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Histórica relación del Reyno de Chile/Libro VI

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Histórica relación del Reyno de Chile: Y de las misiones, y ministerios que ejercita en él la Compañía de Jesús (1646)
de Alonso de Ovalle
LIBRO VI

LIBRO SEXTO
En que ſe contienen varios ſucceſſos dela guerra en tiempo delos otros Gouernadores de CHILE que ſuccedieron alos paſſados.


CAPITVLO I.
Va de Eſpaña por Gouernador de Chile Don Alonſo de Sotomayor, y comienza ſu gouierno.

E

L año de 1579. embio el Virrey del Perù Don Franciſco de Toledo al Capitan Pedro Sarmiento con dos naues, que ſalieron del Callao a 11. de Octubre en ſeguimiento del pirata Franciſco Draque, y paſſando el eſtrecho de Magallanes, como ſe apunto en ſu lugar, llegò a Eſpaña, donde hauiendole el Rey honrrado, conforme lo merecian ſus ſeruicios, le voluio a embiar a Chile, con vna armada, que ſegun los autores citados en el vltimo Capitulo del libro 5. fue de veinte, y tres naues, con dos mil hombres, y por General a Don Diego Flores de valdes, con orden de fortificar, y aſegurar aquel Reyno, y el del Perù. Para eſto ſe mando fundar vna Ciudad ala boca del eſtrecho dela qual quedaſſe por gouernador el dicho Pedro Sarmiento, como ſe hizo, fundando la ciudad, que llamaron de S. Phelipe, ala parte ſeptentrional del dicho eſtrecho; pero eſta ciudad no pudo por entonces conſeruarſe, por no poder tener comunicacion con las otras de Chile, y eſtar tan lexos de todo comercio con ninguna otra, y ſer tan inſufribles los frios en aquellas partes: mejor ſalio el otro intento de eſta armada, que fue lleuar a Chile vn ſocorro de quinientos hombres, de que hauia ſuma neceſsitad, para lleuar adelante la conquiſta, y fundacion de aquel Reyno, y aſegurarle contra los Araucanos, y demas Indios, que tanto la reſiſtian. para eſto paſsò en eſta ocaſsian por cabo de eſta gente, y Gouernador de Chile, Don Alonſo de Sotomayor, Cauallero del hauito de Santiago, y deſpues Marques de villa hermoſa (y con eſto queda dicho de vna vez la nobleza de ſu eſclarecida ſangre, tan conocida en Eſpaña, como emparentada con la muy Iluſtre de tantos Señores, que con ella ſe honrran) fue eſte Señor el primer Gouernador, que paſsò a Chile de Eſpaña, con fuerça de gente, con la qual entrò por Buenos ayres, aunque muy mal parada de vna nauegacion, y viaje tan largo, y prolilxo, en que ſe perdieron algunas naues, y fue meneſter arribar dos, o tres veces al Rio geneiro, y imbernar alli, para aſegurar el tiempo oportuno para el eſtrecho, adonde ſe endereçaua la armada, para fundar la ciudad, y fortaleza, que ſe pretendia hazer en vna de ſus gargantas.

Llegò el nueuo Gouernador con ſu gente ala ciudad de Santiago, donde la reparò del mal paſſaje del camino, con el regalo y buena acogida, que los vezinos les hizieron en ſus caſas, hoſpedando cada vno los que le tocaron, con la liberalidad, y buen agaſajo, que acoſtumbran, y que tan proprio ha ſido ſiempre de aquella tierra, no ſolo con los que han ido a defenderla, y ayudarla; pero aun con el mas eſtraño, y menos conocido foraſtero, como lo pondera Iuan Laet, y otros autores citados arriba, y es notorio a todos. Con el auiſo, que tuuieron los Araucanos dela llegada del nueuo Gouernador, aunque le tuuieron juntamente dela fuerça, que traia de gente, no ſolo noſe acobardaron, pero aguçaron las lanças, para receuirlos en ellas; ſi bien no debieron de perſuadirſe, que era tanta, como deſpues vieron, porque huuieran ſido mas preſtos en armarſe, como lo fue el Gouernador, que al punto, que llegò; dio auiſo a todas las ciudades diſponiendo en ellas lo que importaua para ſu defenſa, y para hazer guerra al enemigo: para lo qual embio a Don Luis de Sotomayor ſu Hermano, con buena fuerça de gente, dandole titulo de coronel del Reyno, y por Maeſſe de campo a Franciſco del Campo; y deſpues de hauerlos deſpachado alas ciudades de Valdiuia Oſorno y ala villarica, teniendo ya reparada ſu gente del eſtrago, y mal tratamiento del camino, la aperciuio para el Verano ſiguiente; y diſponiendo ſu exercito, començõ a 14. de Otubre de 1584. a marchar hazia la Concepcion, y paſſando de alli ala ciudad de Chillan, que ala ſaçon ſe hallaua muy apretada, la dexò bien defendida; y hauiendo recreado alli ſus ſoldados cõ el comun agaſajo, que les hizieron ſus vezinos, paſsò al valle de Quinel, donde, para hazer prueba de ſu gente, hizo tocar vna arma falſa, a que ſaltaron todos con tan gran preſteza acudiendo cada qual al pueſto, que le tocaua, como ſi eſtuuieran muy preuenidos, eſperandola.

Gran guſto reciuio el gouernador de hauer hecho experiencia, aunque en ſeco, dela promptitud, animo, y valor, que moſtraron ſus ſoldados; con que dandoles nueuo aliento, començò a correr la tierra de Angol, haziendo al enemigo el mal, que pudo; en particular a vn Indio de diez, que el Capitan Pedro Cortes cogio en vna emboſcada, que hizo: al qual cortadas las manos, como a otro Gualbarino, embiaron aſu tierra, para poner eſpanto, y miedo alos ſuyos, y que ſe rindieſſen, viendo el intento, que traian los Eſpañoles de lleuarlo todo a ſangre, y fuego: partio el campo de eſte aliento, y el Maeſſe de Campo general Alonſo Garcia Ramon (de quien hablaremos deſpues en ſu gouierno) dio vna traſnochada, para llegar a Mareguano, y darſe alli a ſentir, y caſtigar a Chipimo, y Mayorche, por el grande aprieto, en que tenian de ordinario ala ciudad de Angol; eligio para eſto, ciento, y cinquenta valeroſos ſoldados, con los quales conſiguio lo que pretendia, porque hallando a enemigo deſcuidado hizo en el muy grande eſtrago, matandole mucha gente, y con eſto, voluio cargado de deſpojos, y de mucho ganado, que ſe lleuaron por delante. otro dia deſpues de hauerſe partido, llegò al enemigo deſtroçado vn ſocorro de gente, dela que ſe juntaua en la cordillera, para ſu defenſa; pero llegaron tarde, y por parecerles, que traian poca fuerça; no ſe atreuieron a paſſar del Valle de Rancheuque en ſeguimiento del campo Eſpañol, que marchaua de retirada a juntarſe con el gouernador, a alojarſem, como lo hizieron, en vn apacible, y alegres ſitio, ſobre el Rio de Angol.

Aqui mandò el Capitan General hazer reſeña de ſu gente, por verſe ya alas puertas de Arauco, para entrar mas preuenido alos combates cõ aquel poderoſo enemigo, que tanto hauia dado en que entender a ſus anteceſſores. repartioſe la gente en diez compañias a cargo delos valeroſos, y experimentados Capitanes Campo frio, Loayſa, Iuan Ruiz de Leon, Franciſco Hernandez, Pedro Cortes, Franciſco de Herrera, Iuan de Ocampo, Iuan de Gumar, Martin de Auendaño, y N. Drouo; fuera delos reformados, que pertenecian ala compañia del Maeſſe de Campo entre los quales iuan los valeroſos Aguilera, Bernal, Mercado, Miranda, y Albarado, que eran los conſejeros, por ſu gran prudencia, y por la experiencia, que tenian de la tierra. hecha eſta prevencion, ſe leuantò el campo de eſte aſſiento, con reſolucionde entrar en el eſtado de Arauco, como lo hizieron a 20. de Deziembre del meſmo año 84. entraron por Puren, y aunque dieron tambien de noche, no tuuieron tan buena ſuerte, como en Mareguano; porque eſtando los Purenes ſobre auiſo, no hallandoſe con fuerça, para reſiſtir ala del Eſpañol, ſe retiraron; y puſieron en cobro. con lo qual ſe leuantò el campo, y paſsò a Elicura, Quiapo, y Millarapue. donde hizo vna gran preſſa de ganado, que aunque antes dela entrada delos Eſpañoles, no le tenian los Indios; hauian aumentadoſe deſpues en tanto numero, que ya por aquel tiempo cubrian los campos; no pudo el exercito Eſpañol hazer otra faccion en eſtos Valles, porque los hallò ſin gente, por hauerſe retirado todos, y deſamparado ſus lugares por la pujança, con que el gouernador entraua arraſandolo todo, y aſſi pudo paſſar ſin reſiſtencia, haſta entrar en el eſtado de Arauco.

Aloxoſe el campo ſobre el Rio, y hallandoſe los Indios deſcuydados en eſta ocaſſion, no tuuieron otro conſejo, que tomar, ſino dar fuego a ſus caſas (que entre ellos es ſeñal de guerra, y hazen eſto por hallarſe con menos prendas, que les embaracen, y traben la voluntad con amor delo que pueden perder, para eſtar con eſto mas animoſos y alentados) hecharon la chuſma alos montes, recogiendo a ellos todolo que pudieron, ſin poder hazer por entonces otra coſa, por que fue eſta entrada delos Eſpañoles en ſu tierra muy fuera de ſu opinion, por eſtar muy perſuadidos, que no ſe huuieran atreuido a tanto; ſolo pudieron coger eſta vez tres Indios, que empalaron, para poner terror alos otros; y con eſto ſe retiraron, marchando ſiempre con gran cuydado, por la voz, que corria, de que el meſtizo Alonſo dias aguardaua en vna emboſcada, para dar en el campo por la retaguardia con ochocientos Indios, que tenia conſigo: fue eſte Alonſo dias vn apoſtata, que hauia mas de diez años, que ſe hauia huido al enemigo, y ſe hauia hecho tan buen lugar entre los Indios, juntamente con vn mulato ſu compañero, que era ya vna delas cabezas dela guerra; y hauia hecho el vno, y el otro grandiſſimo daño en los nueſtros, y aunque los gouernadores los hauian combidado muchas veces con la paz, prometiendoles perdon deſu delito, nunca hauian querido acceptarla.

Salio como ſe ſoſpechana Payñañango (que eſte nombre hauia tomado el meſtizo, dexando el de chriſtiano) y picando en la retaguardia, començò a apretar alos eſpañoles; pero ellos haziendo alto la vanguardia, le hizieron roſtro; y embiſtiendo, como leones, la hilera delos famofos ſoldados Diego de Vlloa, N. Silua, Iuan de vera, N. Gualdames, y Iuan Martin, abrieron calle por el eſquadron del enemigo, de manera, que dando lugar a que entraſſe la demas gente, le dieron vna tan terrible rota, que el que pudo huir, ſe tuuo eſta vez por mas dichoſo. tuuo gran parte en eſta victoria vn ſeñalado tiro, con que el Capitan Zapata derribò a vno delos principales capitanes del enemigo; y ſiguiendo el alcançe los vencedores; tuuo dicha el ya nombrado Iuan Martin de dar en vn cañaberal con Payñañango; y queriendole dar alli la muerte; al tiempo de executar el golpe, reconociendo el miſerable el paradero de ſu deſdichada vida, ſe le arrojò alos pies, pidiẽdole, q̃ le dieſſe, no ya la da el cuerpo, ſino la del alma, dandole lugar a confeſſarſe, como lo hizo, prevaleciendo al impetu, y orgullo militar el chriſtiano zelo de no hechar aquella alma al infierno, Lleuole preſſo al Real, donde viendoſe entre los chriſtianos, dixo, que pues Dios le hauia dado vida para reconocer ſus culpas, y voluer aſu conocimiento queria ayudar alos chriſtianos, pues podia hazerlo con tanta ventaja, por ſer dueño dela tierra, y muy practico en ellas. Offrecio lo primero, guiar los nueſtros a donde pudieſſen coger al mulato ſu compañero; y aſſi partieron luego los que fueron meneſter para eſte efecto, lleuando por guia al priſſionero Alonſo dias, y aunque dieron en la caſa, donde el mulato eſtaua retirado, anduuo tan liſto que ſe eſcapò, hechandoſe por la ladera abajo a vn Rio, donde nadando como vn peje, ſe librò eſta vez de ſer preſo; pero ſi los nueſtros no tuuieron dicha de ſalir con eſta ſu pretenſion, la tuuieron de dar la vida a vn Eſpañol, que ſeis Indios enemigos lleuauan preſſo atadas las manos, y eſtauan ya para darle la muerte dentro de vna hora, como la hauian dado ya aſu compañero; pero reconociendo los Indios alos nueſtros, hecharon a huir, dexãdoſe la preſſa, aquien quiſo guardar Dios la vida por eſte medio, con eſto voluieron al Real, que hauia hecho alto en Talcamahuida, de donde ſalido el gouernador por Taboleno, llegò al eſtero con animo de paſſar adelante, y no parar haſta voluer a entrar en Mareguano, y aſolarlo, como lo iua haziendo por donde paſſaua, colgando los Indios delos arboles, para poner terror alos demas.

Teniendo auiſo el Cacique Cayencura, Señor del Valle de Mareguano del intento, que lleuaua el gouernador, previniendo eſpias, que le fueſſen dando los auiſos de todo, convocò fu gente, embiò ciento, y cinquenta menſajeros a varias partes con la flecha, alos Caciques vezinos, para que vinieſſen a ayudarle (ceremonia con que eſta gente ſe convoca, quando quieren hazer liga, para vnirſe en ocaſſiones de guerra, y por el meſmo caſo, que vn Cacique reciue con ſu gente la flecha, queda obligado como con juramento aſeguir la parte del que ſe la embia) llegaron vnos a Arauco, otros a Puren; eſtos dan el auiſo a Anteleuo, aquellos a Andalican, a Gualqui, y Talcamahuida, y a otras partes; ni fue meneſter, que los embajadores gaſtaſſen mucha retorica, para perſuadir eſta liga, porque teniendo cada qual eſta cauſa por propria; baſtò vn ſimple auiſo para poner en todos vn animo, y vn coraçon, y encenderle en ſaña, y furor contra los Eſpañoles, en fauor de Cayencura, aquien acudieron luego todos con ſu gente con gran puntualidad, y preſteza; Longonabal, que era el Señor de Arauco, acudio con dos mil ſoldados, lleuando por Capitanes, entre otros, alos famoſos Aliencura, Araucomo, y Quelenante. Anteleuo, que es Señor de Puren, y de Guadaua acudio con mil lanças, lleuando por Capitanes alos afamados por ſus hechos Categuanquen, Capi, y Quincatipay. Talcamahauida, Palqui, y Millapoa, Andalican, Chipimo, y Mayorebe nombran por cabo de ſu gente a Pilquitoa, el qual la repartio entre los Capitanes Paynamilla, Guanopilque , y otros. Tarochina a cudio delos llanos con quinientos ſoldados; y Cayeayande con quatrocientos, entre los quales lleuò dos Capitanes de fama Mercande, y Cutempello. Dela Cordillera ſalieron trecientos entre puelches, y ſerranos, a cargo de Millandoro, que fue eſcogido para el efecto por Rencheuque, Tauoleuo, y Maquelboro; y juntos todos, que llegauan a cinco mil, començaron a marchar a Catiray, donde el Capitan Ancatarea, que alli gouernaua, fue acomodando las tropas, como iuan llegando, y eſtando ya todos juntos con Cayencura, que era el principal, que los hauia convocado, entraron en conſejo, y començaron a deliberar ſobre el modo, y traça que ſeria mejor para reſiſtir ala pujança del Eſpañol. Y desbaratarle. puſoſe en medio Cayencura, y con vna maça en las manos, a vſanſa de guerra, començò ſu parlamento con ſu acoſtumbrada arrogancia, y ſoberbia.

Fuera meneſter alargarme demasſiado ſi huuiera de referir por menor la diuerſidad, que huuo aqui de pareceres, y las hinchaçon, y modo, con que cada vno dixo el ſuyo; pedia eſto relacion a parte, porque es muy de ver la altiuez, y preſumpcion, con que cada vno le offrece alos peligros, la henergia, y fuerça de raçones, con que perſuaden ſu intento. dezian vnos, que era bien dar de noche, otros, que de dia; eſtos, preſentando la batalla; aquellos, que no, ſino cogiendolos deſcuydados. El viejo Caycayande fue de parecer de vſar de eſtratagemas y aſegurar alos Eſpañoles, dandoles a entender, o que huian de ſu fuerça, o que licenciauan el exercito; porque haziendo eſto, dixo, podemos dar paſſo franco al enemigo por el valle, y dexarle voluer a Arauco, donde ſegun tengo entendido, pretende leuantar vna fortaleza; que mientras el paſſa con eſte intento, ſera mejor, que demos en vna de ſus ciudades, que eſtan deſcuidadas, y podremos hazer vna gran ſuerte. No vengo en eſto, dixo Pilquitoa, la ocaſſion ſe recobra difficilmente; ſi vna vez ſe pierde; y no es de deſpreciaar la que tenemos preſente: la coſta tenemos hecha, bramando los ſoldados con deſſeo de llegar alas manos, y impacientes porlo que eſto ſe les dilata, demos luego ſobre el contrario, y ſea de noche, para aſegurar mas la victoria. Aſſi ſe reſoluio, y que el campo diuidido entre tercios acometieſſe al del Eſpañol por tres partes; eligieron por Sargento al mulato, que hemos dicho y traçaron de començar luego a diſponer los eſquadrones.

Hauiendo tomado eſta refolucion, ſe leuanta en medio de todos vn muchacho, que no paſſaua de quince años, y leuantando la voz, pide audiencia, y dize, que para mejor acierto dela reſolucion, que ſe ha tomado, ſe profiere a ir al campo Eſpañol, y entrar ſolo en el, y eſpiar, y reconocer ſus intentos, la gente, y fuerça, que tienen, y la proxima diſpoſicion en que ſe hallan. Yo dize me he criado entre ellos, hablo bien ſu lengua, y podrè entrar publicamente en ſus Reales, y regiſtrarlo todo con eſta traça: dadme diez Indos que vayan en mi Compañia, haſta ponerme aſu vita, ſobre el Rio, donde eſtan aloxados; llegando alli, harè, que me eſcapo, y huigo de mis compañeros, y correrè haſta ponerme en parte donde me oigan; pedirè ſocorro, diziendo, que voy huyendo, dareme a conocer, llamando al Capitan Fernando Albarez de Toledo (que me ha criado, y de quien me hui deſde Chillan) y con eſto me acogeran, y podre muy a mi ſaluo hazer lo que ofreſco. Aſſi lo dixo, y aſſi lo cumplio: llegò con los diez Indios, y hizo el papel de huirſe de ellos, y todo lo demas como lo hauia penſado. los Eſpañoles al punto que le oyeron, ſalieron a ſocorrerle, y tomandole alas ancas el Capitan Iuan Ortiz de Cardenas, lo lleuò al Real, muy goçoſo dela preſſa, por poder tomar lengua delo que hazian los Indios, y delos intentos, que tenian: aſſi lo hizieron, preguntando al muchacho Andres (que aſſi ſe llamaua el fingido Sinon) todo lo que deſſeauan ſaber; aque reſpondia, dando ſatisfaccion a vnos, y a otros; y engañandolos a todos. No ay que temer, Señores, les dize, en lengua caſtellana (que la cortaua tambien como ſi el lo fuera) el campo teneis por vueſtro; de junta, no ſe trata, porque los Indios andan tan acobardados, que no parece hombre, todos ſe han retirado alos montes, y aſſi deſcanſad, y no tengais ningun rezelo, diſponed vueſtras coſas a vueſtro placer, que no habra quien os Vaya ala mano, para fundar vueſtras fortalezas, y ciudades, donde quiſiereis. Con eſta ſeguridad començò Andres a paſſar como los demas, ſiruiendo aſu antiguo amo, y aſſi pudo ſin ningun eſtoruo regiſtrar todo quanto paſſaua, y tomar todas las noticias, que quiſo, porque no huuo en todo el campo quien le paſſaſſe por el penſamiento lo que maquinaua.

CAPITVLO II.
Buelue Andres al Real delos enemigos, y dan estos en el delos Eſpañoles.

