidráulicas destinadas a retener el agua de diversas maneras para asegurar su disponibilidad, además, se construyen canales y acequias para redireccionarla hacia las zonas de cultivo, así como para asegurar el abastecimiento del ganado y las comunidades. Entre las invenciones tecnológicas para el acopio del agua en lugares de difícil acceso a corrientes superficiales o manantiales, destacan inventos –algunos, incluso, están siendo recuperados en la actualidad– como los atrapanieblas, utilizados en el norte costero para aprovechar la neblina matinal (camanchaca). En el norte de Chile, estos artilugios eran realizados con grupos de piedras que recogían el agua de la niebla y luego se traspasaba a vasijas de barro. En otros lugares, como en México, se hacían mallas tejidas con diversos tipos de fibras entre las que se incluían, en ocasiones, cabellos humanos.

La sedentarización y la revolución agrícola dieron lugar a grandes civilizaciones hidráulicas en Mesopotamia, Egipto, China, Mesoamérica y los Andes centrales. En Sudamérica, una de ellas fue la cultura inca, que logró establecer un complejo entramado de relaciones entre diversas culturas previas y que abarcó toda la zona de los Andes, pasando por el actual norte de Chile hasta llegar al río Maule.

Tawantinsuyu: con este nombre se hace alusión al territorio sobre el que ejercía su dominio el imperio Inca y que llegó a ocupar casi dos millones de kilómetros cuadrados. Su ámbito de influencia llegó hasta el río Maule por el sur y ocupó toda la región andina desde el océano Pacífico hasta la Amazonía, abarcando territorios de los actuales Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador y Perú.

Su sistema de acopio y gestión del agua por excelencia fue el de las terrazas hidráulicas comunicadas por una serie de canales y complementadas por la existencia de puquios/aguadas a lo largo del denominado Camino del Inca, que comunicaba a los diferentes integrantes del Tawantinsuyu en una red de casi cuarenta mil kilómetros. Este sistema de terrazas o andenes tenía la particularidad de aprovechar al máximo el recurso hídrico, que era recuperado a partir de los puquios y reconducido por medio de canales por los que circulaba el agua que debía regar grandes extensiones de terreno. El sistema se generalizó por todos los territorios del imperio y todavía, en el norte de Chile, quedan reminiscencias de la localización de estos lugares en la toponimia local.

Si bien en este período la relación con la naturaleza era de respeto, incluso, veneración, esto no impidió que, a través de la observación y el conocimiento, se desarrollaran sistemas más o menos sofisticados para la manipulación del entorno en beneficio de la comunidad. Esta relación no evitó, tampoco, que se realizaran prácticas, como la quema de bosques –en el centro y sur de Chile se hacía para preparar el suelo para la agricultura–, que atentaban contra el equilibrio natural. Las actividades extractivas en la minería también modificaron el medioambiente y es por eso que se sostiene que, en Chile, el Antropoceno comienza hace al menos tres mil años.[2]

1.2. La etapa colonial

La lógica del imperio español –que vino a sustituir al inca– y que se extendió hasta la frontera del Bío-Bío y más allá, era, igualmente, la de obtener beneficios y de modificar el entorno para mejorar la productividad y facilitar el acceso a los recursos. No obstante, se observan dos diferencias importantes entre ambos imperios en relación con el tema que nos ocupa:

> Un mayor desconocimiento, por parte de los conquistadores, de las características geográficas y ambientales de las regiones recién conquistadas y, por ello, más vulnerabilidad ante condiciones ambientales y los fenómenos naturales

> El predominio del interés extractivista de los conquistadores priorizaba la explotación de los recursos sin preocuparse por su sostenibilidad.

Y no es que durante la Colonia no hubiera leyes regulatorias para la protección de los recursos (por ejemplo, las había para el cuidado de los bosques) sino que la lejanía con la capital del imperio facilitaba el incumplimiento de estas, siguiendo el famoso adagio de «se acata, pero no se cumple».

Ilustración: movimiento de transformación intelectual, política y cultural que tuvo su esplendor en el siglo XVIII o «siglo de las Luces». Su característica principal fue que persiguió que todas las actividades humanas y el pensamiento estuvieran regidos por la razón para salir del oscurantismo dominante desde la Edad Media.

En esta etapa, con respecto a la intervención humana en el ciclo del agua, hay importantes modificaciones al entorno, concretamente en la capital del antiguo imperio azteca, donde se desecó el lago Texcoco. Para el caso de Chile, las mayores obras de ingeniería realizadas en este período fueron los canales, como el de San Carlos, desarrollados bajo el signo de la Ilustración. De este período destaca también el modelo de planta urbana denominado «pueblos huerteros», en donde domina el sistema de acequias que circulaban por las calles trazadas a cordel en torno a una plaza principal (la plaza de Armas), como puede apreciarse en el caso de Copiapó o Santiago, por poner algunos ejemplos.

