El rizo robado (1851)/Canto I

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CANTO PRIMERO.


 Lo que ofensa cruel de amor causara,
Y los combates que el poder formara
Por un trivial asunto ahora yo canto.
¡O Musa! a Caryl debo este mi canto;
¡O si dado me fuera,
Que Belinda tambien mis versos viera!
Pequeño es el asunto, mas la gloria
(Si ella dulce me inspira
Y con benignos ojos él los mira
Y alabanza inmortal me da la historia.
 Dime, ó Diosa, el motivo que impeliera
A un Lord tan bien criado á asaltar fiero
A una noble beldad, y por que fuera,
Con estraño desden el mas severo,
(Si es que está averiguado)
Un Lord de una hermosura desdeñado.
 Por las cortinas del cendal nevado
Un tembloroso rayo el Sol envia
Y los brillantes ojos ha tocado
Que deben eclipsar la luz del dia;
Su vellon el faldero sacudiendo,
Y el insomne amador despierto fuera
A las doce cabales; y tres veces
Se oye de la campana el fiel sonido,
Y en tierra la chinela haciendo ruido;

Y la repeticion resuena fino
El eco generoso y argentino.
Belinda estaba en su cogin mullido;
El sylpho1, su guardian, sabio y prudente,
Prolongaba el balsámico reposo;
Y al silencioso lecho cuidadoso
Ordenó que mandase blandamente
El matutino sueño, que volaba
Y la rociada frente rodeaba
 Un jóven mas brillante que en su dia
Un Dandy petimetre estar podia
(Que aun en sueño colora sus mejillas)
Con sus labios de miel hablar se oia,
Y la dice ó decirle parecia.
»¡O tú de los mortales la mas bella:
Distinguido cuidado
De habitadores mil del azulado
Cielo! si alguna vez la suave huella
De nocturna vision tu infantil alma
Turbó la dulce calma,
De las que tu nodriza te contara
O el cura te enseñara,
De aéreos duendes que en la sombra oscura
Deja la luna ver con su luz pura
Con la plateada marca ó verde cerco,
O de vírgenes castas visitadas
Y por ángeles santos obsequiadas
Con guirnaldas y flóridas coronas:
Escucha y cree! Tu importancia sabe,
Que en terrena estrechez mirar no cabe
Hay verdades sagradas,
Del orgullo de sabios reservadas,
Que los niños y niñas solo entienden;
Que los doctos no creen ni defienden;

Y la sola inocencia
Es la poseedora de esta ciencia.
Entiende pues, que espíritus sin cuento,
Que giran de tí en torno ciento á ciento,
Que dirigen su vuelo
En toda la estension del bajo cielo,
Aun que invisibles todos con sus alas
Vuelan sobre tu anillo y demas galas.
Piensa que un equipage arriba tienes;
Tus pages y tu silla y otros bienes
Con desprecio los miras:
Lo que vosotras sois un tiempo fuimos
Y el molde femenil tambien tuvimos:
Mas no creas que cuando abandonamos
El terreno carcáz y acá volamos,
Con la vida perdimos
Todas las vanidades que tuvimos;
Suceden vanidades, conservando
La inclinacion primera:
Y si naipes amaba antes que muera,
Si ahora los vé, tambien contenta fuera:
Si amó dorados coches cuando vive,
Si la hechizó el tresillo, sobrevive
Esta misma aficion que siempre agrada:
Y si la hermosa fuese arrebatada
Con la fuerza y poder de su hermosura
A su elemento primo, el alma gira
Con su fogoso espíritu de llama
De inquietud voladora y siempre pura,
Y entonces se le llama
Salamandra, que ardiendo nunca espira.
Almas suaves buscan la corriente
Del claro rio y beben dulcemente
Grato té elemental: y orgullo fiero

En un Gnomo se sume muy severo,
Buscando acá en la tierra
El germen de discordia y cruda guerra.
La coqueta ligera en Sylpho vuela
Y en aire y campos retozar anhela.
 Aun debes saber mas; la hermosa y casta,
Que los hombres desprecia, entre los brazos
De un Sylpho vive; que á espíritus le basta
Que libre de las leyes de mortales,
(Y unen débiles lazos )
Sexo y figura elijan celestiales;
Que guardan su pureza á las doncellas
En los bailes de cortes y en aquellas
Nocturnas mascaradas peligrosas,
Dó un amigo traidor, ó los donosos
Dandys cautivan con palabras suaves
A las bellezas graves,
Que la ocasion ofrece y el deseo
Y danza y canto en loco devaneo;
Un Sylpho las defiende poderoso
Mas que ese honor del mundo tan vidrioso.
 Algunas ninfas hay bien persuadidas
De su gracia y finura
Y de rara hermosura
Aqui, mientras que vivan;
Su destino será que á un Gnomo sigan.
Muy satisfechas y de orgullo henchidas,
Desdeñan el amor que las convida.
Entonces las ideas mas groseras
Se agrupan, y en seguida,
En sus huecos celebros, vanidosas,
Mientras Pares y Duques en cuadrilla
Con bandas, con estrella y coronilla
Las saludan atentos y cumplidos

Y de Excelencia llenan sus oidos;
Este dulce sonido
Luego que fué sentido
Cautiva el sexo vano femenino;
Provoca á la coqueta al dulce juego;
De la tierna megilla enciende el fuego;
Y el jóven corazon salta sin tino
A la presencia de un Dandy brioso
Todo acaramelado y melindroso.
 Con frecuencia en el mundo se imagina
Que el sexo en general se descamina,
Y un Sylpho lo guiara,
Por el cerco brillante dó pasara;
Y si una impertinencia es necia y vieja,
Por otra nueva al punto se la deja;
Si un convite amenaza á una doncella,
¿No es un baile quien salva su querella?
Cuando Florio habla ¿quien resiste
Si Damon á la virgen no la asiste,
Su mano la oprimiendo?
Vanidades variando y persiguiendo
Mueven su corazon como un juguete.
Peluca á otra peluca le arremete,
Y de espadas las borlas se combaten,
Los Dandys con los Dandys se debaten,
Y los coches se embisten
Y á otros coches furiosos se resisten:
Y el mortal engañado llama à priesa
Todo esto vanidad y ligereza;
Pero ciego no entiende, que estos males
Obra son de los Sylphos celestiales.
 De éstos uno soy yo, que protegerte
Pretende, centinela diligente,
Contra peligro tanto defenderte.