D

Os dias ſolos eſtuuò el muchacho Andres entre los Eſpañoles, y hauiendo eſpiado, y reconocido todo lo que quiſo, tomò ocaſſion vna tarde de ir al Rio a dar de beber vn cauallo, y ſubiendo en el, dio vna carrera, con que ſin que nadie le pudieſſe tocar al pelo, ſe voluio alos ſuyos, y dio el auiſo deſſeado de todo lo que paſſaua, y que el Real Eſpañol eſtaua aloxado entres calles, por donde podrian embeſtirle los tres toços de gente, que hauian reſuelto acometieſſen por tres partes. aſſi lo hizieron luego ſin tardança, y hauiendo el general Cayencura hecho ſu parlamẽto acoſtumbrado al exercito, poniendo a todos nueuo animo con la eficacia de ſus encendidas palabras, començo Longomaual, que era cauo del primer tercio, a marchar; con veinte compañias de gente muy valeroſa, aquien ſe ſiguio Anteleuo con la ſuya, y a viſta de entrambos Tarochima con el tercero eſquadron, que lleuaua aſu cargo. iua haziendo la guia el muchacho Andres, y hauiendo llegado cerca del Real delos Eſpañoles, ſe emboſcaron todos en vn monte, haſta hazerſe noche; y quando les parecio, que eſtarian ya durmiendo, començaron a marchar cada vno por ſu parte, para darle aſalto por la que a cada vno tocau. Las centinelas delos Eſpañoles, que no dormian, reconociendo la poluareda, que el enemigo traia, y ſoſpechãdo lo que podia ſer, tocaron arma viua, però fue tal la prieſſa, que los Indios ſe dieron en llegar, que a penas ſe oyò, quando entraua ya Longonaual por la calle del alojamiento, que le tocò; y Anteleuo, y Tarochina por las ſuyas, haziendo gran deſtrozo en los Indios amigos, que eſtauan los primeros: hazian harneros los toldos y pauellones delos Eſpañoles, penſando, que dauan en ſus cuerpos; però fue ſu ventura, q̃ hauian ſalido aquella noche algunas cõpañias a hazer la guardia (en que eſtuuo ſu remedio) porque a eſtar durmiendo dentro de ſus tiendas, los huuieran coſido alançadas con el ſuelo

Ya eſtaua Longonaual apoderado de vna calle, quando le ſalio al encuentro el gouernador con tan grande esfuerço, animo, y valentia, que pudo freprimir ſu orgullo, y detenerle el paſſo, con no menos admiracion, que ſi oponiendoſe ala avenida, y furioſo raudal de vn poderoſo Rio le huuiera pueſto repreſſa, y hecho parar ſu impetuoſa corriente, porque no venia menos pujante y ſoberbio eſte barbaro, lleuandoſe conſigo quanto encontraua; pero la reſiſtencia, y daño que eſte famoſo Capitan general hizo aſu gente fue tan grande, que viendo Longonabal caida mucha de ella, y la demas mal herida, le obligò a retirarſe. En eſte meſmo tiẽpo ſalio al encuentro el Capitan Franciſco Hernandez: a Anteleuo, q̃ ſe iua ya apoderãdo dela otra calle, y dioletal prieſſa cõ vna, y otra carga, q̃ le hizo tambien retirar, por hauer perdido entre otros, tres famoſos Capitanes, y eſtar el muy mal herido. El ſargento maior, q̃ aunque ſe hallaua mal diſpueſto, hauia ſalido con los demas, y haſta entonces hauia eſtado ocupado en diſponer ſu gente: dexando a cada vno en ſu pueſto, acudio ala tercera calle, que tenia ya por ſuya Tarochina y le rebatio el orgullo, y aliento, con q̃ entraua, con tan gallarda reſolucion, que matandole vn Hermano, y con el al mulato, que venia por Sargento maior del enemigo, le hizo tambien deſamparar la calle, y retirarſe con los demas; aguienes el Maeſſe de campo, que hauia ſalido por de fuera a cauallo, hallandoſe con treinta valeroſos ſoldados, fue ſiguiendo el alcance por la vega, cantando victoria, la qual fue vna delas mas glorioſas, q̃ ha tenido el campo Eſpañol en aquel Reyno.

Hallauaſe el general Cayencura con diez ſoldados, con quien eſtaua ala mira delo que paſſaua; y quando vio que ſe retiraua ſu gente, les ſalio al encuentro y ſe les puſo delante, diziendoles como? no ay mas valor? aſſi os dexais rendir de vueſtro contrario? no veis la altiuez q̃ cobrarà de eſta victoria? con que cara haueis de parecer en vueſtras tierras vencidos, y desbaratados delos que teniais ya por tan vueſtros? animo Capitanes, y ſoldados, no pongais eſta mancha a vueſtro nombre. Gran confuſion causò en todos eſte raçonamiento, y teniendo por mas facil hazer punta al exercito victorioſo delos Eſpañoles, q̃ alas raçones de Cayencura, hizieron alto, apreſtandoſe a nueua batalla; pero no fue meneſter, que voluieſſen a darla al aloxamiento de ſus contrarios; porque el Sargento mayor acompañado delos inclitos Capitanes Bernal Campofrio, Aguilara, Miranda, Palomeque, y Albarado, Iuan Ruiz de Leon Loayſa, y Iuan de Ocampo, con otros, que entreſacaron delas Compañias, les ſalieron al encuentro, y començando de nueuo la batalla, pelearon dela vna, y otra parte con grande brio; però no pudiendo vltimamente reſiſtir los Indios, por la mucha gente, que les faltaua, y dela mas valeroſa, y eſtar muchos de ellos mal heridos, ſe huuieron de retirar a gran prieſſa, dexando muertos en aquel campo, entre otros, alos valeroſos Anteleuo, y Carapi, y con eſto ſe voluieron los nueſtros al Real, dando gracias a Dios por eſta victoria, que les dio a 16. de Henero de 1585.

CAPITVLO II.
Proſiguenſe otros ſucceßos dela guerra.

D

Exando el campo Eſpañol el venturoſo aloxamiento donde le dio Dios tan buena ſuerte, marchò hazia Millapoa, con animo de hazer alli la guerra, y tambien en Rancheuque Mareguano, y Taboleuo, Talcaguano Gualqui, y Quilacoya el reſto del Verano. Sitiaronſe ſobre el gran Rio Biobio, donde hizieron para ſu defenſa vna fuerte empalizada de grueſos arboles; y deſpues hizieron a viſta de Rancheuque, y Taboleuo vn buen fuerte, trabajando en ſu fabrica todos los Capitanes, y ſoldados, con el exemplo, con que iua delante en todo el gouernador no perdonando ningun trabajo perſonal, como ſi huuieran nacido para ello, y criadoſe en ſemejantes exercicios. Llamoſe eſte ſuerte dela Trinidad; y para ſu correſpondencia, y mejor auio; ſe començò a labrar otro, que llamaron del Eſpiritu Santo, en tierras de Yumbel, que eran de Tarochina, y las hauia deſamparado, como lo hizieron otros Caciques con las ſuyas, no pudiendo defenderlas dela fuerça, que lleuaua el exercito Eſpañol. para el comercio de eſtos dos fuertes, y poder ayudarſe el vno al otro hizo hazer el gouernador algunas piraguas en la Concepcion; pero hauiendolo entendido Tarochina, ſe emboſcò con mil, y docientos ſoldados en vn paraje del Rio, por donde hauian de paſſar, venialas comboyando el Maeſſe de campo con ſu gente; quando ſale Tarochina con la ſuya, y hechandoſe al Rio como pejes, las cogieron en medio, y hauiendolas ganado, las hizieron pedaços; con que impidieron alos Eſpañoles eſte ſocorro, que entonces era de mucha conſideracion.

El general D. Luis de Sotomayor,. Hermano del gouernador, que hauia ido a ſocorrer las ciudades, que tan apretadas ſe hallauan del enemigo, como diximos arriba; hauiendo cumplido con eſte officio, voluio a juntarſe con el campo, hauiendo ganado primero el ſuerte de Liben, que hauian defendido los Indios mucho tiempo con gran valor; y dexando alli la fuerça, que pudo, corrio toda aquella tierra, talando al enemigo las comidas, haziendole el daño, que pudo, y moſtrãdoſe por ſu parte tan valeroſo en todo, como el gouernador ſu Hermano por la ſuya; ayudandoles ſus Capitanes, y ſoldados con la fidelidad, teſſon, y perſeuerancia que no huuiera tenido lugar menos que en ſus nobles pechos, que parecian mas de acero, que humanos, ſegun ſe moſtrauan incontraſtables alos peligros, y trabajos, ala hambre, deſnudez, y incomodidades, que padezian (que han ſido ſiempre ſin medida en aquel Reyno) ſin que baſtaſſe para remediarlas el deſangrar y deſuſtanciar las ciudades, que en aquellos principios eſtauan mas para ſocorridas, y ayudadas de otras, que para las perpetuas derramas, que cadadia era fuerça hechar ſobre ellas, para tener en pie el Real exercito, que ha ſido, ſi bien muro, y defenſa de aquel Reyno, polilla, y carcoma para deſuſtanciarlo, y confumirlo; que ano ſer de ſuyo la tierra tan fertil, y abundante, no huuiera podido ſufrir ſobre ſi tan grande peſo.

Entre otros, que moſtraron maior ſentimiento dela perdida del fuerte, fue el Cacique Guepotaen, y aſſi conuocò vna buena junta de Indios, para recobrarle, eligio por Maeſſe de campo a Millalermo, y formando ſeis eſquadrones, caminaron de noche, haſta que ſe puſieron a viſta del fuerte, ſin ſer ſentidos; alli ſe emboſcaron, diuidos en tres partes, para el aſalto, conforme lo lleuauan diſpueſto: hauia ſalido del fuerte vna eſcolta de quince ſoldados con ſu Capitan, para hazer yerua, muy deſcuidados, y ſeguros de eſta emboſcada, y hallando Guepotalen eſta buena ocaſſion, ſalio del monte y paſſando por la puente vn eſtero, que hazia ſolo al fuerte, y no podia paſſarle por otra parte; dexò alli el vnode ſus eſquadrones, para cortar alos dela eſcolta, y eſtoruarles el paſſo, paraque no pudieſſen ſocorrer el fuerte; pero quando eſtos vieron, lo que paſſaua, y que ſubia ya el enemigo por vn lado a ganarle; ſin embargo de ver ya tomado el paſſo, y ſer tan pocos para tantos; dando dela eſpuela alos cauallos; embiſtieron ala puente con tan gran valor, que paſſaron por entre picas, lanças, macanas, y flecheria, ſin que pudieſſen derribar mas que vno ſolo, el qual tambien ſe eſcapò, y paſsò con los demas a defender el fuerte como lo hizieron; peleando con tan gran valor, que cada vno hazia tanto, como ſi fueſſe muchos, matando, y deſtroçando mucha gente y entre ellos a tres delos mas famoſos Capitanes Guechuntureo, Guilqui, y Millacanco; con que deſauciados los demas de ganar en ella refriega, ſe retiraron, y tan triſte, y corrido Guepotaen, que ſe condenò aſi miſmo aperpetuo deſtierro en vna quebrada dela Cordillera, haſta morir, que era ya viejo, y quedò muy deſanimado, por hauer perdido en eſta ocaſſion ochenta delos valientes, en que mas confiaua: quedaron los chriſtianos cantando victoria, y alabanças, a Dios, por hauerſela dado tan milagroſamente; que aunque ſu valor era tan ſingular, no fuera baſtante; para tan grandes hazaña, ſi el cielo no los huuiera fauorecido tan alas claras; particularmente alos quince, que pudieron romper por tan cerrados eſquadrones, en paſſo tan eſtrecho; hallo nombrados entre eſtos alos famoſos Diego Vazquez, Buſardo, Fragoſo, Andres Perez y Luis Sanchez, Biueros, Duarte, Vrbanega, Gudinez, Valiente, y Franciſco Hernandez, que fue al que derribaron, y ſe defendio haſta ſeguir alos demas.

Con eſto entrando ya el hiuierno, ſe retirò nueſtro campo alos fuertes de donde el gouernador deſpachò a Santiago al Sargentomayor, para que hizieſſe vna buena leua de gente, para la primauera; y hauiendo entendido, que el Meſtizo Alonſo dias por ſer yerno de Longanabal, y eſtar emparentado en todo Arauco, ſe comunicaua con ellos por ſecretas eſpias, le dio ſentencia de muerte, la qual parece fue el medio de ſu predeſtinacion, porque la reciuio, hauiendoſe confeſſado, y dado mueſtras de arrepetimiento de ſus culpas; que no da poco, que ponderar, y admirar los occultos juizios de Dios, para dar aliento alos pecadores, por mas deſeſperados, que pareſcan; y a todos ocaſſion de engrandezer la diuina clemencia, y de amar aquien tan liberal ſe mueſtra aun con ſus mayores enemigos, como lo era eſte, que hauia ſido cauſa de que ſe derramaſſe tanta ſangre de chriſtianos, y ſe impedieſſe la propagacion dela fee, mediante la predicacion del Evangelio. Sabida en Arauco eſta muerte; y que el gouernador hauia ſalido a viſitar las fronteras, determinaron los Indios ſalir luego a vẽgar la, aunque fueſſe en lo duro del hiuierno. Ya eſtauan juntos para ſalir al intento, quando por hauer entendido, que el gouernador hauía ya buelto al fuerte, parece, que començaron a resfriarſe, y deſiſtir del intento, que tenian de dar en el; ſupo eſto Nangoniel, y hablò ala junta con tan grande eloquencia, y moſtrando tan alentado animo, y valor que todos a vna voz, ardiendo enſañas y deſſeo dela vengança, le eligieron por ſu cabeça; el qual eligio luego cinquenta de acauallo delos mas valientes, y animoſos, que fueſſen delante, abriendo el paſſo a a tres eſquadrones, en que diuidio la infanteria, y la entregò atres inſignes Capitanes Ancatureo, Catepillan, y Quilacanco; y dando a todos el orden delo que hauian de hazer, començaron a marchar hazia el fuerte, advertidos de coger alguno delos nueſtros, que andunieſſe fuera, para tomar lengua.

Hauiendo caminado toda la noche, ſe emboſcaron en vna montaña; atiſuando la occaſſion de alguna buena ſuerte. Tuuieron la luego aſu deſſeo, porque hauiendo ſalido el Capitan Franciſco Hernandez de Herrera, con veinte, y tres ſoldados, a hazer ſu eſcolta ſobre el Rio, dio el enemigo ſobre ſeis de ellos, que ſeguros del occulto mal dela emboſcada, ſe hauian apartado delos demas a vn verde prado, donde eſtauan dando de comer a ſus cauallos; y aunque ſe defendieron mas delo que ſe puede encarecer, porq̃ eran muy valientes; matarõ los Indios quatro de ellos, y obligaron alos dos a hecharſe al Rio (q̃ fue el vltimo remedio, que tuuieron) cortaron las cabezas alos muertos, porque es coſtumbre entre eſta gente, quando han vencido a algunos ſoldados valientes, y animoſos (como ſe hauian moſtrado eſtos quatro, ſin querer rendirſe a tan ſuperior fuerça haſta morir) hazer de ſus cabeças vaſos, en que beber en las juntas de guerra; ni es licito beber en ellos, ſino ſolo alos ſoldados. en eſto eſtauan entretenidos, quando el Capitan Franciſco Hernandez, que recogiendo ſu eſcolta, hauia hechado menos ſus ſeis ſoldados, viniendo en ſu buſca, començò a pelear con el enemigo, cuyos eſquadrones viẽdo alos Eſpañoles ſobre ſi, hizieron alto, y començaron atrabar batalla, en la qual les huuieran dado mucho en que entender, y ganado el fuerte alos chriſtianos, ſino fuera por vn famoſo tiro, que hizo el valeroſo Thomas dela Barria, el qual apuntando a Nangolien, lo derribò en tierra, hecho pedaços vn braço por dos partes; con que acudiendo los Indios aſu general, dieron lugar alos Eſpañoles a retirarſe como lo hizieron, porque tenian ya muy canſados los cauallos; y ellos tambien ſe retiraron, y deshizieron el exercito.

Llegada la primauera al fin de Otubre de ochenta, y cinco, partio el Sargento; mayor de Santiago con doſmil cauallos y la gente, que alli hauia leuantado (que podemos dezir ha ſido eſte el anual tributo, con que ha acudido ſiempre aquella ciudad ala guerra, ſiendo vno como al macen, para ſus gaſtos, para pertrechar los ſoldados, y auiarlos, ſin que haſta oy pueda verſe libre de eſta carga) ſalio luego, que llegò alas fronteras, con cien hombres ala Cordillera; y hauiendo cogido dos Indios, los lleuò por guias, para dar, como dio, en vn valle, donde hallò vna gran muchedumbre de Indios, que ſe hauian juntado alli, a ſus acoſtumbrados entretenimientos, y alegrias, que ſon beber haſta caer; y como los hallò deſcuydados hizo vna gran matança, y eſtrago en ellos. Llegò la nuena de eſta deſgracia a Perquincheo, que gouernaua en Ayllarague; y conſiderando quan victorioſos andauan los Eſpañoles, ſin dexarles poner pie en el ſuelo, y perſiguiendolos haſta las quebradas, y Valles mas retirados, talandoles las comidas, y no dexandolos viuir; acordò de dar la paz, porque verdaderamente perecian de hambre (que es la que amanſa alas meſmas fieras) embio para eſto dos embaxadores, con orden de que llegando a viſta delos chriſtianos, leuãtaſſen dos cruces, como quien enarbola vandera blanca, en ſeñal de paz. Aſſi lo hizieron, y, fueron receuidos delos Eſpañoles, con extraordinarias mueſtras de alegrias, y ſeñales de amiſtad; vino deſpues en perſona el meſmo Cacique, y dio la paz, en nombre de Leno, y con ſu exemplo la dio, tambien Millachigue, Señor de Pangalemo, y otros que fueron todos haſta tres mil. Entre otros Caciques, que dieron la paz, fue vno, Ayñande; el qual aconſejò al gouernador, que alojaſſe ſu Campo en el valle de Gualqui, para obligar alos Indios, que alli hauia, a dar tambien la paz; admitido el cõſejo, embio el dicho Ayñãde ſus mẽſajeros alos de Gualqui, aconſejandoles, q̃ dieſſen la paz, como ellos la hauian dado; alo qual eſtaua ya toda aquella gente determinada, quando hauiendolo entendido Nangoniel (que hauia ya ſanado del braço, que le hauia hecho pedaços la bala, que le diſparò Olabarria) vino acompañado con cien cauallos ligeros, y hablò alos Indios con tal energia, y fuerça de raçones poniendoles delante la propria libertad, que debian anteponer a qualquiera otra coſa; que los encendio de manera, que le vantaron todos a vna la voz, diziendo, guerra, guerra, para lo qual deſampararon el valle, que eſtaua todo ſembrado de buenas ſementeras, con animo de paſſarſe a Arauco, como ſe lo hauia perſuadido Nangoniel; y eſta fue la reſpueſta, con que voluieron los menſajeros al campo Eſpañol, el qual llegando al valle, lo abrasò, y conſumio todo, convitiendo en humo, y ceniza las caſas, y los ſembrados, y quanto en el hauia; deſta manera fue marchando el campo, arrazando a todo Chipimo, y Mareguano. Rabioſo Nangoniel del eſtrago, que los Eſpañoles hazian en ſus tierras, les fue ſiguiendo, con quinientos valeroſos Mareguanos; y haziendo alto en la cumbre de vn cerro, a viſta del campo Eſpañol; baxò vn Indio a el, apueſtas del ſol, aretarle, con tan grande arrogancia, que admirò alos q̃ le oyeron; cõ todo eſſo ſe eſtauan los Indios en lo alto, y no querian embeſtir; haſta q̃ llegaſſen los Araucanos, aquien eſtauan eſperando: pero los Eſpañoles vſando de eſtratagema, leuantaron el campo, haziendo, que ſe partian, quedando emboſcado el Sargentomaior, con vn buen troço de gente en vna parte, y en otra el Capitan Cortes con ſu compañia.

