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El rey Juan (fragmento)

De Wikisource, la biblioteca libre.
Pensamientos, máximas, aforismos y definiciones: entresacados de todos los poemas, sonetos, comedias, historias y tragedias de William Shakspeare con adición de los trozos más selectos contenidos en sus diversas obras (1879)
de William Shakespeare
traducción de Matías de Velasco y Rojas
Trozos selectos: El rey Juan
Nota: Se respeta la ortografía original de la época
EL BASTARDO FELIPE DE FAULCONDRIDGE,
IRRITADO CONTRA LOS REYES DE INGLATERRA Y FRANCIA QUE,
AL AJUSTAR LA PAZ, DESTRUYEN SUS AMBICIOSOS PROYECTOS.


Mundo insensato! reyes locos! convencion desatinada! Juan, para dar fin á las pretensiones de Arturo sobre un imperio, cede voluntariamente una parte de él; y el rey de Francia, á quien la conciencia habia hecho ceñir su armadura, á quien la lealtad y la compasion habian impulsado al campo de batalla como verdadero adalid de la justicia, ha prestado oidos á ese innovador de planes, á ese astuto demonio, á ese chalan que socava constantemente la base de la buena fé, á ese perjuro sempiterno que rige á los mortales, á los reyes, á los pordioseros, á los ancianos, á los jóvenes y á las doncellas; á ese que, no pudiendo ya mancillar en la tierra sino el título de virgen, priva de él á las vírgenes pobres; á ese hidalgo de dulce fisonomía, ¡el adulador Interés! ¡el interés, flaco del mundo! — El mundo que, bien equilibrado desde su formacion, fué hecho para rodar sin tropiezos, rodaba en llana senda, cuando el amor al lucro, ese vil, arrastrador incentivo, el Interés, lo forzó á tomar por mil caminos diferentes, desviándole de su direccion, de sus leyes, de su curso y de su fin. ¡Sí, ese embaucador Interés, rufian que perjura sin tregua, batiendo palmas en presencia del veleidoso rey de Francia, le ha apartado de su mision salvadora, de la honrosa lid proyectada y contreñido á firmar un ajuste por demás innoble y rastrero! — Mas yo, ¿por qué declamo así contra el Interés? Tan solo pc, rque no me ha sonreido aún, no porque tenga el valor de e.errar la diestra á sus gratas efigies de oro si quieren un dia amontonarse en ella; es, en verdad, porque mi mano, libre hasta aquí de tentaciones, va en pós del poderoso como un pobre mendigo. ¡Ah! en tanto que sea miserable, alzaré la voz para pregonar que la opulencia es el mal de los males; mas cuando me vea rico, tendré á virtud decir que la mendicidad es la cuna de los vicios.

Pues que los reyes violan sus juramentos segun su conveniencia, ¡Interés, sé mi Dios! ¡yo quiero adorarte! — Rey Juan: Acto 2.°, ese. 2.ª final.