Mi nombre es Ariel: tu amor constante;
Ha poco que pasaba
Y la azulada esfera rodeaba
Y en el luciente espejo de tu estrella
Yo vi cielos, yo vi que amenazara
Algun fatal suceso, y que en aquella
Tarde, y antes que el Sol su luz mostrara....
Pero el cielo no dijo cómo ó cuándo;
Mas tu sylpho, mi amor, te está avisando;
Su deber ha cumplido
Tu guardian entendido;
Tú de todo recela y no te asombre,
Que temas mas que todo á cualquier hombre.»
 Asi dijo, y Relindo, que pensara
Que su dueño bastante habia dormido,
Con su lengua lamiendo el atrevido
Sus labios, á la hermosa dispertara.
Belinda abre sus ojos y al momento
Sobre un billete dulce los clavara;
Heridas alli vió, celos, tormento;
Mas la vision en tanto desparece
Y cual sutil vapor se desvanece.
 Entonces, despojado de su velo
Se deja ver el tocador2 precioso,
De candido metal el tren hermoso,
Con mistica apariencia colocado:
Las ninfas bellas con ardiente celo,
Con el ropage de cendal nevado,
Descubierta la frente,
Y con aire devoto y reverente
La cosmética3 Diosa adoran todas.
En un bello cristal se retrataban
Las gracias de Belinda peregrina,
A dó graciosa su mirar inclina.

Ya las sacerdotisas temerosas
Junto al altar principian respetuosas
Del orgullo los ritos mas sagrados:
Tesoros mil se abren que la tierra
En elegantes modos,
Y en varia ofrenda: y ella se parara
Con trabajo esquisito y ciencia rara
Los mas finos adornos delicados,
Que cada ofrenda encierra
Para adornar la diosa con brillantes
Despojos: de cabeza nunca hubiera
Visto un adorno tal el rojo oriente,
Que ilumina cual sol en occidente;
Su seno abre la Arabia ante sus ojos
Exhalando perfumes por despojos;
Con la tortuga el elefante unido
En peine se transforma en nieve y oro;
Presentándose guardia á su decoro
Del brillante alfiler un regimiento;
Rizos, polvos, lunares, biblias santas
Y amorosos billetes; al momento
La terrible deidad pone á sus plantas
Sus armas todas; sus encantos crecen;
Ya las dulces sonrisas aparecen;
Brilla el semblante con la gracia nueva;
Ya la mejilla y labio de carmin,
Y los ojos brillantes
Nuevos rayos disparan rutilantes.
Los Sylphos amorosos dividian
Y en la espalda y el cuello repartian
La dorada melena, y otros vuelven
La manga sobrancera, y otros pliegan
El delicado trage y lo revuelven:
Y lo que es obra suya

Consienten que á Belisa se atribuya.


NOTAS.

N. 1. Las Rosacrucianas teorías, un romance fantástico compuesto de antiguas doctrinas de la alquimia, estaban muy en voga en la última parte del siglo 17. Warthon cuenta de Sir Willian Temple Ensay 4. «Yo esperaria encontrar una Ninfa ó un Silpho para mi esposa ó mi querido." Dryden en una carta á Mrs Thomas 1699 dice: "Si Silpho ó Ninfa yo no los conozco: estas delicadas criaturas, como vuestro autor, el Conde Gabalis, nos asegura tienen almas que pueden ser cristianas &. Madama Sevigné en sus cartas 104 y 195 los menciona como que estan atentos y empleados en el servicio de las bellas: y parece hacerse alusion á ellos en el segundo Capítulo de Le Sage en su Diablo cojuelo.

N. 2. El Poeta inglés Parnell jugó á Pope una pieza que debia exaltar su genio vivo, haciendole ver que era un plagio su bellisima descripcion del tocador de Belinda, trabajado con tanto esmero. Warthon cuenta que Parnell tradujo en versos latinos, imitando el estilo de antiguos monges, el tocador, y los presentó á su amigo haciendole cargo del plagio: Pope se irritó, juró y volvió á jurar de su inocencia; mas al cabo se descubrió la burla, que fué reida y celebrada. Dryden fué igualmente engañado: un amigo de su impresor le envió pegado en una sombrerera vieja un verso que, siendo muy conocido de Dryden, le llamó la atencion, que decia:

To die is landing on some silent shore.

Dryden admirado del verso inglés abrió inmediatamente la sombrerera y halló los versos de Parnell que decian

Et nunc dilectum speculum pro more retectum
Emicat in mensa, quæ splendet pixide densa.

Y concluian

Et tibi, vel Betty tibi vel nitidissima Letty
Gloria factorum temeré conceditur horum

N. 3. Una nota del mismo Pope refiere esta idea á las tradiciones rabínicas de los amores de los angeles con las hijas de los hombres: entre éstas se halla Naamah muger de Noé o Noah; ésta continuando impenitente fue destinada á presidir el tocador de las mugeres, como marca de prueba y castigo para una muger de su temperamento.