Viendo los Indios, que eran, ya partidos de aquel ſitio los chriſtianos, baxaron delo alto algunos con ſu general Nangoniel, el qual eſtando bien deſcuydado del ſucceſſo, vio ſalir de repente, como leones, dela emboſcada, alos que en ella le aguardauan: no ſe turbò, antes recogiendo ciento, y cinquenta delos ſuyos, conquien ſe hallò en aquel llano: aguardò al Eſpañol, y apiñados todos en eſquadron cerrado, pelearon valeroſamente vn largo tiempo, haſta que hallandoſe Nangoniel herido de muerte, con tres heridos, que le hauia dado el Sargentomayor, ſe huuo de retirar, aunque tarde, porque le ſiguio haſta derribarle, y dexarle muerto con otros ciento, que quedaron alli con el; los que delos nueſtros de ſeñalaron en eſta occaſion como tambien en otras, los nõbra el Capitan Fernan de Aluarez de Toledo (cauallero Andaluz muy valeroſo, y gran chriſtiano q̃ ſe hallò preſente, y es el q̃ me ha dado la materia, q̃ toco de eſte gouierno) en eſtas dos otauas de ſu Araucana, que para honrra delos cõtenidos en ellas, y de ſus nobles decendientes, de que viuen oy muchos, quiero yo poner aqui como las hallo en ſu autor;

O gran Don Luis Iofre, que ſiẽpre has dado
Gran mueſtra de valor en tu perſona
Oy Miranda, Duran, y Maldonado,
Y el de Atenas, ſoys dignos, de corona
Aguirre Don Gaſpar, y Iuan Hurtado
Tobar, Luis de Toledo, ya pregona
La fama vueſtros hechos ſonoroſa
Con los de Cerda, Silua, y Eſpinoſa.
Alonſo de Riveros, Honorato
Luis de Cueuas Fagundes y el de vera
Aranda, Alonſo Sanchez, y ſerrato
Pero Gomez, Ortiz, el de Riuera
Pedro Paſten, Ciſternas, y Morato
Miguel dela Barria, y Aguilera
Cada qual firme anduuo oy en la ſilla
Y entre ellos Diego Vazquez de Padilla

Otro dia deſpues de eſta rota, llegò de Arauco el Capitan Cadeguala con trecientos Araucanos, que hauia traido, para ayudar a Nangoniel; por cuya muerte fue aclamado de todos, y elegido por cabo delos demas: con los quales ſe retirò al fuerte de Catiray, donde dieron a Cayencura la triſte nueua dela muerte de Nangoniel ſu hijo, y heredero de ſu caſa; y juntamente de que el campo Eſpañol iua deſtruyendo ſus tierras, talandole las comidas, y matando mucha gente, haſta llegar a Guadaua, y Chichico, donde hauia començado alabrar vn fuerte, el qual ſe acabò por Henero de 89. Es eſte vn valle muy delicioſo, y muy poblado de gente, y el preſidio delos mas inexpugables, que han tenido los Indios, por la comodidad, que les dan en el, para la retirada, vnos pantanos impenetrables, donde ſe acogen; era ſeñor de eſte Valle el valeroſo Paynamacho, hermano de Anteleuo, que quedò muerto en Mareguano; y con ſu ayuda començò Cadeguala a juntar mucha gente varias partes, para oponerſe al impetu Eſpañol, que ſe iua apoderando de todo a gran prieſſa. acudieron alli de Elicura con Cheuquetaro, trecientos guerreros muy eſcojidos; delos Coiuncos, Melillanga con docientos, y otros de otras partes, con que ſe fue juntando vn buen exercito, y con deſſeo de deſaloxar ya de alli alos nueſtros, ſalieron delos pantanos ſeis eſquadrones bien armados, marchando con gran ſilencio el Rio arriba, haſta llegar, donde eſtauan aloxados; dieron en los Yanaconas delos Eſpañoles, que ſon la gente de ſu ſeruicio, y hauiendo hecho gran rifa en ellos, y en el ganado, ſe voluian, lleuandoſe mucho por delante; pero hauiendolo ſabido los Eſpañoles, ſalieron arienda ſuelta ala vengança, y aquitarles la preſſa.

Salieron ala deshilada, y adelantadoſe el Maeſſe de campo, y hallandoſe con ſolos diez ſoldados, porque los demas aun no hauian llegado, reconociendo, que eſtaua el peligro en la tardança, porque con vna hora mas de tiempo ſe ponia el enemigo en ſaluo con toda la preſſa; ſe reſoluio de embeſtir con ſolos los diez compañeros, como lo hizo, con tal reſolucion, que cada vno parecia ciento, y en efecto fue aſſi, porque ſolos ellos rompieron el eſquadron al enemigo; y le dieron en que entender, haſta que hauiendo llegado la demas gente, dexandola peleando, ſe adelantaron, y atajando el ganado, que iua ya entrando por el monte, lo retiraron, y voluieron con el aſu Real dexando en gran confuſion a Cadeguala con toda ſu gente y cantando victoria; eſta ſe debio principalmente al Maeſſe de Campo con ſus diez Conpañeros, que fueron D, Lorẽzo, Gualdamez, Alonſo Sanchez, Iuan de Montiel, Franciſco Saluador, Pedro de Eſcobar, Iuan de Lararte, y los ya nombrados Duarte, Toledo, y Bezerra; ſi bien no les ſalio de valde, pues fuera de los yanaconas que quedaron muertos, matò Cadeguala al famoſo Alonſo Sãchez de vna lançada, que le dio en el pecho, paſſandole la adarga, la cota, y cuerade ante, y Cheuquetaro clauò vna flecha en la frente a Franciſco Saluador, de que tambien murio

CAPITVLO IV.
Acomete Cadeguala ala ciudad de Angol, ponela fuego, embiſte al ſuerte de Puren, y muere en el deſafio.

V

Iendo Cadeguala quan fortalezido eſtaua en Puren el campo Eſpañol, y lo poco que con el medraua, ſe determinò dar en la ciudad de Angol, y ganarla, para eſto eſcogio de toda ſu gente ſolos ciento, pero tales que cada vno valia por muchos, iuan bien armados y en cauallos eſcogidos para el intento. Llegaron cerca dela ciudad, que eſtaua muy ſegura cõ la paz, que le hauian dado los Indios dela Cordillera, hizieron alto vna legua antes de llegar a ella, en vna vega, valiendoſe de vn boſque de pinos, donde ſe eſcondieron, y de donde imbiauan frequentemente ſus eſpias, para hazer mejor ſu hecho; fue vna delas mas principales el Capitan Cheuquetaro, el qual entraua, y ſalia frequentemente, ſingiendo ſer de paz, como los otros, que eſtauan dentro dela ciudad, alos quales iua hablando ſin perder tiempo, perſuadiendoles con eſicaces raçones, que le reſtituyeſſen aſu libertad, y no permitieſſen en ſus perſonas, y de ſus hijos la mancha dela ſugecion, y ſeruidumbre: y para perſuadirles mejor eſto, fingio, que el campo Eſpañol quedaua ya desbaratado en Puren, y que aſſi no perdieſſen la ocaſſion, porque era la que podian deſſear para ſu intento. Con eſta perſuaſſion ſe reſoluieron a ſeguir el conſejo de Cheuquetaro, el qual fue, de que todos aun tiempo dieſſen fuego vna noche ala ciudad, y q̃ mientras eſta ſe abraſaua, darian ellos ſobre los Eſpañoles, y los acabarian; prometieron todos de guardar ſilencio, y ſer muy promptos ala execucion, para la qual ſeñalaron cierto dia, y hauiendolo dexado todo ajuſtado, partio la eſpia a dar aviſo a Cadeguala dela reſolucion, que ſe hauia tomado.

Partieron para el dia ſeñalado los cien ſoldados dela emboſcada, y entrando de noche en la ciudad, ganaron con facilidad, y ſin ſer ſentidos, la plaça; porque eſtauan todos deſcuydados, y ſeguros de tan inopinado ſucceſſo, recogidos en ſus caſas, y aun durmiendo; porque era ya paſſada la media noche; que era el tiempo ſeñalado para pegar fuego alas caſas como lo hizieron, cada qual en la que viuia; y ſalioles tambica la accion, que dentro de poco rato parecia ya la ciudad vn mongibelo, ſaltauan los vezinos de ſus camas, huyendo del incendio y quando ſalian fuera de ſus caſas abuſcar el remedio, dauan con los Indios de la emboſcada, que repartidos ya por las calles, al ſalir por las puertas los receuian en las puntas de ſus lanças, y huuieran perecido ſin remedio, a no hauer Nueſtro Señor diſpueſto con particulariſſima prouidencia, que el Gouernador huuiera bien acaſo entrado aquella noche en la ciudad, dos, o tres horas antes del incendio; aunque no hauia venido al intento, porque nadie llegò a ſoſpecharle, ni imaginar, que el enemigo tuuieſſe tal atreuimiento; y aſſi ſe tuuo eſte por muy particular fauor del cielo; porque ſaliendo el gouernador con ſu gente, animando a todos con ſu preſencia, y gran valor, acudia ya a eſtos, ya aquellos, ſin parar vn punto diſcurriendo de vna parte a otra; y paraque peleaſſen todos con mas deſembaraço, hizo recoger las mugeres, y los niños al fuerte.

Crecia la confuſion dela noche con el humo del fuego, y lo vno, y lo otro ayudaua al enemigo a lograr ſu intento; pero el gouernador le daua tanta prieſſa con ſu gente, y con los demas vezinos, que ſe le iuan juntando, que ſe huuo de retirar contentandoſe con el robo, y daño, que hauian hecho, y mucho mas con hauer deshecho la paz, que los indios dela Cordillera hauian dado alos Eſpañoles, pues no pudiendo mantenerla, hauiendoles hecho tan gran daño, y quebrantado la fee prometida, ſiguieron a Cadeguala ſin poder hazer ya otra coſa ſalio vna compañia de cauallos a cargo del valeroſo Capitan Luis Monte en ſeguimiento del enemigo, y dandole alcançe en la cumbre de vn monte (donde viendole venir hauian hecho alto algunos, por hauerſeles canſado los cauallos) començaron a pelear con gran valor dela vna y otra parte; y hauiendoles los nueſtros herido, y muerto algunos, voluieron ala ciudad con vna preſſa de quarenta priſſioneros, que pagaron por todos el graue daño, que la hauian hecho, lo qual encendio nueuo fuego en Cadeguala, y ſu gente, para irle pegando, como lo hizieron por toda la tierra, perſuadiendo con gran furor, y fuerça de raçones alos que hauian dado la paz, que ſe reuelaſſen de nueuo, y con efecto lo perſuadio a todos, menos a tres Caciques, que fueron Millachigue, Ayñande, y Perquincheo; alos quales por hauerſe moſtrado conſtantes en la fee prometida alos chriſtianos, publicò guerra Cadeguala, jurandoles de hazerſela muy cruda en todas ſus tierras, en deſembarazandoſe dela, empreſſa, que lleuaua contra los Eſpañoles; y con eſto ſe recogio a Puren, y aſu exercito muchos, con que iua eſte engroſando, y haziendoſe mas poderoſo.

Començaron a juntarſe los Pilmaiquenes, los Ongolmos, y Mareguanos, y de Chipimo llegò el famoſo Guanoalca con quattrocientos ſoldados; y del eſtado de Arauco embio Longonaual tres eſquadrones a cargo de Curilemo. Quinientas lanças ſalieron de Elicura, Vederegua, y Ongolmo; y por cabo, Relmoante; y dela Cordillera ochocientas, cuya cabeza era Caniotaro; ſiguieron a eſta gente muchas de ſus mugeres, que por el amor de ſus maridos ſe determinaron de vencer, o morir en ſu Compañia, y ſeruirlos, como lo hazian, entrando, y ſaliendo por momentos en el exercito, cargadas de pertrechos, y otras coſas neceſſarias, y diſpueſtas, a tomar las armas quando la ocaſſion lo pidieſſe. Teniendo Cadeguala quatro mil hombres juntos, y bien armados, hauiendoles declarado ſu intento, que era de ganar el fuerte, que los Eſpañoles hauian leuantado en Puren, y hecharlos de alli; y exhortadolos, conforme aſu acoſtumbrada arrogancia, amoſtrarſe en la ocaſſion preſente ſegun la obligacion, que tenian aſu heredada ſangre, y valor; plantò ſu campo a viſta del fuerte, donde hizo oſtentacion de ſu gente, y armas, haziendo vna, y otra entrada, y eſcaramuças, con grande voceria, y riudo, para poner terror aſu enemigo.

Eſtando en eſto, y ya para embeſtir al fuerte. Llegò nueua de que el gouernador venia de Angol a ſocorrer los ſuyos con vn buen golpe de gente, y al punto que lo ſupo Cadeguala, dexando en el campo por cabeza en lugar ſuyo a Caniotaro, ſe partio con quinientas lanças, que eſcogio entre todos los demas de ſu exercito a impedir eſte ſocorro; aſſi lo hizo, plantandoſe en vn eſtrecho paſſo, y cenegoſo donde pudieſſe hazer mejor ſu hecho. El gouernador que venia a gran prieſſa marchando con ſu gente, lleuaua por delante ſus corredores, para la ſeguridad delos caminos, y hauiendo llegado cinco de ellos al pueſto, donde eſperaua Cadeguala, los reciuio en las picas, y lanças, haziendo en ellos tan grande eſtrago, que no obſtante el grande yalor, con que ſe defendieron, y ſe eſcaparon de ſus manos, voluieron a dar la nueua alos ſuyos traſpaſſados los cuerpos de heridas, y muy maltratados; quiſo el gouernador embeſtir al paſſo; pero contradiziendole ſus Capitanes, y aconſejandole, que ſe retiraſſe, porque era el peligro manifieſto, y en que iua no ſolo el perderſe el, y los ſuyos, que alli eſtauan ſino todo el Reyno; tomò ſu conſejo, y ſe voluio a Angol, para de alli ſalir deſpues con mas fuerça dela que lleuaua.

No ſe puede creer la altiuez, y ſoberuia, que cobrò Cadeguala, por parecerle, que le hauian temido los Eſpañoles; voluio con eſto muy orgulloſo aſu campo, corriendo en vn cauallo, que hauia ganado en la refriega a vno de ellos. El Maeſſe de campo, que veia ſitiado el fuerte de tanta gente; diſpuſo la ſuya, dando orden, que ningun ſoldado ſalieſſe fuera, ſino ſolamente la Compañia, aquien tocaua ſalir a hazer la eſcolta al ganado; y eſto, ſin apartarſe delos muros: pero luego que los Indios los vieron fuera, impacientes dela tardança, llegaron al general a pedirle, que no eſperaſſe mas, ſino que acometieſſe luego; todos le perſuadian eſto, ardiendo en deſſeo de llegar ya alas manos, y alcançar la victoria, que contauan ya por ſuya; pero Cadeguala, aunque eſtaua mas deſſeoſo, que todos, de acometer; los detuuo; no por cobardía, ni temor, ſino con el deſſeo de hazer maior la gloria dela batalla, y triumpho, que ſe prometia. no ſera; dixo, Capitanes eſforçados, y gente valoroſa, extraordinaria la que alcanceremos de eſta victoria, que eſperamos, ſi embeſtimos todos al fuerte; porque deeſtas tiene contadas muchas el valor Araucano, halta eſte dia: dexadme eſta vez ami ſolo, que yo quiero vencer en vno a todo el campo Eſpañol, y probar con ſu confuſſion, quan ſuperior ſea mi braço al mas valiente de todos ellos; deſafiar quiero al Maeſſe de campo, a que ſalga con migo, cuerpo a cuerpo; que a cometer tantos como ſomos a tan poca gente del contrario, empañarà la gloria del vencer; pues eſta es ſiempre tanto menor, quanto es mayor la ventaja del que acomete. llegarè ſolo, y, para juſtificar mas nueſtra cauſa; les propondrè, que deſamparen el pueſto, y ſe vayan, haziendo juramento de no voluer mas a inquietarnos. Si eſto hizieren de ſuyo; habremos conſeguido nueſtro intento: y ſino quiſieren, los retarè a que ſalga quien quiſiere cuerpo a cuerpo; y quando eſto no baſte; ſera ſu daño, pues habran de experimentar la fuerça, y valor de vueſtro braço.

A todos parecio bien eſte medio, y aſſi ſubiendo en vn famoſo cauallo, ſe fue ſolo, y conforme alo traçado, y diſpueſto, hallò al Maeſſe de campo que dela otras vanda del Rio ſalio e eſperarle, y hauiendole propueſto ſu intento, concluyò con retarle, y deſafiarle para el tercero dia. Embio antes del vn menſajero, que fue Talcaguano, el qual llegò al amanecer, diziendo, que eſperaſſen el dia ſiguiente a Cadeguala, que vendria al deſafio; añadio mas que ſabia que no faltaua quien eſtuuieſſe deſcontento dentro del fuerte, y que por eſſo les offrecia de parte de ſu general todo buen paſſaje alos que ſe paſſaſſen aſu campo; dioſe orden, que nadie reſpondieſſe palabra; pero como entre muchos buenos, nunca falta va Ruin, tomò ocaſſion de eſto vn ſoldado moço llamado Iuan de Tapia, para huirſe al enemigo, con color de que iua en buſca de vn cauallo, que le faltaua; al qual reciuieron los Indios, haziendole las honrras, que le hauian prometido, y el dia ſiguiente ſalio Cadeguala al lugar, y tiempo ſeñalado; y aunque iua muy orgulloſo, y confiado dela victoria; para aſſegurarſe de qualquier accidente, que ſe pudieſſe temer, lleuò conſigo a vna viſta vno de ſus eſquadrones, que eſtuvieſſe ala mira delo que paſſaua; el Maeſſe de Campo previniendo lo meſmo, ſalio con quarenta de acauallo delos mas ſeñalados en valor, y fuerças, y dexandolos a cierta diſtancia, ſalio ſolo a Cadeguala, que plantado en el pueſto le eſtaua ya aguardando. fueronſe acercando el vno al otro, armados entrambos como reloxes, y aproporcionada diſtancia poniendo eſpuelas alos cauallos, ſe embiſtierò de carrera, como dos tigres, penſando cada qual lleuarſe aſu contrario por delante; entrambos lo penſaron, y con eſta confiança ſe acometieron, pero la ſoberbia de Goliad que en Cadeguala hazia las partes de ſu competidor, que como otro Dauid hauia ſalido a quitar aquel oprobrio del nombre chriſtiano, lo vencio, permitiendo el cielo, que alos primeros encuentros le dieſſe el Maeſſe de campo tan fiero golpe, que dio con el, y con ſu cauallo en tierra.

Quando los Indios vieron, derribado aſu general, corrieron aſu defenſa; y lo meſmo hizieron los quarenta Eſpañoles para defender al ſuyo de ſu furia. no era aun muerto Cadeguala, quando le llegò el ſocorro, y leuantandoſe como pudo ſin quererſe rendir por mas, que el Maeſſe de campo ſe lo perſuadia; pretendio hazer campo con ſus armas; pero la muerte, aquien ſe rinde la mayor fuerça, fue executandole de manera, que dando tras pies, y perdiendo ya el ſentido, a pocos paſſos cayò, y con el el animo delos ſuyos que viendo aſu general difunto, ſe fueron retirando con perdida de algunos, que los Eſpañoles dexaron alli muertos en la refriega; llegaron al Real, donde ſabida le triſte nueua, ſe desbaratò el exercito voluiendoſe cada vno aſus caſas, y aſſi los Eſpañoles ſe voluieron juntamente al fuerte, donde dieron a Dios infinitas gracias por tan glorioſa victoria, y al Maeſſe de Campo (que como hemos dicho, lo era Alonſo Garcia Ramon) mil parabienes, y alabanças; pues en vno ſolo hauia vencido diez mil de aquellos filiſteos: que no tenian por menos ſuya la victoria ni eſtauan menos orgulloſos, y ſoberbios, que los otros, que ala ſombra de ſu gigante llenauan de oprobrios, y deſpreciauan el pueblo de Yſrael.

CAPITVLO V.
Dan la paz algunos Caciques, y proſiguen varios ſucceſſos dela guerra.

M

Ientras paſſaua eſto en Puren proſeguian dando la paz alos Eſpañoles muchos delos Indios de Valdiuia, Oſorno, y la Villarica, porque la prolixa guerra de diez años los tenia ya muy apurados, padeciendo grandiſſimas incomodidades, y ſobre todo mucha hambre, porque los Eſpañoles no les dexauan lograr ſus ſementeras, andando ſiempre a caza de ellas talandoſelas, quando eſtauan ya ſaçonadas, y para cogerlas, con que ſe hallauan obligados a paſſar con raizes, y frutas ſilueſtres, y eſto mouia a muchos a rendirſe, aunque con contradicion de otros, que tenian por menos mal morir, que ſujetarſe, y rendirſe alos Eſpañoles. Los quales para el mayor ſeguro de los Indios amigos hizieron tres fuertes el vno entre Valdiuia, y Oſorno, en el valle de Ranco; otro en la Villarica, en tierras del Cacique Andelepe; y el tercero en la imperial, ſobre el Rio Cauten, ſiete leguas dela Ciudad; y todo fue meneſter para abrigo delos Indios, que ſe venian reduciendo, porque los que no eran de eſte parecer, los perſeguian, y amenazauan con guerra, y ſe la hazian con no menos ardor, y furia, que alos meſmos Eſpañoles. el gouernador a eſte tiempo ſe hallaua en la Ymperial, de donde embio en buſca de Guepotaen, que era aquel famoſo Cacique tan reſpetado de toda ſu gente, el qual hauia hecho reſiſtencia al Eſpañol en ſu fuerte de liben, y viendolo vltimamente victorioſo, y que no podia prevalecer contra el, ſe hauia retirado con algunos amigos ala Cordillera, como queda dicho: no pudiendo pues eſte ſufrir la ſoledad en que ſe hallaua; por no hauer podido lleuar conſigo aſu muger, quando ſe retirò alos mõtes; hauia bajado al llano, donde la dexò, para lleuarla conſigo; lo qual ſabido por el gouernador, ſe valio de eſta ocaſſion, para hauerle alas manos, porque hauia entendido, que aun de aquel retiro, donde eſtaua, era de muy grande eſtoruo ala paz, que ſe iua entablando, por lo mucho, que la contradizia. Salieron los vueſtros en ſu buſca, y dieron con el, eſtando bien deſcuydado del ſuceſſo; no por eſto ſe turbò, ni le ſaltò el animo, hechò mano a ſus armas, y defendiendoſe todo el tiempo, que pudo; vltimamente rodeado de tantos, no pudiendo combatir mas con ſu ſuerte, ſe rindio, no a ſus enemigos, aunque le offrecian la vida, aſſi lo hizieſſe; ſino ala muerte a quien ſe rinde el mas Valiente, y poderoſo; dela qual tomò deſpues vengança ſu muger, como ſe verà mas adelante.