Para el proceso de molienda de cereales y minerales se utilizaron molinos y trapiches hidráulicos y la construcción de pilones para asegurar la fuerza del agua durante todo el año sin tener que depender de la estacionalidad del flujo de los ríos. En esta etapa hubo importantes conflictos en torno al acopio del agua y los intereses de agricultores, ganaderos y el sector minero entraron en conflicto con los intereses de las comunidades, pueblos, villas y haciendas.

Si bien los conocimientos sobre el ciclo del agua aumentaron considerablemente y los procesos de utilización del recurso se fueron complejizando, la relación sociedad-naturaleza seguía siendo mistérica y de supeditación. Así lo refleja el hecho de que una de las estrategias más recurrentes para evitar los efectos de las sequías era la realización de rogativas «pro pluvia» realizadas con la intermediación de la Iglesia católica.

1.3. La revolución industrial

El inicio de la revolución industrial, derivado de la adopción de la máquina de vapor y de la utilización del carbón como fuente de energía, supuso un cambio igual de importante que los generados a raíz de la revolución agrícola en el Neolítico, pero con consecuencias mucho más radicales para el medioambiente. Esta etapa coincide con el fin del imperio español y con el inicio de la República a partir de la crisis del Antiguo Régimen en Chile.

La aplicación de la máquina de vapor a los transportes y a los procesos de fabricación implicó un aumento generalizado de la demanda de agua, que creció exponencialmente frente a la oferta que siguió siendo –en el mejor de los casos– la misma que antes. Con la revolución industrial se produjo, además, una disminución en la calidad del agua por efecto de la contaminación provocada por los procesos fabriles y exacerbada por la excesiva concentración poblacional en las ciudades. Poco a poco se fueron ideando sistemas para morigerar los efectos de estos cambios, pero no llegó a plantearse la necesidad de planificar el proceso de modernización de manera sostenible. Es por esto que suele identificarse el inicio del Antropoceno en esta etapa más que en el Neolítico, atendiendo a que, si bien es cierto, que a partir de la revolución neolítica se da inicio a la intervención del ser humano en el ciclo de la naturaleza de manera consciente y sistemática, con la revolución industrial esta intervención se acelera y los cambios se producen de manera mucho más rápida que la propia capacidad del sistema para recuperarse.

Otro rasgo importante del período industrial es que, por efecto de la división del trabajo, la concentración urbana y la excesiva confianza en el desarrollo tecnológico e industrial, se produjo un distanciamiento entre el ser humano y la naturaleza –lo que, con el tiempo, lo hizo más vulnerable a los fenómenos naturales– y entre el ser humano y el ciclo del agua. Quizás la manifestación más clara de esta separación sea el proceso de modernización del sistema de abastecimiento de agua a los hogares por medio de una red central.

Además de la aceleración en el proceso de producción y del aumento exponencial de la demanda de recursos naturales, un cambio significativo fue el incremento de la tala y la quema de bosques, tanto para alimentar la maquinaria de las fábricas y a los medios de transporte (no solo el ferrocarril sino además el barco de vapor), como para favorecer la colonización del centro y sur de Chile a partir de la segunda mitad del siglo XIX. El otro gran cambio fue la contaminación atmosférica por efecto de la combustión generada durante el proceso realizado para la obtención del vapor.

Otro rasgo importante del período industrial es que, por efecto de la división del trabajo, la concentración urbana y la excesiva confianza en el desarrollo tecnológico e industrial, se produjo un distanciamiento entre el ser humano y la naturaleza –lo que, con el tiempo, lo hizo más vulnerable a los fenómenos naturales– y entre el ser humano y el ciclo del agua. Quizás la manifestación más clara de esta separación sea el proceso de modernización del sistema de abastecimiento del agua a los hogares por medio de una red central. Aunque el abastecimiento en red fue un sistema que tardó décadas en instalarse, logró transformar un recurso vital en una commodity y establecer mecánicamente que su accesibilidad dependiera del poder adquisitivo y no de la oferta real generada a partir del ciclo natural del agua.

Commodity: un bien tangible que puede comprarse, venderse o intercambiarse.

En el caso de Chile, este cambio de mentalidad se visualiza en el discurso de uno de los personajes más influyentes del siglo XIX en el país, el intendente de Santiago Benjamín Vicuña Mackenna. En la década de 1870, él señalaba que se habían acabado los años de mirar al cielo en espera de que lloviera. Para él, la nueva etapa en la que estaba entrando la humanidad –y Chile con ella– exigía la dominación de la naturaleza en aras de la modernidad y el desarrollo. Para ello, hacía falta emprender grandes obras hidráulicas destinadas a almacenar agua con el fin de poder contar con ella todo el año, sin depender de la climatología y de las condiciones geográficas. Su propuesta de construir embalses con este propósito solo fue superada, en cuanto a intervencionismo en el ciclo del agua, por la irrupción de la electricidad y la construcción de grandes represas para la generación de energía.

Con la electricidad entramos en otra era tecnológica, pero esta, como la energía hidráulica y la generada por la máquina de vapor, necesita de un recurso fundamental: el agua.

