El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha (1608)/Capitulo XII
Estando en esto, llegò otro moço delos que les traian del aldea el bastimento, y dixo: Sabeys lo que passa enel lugar compañeros? Como lo podemos saber, respondio vno dellos. Pues sabed, prosiguio el moço, que murio esta mañana, aquel famoso pastor estudiante llamado Grisostomo, y se murmura que ha muerto de amores de aquella endiablada moça de Marcela, la hija de Guillermo el rico, aquella que se anda en habito de pastora por essos andurriales. Por Marcela diras; dixo vno? Por essa digo, respondio el cabrero: Y es lo bueno, que mandò en su testamento, que le enterrassen en el campo, como si fuera Moro, y que sea al pie de la peña, donde estâ la fuente del alcornoque: porque segun es fama, y el dizen, que lo dixo, aquel lugar es adonde el la vio la vez primera. Y tambien mandò otras cosas tales, que los Abades del pueblo, dizen que no se han de cumplir, ni es bien que se cumplan, porque parecen de Gentiles. A todo lo qual, responde aquel gran su amigo Ambrosio, el estudiante, que tambien se vistio de pastor con el, que se ha de cumplir todo sin faltar nada, como lo dexò mandado Grisostomo, y sobre esto anda el pueblo alborotado, mas a lo que se dize, en fin, se harà lo que Ambrosio, y todos los pastores sus amigos quieren, y mañana le vienen â enterrar con gran pompa, adonde tengo dicho. Y tengo para mi, que ha de ser cosa muy de ver, alomenos yo no dexarê de yr a verla, si supiesse no boluer mañana al lugar. Todos haremos lo mismo, respondieron los cabreros, y echaremos fuertes aquien ha de quedar à guardar las cabreas de todos. Bien dizes Pedro, dixo, aunque no serà menester vsar de essa diligencia, que yo me quedarê por todos: y no lo atribuyas a virtud, y a poca curiosidad mia, sino a que no me dexa andar el garrancho, que el otro dia me passò este pie. Con todo esso te lo agradecemos, respondio Pedro. Y don Quixote rogò a Pedro le dixesse, que muerto era aquel, y que pastora aquella. A lo qual Pedro respondio, que lo que sabia era, que el muerto era vn hijodalgo rico, vezino de vn lugar que estaua en aquellas sierras, el qual auia sido estudiante muchos años en Salamanca, al cabo de los quales auia buelto a su lugar, con opinion de muy sabio, y muy leydo. Principalmente dezian, que sabia la ciencia de las estrellas, y de lo que passan allá en el cielo, el Sol, y la Luna, porque puntualmente nos dezia el cris del Sol, y de la Luna. Eclipse se llama amigo, que no cris, el escurecerse essos dos luminares mayores, dixo don Quixote. Mas Pedro, no reparando en niñerias, prosiguiô su cuento, diziendo: Assi mismo adeuinaua, quando auia de ser el año abundante, o estil. Esteril quereys dezir amigo, dixo don Quixote? Esteril, o estil, respondio Pedro, todo se sale allá. Y digo, que con esto que dezia, se hizieron su padre, y sus amigos que le dauan credito, muy ricos, porque hazian lo que el les aconsejaua, diziendoles: Sembrad este año ceuada, no trigo: en este podeys sebrar garuanços, y no ceuada: el que viene serâ de guilla de azeyte: los tres siguientes no se cogerá gota. Essa ciencia se llama Astrologia, dixo don Quixote. Nose yo como se llama replicò Pedro, mas se que todo esto sabia, y aun mas. Finalmente, no passaron muchos meses, despues que vino de Salamanca, quando vn dia remanecio vestido de pastor, con su ganado; y pellico, auiendose quitado los habitos largos, que como escolar traîa, y juntamente se vistio con el de pastor, otro su grande amigo llamado Ambrosio, que auia sido su compañero en los estudios. Oluidauaseme de dezir, como Grisostomo el difunto fue grande hombre de componer coplas, tanto que el hazia los villancicos para la noche del nacimiento del Señor, y los autos para el el dia de Dios, que los representauan los moços de nuestro pueblo, y todos dezian, que eran por el cabo. Quando los del lugar vieron tan de improuiso vestidos de pastores a los dos escolares, quedaron admirados, y no podian adiuinar la causa que les auia mouido a hazer aquella tan estraña mudança. Ya en este tiempo era muerto el padre de nuestro Grisostomo, y el quedò heredado en mucha cantidad de hazienda, ansi en muebles, como