Hallauaſe en eſte tiempo muy apretado el Real exercito, paſſando muy grandes incomodidades, y falta delo neceſſario particularmente para veſtirſe, por no hauer llegado a ſu tiempo los ſocorros; que ha ſido ſiempre en aquel Reyno la piedra del toque dela fidelidad de aquella milicia; y dudo, que aya otras ninguna en ninguna parte, que en ſeruicio dela Real corona, padeſca, y trabaje mas, y con menos premio; viuen haſta oy muchos, que yo conoſco, aquien en eſta guerra les han ſalido la barba, y las canas, ſin hauerſe viſto libres de ella desde los primeros años de ſu juuentud, haſta la vejez; y aunque haſta aora ay bien que padecer; pero alos principios fue mucho mas. Eſta neceſſidad, y trabajos llegaron a tanto exſtremo, particularmente en aquel fuerte de Puren, por eſtar empre rodeado de enemigos, que la hambre, que es mala conſejera, començaua ya a tener deſcontentos a algunos, porque verdaderamente padecian mas delo que ſe puede encarecer. Los Indios purenes no ſe dormian, y eſtauan ala mira de todo, pertinaces, y reveldes en no admitir la paz, aunque veian que muchos dela Cordillera la dauan: començaron a oler algo de eſto, por medio de ſus eſpias ſecretas, y queriendoſe valer dela ocaſſion, para dar en el fuerte, y deſalojar de aquella tierra alos Eſpañoles; ſe convocaron, y hizieron vna grande juntas; en la qual eran muchos los que pretendian empuñar el baſton; pero remitiendo eſto a catorce electores (que fueron delos mas principales, y ancianos) nombraron: por general a Guanoalca, que era vn valeroſo ſoldado, y muy acreditado en la guerra, el qual haziendo ſu modo de juramento, y ceremonia, abriendo el pecho a vn venado, y ſacandole el coraçon palpitando, lo hizo pedaços con la boca, prometiendo de hazer lo meſmo con los chriſtianos, o morir en la demanda.

Eſtando celebrando las fieſtas de eſta eleccion, llegò vn menſajero, que era vna eſpia ſecreta, que tenian los Indos en el fuertes, el qual refirio el deſcontento delos ſoldados, con la falta, que tenian de viueres, y municion, por no hauerles llegado el ſocorro, que eſperauan. alegraronſe todos con eſta nueua, y deſſeando acometer luego al fuerte, los detuuo el General, diziendo, qu eſe ſufrieſſen vn poco, haſta ver ſi el Eſpañol le deſamparaua de ſuyo, por no poderſe ſuſtentar en el. aſſi paſsò, porque teniendo nueua el Maeſſe de Campo, que no podia llegarles ſocorro dentro de vn año; lo dexaron yermo, y ſe retiraron todos ala Ciudad de Angol, donde remediaron como pudieron ſu apretada neceſſidad. Luego que el General ſupo la ſalida del Eſpañol del fuerte, lo hizo desbaratar, para que no intentaſſen voluer a el otra vez, y hallandoſe con ſu gente armada, y diſpueſta, para la guerra, reſoluio dar en el otro fuerte de Mareguano, que era el mas vezino, al de Puren, q̃ quedaua, ya por el ſuelo; ſupolo el gouernador, que eſtaua atendiendo al reparo, y fortaleza delos demas; y embio al punto ſocorro al de Mareguano, por eſtar en mayor peligro, y ſaber que ſe le iua acercando muy aprieſſa Guanoalca con mil, y quinientos hombres de eſcogida infanteria, y ochenta de acauallo, que iuan delanteros abriendo el paſſo. Llegando ya çerca del fuerte, cogieron vn Indio de nueſtros amigos, de quien quiſieron informarſe, para hazer mejor ſu hecho; però anduvo eſte tan fiel alos Eſpañoles, y tan aduertido, y prudente cõ las reſpueſtas, que daua, que engañò alos Indios, y les perſuadio, que le dexaſſen voluer al fuerte con promeſſa, que les hizo; aunque fingida, de ponerle fuego: para lo qual quedaron de acuerdo de irſe acercando haſta emboſcarſe en vn monte, donde eſtuvieſſen apunto para dar el aſalto; deſpacharon con eſto al Indio; el qual anduuo tan leal, que deſcubrio al Campo Eſpañol toda la maraña del enemigo, cõ que ſe deſuanecio eſta vez ſu intento; pero no el furor, y orgullo, que traia: moſtroſe otro dia, poniendoſe a viſta del fuerte, el qual (que eſtaua ya ſobre auiſo) tocò arrebato, y començò a diſparar balas aprieſſa, aunque no ſalio nadie de el, porque veian, que por momentos iua creciendo la fuerza, y gente del cerco y que ſe ſitiò donde no pudieſſen receuir daño de ſus tiros. hazian ſus eſcaramuzas, y entradas, a viſta delos Eſpañoles; los quales ſe hallauan ya en grande aprieto, y huuiera ſido mayor, ſi no huuiera con tiempo ſocorridoles el Maeſſe de Campo con vn buen golpe de gente, que les entrò, con lo demas neceſſario, para ſu defenſa.

Viendo eſto los Indios, leuantaron el ſitio, y ſe retiraron; y el Campo Eſpañol viendoſe libre, y deſembaraçado, ſalio del fuerte, y corrio la tierra, talando las comidas al enemigo, y deſtruyendole, por donde quiera que paſſaua, por los terminos de Angol: cuyos caciques no pudiendo reſiſtir ala fuerça, y pujança que lleuauan, embiaron ſus Embajadores a Puren apedir ſocorro a Guanoalca; el qual juntò, para eſto, a conſejo, y hablando en el alos ſuyos, y perſuadiendoles las raçones de acudira eſta demãda; ſe leuantò Cheuquetaro, y lo contradixo, diziendo que no era tiempo de ſacar del Valle de Puren ninguna fuerça; porque aunque los Eſpañoles hauian deſamparado el fuerte; no hauia ſido, para no voluer a reedificarle; ſino para rehazer ſus fuerças, y venir deſpues con maiores al intento; y que ſiendo eſto aſſi, como lo tenia por muy cierto, ſe harian dueños del Valle ſino hallaſſen en el reſiſtencia de ſu parte; por lo qual juzgaua, que era mejor, que los ſerranos, y Puelches, que pedian el ſocorro, fingieſſen de dar la paz y las offrecieſſen alos Eſpañoles, mientras cogian ſus comidas, y ſe reparaunan del mal, que de ellos hauian receuido, que deſpues habria tiempo de hazer ſu negocio, quando la ocaſſion lo permitieſſe: parecio acertado eſte conſejo, y aſſi lo abraçaron todos, y voluieron con eſta reſpueta los embajadores; la qual les aſſentò alos Caciques, que los hauian embiado; y aſſi dieron luego la paz, y baxaron en perſona a eſtablecerla Catepiuque, y Mareguano, hauiendoles primero concedido el perdon de la traicion, que cometieron, quando puſieron fuego ala ciudad de Angol como queda referido.

Vioſe bien ſer fingida, y malicioſa eſta paz; pues ala primera ocaſſion que ſe ofreciò, moſtraron la intencion dañada, con que la hauian dado, como ſe verà en el capitulo ſiguiente, que a eſte quiero dar fin con referir la llegada a aquellas coſtas del General Ingles Thomas Candich con ſu armada, con la qual paſsò dos veces el eſtrecho, la vna el año de 1587, y la otra el de 1591. y vna de ellas corriendo la coſta de Chile, paſsò por la Ysla de ſanta Maria, y tomo puerto en la herradura, que es vn puerto en la Baia dela Concepcion, de donde paſsò a Valparaiſo, aunque no ſe que tomaſſe aquel puerto; porque paſsò luego al de Quintero, donde hauiendo ſaltado en tierra, para hazer aguada, les hizieron los nueſtros retirarſe alas naues mas que de paſſo; y ſuccedio el caſo aſſi. Luego, que en Santiago ſupieron la nuea dela llegada del Ingles a aquellas coſtas, ſalieron los vezinos a Valparaiſo (que eſta veinte, y quattro leguas dela ciudad, y quatro, o cinco de Quintero) a defender la entrada al enemigo; el qual rezelando el mal, que podia temer en tierra; no permitio, que ninguno ſaltaſſe: en ella, haſta aſegurarſe bien del peligro, pero como neceſſitauan de agua, y leña, y de otros baſtimentos, les fue forçoſo, que ſaltaſſe la chuſma, haziendola eſcolta vna compañia de arcabuzeros; mas viendo que aſomauan dos Eſpañoles, que a caſo ſe hallaron alli, (porque aquel puerto es deſpoblado) temiendo, que eran ſentidos, y que tras aquellos dos venian otros; ſe retiraron todos muy aprieſſa alas naues; de donde deſpacharon vn Eſpañol que hauian cogido en aquellas coſtas, con vna embaxada alos nueſtros, diziendoles, quanto les importaua la amiſtad, y buena correſpondencia con Inglaterra, en ocaſſion, que Francia hauia hecho liga contra Eſpaña; y eſtauan ellos tan poderoſos, que dentro de poco tiempo los hauian de ver Señores de todo aquel mar, y Reynos dela America; que por tanto los ſocorrieſſen con baſtimentos, de que venian muy neceſſitados.

El Eſpañol hallò el cielo abierto con verſe libre con eſta ocaſſion de aquel infeliciſſimo cautiuerio, y ſalir de luteranos, y enemigos dela fee a viuir entre catolicos. Llegò alos dos Eſpañoles, dixoles quien era, lleuaronle a Valparaiſo, donde eſtaua la gente de Santiago; los quales con el auiſo, que les dio eſte menſajero y partieron para Quintero, donde en vna emboſcada eſtuuieron aguardando, que ſalieſſe el Ingles, por los baſtimentos, que buſcaua, como lo hizo; porque viendo, que tardaua el Eſpañol menſajero con la reſpueſta, y apretandoles la neceſſidad, que tenian, de prouiſion, hecharon en tierra buena fuerça de gente, y mos queteros, para hazerla, de agua, y leña; pero ſaliendo dela emboſcada los nueſtros, dio en ellos la caualleria, con tal tropel, y orgullo que ſe tuuo por mas dichoſo el mas ſuelto, y ligero que pudo llegar mas preſto al abrigo delas naues, de donde ſe dauan prieſſa a diſparar la artilleria, y moſqueteria; pero no por eſſo dexaron los Eſpañoles de ſeguir el alcance caſi haſta el meſmo mar, matando, y hiriendo a muchos de ellos, y cautiuando a catorce; delos quales juſticiaron deſpues alos doce, no con poca dicha ſuya, por que dexandoſe perſuadir dela verdad de nueſtra fee, ſe reconciliaron con la Ygleſia catholica Romana, y aſſi murieron como verdaderos catholicos, dexando prendas de ſu predeſtinacion: los delas naues, viendo lo poco, que podian ganar con la gente de aquel pais (que podemos dezir ſe deteſtan deſde la cuna en exercicios dela guerra) hizieron vela, y nauegaron al Norte alas Californias, y de alli a Philipinas. Los principales, que hizieron eſta buena ſuerte, los nombra el Capitan Fernando Alvarez de Toledo (que fue vno de ellos) en la primera parte de ſu Araucana, en eſta octaua, que pongo aqui para honor de ſus decendentes, que oy viuen.

El Capitan Gaſpar dela Barrera
Don Gonzalo, el de Cueuas, y Molina
Campo frio, Pasten, y el de Herrera
Angulo, Pero Gomez, y Medina
Iuan Venegas. Valor en gran manera
Deſcubre coda qual en la marina
Derribando cabezas enemigas
Qual diestro, ſegador cortando eſpigas.

CAPITVLO VI.
Del nueuo leuantamiento, y traicion delos Indios, que hauian dado la paz. trataſe dela venganza, que Yanequeo determinò tomar dela muerte de ſu marido.

V

Iendo los Indios, que hauian dado la paz, ocupados alos Eſpañoles en defender las coſtas del mar del coſario, que hauia llegado a infeſtarlas, ſe valieron de eſta ocaſſion, para vſar delas ſuyas. Embio para eſto Catpiuque (que era el principal Cacique, que dando la paz hauia baxado alos llanos, y pobladoſe alli con ſu gente) alos Coiuncos con vna embajada a Talcaguano ſu confidente (aquien ſolo hauia deſcubierto ſu pecho) pidiendo a Piurume Señor de aquella tierra, y muy reſpetado de todos, que ſe dexaſſe ver en el lugars que le ſeñalaſſe; porque queria comiunicarle vn negocio de gran peſo; fue Talcaguano con la embaxada, eſperò Piurume a Catepiuque, el qual llegando averſe con el al lugar ſeñalado, le hablò de eſta manera, [ſabras Señor, que aunque me he baxado al llano con pretexto de dar la paz alos chriſtianos; no ha ſido eſſe mi intento, ſino hazer vn hecho, que ſea nombrado, cuya gloria ha deſer tuya, ſi me das la mano; tume has de eſperar para tal tiempo, con toda tu gente, bien armada, y diſpueſta, aunque al diſimulos, para hazer mejor nueſtro hecho, antes fingiendo, que ſe junta para celebrar alegres fieſtas; que yo baxarè ala ciudad, y perſuadirè alos Eſpañoles el deſcuydo, en q̃ viue tu gente, y la buena ocaſſion, que ſe les offrece de hazer vna buena ſuerte, en tu tierra; yo vendre con mi gente con color de guiarlos, y ayudarlos, y viendolos aca, me voluerè de tu parte y dando todos en ellos, ſeremos dueños de la ciudad y de ſus perſonas. parecio bien el conſejo, y traça a Piurume; y dexando Catepiuque ajuſtado el tiempo, y todo lo demas neceſſario y para el intento; ſe voluio al lano, teniendole muy ſecreto con gran diſimulo, y fingimiento. Succedio en eſta ocaſſion, que cogiendo los Indios enemigos vn ſoldado Eſpañol lamado Valuerde, le hauian hecho pedaços, y ſacadole el coraçon, y deshechole entre los dientes, en ſeñal dela rabia, y odio, que tenian, contra los demas, y el deſſeo de vengarſe de todos ellos; lo qual ſabido en la cuidad, trataron luego de ſalir ala vengança; tomò ocaſion de ello Catepiuque, para hazer mejor ſu hecho. entroſe alos eſpañoles, y moſtrando ya fingido zelo de caſtigar tan arroz delito, ſe ofrecio deirles acompanando con ſu gente, prometiendo de lleuarlos por ciertos atajos, y caminos, por donde ſin ſer ſentidos, darian con la fuerça dela gente del Cacique Piurame, que ſeguro de eſta entrada eſtaua en cierto Valle, que el ſabia, entreteniendoſe en fieſtas, bayles, y conuites; y que aſſi podrian hazer en ellos vna gran ſuerte; creyeron, que no debieran, al falſo Catepiuque; y reſoluiendoſe el maeſſe de campo de hazer eſte caſtigo, ſalio cõ quarenta delos ſuyos, dela gente mas granada, y otros tantos, que lleuò Catepinque, porque para llegar ſin ſer ſentidos como pretendia, y hazer mejor ſu hecho; juzgò que eſta gente era baſtante, y ſiendo mas, hauia peligro de hazer ruido.

Partieron dela cciudad, y el traidor Catepiuque embio vn menſajero a Piurume, aviſandole delo que paſſaua, y que eſtuuieſſe prevenido para quando legaſſen; iua el pordelante haziendo guia alos Eſpañoles, los quales llegando a vn alto, en cuya baxada eſtaua Piurume con ſul gente, por no poder bajar a cauallo, ſe apeò el Maeſſe de campo con otros veinte, y dexando alos demas en aquel pueſto, para guardar el vagaje, baxaron, como rayos, con ſeguro, y confiança, de que por eſtar el enemigo deſcuydado, y en fieſtas, baſtauan ellos ſolos con la ayuda delos falſos amigos (que tenian por fieles, y verdaderos) para alcançar la victoria: lleuauan aquellos conſigo a vn Eſpañol arcabuzero, al qual hizieron pedaços luego que llegaron alos enemigos, y cortandole la cabeza la leuantaron en vna pica, y de eſta manera cantando victoria reciuieron alos Eſpañoles, que ya hauian baxado. Los quales reconociendo la traicion de Catepiuque, con grande reportacion, y ſin tutbarſe, hizieron ſu modo de eſquadron, apiñandoſe vnos con otros bueltas las eſpaldas entre ſi, y los pechos alos enemigos, que ſaltando ſobre ellos como enjambre de abiſpas; parecian q̃ ſe los querian comer; llouian ſobre los nueſtros, dardos, y flechas, y correſpondiendo eſtos alos Indios con ſus balas, ſe hazia dela vna, y otra parte grande riza. hallauanſe ya los Eſpañoles acribillados de heridas, el Maeſſe de campo en tierra, y ſin ſentido, de vn flechazo, que lo clauaron por el lagrimal del ojo hizquierdo; pero aunque eſtauan muy apretados delos enemigos, no por eſſo ſe moſtrauan menos alentados; antes con vn coraje, y brio tal, que parecian ellos los vencedores. Faltanales ya la municion, y hechan de mano alas eſpadas, juntamente con el Maeſſe de campo (que hauia buelto ya en ſi, y aunque cubierto de ſangre, hechò mano ala ſuya) ſe fueron defendiendo con ellas, y juntamente retirandoſe, cerrados ſiempre como vna piña, eſpalda con eſpalda, haſta que ſe juntaron con ſus compañeros, que hauian quedado con los cauallos.

De eſta manera ſe eſcaparon; ſi bien con muchas heridas: y aunque deſtroçados; como ſi fueran vencidos; ganando aquel dia la gloria de vencedores; pues no fuera mayor la que les huuiera dado la mas inſigne victoria, porque las circumſtancias de vn caſo tan inopinado, y de ſer tan pocos, contra tantos, y hauerſe buelto contra ellos los traidores, que vendiendoſe por amigos los lleuaron engañados; hizo ſobreſalir tanto ſu valor, que podemos dezir, fue ſin exemplo, y no para imitado. Viendo Catepiuque, que no hauia ſalido con ſu intento, temiendo el rigor dela vengança, que merecia ſu traicion, corrio alos llanos, y antes que voluieſſen los Eſpañoles a dar auiſo ala ciudad, del ſucceſſo, ſe le dio el alos ſuyos; con que luego a punto ſin ninguna tardança, dexando en ſus caſas, y alojamiento quanto tenian, ſe retiraron alos montes, publicando de nueuo guerra: y con eſto ſe desbaratò la paz començada; y los otros, que venian a darla, ſe voluieron aguçando cada qual la lanca, y aperciuiendoſe, para nueuas refriegas, y batallas, por tener por cierto, que el Epañol hauia de ſeguirlos con mas coraje, y furia, que nunca.

En eſto ſe ocupaua a queſta gente, quando la famoſa Yanequeo, digna de contarſe entre las brauas, y varoniles matronas, q̃ refieren las hiſtorias, traçando la vengança dela muerte de ſu marido Guepotaen (aquien quitaron los Eſpañoles la vida, como ſe vio en el capitulo paſſado) llegò aſu Hermano Quechuntureo y proponiendole la gran ſoledad en que la hauian dexado, y el dolor y ſentimiento, queno podia oluidar de tan gran perdida, le pidio la vengaſſe de quien aſſi la hauia offendido. No quiero, dize, quedarme a fuera, y valerme de ti ſolo, y de tus rieſgos, para confeguir mi intento, acompañarte quiero en los peligros, y ſer la primera en ellos, y que las balas paſſen por mi pecho, primero que llegen a herir el tuyo; y para que vea el mundo, que mis palabras, no ſon deſahogos de muger agrauiada, ſino verdadero ſentimiento de quien ama, no creas lo que digo, ſino mira lo que hago. Diziendo eſto ſe leuantò, y ſin que el Hermano la pudieſſe detener, ni perſuadirla con raçones, que lo dexaſſe a el ſolo la vengança; començo, por ſu parte aſolicitar los animos delos ſuyos, a que la ſiguieſſen; y haziendo lo memo Quechuntureo por la ſuya; juntaron en breue vn exercito de Puelches y ſerranos (que ſon gente de eſtatura gigantea, y van ala guerra deſnudos, y embijados, y vſan de vnas flechas emponçoñadas de vn veneno tan actiuo, y mordaz, que no dexan repoſar vn punto al que yeren, y ſon caſi incurables las heridas) De eſta gente ſe valio Yanequeo para vengarſe de quien hauia cauſado ſu viudez. juntaronſe en la vega de vn Rio, donde leuantandoſe eſta varonil muger en medio de todos los Capitanes y ſoldados con la aljaua pendiente al hombro, y con el arco, y flecha en las manos, les hizo vn raçonamiento, que causò admiracion, poniendoles delante delos ojos la obligacion, que tenian, al gran Guepotaen ſu marido, que fue ſu Señor, y la que tenian aſſi miſmos, y aſu patria, pues en eſte negocio hazian el de todos.

