Ensayo de una historia de Orizaba: Segunda parte: Capítulo IV

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Ensayo de una historia de Orizaba (1867) de Joaquín Arróniz
Cap. IV
Cap. V
Nota: Se respeta la ortografía original de la época



IV.


Preponderancia de los nuevos pobladores.—De sus vicisitudes.—De su civilizacion.





Los nuevos pobladores, durante los primeros años de haber llegado á estas comarcas, lograron conseguir, á la sombra de la paz mas completa, las ventajas que ella proporciona á los pueblos que la gozan.

PRonto olvidaron, en parte, los ejercicios marciales en que tanto se distinguieron anteriormente, y de preferencia se dedicaron á la agricultura y las artes, ocupación á que propenden los pueblos pacíficos, que por dicha suya, no se ven obligados á comprometer su suerte en los azares de la guerra.

No queremos decir que los nuevos colonos, dejaran de esperimentar de vez en cuando sus tristes consecuencias, sino que guardando otra posición distinta, ya la guerra no fué su constante y esclusiva ocupación, como en Poyauhtlan y los demás puntos en que se detuvieron en su peregrinación, hasta llegar aquí. Sin embargo, no tardaron en caer bajo el dominio de otros pueblos.

La situación topogrática de nuestras antiguas poblaciones indígenas, ofrece á un espíritu observador, - aun sin la certidumbre histórica, datos segurísimos para conocer el carácter de la raza que las ocupó en lo antiguo.

Temalacatl, Maltrata y Tequila, poblaciones principales, fueron, por esa razón, mas bien unos fortines, como puede verse hoy por la situación que guardan en las faldas de ásperas montañas, á bastante altura del nivel del valle[1].

Aunque los pueblos del valle de Ahauializapan, reconocian su origen tlaxcalteca, fueron tributarios de los emperadores de México, según se verá. Situados á grandes distancias de las fronteras militares de la república de Tlaxcala, eterna rival del imperio azteca, y espuestos á ser, como lo fueron, victimas de las exacciones sangrientas que sostenían la parte principal del culto religioso de los mexicanos, á menudo eran acometidos por ellos. El resultado de aquellas guerras fué siempre doloroso para estos pueblos: numerosos prisioneros eran conducidos á México para servir de víctimas expiatorias en los altares idólatras[2].

Esa situación anómala influyó poderosamente en su suerte, y á eso debió, sin duda, el lugar secundario que ocupó con respecto á Tlaxcallan y Huexotzinco.

No solo reconocía á los emperadores mexicanos como árbitros de su suerte. Distante de la capital, era frecuentemente hostilizado por sus vecinos, de que estallan separados por la cordillera del Volcan.

Los tlaxcaltecas, los primeros, que odiaban todo cuanto peitenecia á México, trataron duramente á los feudatarios de su gobierno, como Ahauializapa; y ni la consideración de que gemia agobiado por la fuerza, fué bastante á que dulcificaran sus agresiones, terribles y sangrientas.

Ahauializapan fué desvastado varias veces; débil fué siempre vencido; subyugado, no logró alcanzar la preponderancia que sus primeros años de fortuna le anunciaban.

Algunos vestigios prueban todavía el grado de civilizacion á que llegó en esa época, y aun de los que á duras penas logró alcanzar en los azares de su varia fortuna después[3]. No faltan antigüedades que así lo prueban; y en las escavaciones que con frecuencia se hacen en algunos puntos del valle, la azada del peon ó el arado del labrador, encuentran ídolos y figuras, si groseras en su forma, suficientes para probar que estas poblaciones poseyeron las primeras nociones del arte[4].





  1. Aun sin considerar los antecedentes de nuestra Historia antigua, apoya esta fundada opinion, la de los mismos pueblos de Europa.— “En ese discurso de sucesivas invasiones —dice Mr. Thier y, en su Histoire de la conquête de l'Anglaterre par les normands— las razas más antiguas, reducidas á un escaso numero de familias, se ausentan de las llanuras y huyen á las montañas, donde si viven pobremente conservan su independencia: mientras que los invasores, á su vez, se someten al poder de la espada, en las campiñas que ocupan, por carecer de un asilo vacante en sitios inespugnables.”— Estas palabras del sábio historiador concuerdan en un todo, con el sentido de lo que dejo dicho, y tal parece que se refieren á las poblaciones primitivas de México. Esta semejanza tan cabal en las vicisitudes de todas las naciones se presta á grandes consideraciones relativas á la unidad de la especie humana.
  2. Un antiguo historiador de los indios, el P. Motolinia dice: “Los antiguos que estas provincias poblaron, fueron de una generacion; pero despues que se multiplicaron hicieron señoríos disiintos, y hubo entre ellos grandes bandos y guerras. En estas tres provincias —Tlaxcallan, Huexotzinco y Cholula,— se hacían muchos sacrificios y muy crueles porque como todos estaban cercados de provincias sujetas á México, que eran sus enemigos, y entre sí mismos tenian continuas guerras, habia entre ellos hombres prácticos en la guerra. ....Estos naturales tenian de costumbre en sus guerras de tomar cautivos para sacrificar á sus ídolos....”
  3. Véase la explicacion de la estampa núm 4 en el Apéndice.
  4. Véase el resúmen crítico de esta parte.