en rayzes, y en no pequeña cantidad de ganado, mayor, y menor, y en gran cantidad de dineros: de todo lo qual quedò el moço señor desoluto, y en verdad que todo lo merecia, que era muy buen compañero, y caritatiuo, y amigo de los buenos, y tenia vna cara como vna bendicion. Despues se vino à entender, que el auerse mudado de trage, no auia sido por otra cosa, que por andarse por estos despoblados, empos de aquella pastora Marcela, que nuestro çagal nombrô denantes, del la se auia enamorado el pobre difunto de Grisostomo. Y quiero os dezir aora, porque es bien que lo sepays, quien es esta rapaza, quiça, y aun sin quiça, no aureys oydo semejante cosa en todos los dias de vuestra vida, aunque viuays mas años que Sarna. Dezid Sarra, replicò don Quixote, no pudiendo sufrir el trocar de los vocablos del cabrero. Harto viue la sarna, respondio Pedro, y si es señor que me aueys de andar çaheriẽdo à cada pasto los vocablos, no acabaremos en vn año. Perdonad amigo, dixo don Quixote, que por auer tanta diferencia de sarna à Sarra, os lo dixe, pero vos respondistes muy biẽ, porque viue mas sarna que Sarra, y proseguid vuestra historia, que no os replicaré mas en nada. Digo pues/eñor mió de mi alma,dixo el cabrero, que en nuestra aldea huuo vn labrador, aun mas rico que el padre de Grisostomo, el qual se llamaua Guillermo, y al qual dio Dios, amen de las mucha, y grandes riquezas, vna hija, de cuyo parto murió su madre, que fue la mas honrada muger que huuo en todos estos cótornos: no parece sino que aora la veo con aquella cara, que del vn cabo tenia el Sol, y del otro la Luna, y sobre todo hazendosa, y amiga de los pobres, por lo que creo que deue de estar su anima a la hora de hora, gozando de Dios en el otro mundo. De pesar de la muerte de tan buena muger, murio su marido Guillermo, dexando a su hija Marcela muchacha, y rica, en poder de vn tio suyo Sacerdote, y Beneficiado en nuestro lugar. Crecio la niña con tanta belleza, que nos hazia acordar de la de su madre, que la tuuo muy grande, y con todo esto se juzgaua que se aura de passar la de la hija. Y assi fue, que quando llegò á edad de catorze á quinze años, nadie la miraua, que no bendezia â Dios que tan hermosa la auiz criado, y los mas quedauan enamorados, y perdidos por ella. Guardauala su tio con mucho recato, y con mucho encerramiento: pero con todo esto , la fama de su mucha hermosura, se estendio de manera, que assi por ella, como por sus muchas riquezas, no solamẽte de los de nuestro pueblo, sino de los de muchas leguas à la redonda, y de los mejores dellos, era rogado, solicitado, ê importunado su tio se la diesse por mujer. Mas el (que a las derechas es buen Christiano) aunque quisiera casarla luego, assi como la via de edad, no quiso hazerlo sin su consentimiento, sin tener ojo a la ganancia, y grangeria que le ofrecia el tener la hazienda de la moça, dilatando su casamiento. Y à fê que se dixo esto en mas de vn corrillo en el pueblo en alabança del buen sacerdote. Que quiero que sepa señor andante, que en estos lugares cortos, de todo se trata, y de todo se murmura. Y tened para vos, como yo tengo para mi, que deuia de ser demasiadamente bueno el clérigo, que obliga a sus feligreses à que digan biẽ del, especialmente en las aldeas. Assi es la verdad, dixo don Quixote, y proseguid adelante, que el cuento es muy bueno, y vos buen Pedro, le contays con muy buena gracia. La del Señor no me falte, que es la que haze al caso. Y en lo demás sabreys, que aũque el tio proponia à la sobrina, y le dezia las calidades de cada vno en particular, delos muchos que por muger la pedían, rogandole que se casasse, y escogiesse à su gusto, jamas ella respondio otra cosa, sino que por entonces no queria casarse, y que por ser tã muchacha no se sentia abil para poder lleuar la carga del matrimonio. Con estas que daua, al parecer justas escusas, dexaua el tio de importunarla, y esperaua à que entrasse algo mas en edad, y ella supiesse escoger cõpañia a su gusto: Porque dezia el, y dezia muy bien; que no auian de dar los padres à sus hijos estado contra su volũtad. Pero herelo aqui, quando no me cate, que remanece vn dia la melindrosa Marcela hecha pastora: y sin ser parte su tio, ni todos los del pueblo, que se lo desaconsejauan, dio en yrse al campo, con las demas çagalas dellugar, y dio en guardar su mismo ganado. Y assi como ella salio en publico, y su hermosura se vio al descubierto, no os sabre buenamente dezir, quantos ricos mancebos, hidalgos, y labradores, han tomado el trage de Grisostomo, y la andan requebrando por essos campos. Vno de los quales, como ya estâ dicho, fue nuestro difunto, del qual dezian, que la dexaua de querer, y la adoraua. Y no se piẽse, que porque Marcela se puso en aquella libertad, y vida tan suelta, y de tan poco, o de ningun recogimiento, que por esso ha dado indicio, ni por semejas, que venga en menoscabo de su honestidad, y recato: antes es tanta, y tal la vigilancia con que mira por su honra, que de quantos la siruen, y solicitan, ninguno se ha alabado, ni con verdad se podra alabar, que le aya dado alguna pequeña esperãça de alcançar su desseo. Que puesto, que no huye, ni se esquiua de la compañia, y conuersacion de los pastores, y los trata cortês, y amigablemente, en llegando a descubrirle su intencion qualquiera dellos, aunque sea tan justa, y santa, como la del matrimonio, los arroja de si como con vn trabuco. Y con esta manera de condicion, haze mas daño en esta tierra, que si por ella entrara la pestilencia, porque su afabilidad, y hermosura atrae los coraçones de los que la tratan à seruirla, y â amarla: pero su desden, y desengaño, los cõduce a terminos de dese[s]perarse: y assi no sabẽ que dezirle, sino llamarla â vozes cruel, y desagradecida, con otros titulos â este semejante, que bien la calidad de su condicion manifiestan: y si aqui estuuiessedes señor algún dia, veriades resonar estas sierras, y estos valles, con los lamentos de los desengañados que la siguen. No està muy lexos de aqui vn sitio, donde ay casi dos dozenas de altas hayas, y no ay ninguna que en su lisa corteza no tenga grauado, y escrito el nombre de Marcela, y encima de alguna vna corona grauada en el mismo arbol, como si mas claramente dixera su amante, que Marcela la lleua, y la merece de toda la hermosura humana. Aqui suspira vn pastor, alli se quexa otro, aculla se oyen amorosas canciones, aca desesperadas endechas. Qual ay, que passa todas las horas de la noche sentado al pie de alguna enzina, o peñasco , y alli sin plegar llorosos ojos, embeuecido, y transportado en sus pensamientos, le hallò el Sol â la mañana. Y qual ay, que sin dar vado, ni tregua à sus suspiros, en mitad del ardor de la mas enfadosa siesta del Verano, tẽdido sobre la ardiente arena, embia sus quexas al piadoso cielo: y deste, y dè aquel, y de aquellos, y destos, libre, y desenfadadamente triunfa la hermosa Marcela. Y todos los que la conocemos, estamos esperando en que ha de parar su altiuez, y quiẽ ha de ser el dichoso que ha de venir a domeñar cõdiciõ tan terrible, y gozar de hermosura tan estremada. Por ser todo lo que he contado tan aueriguada verdad, me lo doy à entender, que tãbien lo es la que nuestro çagal dixo, que se dezia dela causa de la muerte de Grisostomo. Y assi os aconsejo señor, que no dexeys de hallaros mañana a su entierro, que serà muy de ver, porque Grisostomo tiene muchos amigos, y no està deste lugar, â aquel donde manda enterrarse, media legua. En cuydado me lo tengo, dixo don Quixote, y agradezcoos el gusto que me aueys dado con la narraciõ de tan sabroso cuento. O, replicò el cabrero, aun no se yo la mitad de los casos sucedidos à los amantes de Marcela, mas podria ser que mañana topassemos en el camino algun pastor que nos los dixesse: y por aora bien serà que os vays á dormir debaxo de techado, porque el sereno os podria dañar la herida, puesto que es tal la medicina que se os ha puesto, que no ay que temer de contrario accidente. Sancho Pança, que ya daua al diablo el tanto hablar del cabrero, solicitò por su parte, que su amo se entrasse á dormir en la choça de Pedro. Hizolo assi, y todo lo mas de la noche se le passò en memorias de su señora Dulcinea, à imitacion de los amantes de Marcela. Sancho Pança se acomodó, entre Rozinante, y su jumento, y durmio no como enamorado desfauorecido, sino como hõbre molido à cozes.