Mil y docientos ſerranos fueron los que aqui ſe juntaron, y lo primero, que hizieron, fue, prouocar alos que hauian dado la paz, a que ſe reuelaſſen, y alos, que no quiſieron, publicaron guerra, y amenazaron de deſtruir ſus tierras; y con ello ſe fue aumentando de gente el exercito, no ceſſando vn punto Yanequeo del ſolicitar los animos de vnos, y otros, y encenderlos en ſaña, y furor para ſu intento, deſſeauan ya todos la ocaſſion para ſeñalarſe en ella, y hauiendo cogido dos Eſpañoles, que paſſauan de Oſorno ala villarica, les quitaron las cabezas y ſe las preſentaron aſu Señora, enprendas del deſſeo, y animo que tenian de vengarla delos demas; y en ordena eſto començo a marchar el campo hazia el valle de Andelepe, donde eſtaua vno delos fuertes, ſiete leguas dela Villarica, porque el intento era de ganarle, para dar principio alo que pretendian; pero quando iua el exercito mas orgulloſo, yendo en la hilera del primer eſquadron Yanequeo; llegò vna nueua, que les detuuo el paſſo; y fue, de vn ſocorro, que el Virrey del Perù, Conde del Vidal embio a Chile, de dos nauios de ropa, gente, y municiones, con q̃ Quechuntureo, mudò de conſejo; teniendo por mas acertado retirarſe por entonces ala Cordillera, como lo hizo; aſegurando toda ſu gente con vna fuerte, albarrada, que hizo, de grueſſos arboles, en lo alto de vn cerro, de donde podia hazer mucho daño, ſin receuirle.

CAPITVLO VII.
Va el Gouernador en buſca de Quechuntureo proſigue Yanequeo ſu venganza, y dan la paz algunos Caciques.

H

Allandoſe el Gouernador con el ſocorro, que le hauia venido del Perù, tratò luego de ir en buſca de Quechuntureo, y en el camino fue haziendo grande eſtrago en los pueblos, y ſementeras, y en los Indios, que encontraua, haziendo exemplares caſtigos en ellos para eſcarmiento delos demas. entre otros, que mandò a horcar, fue vn arrogante, que ſentenciado a muerte, pidio, que ſe la dieſſen en la cumbre de vn arbol, el mas alto, que alli ſe hallaſſe, para quedar mas ala viſta de quantos por alli paſſaſſen, y q̃ todos ſupieſſen, q̃ el era, el que eſtaua alli muerto, por la patria, y por las defenſa dela comun libertad delos ſuyos; lo qual tenia por ſumma felicidad, porque no hauia mayor deſdicha, que la ſugceion, y el ſeruir a otros; en cuya comparacion la meſma muerte venia a ſer ya buena dicha, y fortuna. perſuadianle a que ſe dexaſſe de aquellas brabatas, y ſe baptizaſſe, trayendole para eſto las razones, que debieran perſuadirſelo, ſino tuuiera tan cerrada la puerta ala luz del cielo, pero ſus pecados, y gran ſoberbia debia detenerle robados los ſentidos del alma para no dar lugar ala diuina inſpiracion, y aſſi no haziendo caſo delo que le predicauan, dixo, que no ſe canſaſſen en vano, que no pretendia mas gloria, que ſaberſe en el mundo la honrroſa cauſa de ſu muerte; que no queria dilaciones, ni terminos, que ſe hazia ya tarde, y aſſi que no ſe detuuieſſen mas en darſela, que acauaſſen de vna vez, como lo hizieron.

Quatrocientos Indios lleuaua el Gouernador por delante, delos que eſtauan de paz, para hazer prueba de ſu fee, y empeñarlos mas contra los que no la hauian dado, y proſeguia haziendo el mal, que podia, haſta llegar a verſe con Quechuntureo; el qual no aguardò en el pueſto, donde eſtaua, mas ſaliole al encuentro, aunque no con animo de preſentarle batalla, ſino de embeſtirle en ſecretas emboſcadas, dando vna, y otra traſnochada, en que haza buenas preſſas en el vagaje, matandonos alguna gente, y lleuandoſe algunos cauallos. Viendo el Gouerador, que no podia dar alcance a eſte enemigo, dilatando eſta empreſſa para otra ocaſſion, acudio alo que mas apretaua, que era el reparo delos dos fuertes, que diximos dela Trinidad, y del Eſpiritu Santo; los quales por ſuſtentarſe con grandiſſima dificultad, y viendo que por entonces no podia leuantar el fuerte de Arauco, que hauia ſido el principal motiuo, que tuuo, en fabricarlos; los deshizo, haziendo delos dos, vno, para ſeguro dela ciudad de Angol, ſobre el Rio Puchanqui, el qual començaron a labrar a gran prieſſa, ſin eſcuſarſe nadie del trabajo; aunque no por eſto dexauan de hazer ſus correrias, y todo el mal, que podian al enemigo: en particular ſalio el Maeſſe de campo con ſeſenta ſoldados (que valian por ſeiſcientos, ſegun era ſu valor por ſer dela gente mas granada, y eſcogida) a vengar la traicion, que le hizo Catepiuque, entregandole en manos de Piurome, el qual hauiendo tenido auiſo de eſta determinacion, dexò ſu caſa, y ſe retirò a vn lugar mas remoto, y ſeguro, pero ſabiendo donde eſtaua, que el Maeſſe de campo hauia llegado ya aſus tierras, y deſtruidolas con ſus caſas, y ſementeras, no teniendo ya lugar mas retirado, para ſu defenſa, ſe fortificò en aquel, donde eſtaua, convocando todos quãtos pudo, haziendo para eſto grandes fieſtas, y borracheras, para obligar con eſto alos Indios a q̃ fueſſen a defeederle.

Entre tanto marchauan los Eſpañoles libremente por aquellos lugares, ſin que huuieſſe quien les hizieſſe reſiſtencia, porque todos ſe hauian retirado alo mas dentro delos montes. Tuuieron dicha de ver algo ala larga, ſeis Indios; y maior en darles al cance; cogieron dos de ellos viuos, porque los otros quatro quiſieron morir primero que rendirſe; era vno de ellos Hermano de Piurome, aquien buſcauan, el qual no pudo menos, que deſcubrir el ſitio, donde eſtaua retirado ſu hermano, llegaron a el en breue, y hallando alos Indios entreteniendoſe en ſus fieſtas, dieron en ellos, que eſtauan deſcuidados, y mataron muchos, y cautiuaron, entre otros, aun manceuo de gallarda diſpoſicion, que en ſu ſemblante, y modo moſtraua bien quien era, y deſpues ſe ſupo, que era Hijo del Cacique Piurome, el qual con buena diligencia ſe eſcapò en vn famoſo cauallo, ſin que pudieſſen darle alcance; con eſta preſſa ſe retiraron los nueſtros pareciendoles, que con ella lleuauan ya aſegurada la paz, que tanto deſſeauan; pero mientras penſauan eſto, penſauan los dos Hermanos Yanequeo, y Quechuntureo muy al contrario, porque con el antiguo deſſeo dela vengança, no ſoſegauan vn punto, traçandola de mil modos; y el primero, que determinaron executar, fue, ganar el nueuo fuerte, que eſtaua ya acabado, y hauia quedado por cabo del el Capitan Chriſtobal de Aranda, Señor, que era del Valle de Antelepe, donde el fuerte ſe hauia fabricado.

Marchò Quechuntureo con ſu gente ſargenteandola Yanequeo, y poniendo fuego alos ſoldados, que eſtauan marauillados del esfuerço, y valor tan ſingular de eſta inſigne muger. acercauanſe ya al fuerte los eſquadrones, reſueltos todos de morir, o alcançar victoria, ſin voluer el pie atras, haſta verla executada, y hauiendo tenido auiſo de eſto el Capitan Aranda, juzgando que era mejor ſalir al encuentro al enemigo, que eſperarle en el fuerte a piequedo; ſalio con veinte, y dos ſoldados, todos tan valientes, y eſcogidos, q̃ aunque los contrarios eran tantos, les parecia, que ellos ſolos eran baſtantes a oponerſeles, y detenerles el paſſo, porque en aquellos tiempos, como los Eſpañoles eran tan pocos, ſe hallaua obligado cada vno a hazer por muchos, midiendo las empreſſas, y hazañas, no con el numero, ſino con el valor de ſus perſonas; ſi bien ſe valian dela ayuda delos Indios amigos, y en eſta ocaſſion no dexarian de ir algunos. antes de partir del fuerte, eſtaua el Capitan animando a ſus ſoldados, y diſponiendo con ellos el modo de pelear con el enemigo, y el que hauian de guardar en todo en aquella ocaſſion, quando llega vn menſajero bañado todo en ſangre, diziendo, que hauia eſcapado por gran ventura (aunque tan mal herido) delas manos de Quechuntureo, q̃ orgulloſo baxaua ya por las faldas dela ſierra, a aquel Valle, reſuelto de lleuarſe el fuerte, o morir en la demanda: con el qual auiſo, apreſurò el Capitan la ſalida, y embiſtio el primero alos primeros, que venian en la vanguardia del exercito; pero afirmandoſe eſtos en ſus picas, le reciuieron en ellas con tan impenetrable reſiſtencia, que aunque peleò con no imitable animo, y valor, le derriibaron en tierra, y alli le hizieron pedaços; lo qual viendo Yanequeo (q̃ no hauia ſido la poſtrera ni mas ler da en jugar las armas) començò a cantar victoria, animando a ſus ſoldados, y diziendoles, animo valientes ſerranos, que es ya vueſtra la victoria, pues teneis en el ſuelo, y muerto ya ala cabeza de vueſtros contrarios, en quien los haueis ya vencido a todos; leuantaron la cabeza clavada en vna pica, para dar mas animo ala gente (aunq̃ le tenia bien ſobrado) y aclamãdo victoria, ſe embrabezian mas, y mas contra los nueſtros; los quales aunque peleauan con ſu acoſtumbrado valor no les valia; embeſtian por vno, y otro lado; pero hallauan ſiempre cerrado el eſquadron de manera, que no parecia poſſible entrarle.

Moſtraconſe dos ſoldados, Pedro Calderon, y Iuan Rubio mas valeroſos, aunque fueron en eſto mas dedichados, porque haziendo extraordinario esfuerço rompieron por vn lado, y entraron dentro del eſquadron; pero los Indios, que no pudieron defenderles la entrada, porque ſu reſuelta determinacion fue mayor, que la reſiſtencia, que le hazian; luego que los vieron dentro, ſe cerraron de manera, que quando viendoſe apretados del enemigo, quiſieron hazerſe a fuera, no pudieron: conque trapaſſados de heridas quedaron alli cõ ſu Capitan; lo qual viendo los demas, y que era temeridad, y deſvario hazer punta a tan aventajada fuerça, ſe fueron retirando a gran prieſſa; y ſiguiendolos el enemigo haſta dos leguas; no quiſieron proſeguir mas el alcãce, ni el dela victoria, como pudieran, dando luego en la villarica (que aſtaua con harto temor de eſto) porque juzgaron por mas acertado aplicarſe luego alli a ſangre caliente a leuantar la gente, que en a quella comarca eſtaua de paz, para embeſtir con maior fuerça a todo; y aſſi lo executaron lleuandoſe por delante maniatados alos, que no querian ſeguirles, quemandoles ſus caſas, y ſementeras, y poniendo fuego por donde quiera, que paſſauan, pero viendo que entraua ya muy aprieſſa, y con gran rigor el hiuierno, ſe retiraron ala tierra, donde para ſu maior ſeguro hizieron vn fuerte, y albarrada, en que ſe recogieron para hiuernar alli Quechuntureo, y ſu Hermana haſta el verano con quatro mil hombres de ſu exercito.

Viendo el gouernador el daño, que eſtos dos Hermanos hazian en toda aquella tierra, no quiſo aguardar al verano para poner el debido remedio, y aſſi deſpachò luego al coronel con buena fuerça de gente, para que fueſſe en buſca de Quechuntureo, como lo hizo, aunque padeziendo indezibles trabajos; por la aſpereza del hiuierno, que tenia robados los caminos; eran grandes los pantanos, venian mayores los Rios, las aguas pepetuas, y los frios, y demas incomodidas inſufribles; pero a todo hazian roſtro los Eſpañoles, con animos invencibles, por no perder la ocaſſion de ſalir con ſu intento, pareciendoles, que los meſmos rigores del tiempo, les hauian de ayudar a ello. Acercauanſe ya al ſitio, donde eſtaua recogido Quechuntureo, el qual luego q̃ lo ſupo, ſalio al encuentro al exercito Eſpañol; aunque viendole tan poderoſo, y pujante, tuuo por mas acertado eſperarle en ſu fuerte, y aſſi ſe retirò a el; ſubieron los Eſpañoles, y començaron abatirlo, y aunque hallaron grandiſſima reſiſtencia, porque los que eſtauan dentro reſiſtian la entrada todo lo poſſible; pero como el fuerte no era de muro, ſino vna alberrada de grueſſos arboles, entraron dentro, y trabaron vna muy reñida batalla. Eſtuuo mucho tiempo dudoſa la victoria, haſta que moſtrandoſe claramente por parte delos Eſpañoles, començaron los Indios aretirarſe; y vltimamente hizo lo meſmo Quechuntureo, aquien dieron alcançe en vna quebrada, donde ſe hauia retirado; el qual viendoſe cautiuo, pidio por merced la vida, ofreciendo en recompenſa, hazer que todos los ſuyos dieſſen la paz. Otorgaronle lo que pedia; y el cumplio con ſu palabra; con que ſe entablò de nueuo la paz con aquellos ſerranos, que començando abaxar dela Cordillera, venian cada dia apoblarſe alos llanos, y con eſto començaron a reſpirar las tres ciudades de Oſorno, Valdiuia, y la Villarica, que hauia diez años que ſe hallauan oprimidas dela guerra, cerrados los caminos al comercio, de manera, que no podial lleuar el ſuſtento dela vna ala otra, ſin immenſos trabajos, y coſta de muchas vidas.

Paſsò el campo el reſto del hiuierno en el valle de Cauillanga, donde vino el Cacique principal a dar la paz, y lo meſmo iuan haziendo otros, llamandoſe vnos a otros con la fama del buen paſſaje, y agaſajo, que hallauan en los Eſpañoles: llegò la voz, y nueua delo que paſſaua, al Cacique Piurome, Señor delos Coiuncos, el qual no pudiendo hallar conſuelo deſde el dia, que le cautiuaron ſu hijo, conſiderandole en priſſion, y duro cautiuerio, ponderando por otra parte, quan dificultoſo era darle libertad, por fuerça de armas, por ver tantos, q̃ iuan dando la paz; ſe reſoluio tambien a darla: embio para eſto vn mẽſajero a pedir al Eſpañol ſaluo conduto, para poder ir en perſona a aſentar el modo, que ſe hauia de guardar en eſto, y hauiendole alcançado; entrò en la ciudad de Angol, donde tratò con el Maeſſe de campo los aſientos de paz, que a entrambos convenian; fue vno entre otros, que le dieſſe libre aſu hijo (aquien ſacando dela cadena, y quedãdo en rehenes otro Hermano ſuyo en ella, ſe le hauian traido paraque le vieſſe) eſſo reſpondio el Maeſſe de campo, no eſta en mi mano, que aunque ella fue la que le cautiuò; depende del Gouernador ſu libertad; pero yo te prometo de negociarlo, con tal que la paz, que prometes, no ſea como la del traidor Catepiuque. Seguro puedes eſtar, le reſpondio el Cacique, de mi fee, y en prendas de ella te prometo, traerlo a tu ſugecion rendido, o ſu cabeza, ſi reſiſtiere, y aſſi con tu licencia me parto a executarlo.

Aſſi lo hizo, y llegando aſu tierra, convocò alos demas Caciques ſus aliados. Turipillan, Rayllanga, Cariguano, Guachapeuque, Talcaguano, y otros, entre los quales vino tambien el ya nombrado Catepiuque, y eſtando todos juntos les propuſo el intento, que tenia de dar de coraçon la paz alos chriſtianos, canſado ya de tanta guerra, pues hauia mas de treinta años, que la ſeguia, con tanta inquietud, y deſaſoſiego, y perdida delos ſuyos. era muy reſpetado de todos eſte Cacique, y aſſi viendoſe reſuelto a dexar las armas, ſe reſoluieron los demas alo meſmo; menos Catepiuque, que o por ſu mal natural, o porque le acuſaua ſu pecado dela traicion cometida, ſe leuantò entre todos, diziendo, que el no venia en lo votado; y procurando atraer aſu parecer alos otros con viuas raçones, que les proponia; ſe puſo Piurome en pie, y teniendo a deſacato la reſiſtencia, y arrogancia del rebelde, le dixo, que ſe hizieſſe a fuera, que con el ſolo las hauia de hauer; y entre los dos ſe hauia de concluir aquel punto, o con la muerte, o rendimiento del que ſalieſſe vencido; no ſe negò a eſte lance Catepiuque, aunque le coſto la vida, porque començando a jugar cada vno ſus armas, lo tendio en el ſuelo Piurome al ſegundo golpe, y cortandole la cabeza, partio con ella a preſentarſela al Maeſſe de Campo, como ſe lo hauia prometido; el qual lo reciuio con grandes hõrras; y ſe hizieron por eſte hecho en el fuerte extraordinarias alegrias, deſpues delas quales ajuſtadas las capitulaciones dela paz, baxaron los Caciques referidos con ſus mugeres, y hijos alo llano, al Valle de Molchen, donde ſe acimentaron, labraron ſus caſas, hizieron ſus huertas, y ſementeras, dando ſeñales, y mueſtras de proceder ſin dobles, ni fingimiento, ſino con la verdad, que aſegurauan ſus palabras, y promeſſas.

CAPITVLO VIII.
Embia el Virrey Don Garcia Hurtado de Mendoza un buen ſocorro, y ſale con el el Gouernador a Arauco, donde tuuo vna muy reñida batalla.

L

Os heredados meritos de don Garcia Hurtado de mendoça, Marques de Cañete, le hizieron juntamente heredero del eſtado, y del officio de Virrei del Perù, q̃ ſu padre D. Antonio hauia tenido, gouernãdo aquel Reyno con tan grãde acierto, y admiraciõ del vno, y otro mũdo, como es notorio a entrambos, cõ q̃ vinieron aſobrar a D. Garcia los proprios de ſus iluſtres hechos, y hazañas (particularmente las q̃ obrò en Chile, ſiendo ſu gouernador) para aumentar la gloria de ſu caſa, y el reſplandor, y luſtre de ſu muy eſclarecida ſangre. Viendoſe pues eſte excelentiſſimo Señor, Virrey del Perù, y acordanoſe de aquel fauorecido Reyno, que hauia ſeruido, como de primeras gradas aſus aſcenſos, y ſabiendo la neceſſidad, que tenia de ſocorro, le embio dos nauios cargados de ropa, municion, y gente, a cargo delos dos famoſos Capitanes, que hauia traido conſigo de Eſpaña, Don Pedro Caſtillejo, y N Peñaloſa, perſonas que hauian acreditado bien ſu gran valor en las guerras de Ytalia, y otras partes de Europa. No es dezibſe lo que eſte ſocorro alegrò, y alentò al Reyno, particularmente al gouernador; por la gran neceſſidad que del hauia; pero no pudiendoſe por entonces, valer del para el intento; que tenia de poblar a Arauco, por ſer ya entrado el hiuierno; repartio la gente en las tres fronteras, haſta que llegò la primauera, quando haziendo reſeña vninerſal, ſe aperciuio la gentes, que parecio mas a propoſito, para la empreſſa, y ſe diuidio en diez Compañias, acargo delos valeroſos Capitanes Don Carlos de Yrarrazabal, Iuan Ruiz de Leon, Iuan de Gumar, Franciſco Iofre, Don Luan Rodolfo, y los ya nombrados otras vezes Cortes, Quiros, Vlloa, Galleguillos, y Auendaño; y marchando el campo, ſe alojò en el Valle de Millapoa, con animo de aſolarle, y ſugetar de eſta vez al indomito Araucano.

Hauia eſte el hiuierno hecho vna fuerte albarrada, para ſu defenſa; y ſabiendo, que el campo Eſpaño hauia ya ſalido, para hazerle guerra, le ſalio al encuentro, con reſolucion de no dexarle paſſar adelante, ni aſentar el pie en ſu tierra, que era lo que tan porfiadamente hauian ſiempre reſiſtido deſde los principios. Orgulloſos ſe iuan acercando entrambos cãpos; quãdo adelantandoſe Reureante, ſe dio ala viſta del Eſpañol, blandiendo por el cuento vna pica de veinte y cinco palmos, y dãdo voces llegò alas centinelas, preguntando por el gouernador porque queria hablarle; hauida licencia entrò por nueſtros Reales moſtrando tal brio, y gentileza (porque era ajigantado, delindo garbo, y talle) que cauſo admiracion a todos los q̃ le veian entar tan confiado, y ſeguro por entre ſus enemigos; y eſtando delante del gouerndor le hablò de eſta manera. Yo Señor ſoy vno delos Caciques Araucanos, que ſe han juntado a defender ſus tierras, la patria, y libertad tan eſtimada; pero acordandome, que mis padres reciuieron muy buenas obras delos chriſtianos; hurtandome alos mios, he querido venir arogarte que te bueluas de aqui, porque no es poſſible, que ganes nada eſta vez, por la fuerça, que trae el Araucano exercito; donde eſtan juntos oy mas de dos mil ſoldados Purenes, Mareguanos, y Araucanos; y ſi los Tucapeles llegan, ſera del todo incontraſtable ſu fuerça, porque vienen juramentados todos de dar primero mil vidas, que rendirſe; eſperante en la cueſta, aquien dio nombre de villagra, la inſigne victoria, que alcançaron alli los Araucanos de eſte valeroſo general, y delos ſuyos. Proſiguio añadiendo muchas raçones, que parece obligauan adarle credito, y tomar ſu conſejo; pero como el del enemigo es ſiempre ſoſpechoſo, no le oyeron; y no queriendo quedarſe entre los nueſtros, como ſe lo offrecian (porque dijo, que el amor dela libertad, y la lealtad ala patria eſtauan primero, que qualquier otra correſpondencia) ſe deſpidio, y voluio aſu campo, al qual hallò muy cuydadoſo de vn cometa, que vieron en el cielo en forma de eſpada del fuego, que les amenaçaua, pero no por ello, perdieron el animos; mas ſe apreſaron ala batalla, haziendo Quinteguan (que era el Capitan general elegido para eſta ocaſion) el acoſtũbrado raçonamiento aſu gente, la qual tenia repartida en compañias, y eſquadrones, a cargo delos famoſos Capitanes Vntete, Quelentaro, Curilemo, Apillao, Nantoque, Naqueando y Rapiguano, Careande, Achiguala, Naualpolo, Quinteguano, y el antiguo, Y anciano conſejero Colocolo, Caciques, todos muy principales del eſtado. Deſpues de electo Quinteguan, ſe voluio a todos diziendoles, q̃ quien quiſieſſe darle algun auiſo, o conſejo, lo hizieſſe luego, q̃ el los oyria de buena gana; però q̃ llegada la ocaſſion dela batalla, no le hablaſſe hombre palabra, por mas experimentado, Y anciano que fueſſe, porque no le oyria; porque no es poſſibles, les dixo, que pueda ſer bien gouernado vn cuerpo por muchas cabezas; y pues haueis querido que yo lo ſea de eſte exercito, ami tocara el mandar ya todos los demas obedecer, haziendo cada vno el deber en el pueſto, que le tocare. Con eſto ſe diſpuſieron para la batalla con grande animo, y coraje; ſin embargo de hauer ſabido de Rareante el que traia el Eſpañol; y que Tucapel ſe eſcuſaua, y no venia como le eſperauan, para eſta ocaſſion.

