El palacio encantado

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Traducciones (1897)
traducción de Leopoldo Díaz
El palacio encantado de Edgar Allan Poe
Nota: Se respeta la ortografía original de la época
EL PALACIO ENCANTADO


A Ernesto de la Cárcova.


 En un valle tan hermoso
 Que fué de ángeles morada,
Levantóse majestuoso en la vieja edad pasada
 Un palacio esplendoroso
 Con soberbia no igualada.
Elevóse en los confines del monarca Pensamiento,
 Y jamás los serafines
Que divagan por el hondo firmamento azul distante,
 Agitaron un momento
Sus alas sobre edificio tan grandioso y deslumbrante.

 De oro y púrpura, altaneras,
Estandartes y pendones, oriflamas y banderas,
 En sus cúpulas flotaban;
Y las brisas lisonjeras á su paso arrebataban
 De los altos, grises muros,
 Los perfumes que exhalaban,
Los perfumes misteriosos, suaves, alados y puros.

 Con asombro, los viajeros,
 Que aquel valle recorrían,
A través de dos ventanas luminosas percibían
Muchedumbre de ligeros espíritus que giraban
De un laúd á los acordes, armoniosos, placenteros,
 Y en redor se balanceaban
 De un adusto regio trono,
Donde el gran Porphyrogénito, abrumado de grandeza,
Reclinaba la cabeza, con magnífico abandono.

 Y en la puerta del Palacio
 De oro, perlas y rubíes,
 De nácar y de topacio,
Se hundían como las ondas de la mar — en despacio —
 Un tropel de Ecos sonoros,
De Ecos límpidos, vibrantes, que, en interminables coros
Dulces coros — ensalzaban con acento sobrehumano

 La fortuna y el talento
 Del augusto soberano.

Pero seres malhadados, pero seres maldecidos,
 Misteriosos enlutados,
 En las sombras escondidos,
Asaltaron del Monarca la gloriosa investidura.
¡Ah lloremos! ¡Ya en su frente no fulgura la mañana!
 Ya no luce en torno suyo
Su brillante corte altiva — su valiente corte ufana —
 Y no resta de su orgullo —
De su orgullo y de su historia, que les vientos se llevaron
 Más que fúnebre memoria
 Que los siglos disiparon.

 Y si hoy cruza algún viajero
 Por el valle — antes hermoso —
Ve por rojizas ventanas un fantástico hervidero
De mil formas que se agitan con estrepito espantoso;
Y en la rápida corriente de las ondas encrespadas —
 Ondas lúgubres de un río —
Ve rodando eternamente, ve rodando en el vacío,
Un tumulto repelente, con sonoras carcajadas!