De hecho, la energía hidroeléctrica fue muy bien recibida porque era menos contaminante y además dependía de un recurso renovable. Sin embargo, consideramos que esta última afirmación debe ser revisada. En primer lugar, hay que señalar que su condición de renovable no necesariamente implica sostenibilidad ni inocuidad. La intervención en el ciclo del agua es una condición indispensable para la producción de energía eléctrica y toda intervención conlleva, necesariamente, consecuencias. En segundo lugar, tampoco su uso es inocuo para el medioambiente en tanto su aplicación en alguna actividad implica que no pueda ser utilizada para otra en las mismas condiciones que tenía antes de su aprovechamiento. Las aguas utilizadas para la generación de electricidad son acopiadas, desviadas y sufren transformaciones en sus condiciones físicas antes de ser devueltas a la naturaleza, lo que modifica su ciclo natural. Por otra parte, no podemos dejar de mencionar algo en apariencia muy simple y que no siempre es atendido como debiera: la renovabilidad del agua depende de las condiciones climáticas y no solo del uso, consuntivo o no consuntivo, que hagamos de ella.

Primera globalización: período comprendido entre 1870 y 1914 en el que se incrementa de manera exponencial el flujo de capitales, personas y productos a nivel mundial. Si bien Chile no fue uno de los países que más inmigrantes recibió, fue un foco constante de atracción de personas durante todo el período. Su inserción en el comercio y las finanzas estuvo dada, principalmente, por las grandes inversiones de capital extranjero en la industria del salitre y, a partir del siglo XX, del cobre.

Con el petróleo y la electricidad se da inicio a la segunda revolución industrial y, con ella, a la revolución del concreto que, a partir de la aplicación del hormigón en las construcciones, transformaron intensamente la fisonomía de las ciudades, el paisaje industrial y las comunicaciones, dando paso a lo que la historia económica denomina primera globalización.

Como hemos visto hasta ahora, las dos o tres grandes revoluciones (revolución neolítica, revolución industrial y segunda revolución industrial) han necesitado del agua para producirse y esta necesidad ha ido incrementándose y haciéndose más intensiva.

No podemos dejar de mencionar algo en apariencia muy simple y que no siempre es atendido como debiera: la renovabilidad del agua depende de las condiciones climáticas y no solo del uso, consuntivo o no consuntivo, que hagamos de ella.

En la actualidad, el neoextractivismo iniciado en el siglo pasado perjudica la biodiversidad. La excesiva concentración en un producto de exportación condiciona el entorno en el que se encuentra. En Chile tenemos casos alarmantes como la destrucción de glaciares por la minería, en la zona centro; el acopio de agua por parte de las plantaciones de palto en Petorca; o las madereras en el sur, todas ac tividades industriales que están poniendo en riesgo el ecosistema y obligando a emigrar a los pequeños agricultores que producían para el mercado local.

ORIENTACIONES
DIDÁCTICAS

Nivel: 2° básico


Historia, Geografía y Ciencias Sociales

Objetivo de Aprendizaje (OA) 11: relacionar las principales características geográficas (disponibilidad de agua, temperatura y vegetación) de las zonas habitadas por algunos pueblos originarios de Chile, con los recursos que utilizaron para satisfacer sus necesidades de alimentación, abrigo y vivienda.

Producto: los y las estudiantes deberán escoger una cultura precolombina del norte de Chile y realizar un dibujo que represente la relación de dicha cultura con el agua (ejemplos: terrazas, puquios, recolección de agua de niebla, entre otros).


Nivel: 7° básico


Historia, Geografía y Ciencias Sociales

OA 14: caracterizar al imperio Inca y analizar los factores que posibilitaron la dominación y unidad del imperio (por ejemplo, red de caminos y sistema de comunicaciones, sistemas de cultivo, organización social, administración, ejército, mita y yanaconaje, sometimiento de pueblos y lengua oficial, entre otros).

Producto: los y las estudiantes deberán caracterizar dos de los sistemas de irrigación más importantes del imperio Inca: las terrazas y los puquios.

A partir de estas infografías de terrazas y puquios incas desarrollar una descripción de su funcionamiento guiados/as por las siguientes preguntas:

¿Cómo funcionaban las terrazas y puquios?

¿Qué relación tenían los incas con la naturaleza?

Nivel: 8° básico


Historia, Geografía y Ciencias Sociales

OA 10: explicar la importancia de los mercados americanos en el comercio atlántico de los siglos XVII y XVIII, considerando el monopolio comercial, la exportación de materias primas, las distintas regiones productivas, el tráfico y empleo masivo de mano de obra esclava y el desarrollo de rutas comerciales.

Producto: a partir de la lectura del capítulo I del texto, responder las siguientes preguntas:

¿De qué forma utilizaban el agua en la agricultura y minería colonial?

¿Por qué la relación sociedad-naturaleza, durante la Colonia, era de supeditación?

  1. Center for Climate and Resilence Research, «El Antropoceno en Chile: evidencias y formas de avanzar. Informe a las naciones», Universidad de Chile, 2019, p. 8.
  2. Ibíd, Center for climate… p. 10.