Marchaua nueſtro campo a toda prieſſa, haziendo todo el daño, que podia por las tierras del enemigo, por donde paſſaua, haſta que llegò a darle viſta en la celebre cueſta de Villagra, donde eſtaua fortalezido; y llegando ala falda de eſte monte, hauiendo diſpueſto el exercito, y ſeñalado a cada qual ſu pueſto, con orden delo que hauia de hazer en la ocaſſion de la pelea, deſſeando todos ſer delos primeros, y oponerſe al maior rieſgo, no conſintio el Gouernador, que ninguno ſe le adelantaſſe a eſte peligro, porque quiſo toda eſta gloria para ſi; y aſſi acompañado de veinte valeroſos reformados, ſubio al primer pueſto del monte, ſiguiendole luego el Maeſſe de campo, el Sargento maior, y los demas Capitanes, y ſoldados. No aguardò el enemigo, que llegaſſen los Eſpañoles alo alto, ſino que al punto, que los lo ſubir, ſe abalançò a ellos, y los ſalio a receuir; y embiſtiendoſe dela vna, y otra parte, con tal animo, y reſolucion como ſino temieſſen el peligro, ni la muerte, ſe començò a trabar vna delas mas ſangrientas batallas, que ha tenido aquel eſtado; acometian los nueſtros por eſte lado y hallando reſiſtencia invencible, embeſtian los otros por el ſuyo; porfiauan aquellos, por romper los eſquadrones del enemigo y eſte ſe defendia, reciuiendolos en las picas, y jugando la caualleria ſus lanças, hiriendoſe los vnos alos otros, tan ciegos de colera, y furor, que con las anſias de vencer, no atendian ala heridas, que receuian en ſus cuerpos era ya mucha la ſangre, que de entrambas partes ſe derramaua, muchos los heridos, que bañados en ella cobrauan mayor coraje, y le ponian alos compañeros, y amigos, que los veian encendiendolos en el deſſeo, y impetu dela vengança; ſalian aſus tiempos los Araucanos ſuccediendoſe vn eſquadron a otro, tan aprieſſa, que parecia nacian de aquellas peñas; con que dauan tal prieſſa alos nueſtros, que no les dexarian poner el pie en el ſuelo; y teniendolos ya muy canſados; començauan a cantar victoria; pero haziendo el Eſpañol el vltimo eſfuerço, acometio al enemigo con tan gran fuerça, que obligo al general Quinteguan aretirarſe, haziendo ſeñal alos ſuyos, a que ſe voluieſſen alo alto aſu albarrada, donde ſe hizieron fuertes, impediendo con eſtraño valor la entrada alos nueſtros, que con incanſable teſſon les hauian ſeguido haſta alli.

Llegando a eſte punto el ya citado Capitan Fernando Albarez de Toledo, cõ ſu Araucana manu ſcripta, dize, que es eſtando los Indios tan fuertes, y impenetrables, que no parecia poſſible romper por ellos, ſe apartò vna eſquadra de veinte Eſpañoles, y embiſtio a ellos con tal animo, y reſolucion, que abrieron puerta, paraque entraſſen los demas, y tuuieſſen el buen ſucceſſo, que luego dirè; y antes de llegar a el, ſera juſto, hagan parenteſis eſtas dos octauas, en que el autor nombra eſtos valeroſos, y esforçados Heroes, dignos de immortal memoria, de cuyos, decendientes, viuen oy muchos que conoſco en Chile, y aſſi los pongo aqui para ſu honor;

El Capitan Don Carlos, Peñaloſa
Thomas Paſten, Diego Arias, y Bezerra
Don Pedro Calderon y el de Eſpinoſa
Luis de Queuas, Quiros, Nicolas Serra
Serrano, Villagrà, Iuan de Mendoza
Don Luis de Eſquibel, Soto, Iuã Guerra
Miguel de Roa, y Iuan dela Cadena
Pero Nuño y Franciſco Saes de Mena.
Aqueſtos Veinte ſon los que embistieron
Por la mano ſinieſtra el fiero aſalto
Y un lienzo por dos partes les rompierõ
cauſando les terrible ſobre ſalto
Al punto ala defenſa les ſalieron
Los contrarios con grito horrendo, y alto
Mas la Eſpañola gente entrò furioſa
Con fuerte pecho, y mano poderoſa.

Abierta eſta percha, y entrada por eſte lado, embiſtio luego el Maeſſe de campo, ſiguiendole gente muy granada, y lucida, por la parte mas alta; y lo meſmo hizeron por otras, otros valeroſos Capitanes, que refiere el meſmo autor en las ſiguientes octauas, las quales añado alas de arriba para honrra de ſus decendientes, y en ſeñal del reconocimiento que debe aquel Reyno a aquellos ſus primeros conquiſtadores.

Siguele en el cruel, y fiero aſalto
Cy al Maeße de campo braua gente
Que del fuerte acomete lo mas alto,
Y mas dificultoſo por la frente
Ninguno de valor ſe halla falto
Con tal brio ſe muestran al preſente,
Que cada qual entiende ſer bastante
A deshazer un muro de diamante
El Capitan vallejo y albarado
Don Alonſo Surita, y ſu ſobrino
Pero Gomez, Duran, y Iuan Hurtado
Con el valor, y pecho que convino
Lope Ruiz, Luys Monte, y Maldonado
Iuan Gudinez, Godoy, Don Benardino,
Del Aguila jufre, que oy tal ſe mueſtra
Con valoroſa eſpada y feliz dieſtra.
Miguel de Silua, Rojas, y Cabrera
Don Lorenzo, Iuan Perez, la Barria
El de Sarria, y Hernandez de Herrera
Tinoco, y el de vargas acudia
Don Iuan Riuadeneira en la primera
Hilera, ſu valor oy deſcubria
Pedro pasten. Azoca, y Iuan Henrique
Cuyos hechos la fama los publique.
De Rodulfo Don Iuan por otra parte
Entrò con otra vanda de guerreros
Paſſando foſo, muro, y valuarte
En la plaza ſalto de los primeros
Delante de los ſuyos, qual vn Marte
Moſtraua al enemigo los Azeros
Del juuenil furor y la brabeza
Delanimo gallardo, y fortaleza.
Siguele a queste dia el de Gaete
Don Gabriel, Morales, y Bufardo
Miranda, Simon dias, y Alderete
Vrbanega, Cisternas, y Guajardo
Amador Arias con valor ſe mete
Mostrandoſe cruel, Brauo, y Gallardo
Verdugo ſalazar, Iuzon, Sargento
Con muchos, que pudiera y no los cuěto.

Eſtos fueron los que mas ſe ſeñalaron eſte dia, y hallandoſe ya dentro de la eſtacada, hazian grande riza en el enemigo, aunque eſte no por eſſo ſe rendia, cobrando cada vez nueuos alientos con el animo que les ponia Quinteguan, acudiendo ſolicito a vna, y otra parte, y repitiẽdoles alos ſuyos muchas vezes los motiuos de ſu defenſa, de ſu libertad, y de la patria, trayendoles ala memoria la glorioſa victoria, q̃ por la meſma cauſa hauian tenido otras vez los Araucanos en aquel meſmolugar, y delos meſmos Eſpañoles: cerrauan los Indios con eſto los dientes, reſueltos a morir, o vencer, deſpreciando la vida, porque la juzgauan de ninguna eſtima, ſi fueſſe para viuir ſugetos, ſin goçar, dela amada libertad, que tanto eſtimauan; entrauanſe por las lanças, ſin atencion al peligro: los nueſtros, que no menos le deſpreciauan, hazian lo meſmo hiriendo a vnos, y matando a otros a gran prieſſa, veianſe muchos dela vna, y otra parte teñidos en ſangre, lo qual encendia mas el fuego de ſus coraçones; ſi bien la victoria no ſe moſtraua por ninguno, haſta que el Gouernador haziendo el vltimo esfuerço, con ſus veinte reformados, acometio con tan extraordinario valor, que cobrando nueuos alientos nueſtra gente, tuuo dicha de herir malamente por tres partes al general Quinteguan, el qual faltandole primero los alientos dela vida que los de ſu invencible valor, y fortaleza, aunque dando traspies con las anſias dela muerte, acudia a vnos, y a otros a darles animo, haſta que finalmente dio en tierra, ahogado en ſu meſma ſangre, q̃ a borbollones derramaua de ſu cuerpo traſpaſſado de heridas; con q̃ comẽço a desfallecer, y ſe rindio el cuerpo del exercito, faltandole ſu cabeza, no de otra ſuerte, que acontece al humano, cortandoſe la ſuya; y a vn loçano, y hermoſo arbol, llegando la ſegur aſu raiz. Delos nueſtros, murio, entre otros en eſta batalla, vn Cauallero Portugues del habito de Chriſto, valeroſo ſoldado, que iua en la delantera, expueſto ſiempre al mayor rieſgo. No acaban de encarecer los que ſe hallaron en eſta refriega, el teſſon, y conſtancia, con que los Araucanos ſe portaron en eſta ocaſſion, moſtrando ſu valor los que alli murieron, aun quando eſtauan para eſpirar, bregando juntamente con la muerte, y con los, que ſe la dauan, haſta la vltima reſpiracion. Quedò el campo, y la victoria por el Eſpañol, y marchando para el valle de Arauco, baxaron por el de Chibilingo, de donde fueron reconocidos dela armada Real (que el Virrey hauia embiado acargo de Lamero de Andrada, y el Almirante Herrera, a reconocer las coſtas de Chile, por la nueua, que hauia corrido de que el Yngles hauia paſſado el eſtrecho a infeſtarlas) y para hazerles fieſta, y ayudar a celebrar tan gran victoria, enarbolaron vanderas por las gauias, llenandolas de gallardetes, y tendiendo paueſadas; ſonando los clarines diſpararon la artilleria, y hizieron ſalua Real alos vencedores. Y pues ſe han nombrado arriba muchos delos que mas parte tuuieron en eſta victoria; ſeria agrauio, no hazer lo meſmo alos veinte reformados, que anduuieron al lado del gouernador, y tanto ſe ſeñalaron en el principio, y fin dela batalla, delos quales (aunque no de todos y por eſſo tan poco podre yo referirlos) haze mencion el meſmo autor de arriba en eſta octaua que dize aſſi.

Franciſco ſon. y Alonſo de Riueros
los que le ſiguen oy con el de Iuna
Lorenzo de Bernal y Iuan Rieros
En quien Iamas ſe hallo tardãza alguna
Cordoua, Caſtillejo, aunque poſtreros
Fueron en el ſalir; llegan a una
Con ellos Don Antonio Brito, y Rezio
Aquien la fama ha dado honroſo precio

Quedaron el Gouernador, y todos los ſoldados con eſta tan inſigne victoria con nueuos alientos, y muy animados a rendir de eſta vez, y ſugetar el eſtado, y a todos los demas Indios aliados, para lo qual començaron luego a diſponer lo que dira el capitulo ſiguiente

CAPITVULO IX.
Fabricaſe el fuerte de Arauco, hazen junta los Araucanos, para ganarlo, y dan la paz.

T

Res veces hauian los nueſtros leuantado fuerte en el Valle de Arauco, y otras tantas les hauia obligado a deſpoblarle, y deſalojar el ſitio, el indomito furor, y porfiada reſiſtencia delos Caciques, y gente, que le hauitaua; pero eſta vez parece, que la buena ſuerte dela victoria referida aſeguraua mas las eſperanças de poderle conſeruar; y aſſi ſe aplicaron luego a labrarlo; no en el ſitio antiguo, ſino en la punta del Valle, de que era Señor el Cacique Colocolo, junto al mar, en vna hermoſa, y muy alegre playa para poder entrarle ſocorro, ſin que el enemigo (que no tiene fuerça ninguna en el mar) pudieſſe impedirle. acabaron el fuerte dentro de poco tiempo, de manera, que pudo aſegurarſe en el nueſtra gente, y ſalir de alli alas frequentes, y continuas malocas y correrias, que ſe hazian alos Indios, que retirados delos llanos viuian, o por dezir mejor, morian en los montes, aſſi por eſtar en ellos deſterrados de ſus pueblos, y tierras; como por la rabia, que tenian de ver en ellas aſus enemigos, Señores ya delo que tanto tiempo hauian defendido de ſu violencia, y poder. eſta conſideracion los abraſaua a todos enſaña, y deſſeo de vengarſe, y en particular a Colocolo, que era el Señor del Valle Araucano; y aſſi deſpachò luego ſus menſajeros alos demas Caciques ſus vezinos, encomendandoles la breuedad en juntarſe, para tratar del eficaz remedio de tan graue mal; ſeñalando el ſitio, que era la ribera de Curilemo, donde eſperaua a toda ſu gente con el acoſtumbrado agaſajo (que ſuele ſer entre los Indios el ſeñuelo para ſus juntas, no ſolo para la guerra, ſino para qualquiera otra coſa, que ſe ha de hazer entre muchos) y es el tenerles aparejado mucho, que beber; que lo que es para comer, no tienen tan deſpierto, y anſioſo el apetito, ni ſe les da mucho por eſto, como no falte eſſotro.

No fue meneſter muchos ruegos, para ſalir los Caciques al llamamiento de Colocolo: dentro de nueue dias, que fue el termino propueſto, ſe guntaron en el lugar, y ſitio ſeñalado, Andalican, Colcura, Chibilingo, Laraquete, Longonabal, Millarapue, Curilemo, Vntete, Curaquilla, Quiapo, Leuopia, y Naualguala, y otros muchos, y deſpues de hauer bebido lo que baſtaua para encender el militar furor, y eſpiritu belico, leuantandoſe Colocolo en medio de todos, les hablò de eſta manera. [ocioſa coſa es valientes Araucanos, declararos el finde aqueſta junta, quando la verguença, y confuſſion de mi cara, eſta hablando, y publicando a voces la de mi coraçon; ni es poſſible que me oyga ninguno, que no ſienta lo meſmo; viendonos deſterrados de nueſtras tierras, y Señor de ellas al que lo ſerà mañana de noſotros, de nueſtros hijos, y mugeres, con ignominia del nombre Araucano, ſi antes no lo remedia vueſtro valor, heredado delos que jamas conſintieron tal befa, y oprobrio, como el que padecemos. Que es eſto, valeroſos Araucanos? Quien tal dixera? que es poſſible que podamos tener vna hora de repoſo mientras no vengamos eſta afrenta? que venga de fuera el eſtrangero, y nos heche de caſa? y que no hauiendo ſugetadoſe a eſto ninguno de nueſtros antepaſſados, lo hemos de conſentir los preſentes? que ha de dezir el mundo? que la ſangre de nueſtros maiores ha degenerado en nueſtras venas? Que os detiene? el temor dela muerte? pues delos dos males, no es el menor, morir, que no vernos afrentados, y hechos eſcarnio delas gentes? no lo permita el cielo, que yo de mi parte ſalir quiero luego al punto ala vengança, y ſino lo he hecho antes, ha ſido ſolo por librar en vueſtro conſejo, ayuda, y valentia el mejor acierto; pero dado caſo, que ſintais lo contrario, ſaldre ſolo con mi gente, aunque pienſe perecer con toda ella, que menos mal es perder el eſtado con la vida, que paſſarla en afrentoſa ſugecion, y ſeruidumbre, o entre los brutos animales, y encinas de eſtos montes.

Apenas acabò Colocolo ſu raçonamiento, quando leuantandoſe Longonaual, y cogiendole del braço, començò el ſuyo dando principio con alabar, y engradecer ſu gran valor, y honrados penſamientos; pero no es tiempo, dixo, por aora, de tratar de eſto; ni pienſo que ſera nunca neceſſario, porque ſegun la experiencia ha moſtrado no pueden conſeruarſe los Eſpañoles ala larga en eſte ſitio tan apartado del abrigo dela ciudades; o ſi no, dezidme, que fuerte delos que haſta aora han hecho, le han podido conſeruar a la larga? digalo el de Puren, el dela Trinidad el del Eſpiritu Santo, diganlo los tres, que han leuantado en eſte valle; no es tã facil tal vez conſeruar la fortaleza, como ganarla, y es muy facil leuantarla de nueuo; pero el ſuſtentarla, pide mucho; dexemoslos por aora, que ſe hallan tan ſuperiores con la victoria, q̃ han tenido el Tiempo, y hambre nos vengarà, y los harà ſalir abuſcar de comer, como lo han hecho otras veces; en el interin, Que caſas, Que poſſeſſiones nueſtras eſtan goçando? pues antes de partirnos lo dexamos todo abraſado haſta los meſmos sẽbrados? que noſotros en nueſtras tierras nos eſtamos, y con vna paciente eſpera, y ſufrimento haremos mejor nueſtro hecho en la primera ocaſſion, que no dexarà de darnos la fortuna; que en los buenos ſucceſſos, y victorias, mas parte ſuele tener la buena maña, y prudencia, que la mayor fuerça, y apreſuracion. Dexemos deſcuydar alos criſtianos, tratando con ellos de medios de paz; pero eſtando ſiempre ſobre auiſo, y aperceuidos para la ocaſſion, eſte es mi parecer; pero ſin embargo, ſi la mayor parte determina lo contrario, porque no le entienda, que me mueue cobardia: yo ſere el primero acometiendo en la delantera al enemigo.

Oyò con guſto Chibilingo a Longonabal, haſta que propuſo el tratar de medios de conveniencia, y paz, que entocando eſte punto, ſe leuantò diziendo: de eſſo no ſe trate, que el Araucano no eſta hecho a ſeruir, y eſtar ſugeto, que partido podremos ofrecer, que nos eſte bien? o aque medio ſalir, que ſi haze a nueſtro propoſito, nos lo cumplan? no Señores, yo no eſtriuo en eſto, ſino como Colo colo en los aceros de mi lança, y valor de mi braço; bien que juzgo, que no ſe embiſta luego, andemonos retirados por los montes haſta ver deſcuydados los chriſtianos, que no dexaran de eſtarlo en algun tiempo y mas viendo, que no los buſcamos; eſte es mi parecer, y en el mecierro. Lo contrario ſintieron Leuopia, Curaquilla, y Quiapo, los quales ſe moſtraron inclinados con Longonabal a que ſe trataſſe de medios de paz, ſobre lo qual huuo tan opuestos pareceres, que ſe començaua ya a encender vn grande fuego, y huuiera ido muy adelante, ſi no ſe huuiera pueſto de por medio el anciano Colican, aquiẽ por ſus canas, autoridad, y prudencia todos reſpetauan, y aſſi ſe comprometieron todos en el, ſujentandoſe a executar loque el determinaſſe; en cuya conformidad, eſtandole todos oyendo con grande atencion, y reuerencia, leuantò la voz, y les hablo de eſta manera.

Non es raçon nobles Araucanos, que demos lugar a diferencias, quando nos mueue vn meſmo fin a todos, y todos vamos a vna en el deſſeo, y determinacion de reſtituirnos a nueſtros valles, y hechar de ellos a nueſtros enemigos: lo que importa es que ajuſtemos los medios, de manera, que nos eſte bien a todos: oydme que yo eſpero componer eſta diferencia de tal ſuerte q̃ todos lo aprobeis. El tratar abſolutamente de la paz, no lo apruebo; ni tanpoco el cerrarnos tan del todo, q̃ no le demos ningun lugar; el medio termino es el que conviene, y nos eſtà bien. Demos todos la paz; menos Chibilingo; eſte quede fuera, para que nos quede abierta eſſa puerta para la ocaſſion, que ſe offreciere, que los que quedaren dentro, podran ſeruir de eſpias, para dar aſus tiempos los auiſos, para reſoluer, y determinar lo que mas convenga; y dandonos la mano los vnos alos otros, aſeguraremos el hecho, que pretendemos, y la execucion del fin, que deſſeamos. Todos ſeleuantaron, aprobando el prudente conſejo, y parecer de Colican, y aſſi ajuſtando luego los medios, que ſe hauian de proponer al Eſpañol, para eſte efecto, eligieron para la embajada a Curaquilla, cuyo talle, y condicion, parece, que era el ſobre eſcrito dela falſedad, y doblado trato, que tenian en ofrecer la paz, porque era eſte pequeñuelo, contrahecho, y Corcobado, hombre de poca verdad, y cabiloſo, el qual partio acõpañado de otros quatro, y hauiendo llegado al fuerte, hauida licencia, entrò, y tratò los puntos dela paz ſegun la comiſſion, que para ello lleuaua.

Reciuiolos el gouernador con buen agrado, pero como tan prudente, y experimentado, reſpondio, que en quanto a admitir los medios de paz, le hallarian ſiempre muy prompto, como baxaſſen en perſona los Caciques a jurarla; que de otra manera, no la admitiria, ſino que los perſeguiria haſta borrar ſu nombre de toda la tierra; porque la experiencia le hauia ya enſeñado, moſtrando la doblez de ſus pechos, quan poca eſtabilidad tenian en cumplir lo que prometian; que ſi ſe reducian alo que era raçon, les ofrecia de ſu parte muy buen paſſaje, con perpetuo oluido delo paſſado, que reformaria los tributos con la taſsa que pondria para que no fueſſen obligados a pagarlos ſino con gran moderacion; y que les daria algunos delos priſſioneros, que tenia, y hallarian en el toda buena acojida, ſeguro, y defenſa, contra ſus enemigos. Con eſta reſpueſta voluio Curaquilla, y todos la abraçaron con buena voluntad; baxaron los Caciques, juraron la paz, ajuſtaron los medios de conveniencia para entrambas partes, començaronſe a moſtrar domeſticos, y humildes, entrando, y ſaliendo entre los Eſpañoles, como corderos los que poco antes ſe moſtrauan tigres, y leones; ſi bien no dexauan de ſerlo en ſus coraçones, que eſtos no los hauian mudado, ſino ſolamente la piel para hazer mejor ſu hecho. quedo fuera Chibilingo, el qual dio fuego a quanto tenia en ſu tierra, y ſe retiro alos montes, conforme alo concertado.

Deſde el Rio de Leuo, que es el vltimo termino de Arauco y principio de Tucapel, quedò todo de paz; en la qual no vino el meſmo Tacapel, Puren, y Mareguano, los quales ſe puſieron en armas reconociendo, que ſe hauian de voluer contra ellos ſolos las delos Eſpañoles. partiaſe en eſte tiempo la armada al Perù, y aſſi determinò el Gouernador embiar en ella al Maeſſe de campo, que era el ya nombrado Alonſo Garcia Ramon, a que lleuaſſe al Virrey las buenas nueuas del eſtado, en que eſtaua ya el Reyno, con las victorias, y buena ſuerte, que en el hauia dado Dios alas Reales armas, paraque, con eſſo ſe alentaſſe ſu excelencia a embiar nueuos ſocorros, para poder entrar en Tucapel, como ſe pretendia. Partio la armada, y para contentar, y tener guſtoſa ala milicia; ſe encargò al Dotor Mendoça, y al Capitan Venauides, Caualleros entrambos de gran ſuerte (que deſpues fueron corregidores, y tenientes de Capitan general en la ciudad de Santiago, y la gouernaron con grande lucimiento, acierto, y prudencia) que ſocorrieſſen al Real exercito, como lo hizieron, con la mayor ſatisfaccion, que ſe pudo, y credito de ſus iluſtres perſonas, cuvos decendientes honrran oy aquella republica con el debido luſtre de ſus muy principales caſas, y familias.

CAPITVLO X.
Tiene el Gouernador vna buena victoria en Tucapel, reuelanſe los Araucanos, y acaua D Alonſo de Sotomayor ſu gouierno.

E

L generoſo coraçon, y alentado Eſpiritu del famoſo, y gran Sotomaior, no cabia dentro dela esfera delas buenas ſuertes, que Dios le iua dando contra ſus enemigos en aquel Reyno de Chile; y con el deſſeo, y anſias, que tenia de verle ya ſugeto todo aſu Mageſtad, y ala de ſu Rey, para aumento de ſus coronas, y gloria dela fee; no quiſo aguardar el ſocorro del Perù, para entrar en Tucapel, que era lo que entonces daua mayor cuydado; ſino que dexando ſufficiente fuerça en el caſtillo de Arauco, y por caſtellano del, y Gouernador delas armas al Capitan Franciſco de Riueros (de cuyo valor pudo hazer la confiança, que de ſi meſmo) ſe reſoluio de ſacar docientos Eſpañoles, y juntando con ellos los Araucanos, que hauia de paz, hazer vna entrada, como la hizo, en aquel Valle. no pudo ſer eſta reſolucion tan ſecreta, que no llegaſſe a entenderla Pailaeco, Señor de aquella tierra; el qual luego al punto embio ſus menſajeros a Ongolmo, Ylicura, Pelmayquen, Puren, y Mareguano, a pedir ſocorro para ſu defenſa; pero a penas ſe hauian juntado algunos en Pailàtaro, que era el lugar ſeñalado para la junta, quando llegaron varios menſajeros, que Leuo, aunque hauia dado la paz, les deſpachò a gran prieſſa, paraque les auiſaſſen dela que lleuaua el Gouernador, para ſus tierras, a donde llegaria muy preſto.

No hauia llegado a Pailataro toda la gente, que ſe eſperaua, pero ſin embargo moſtrandoſe muy en ſi Pailacco, y ſin turbacion ninguna, dio en eſte ardid: apartò de entre toda ſu gẽte, ſolos cien ſoldados, y hizo, que ſe emboſcaſſen en vna montaña todos los demas, para que quando los Eſpañoles llegaſſen, penſaſſen, que eſtauan deſcuydados, y oluidados dela guerra; aſſi lo hizieron, y viendo, que ſe acercaua ya el campo Eſpañol, hizo tocar arebato, como quien ſe hallaua ſin prevencion, para aquel lance; juntò ſus cien hombres, formò con ellos ſu eſquadron; y aſſi eſpero a pie quedo alos Eſpañoles; los quales viendo tan poca gente, teniendola ya por ſuya, acometieron a ellos, no como quien llega atrabar batalla; ſino como quien llegaua amaniatarlos como a cautiuos, porque no pudieron llegar a entender nada dela emboſcada; pero Pailaeco, que tenia ſeguras las eſpaldas, haziendo reſiſtencia alos primeros encuentros; ſe fue retirando con ſu gente hazia el monte, como quien ſe iua a reparar, y a defender de ſu aſpereza; los Eſpañoles, que penſauan, que eſtos huyan, embeſtian con mas fuerça, para cogerlos, antes que ſe valieſſen del boſque. Llegauan ya junto a el, quando dos Indios delos ciento, que eſtauan prevenidos para el intento, ſe apartaron del eſquadron, como quien huye, pero ala verdad para dar auiſo alos compañeros, y hazer, que ſalieſſen para hazer ſu hecho.

Lleuando pues de vencida los Eſpanoles alos Tucapeles, ſalieron del monte, como fieras, ſus compañeros, y como quien venia de refreſco embiſtierõ cõ tan grãde furia, que baſtaran a aterrar al valor mas audaz, y valeroſo pecho; pero aunque era tan grande el que ſacò Tucapel del boſque, y ſoto, donde eſtaua eſcondido, era en fin Mayor el que hallò para ſu reſiſtencia, y total ruina. Porque el gran ſotomaior ſin alterarſe vn punto con tan inopinado ſucceſſo, como el que veia antes con increible reportacion, juzgando, que era peligroſo, oponerſe a aquel impetu, que era como Rio, que ſale de madre; valiendoſe dela meſma aſtucia del enemigo, hizo, que ſu gente ſe retiraſſe, como quien huia del furor del enemigo; el qual juzgando que verdaderamente huian, y que no era induſtria, y arte, para ſacarlos, y apartarlos dela montaña; los ſeguia a gran prieſſa, por alcançarlos. Huian los Eſpañoles tanto mas veloces, quanto lo eran los Tucapeles en ſu ſeguimiento, y alcançe; pero quando los vieron ya en lo llano, y a buena diſtancia delos montes, reuoluieron ſobre ellos con tal reſolucion y gallardia, que quedaron aſuſtados, como quien no eſperaua, ni temia tal ſucceſſo; con eſto començaron atrabar batalla, moſtrando de entrambas partes los acoſtumbrados animos, y valor. Derramauaſe mucha ſangre, porque eran ya muchos los heridos, apellidauan eſtos victoria por ſu parte, y aquellos hazian lo meſmo por la ſuya, quando parece Pailaeco todo cubierto en ſangre, y tan mal herido, que dentro de muy poco cayò muerto, con otros nueue Capitanes, que andauan con el; con que dandoſe ſu gente por vencida, por verſe ſin ſu cabeza; ſe retirò a vn pantano, donde ſe defendio delos Eſpañoles, haſta que por ponerſe el Sol, y viniendo la noche; no pudieron eſtos ſeguir mas la victoria; y aſſi ſe baxaron al llano, donde arruynaron, y deſtruyeron las caſas, y los ſembrados de los Indios; y de alli ſe retiraron al fuerte, victorioſos, dando a Dios gracias, por tan buena ſuerte, como la que les hauia dado de ſus enemigos.

En eſte tiempo los Araucanos, como no eſtauan criados en ſugecion; Viuian impacientes de baxo del yugo, que veian ſobre ſi, obligados a ſeruir alos Eſpañoles; y aſſi no penſauan en otra coſa, que en reſtituirſe aſu libertad; traçando, para eſto, varios modos; ſin reparar en el peligro, en que ſe ponian; y teniales tan ciegos eſta paſſion, que ſin embargo de varios caſtigos, que ſe hazian en los que hallauan culpados en las reueliones, que intentauan; cortandoles las manos, y colgandoſelas al cuello, y otros atroces eſcarmientos, que les hazian; quedauan tan en ſus treze, y ſin moſtrar ſentimiento, como ſi fueran del todo inſenſibles; muchos de ellos pagauan con la vida, otros en dura priſſion, ſu atreuimiento, y la libertad, y deſcompoſtura, con que ſe portauan con los Eſpañoles; haſta que vltimamente deſcubierto el animo, y intento, que tenian de reuelarſe (lo qual deſcubrio vno de ellos, que eſtando para ſer juſticiado, pidio el baptiſmo, y antes de morir declaro todo lo que paſſaua) ſe leuantaron de hecho, y ſe fueron alos montes, de donde los Eſpañoles los perſeguian con perpetuas malocas, y entradas, que hazian prendiendo, y cautiuando muchos de los principales.

Entre otros, que prendieron, fue vn moço de gallarda diſpoſicion, que examinado, quien era? no pudo en cubrir, ſer hijo primogenito del viejo Colocolo y heredero de ſu eſtado; el qual era de buena inclinacion; y aſſi viendoſe preſſo y cautiuo, con ſu muger; ofrecio alos Eſpañoles, que queria tomar la mano con ſu gente, y hazer que de vna vez dieſſen la paz, con animo ſincero, y de coraçon para no romperla mas; para eſto embio vn menſajero, que de ſu parte hablaſſe aſus vaſallos, aſegurandoles, que ſino venian en lo que les proponia; no le hauian demirar ya como a Señor, ſino como a verdugo, y cruel açote, q̃ hauia de ſer de todos ellos en fauor delos chriſtianos. Partio el menſajero; pero hallando gran reſiſtencia en los Indios, no pudo negociar nada con ellos. Tardaua ya mas delo que convenia, lo qual conſiderando Millayene muger de Colocolo, temiendo como muger, y que amaua, el graue daño, que dela tardança, o mal deſpacho del menſajero, ſe podia ſeguir aſu marido, y de recudida a ella, que eſtaua con el en la meſma priſſion; ſe llegò a el, y laſtimada de verle en la cadena, le pidio licencia, para ir en perſona, a ablandar el duro pueblo, que eſtaua empedernido y obſtinado en ſu rebeldia; y ſi con mis raçones, dixo, no ſe ablandare, yo ſere la primera que me buelua contra ellos, pues eſtiman mas ſu libertad, que la de ſu Señor; pondreme de parte delos chriſtianos, y ſere la guia de ſu exercito, para caſtigar la deslealtad, y deſobediencia que han mostrado nueſtros baſallos.

A penas acabaua Millayene ſu raçonamiento, quando llega el menſajero, haziendo verdad todo lo que ſe ſoſpechaua, y temia; porq̃ el pueblo belicoſo reſpondio, que no tenia remedio; que primero querian perder las vidas, que la libertad; que pues la deſdichada ſuerte de ſu Señor lo hauia pueſto en tan dura priſſion, como dezian, moſtraſſe en ella valor, y ſufrimiento, como coſa tan propria de ſu ſangre, en ſemejantes golpes de fortuna; que lo que ellos harian, como leales vaſallos ſuyos, ſeria, no perdonar trabajo, ni peligro haſta perder las vidas, por la vengança del mal, que le hizieſſen. Hauiendo entendido eſto Colocolo, inſtigado de ſu muger, y de ſu ſentimiento, y dolor, ſe voluio de parte delos chriſtianos, prometiendo al gouernador de ſer cuchillo, y açote delos ſuyos en cumplimiento dela palabra, que le daua de aſiſtirle, y guiar ſu exercito, para los mayores aciertos delo que pretendia; y aſſi lo cumplio, ſiendo de alli adelante fieliſſimo amigo delos Eſpañoles, y ayudandolos a conſeguir muchas victorias, que no refiero en particular, porque baſtan las referidas, para, que de ellas ſe colija el valor indecible de eſta gente, y el de el gouernador Don Alonſo, que tan ſuperior ſe moſtrò a todos ellos, poniendoles el yugo al cuello y teniendolos arraya, por mas que bramauan y crujian los dientes de baxo dela fuerça, y poder de ſu invicto braço; el qual no contento de tenerlos deſtruidos, y arrinconados ya; y deſterrados por los montes alos que quedauan; paſsò a Tucapel con intento de hazer alli lo meſmo; pero atajole Dios los paſſos por entonces, embiando vna cruel peſte de viruelas, que fue muy general en toda la tierra, con que huuieron de ceſſar las armas dela vna y otra parte, atendiendo cada qual aſu remedio, ſi es que la muerte, que lo barria todo, les daua lugar a ello.

Añadioſe a eſte trabajo otro, no de poca conſideracion, y fue, de hauerſe pegado fuego al fuerte, y caſtillo de Arauco tan terrible, que lo conſumio; pero hauiendole reedificado el Gouernador trabajando en perſona con los demas Capitanes, y ſoldados, baxò ala ciudad de Santiago; donde, aunque el Maeſſe de campo hauia buelto ya del Perù con vn buen ſocorro de gente, que importò harto para las buenas ſuertes, que tuuo en Arauco; no le parecio conveniente hazer nueuas entradas; conſiderando el eſtrago, que hauia hecho la peſte; en el exercito, y la poca fuerça, que le quedaua, para proſeguir con ſus empreſſas; particularmente la dela conquista de Tucapel; que es la que entonces le daua mas cuydado; con eſta conſideracion, juntando toda la ciudad acabildo abierto, les propuſo el penſamiento, que tenia de bajar en perſona al Perù, para ſolicitar con ſu preſencia vn buen ſocorro, con que voluer para ſugetar a Tucapel, y lo demas, que en Chile quedaua por conquiſtar. Huuo varios pareceres ſobre lo ꝓpueſto; y vltimamẽte ſe reſoluio a ir, como de hecho fue; pero llegando al Callao, y auiſando de ſu llegada el Virrey, le embio orden ſu excelencia que ſin ſaltar en tierra, ſe voluieſſe luego a Chile, donde tan neceſſaria era ſu perſona, y preſencia; y q̃ ſi tenia algo, q̃ informar; lo hizieſſe por eſcrito. Aſſi lo hizo, dando en vn papel raçon del Reyno de Chile, del eſtado, en que lo dexaua, y los motiuos, y fin de ſu venida.

Quedò el Virrey tan convencido, y pagado dela cordura, prudencia, y eficacia, que el Gouernador moſtrò en ſu eſcrito, que al punto embio orden, no ſolo paraque ſe deſembarcaſſe, ſino paraque ſe le hizieſſe vn grande receuimiento, ſaliendo a ello la Ciudad, y cabildo: llegò el Gouernador a palacio, y antes, que ſe apeaſſe del cauallo, ſalio ſu excelencia haſta la puerta a receuirle como lo merecia por ſu perſona, y pueſto; hizole extraordinarias honrras, como quien ſabia bien por experencia, por hauerlo tocado con las manos, los quilates delos ſeruicios delos Gouernadores de Chile, y delos demas, que ſiruen en aquella milicia; y lo mucho que valen, y deben eſtimarſe; pues demas de los peligros dela vida, que ſon comunes en qualquiera guerra; han ſido muy particulares en la de aquel Reyno, los trabajos, y incomodidades en el veſtir, dormir, y comer, o por mejor dezir, en la deſnudez y hambre, que han padecido los ſoldados, de que ſe pudieran hazer muy largas, y laſtimoſas relaciones, porque es coſa increible lo que han padecido, y aun padecen haſta oy aquellos fieliſſimos baſallos de ſu Mageſtad, acriſolando ſu valor, y ſufrimiento con la perpetuidad, y larga duracion de ſus penalidades, porque los que vna vez aſſientan plaça en aquella milicia; es para embejezerſe, o morir en ella. Siempre que me viene ala pluma eſte punto, la detengo con violencia, y dificultad, por la dilatada esfera, que eſta materia le offrece; porq̃ lo he viſto con mis ojos, y tocado con mis manos, y laſtimadome muchas veces de ver ſeruicios de tanta fineza, y lealtad; y que pocas vezes tendran exemplares en las hiſtorias, con tan improporcionado premio, por eſtar tan lexos, y apartados de donde ſe reparten, pero remitamos eſto aquien toca, y vamos adelante, con la hiſtoria.

Hauiendo hallado el Gouarnador el buen deſpacho, que deſſeaua, y tratando ya de hazer gente, y apreſtar todo lo neceſſario, para ſu buelta a Chile, llegò nueua del ſucceſſor, que ſu Mageſtad le embiaua, y que a el le llamaua, para honrrarle, como merecian ſus grandes ſeruicios, empleandole en otros pueſtos, que requerian ſu gran valor, y experiencia. y con eſto entregò el baſton a Don Martin Garcia Oñez, y Loyola, de quien hablaremos en el capitulo ſiguiente. gouernò a Chile en la auſencia, que hizo Don Alonſo de Sotomayor, el licenciado Pedro de Viſcarra, aquien el meſmo dexò nombrado para ello; el qual acudio ala obligacion de ſu oficio con la ſatisfaccion, que ſe eſperaua; aunque no tengo noticia por menor delas coſas, que en ſu tiempo ſuccedieron, y aſſi es fuerça remitirme en eſto, como lo he hecho, y lo harè en muchas otras coſas, a quien las eſcreuira con mayor acierto, por eſtar donde ſe hallaran largas relaciones, y informaciones de todo.

CAPITVLO XI.
Comienza el gouierno de Don Martin Garcia, Oñez, y Loyola.

D

On Martin Garcia Oñez, y Loyola, cauallero del hauito de Calatraba, iluſtre guipuzquano. Digno fruto, y cabeza dela eſclarecida caſa de Loyola, (mucho mas iluſtre en nuestros ſiglos, que lo fue en los paſſados, por el nueuo luſtre, y reſplandor que la ha dado aquel belliſſimo ramo, que nacio de eſte generoſo tronco, para coronarle con las ojas de oro, y precioſiſſimos frutos de tan rara ſantidad, virtudes, y heroicas hazañas, como las que el vniuerſo mundo admira en mi gran patriarca San Ignacio) tuuo por muger a vna Señora de ſangre Real, hija del Rey, y Monarca del Perù Doña Beatriz Coya, cuyos eſclarecidos decendientes ſon oy Marqueſes de Oropeſa, y poſſeen la caſa de Loyola. A eſte Señor hizo merced la Mageſtad de nueſtro Catholico Rey del gouierno de Chile a donde paſsò en ocaſſion, que ſu anteceſſor Don Alonſo de Sotomayor hauia bajado al Perù, y eſtaua en la ciudad delos, Reyes haziendo gente para voluer con ella a Chile, como queda dicho en el capitulo paſſado. Tomò puerto en valparaiſo, y en la ciudad de Santiago fue receuido con la ſolemnidad, y regocijos, que en ella ſe acoſtumbran hazer aſus preſidentes, y gouernadores; y eſte Señor los merecio muy particulares, porque fuera de los dotes de nobleza heredados de ſus antepaſſados, era en ſu perſona apacibiliſſimo, prudente, de grande ingenio, y traça, de lindo talle, bien diſpueſto; y tan agradable que parece que con ſu llegada a Chile le dio nueua vida, y alientos por los buenos dictamenes, con que entrò de acabar aquella conquiſta, valiendoſe para ello delos medios de ſuauidad, y buena traça; mas que delos dela fuerça, y rigor; a que no ayudaua poco la llegada dela gouernadora ſu eſpoſa, que poco deſpues le ſiguio, y llegando a Santiago, fue reciuida con la meſma ſolemnidad, fieſtas, y regocijos.

Deſembaraçandoſe el gouernador de Santiago lo mas preſto, que pudo; ſubio luego alas ciudades de arriba. que eſtan deſde la Concepcion para adelante; publicãdo por todas partes el deſſeo, q̃ lleuaua dela paz, con lo qual, corriendo eſta voz por las tierras del enemigo, començaron a venir de varias partes los Caciques a ofrecerla; moſtrando gran guſto con ſu venida. Embiaua ſus menſajeros alos que la reſiſtian, ofreciendoles todo buen paſſaje, ſi de grado ſe reducian; dandoles la palabra de moderar los tributos, de manera que eſtuieſſe bien a entrambas republicas, de los Eſpañoles, y delos Indios; y pudieſſen conſeruarſe, y viuir contentos, labrando la tierra, y goçando de ſus frutos, ſin las Zozobras, y nquietud, y ſobreſaltos dela guerra; lo qual abraçauan de muy buena gana los Indios, y parecia, que tenian guſto de ello, y de hecho lo moſtrauan en el efecto, reduciendoſe muchos de ellos de varias partes, llamandoſe los vnos alos otros, con las buenas nueuas, y fama, que ſe hauia derramado dela benignidad, y nobleza del gouernador; acudieron delos llanos Tarochina, Talcamahuida, y Mareguano. Rancheuque, y Taboleuo embiaron en ſu nombre a vn anciano llamado Curapil: y a eſte modo venian otros de varias partes, aquien el Gouernador, vſando de aſtucia, y maña, para irlos ganando, dixo, que le embiaua el Rey a deshazer los agrauios, que les hauian hecho, y a ſatiſfacerles muy por entero de todo, que eſtuuieſſen con buen animo, porque el le traia de padre, para eſtimarlos, y quererlos como a vaſallos del Rey, y no permitir, que nadie les hizieſſe mal tratamiento, ni ofendieſſe en nada.

Con eſto parece que ſe iuan ganando los Indios, y que abraçauan los medios de ſuauidad, que ſe les proponian; y para proceder en ello con mas fundamento; hizo el Gouernador vna junta de todos ellos, en que deſpues de hauerles agaſajado, con palabras de mucha honrra, y corteſia; les hablò claro, diziendoles, que bien ſabia, que otras veces hauian tambien ofrecido, y admitido la paz; peroque ſe hauia entendido y moſtradolo deſpues el efecto, que hauia ſido con menos ſinceridad, y verdad, dela que el pretendia; que ſi hauia de ſer eſta vez dela meſma ſuerte, y venian con animo doblado, era mejor hablar claro deſde el principio, para no perder tiempo, en tratar delo que no hauia de tener eſtabilidad, ni permanencia; lo qual les eſtaria muy mal, porque habria en tal caſo de proceder de otra ſuerte, ſiguiendo el rigor dela guerra, como lo hauian hecho ſus anteceſſores. hauiendo oydo al Gouernador todos con gran ſilencio, y atencion, ſe leuantò Alpepillan, que en Quilacura era el primer voto, y Toque, ſeñalado entre los otros (llamanſe Toques; entre los Indios los mas principales aquien obedecen los otros en la guerra) aſſegurando al Gouernador de ſu fee, y dela verdad, con que profeſſaua ſu amiſtad, y la delos demas chriſtianos, para cuya prueba, dixo, te aconſejo, que puebles vna ciudad en el llano, de donde puedas ſugetar todo ell Valle de Mareguano, y dar traſnochadas, y hazer malocas, y correrias a Puren, que todos te aſſiſtiremos, paraque los que no quiſieren dar la paz de grado, ſe ſugeten por fuerça.

Hauiendo acabado Aluepillan ſu raçonamiento, ſe leuantò a dezir el ſuyo Tarochina, y ſiguiendo el meſmo intento, offrecio al gouernador ſus tierras, que eran dela otra parte de Biobio, para la fundacion dela nueua ciudad, y ſu gente para ayudar a fabricarla. Pailaeco Señor de Quilen, hizo lo meſmo; y Quinchamali, aquien obedecia Ytata, ſe profirio a acudir tambien con ſu gente, y ayudar como el que mas; y Guayquipangui, Rancheuque, y Paylamilla fueron de parecer, que la ciudad ſe fundaſſe en Millapoa, donde acudiría cada qual con ſu gente, y alli ſe eligio eſte lugar para el intento; por ſer eſta la comun voz de caſi todos, y para la mayor ſeguridad, y buen acierto, ſe leuantò luego vn fuerte, y albarrada; y porque pretendia el Gouernador leuantar otra fortaleza dela otra parte del Rio en Chinicura; mandò hazer dos barcas, para la comunicacion de vna parte a otra. acaboſe el fuerte, y puſole por nombre el de Ieſus; y dexandole con guarnicion de cinquenta hombres, y por cabo del al Capitan Don Iuan de Rivadeneira, Cauallero conocido, y de gran valor (cuya noble decendecia honrra oy a aquel Reyno, y en los de Eſpaña ha ocupado pueſtos preeminentes de gran lucimiento, y confiança) paſsò con el reſto del campo, y demas gente dela otra parte del Rio, ſobre el qual, al opueſto, ſe començo luego otro foſo, y ſe leuantò el ſegundo fuerte en chibicura, y ſe acauò muy en breue, porque acudio mucha gente ala fabrica, y todos con mucho amor, ſin eſcuſarſe ninguno.

De eſtos dos fuertes ſalia nueſtra caualleria a correr la tierra, y aſſi por el daño que hazian en los Indios, como por el exemplo, y conſejo delos que hauian dado la paz, venian cadadia muchos a darla; entre los quales vinieron Taboleuo, y Maqueboro, Talcamahuida, Mareguano, y Palco, la gente de Guadaua, Millandoro: los del valle de Chibilingo, y tambien los Araucanos, Quilacoya vino Ofreciendo ſus minas de oro, permitiendo al Eſpañol, que las labraſſe, y dando de hecho gente para el efecto: lo qual ſe tuuo por coſa milagroſa, por ſer eſta gente tan terrible, y bellicoſa; y hauer reſiſtido tanto haſta entonces; y mas quando veian que paſſauan ya ſeguros por los caminos, ſin temor, ni rezelo, aunque fueſſe vn hombre ſolo, ſiendo aſſi que pocos dias antes no atraueſauan ſin el, de vna parte a otra, aun compañias enteras, y eſquadrones formados, porque eſtaua ya todo tan ſeguro, y quieto, como ſi jamas huuiera hauido guerra en todos aquellos lugares. Voluieronſe alabrar las minas de oro, que hauia treinta años, que no hauia quien las tocaſſe, por las continuas, y crueles guerras. Y al amor del oro, començauan ya a ſubir mercaderes a lleuar las ſedas, y mercancias de Europa; todo era ya proſperidad, y alegria, como la que cauſa la alegre primauera deſpues de vn riguroſo, y crudo hiuierno.

Ceſſauan ya las derramas, y contribuciones, que tan gaſtadas, y exauſtas tenian las ciudades conque los vezinos viuian con mas deſahogo, y atendian con mas aplicacion; y fruto aſus haziendas. Los robos, y poca ſeguridad, que tan propria es delas tierras, que ſuſtentan milicia, ſe hauian ya acabado, porque la neceſſidad delos ſoldados, que ſuele ſer la cauſa de eſto, hallaua ſocorro facilmente en los dueños delas haziendas, por eſtar ya condeſcanſo, y comodidad para darla a otros; crecian las ciudades muy aprieſſa; en las quales viuian todos con gran paz y ſoſiego, ſin acordarſe, ya dela guerra; porque no hauia entre los Indios quien oſſaſſe alçar vna lança, ni enarbolar vna fecha; ſolo, Puren era el que defendido con el natural muro, y foſos de ſus cienagas, rugia como leon en ſus quebradas, y valles, no pudiendo tragar, ni ſufrir la conformidad delos de mas Indios con los Eſpañoles; y aſſi eſtaua ſiempre murmurando, y contradiciendo, dandolo a entender aquien podia, y quebrando ſu colera, y rabia en quien no ſe conformaua con ſu ſentir, y parecer; en raçon de no dar la paz, ſolicitando ſiempre a eſto el gran coſario, y rebelde enemigo delos chriſtianos Pailamacho, que en aquella natural fortaleza de Puren, goçaua con los ſuyos dela gran fertilidad de ſus valles, de donde ſaliendo quando hallaua buena ocaſſion, procuraua con toda fuerça perturbar la paz començada, pagandole no menos que con la cabeza quien quiera que en eſto ſe le oponia; y hazia eſto con tanto mas libertad, y oſadia quanto tenia mas ſegura, y incontraſtable la retirada.

CAPITVLO XII.
Fundaſe la Ciudad de Santa Cruz de Loyola, y cuentanſe otros ſuccesßos de la guerra.

V

Iendo el Goneruador los buenos efectos, que hauran ſurtido dela fundacion delos dos fuertes, y quan adelante iua la proſperidad del Reyno; trato de aumentarlo con otra ciudad mas, que fundò alli cerca en vna loma raſa de buen ayre, lugar muy ſano, y apacible: nombrò cabildo, y alcaldes, y por cabeza al Capitan Antonio de Auendaño (de quien ſe ha hecho mencion varias vezes en eſta obra, y de ſu muy noble decendencia, como lo merecen ſus hazañas) cercaron la ciudad, y cada qual atendia a labrar en los ſolares, y ſitios, que le tocauan, las caſas, para ſu viuienda y todos juntos a edificar la de Dios, q̃ hizieron muy capaz, adornandola lo mejor; que ſe pudo, en aquellos principios, para deſpeſtar en los Indios el amor, y aficion alas coſas de Dios, que era lo que todos deſſeauan. Para eſto edificaron tambien convẽtos, para los religioſos de San Franciſco, de San Auguſtin, y de nueſtra Señora delas mercedes; alos quales lleuò alli el ſanto zelo dela ſaluacioon delas almas, y el deſſeo dela converſion de aq̃l gentiliſmo. El nombre, q̃ el gouernador puſo a eſta ciudad, fue el de ſanta Cruz, añadiendo el ſuyo de Loyola, para eternizar en ella ſu memoria. Fueronſe haziendo chacras, y eſtancias en la comarca, y no es dezible la fuerça, con que ſe iuan aumentando en ellas los ganados; labrauanſe las minas a gran prieſſa, y todo ſe iua aumentando, y creciendo, al paſſo, que ſe ſacaua el oro, y crezian las haziendas.

Mientras la proſperidad de eſta ciudad, y delas demas, y de toda la tierra vniverſalmente crecia en fauor del nombre chriſtiano; rabiaua Puren de ver alos Indios tan conformes con los Eſpañoles, y no pudiendo ſufrirlo mas, deſcubrio ſu mal pecho, embiando vn menſajero ſagaz, y aſtuto a Quilacura; el qual deſpues de hauer hecho vn grande raçonamiento alos indios de aquel Valle, con grandes admiraciones de verlos ſugetos, y ſiruiendo alos Eſpañoles, no hauiendolo conſentido jamas ſus antepaſſados, apretando en eſto con muy viuas raçones y grande eloquencia en dezirlas, les propuſo, y pidio, que quando menos, dieſſen alos Purenes paſſo libre, guardandoles el ſecreto, porque dexaua quinientas lanças ya diſpueſtas, para dar en el fuerte de Ieſus, y venian todos determinados, y reſueltos de ganarle, o morir en la demanda. no deſagradò alos de Elicuera la propueſta; y aſſi viniendo los mas en ella, voluio Guacaya (que aſſi ſe llamaua el menſajero) a Puren, donde hallando la gente toda junta, eſperandole para ſalir luego, les dixo, el ſaluo conduto, que les daua Elicura, y que la ocaſſion, que al preſente tenian, era la mejor, que podian deſſear, porque en el fuerte no hauia mas de veinte Eſpañoles, y eſſos con la paz, y proſperidad, de q̃ goçauan, muy deſcuydados, comiendo, y durmiendo, como quien tenia ya el campo por ſuyo, ſin temor de que huuieſſe ninguno, que ſe atreuieſſe ya a inquetarlos, ni darles cuydado.

No huuieron meneſter mas los Purenes, para ſalir luego, como perros deſatados, o como leones, y tigres de ſus cueuas, y llegando a media noche, diuididos en tres eſquadrones, dierõ luego en el dicho fuerte de Ieſus, y le puſieron fuego. No temian los que eſtauan dentro de el, tal ſucceſſo; pero no por eſſo eſtauan deſaperceuidos de los alientos, y valor de ſus generoſos coraçones; y aſſi ſin turbarſe, aunque veian ya arder muy aprieſſa el fuerte, acudieron todos ala defenſa con tan grande animo, y valentia, que ponia admiracion en los Indios, y mas quando vieron, que ſolo el Capitan Don Iuan de Riuadeneira (que era cauo del fuerte) pueſto ala puerta con ſu eſpada, defendia la entrada de manera que, aunque eran tantos los combatidores, que pretendian entrar; no podian adelantarſe vn paſſo, por la incontraſtable reſiſtencia, que este cauallero, digno por ſolo eſto de immortal renombre, les hazia. Ya eſtaua abraſdo vn cubo, y medio fuerte, y con todo eſſo no desfallecia vn punto el valor delos Eſpañoles, defendiendole cada qual por ſu parte, como ſi fuerã muchos, Abrieron los Indios vna brecha, o portillo, por donde començauan a entrarſe dentro cantando victoria; pero oyendo las voces, y el ruydo el Capitan Guaxardo (cauallero de conocido valor y valentia, y que ſolo eſta accion pudiera baſtar para credito, y nombre de ſu il luſtre perſona y caſa) acudio con vna eſpada, y rodela en las manos y ſe opuſo a aquel impetu, y torbellino con tal animo, y conſtancia, que baſtò el ſolo a detener la furia del enemigo, no permitiendole a delantarſe vn ſolo paſſo.

Combatia entre otros vn Indio de gran nombre, llamado Longotegua, que en lengua de caſtilla, quiere dezir, cabeza de perro. y viendo quan cerrada eſtaua la entrada abrio otro portillo, por donde entrò, con otros quatro de igual animo al ſuyo; lo qual no pudiendo ſufrir el Capitan Guajardo, acometio a ellos, como vn leon, y andãdo alas bueltas con Longotegua, le lleuò de vn tajo acercen vn braço, y de otro la vida, que fue el vltimo ſello del eſta tan grandioſa victoria, porque viendo los Indios muerto a Longotegua, que debia deſer el que mas los alentaua, començaron a retirarſe. Gran guſto causò al gouernador la nueua de eſta tan valeroſa y feliz fuerte, y para aſegurarla mas, y poner temor al enemigo, ſacò de ſanta Cruz haſta cien ſoldados eſcogidos, para correr la tierra, haziendo daño alos rebeldes, y contrarios, y mucho bien alos amigos; con que eſtos ſe confirmauan en la paz, y amiſtad eſtablecida, y de aquellos (menos los de Puren) ſe venian a reducir de buena voluntad, ofreciendo la paz, como los otros: con lo qual reconociendo Tucapel quan bien lo paſſauan los Araucanos con la amiſtad, y conformidad con los Eſpañoles, entretenidos con ellos en labrar la tierra, goçãdo de ſus frutos, y delas peſcas del mar con alegria, y paſſando la vida con tanta paz, y quietud, llegaron arogar al gouernador q̃ fundaſſe otra ciudad en ſu tierra; lo qual huuiera hecho al punto (con q̃ quedara el Reyno muy ſoſegado, y ſeguro) ſi le huuiera llegado el ſocorro, que para ello eſperaua del Perù, porque el que hauia tenido, era muy poco, y de ſoldados viſoños, y muy muchachos, con que ſe remitio el hazer eſta fundacion, para dentro de vn año.

Muy diferentes eran los cuidados, y penſamientos delos Indios de Puren, aquien la proſperidad, y deſcanſo, que goçauan los otros, que hauian dado la paz, no ſolo no les mouia a darla; pero los abraſaua, y encendia con impaciencia y rabia de verlos ſugetos, y aſſi no penſauan en otra coſa, que en maquinas, traças y modos, para turbar la paz, y deshazerla; todo ſu conato, y atencion la tenian pueſta en fortificarſe, y hazer ſus empalizadas y albarradas. aperceuirſe de gente, y armas, dando calor a todo eſto el viejo, y obſtinado Pailamacho, y haziendo, que ſalieſſen alos caminos, a infeſtar la tierra, y alborotarla; y poner mal coraçon alos Indios que le tenian ya tan pacifico y conforme con los chriſtianos, y quitando las vidas alos que ſe moſtrauan conſtantes en reſiſtirle, y alos que no aprobauan ſu parecer, y belicos intentos; lo qual ſabido por el Gouernador, y preuiniendo el fuego, que de eſta centella ſe podia emprehender; y temiendo el mal, y tempeſtad, que amenazauan eſtos nublados; acoſtò todo ſu cuydado a eſta parte, aplicando toda la fuerça, que pudo contra Pailamacho, y ſus ſequaces, para en flaquezerle, y desbaratar ſu dañada intencion, con lo qual aſſeguraua la paz, y defenſa del Reyno, porque fuera de eſte padraſtro, todo lo demas corria con gran proſperidad aſegurandoſe cadadia mas las eſperanças de ſus aumentos en riqueza; y ſobre todo la eſpiritual dela fee, y religion catholica, con la converſion delos gentiles, aque atendian los religioſos con ſu acoſtumbrado, y ſanto zelo.

Hauiaſe ya mudado el gouierno del Perù, y ſuccedido en el, el Virrey Don Luis de Velaſco, de cuya eſclarecida caſa, y perſona, y delos buenos efectos de ſu gouierno, no digo nada, por no enturbiar con breue relacion la gloria, y reſplandor de ſus aciertos, y los acrecentamientos, que tuuieron aquellos Reynos en ſu tiempo. Para aumentar los de Chile ſiguiendo el exemplo, y buenos dictamenes de ſus anteceſſores, que tan zeloſos ſe moſtraron ſiempre en la ayuda, y ſocorro de aq̃lla milicia, como coſa de q̃ dependia ſu conſeruacion, y c ſiguientemente la del meſmo Perù; embio vn buen ſocorro de gente acargo del illuſtre Capitan Don Gabriel de Caſtilla, el qual con ſu llegada a Santiago, y la ropa, que truxo para ſocorrer el Real exercito, causò en todo el la alegria, y regocijo, que cauſa ſiempre en aquel Reyno la llegada de eſte ſocorro, con que los ſoldados ſe alientan, y deſahogan, y cobran nueuos alientos para ſeruir aſu Mageſtad. Sabida por el Gouernador la llegada de eſte ſocorro, dio orden, que al punto ſe partieſſe la gente al valle de Quilen, dõde le eſperaua, para diſponer de alli lo q̃ mas conuinieſſe, para oponerſe luego ala primavera alos conatos, y rebeldia de Puren, con intento de deſtruirlo de vna vez, o enfrenarlo, para aſegurar con eſto lo ya ganado. aſſi ſe executò, y hauiendo llegado los ſoldados al dicho valle de Quinel, a 10. de Henero del año 1597. y hechoſe alarde general de toda la gente aſſi Eſpañola, como delos Indios amigos; marchò el campo hacia Puren, donde llegò dentro de cinco dias con animo de hechar por tierra de vna vez, y desbaratar los intentos de aquellos rebeldes enemigos.

No ignorò nada de eſto Paylamacho, porque ſus eſpias le dieron con tiempo auiſo de todo; y aſſi convocò al punto toda ſu gente, y la demas, que tenia aliada, y retirandoſe delos llanos, ſe recogio con todos al gran pantano; que era ſu ſeguro preſidio; donde eſtando todos juntos, les hizo el acoſtumbrado raçonamiento, animandolos con los exemplos, y hazañas de ſus antepaſſados, refreſcando en particular la memoria de ſus victorias, y encendiendoles con el deſſeo, y eſtimacion de la propria libertad, y de ſus hijos, y decendientes; no os eſpante dixo, valeroſos Purenes, la fuerça, que haueis oido dezir, trae el Eſpañol contra noſotros; que la juſticia eſta de nueſtra parte, pues el motiuo de tomar las armas es tan juſtificado como lo es la defenſa de vueſtra libertad, que es la mas precioſa joya, que eſtiman los hombres; por ella peleamos, y por ella debemos deſpreciar el repoſo, y el deſcanſo, las haziendas, y poſſeſſiones, y la meſma vida. con eſtas, y otras raçones encendio Pailamacho la llama, que ardia en los pechos delos ſuyos, de manera, que ſe juramentaron todos de morir por la patria, antes, que verſe ſugetos, y debajo del poder de ſu contrario.

El gouernador, que ſupo la obſtinada reſolucion delos Parenes, viendo que no eran de ningun efecto las promeſſas, que les hazia, y los partidos aque les ſalia, les publicò guerra, a ſangre, y fuego y aloxando ſu exercito en el llano, les deſtruyò las comidas y talò las ſementeras, matando alos que podia ſin dexarles coſa ninguna, que no ſe la abraſaſſe, y conſumieſſe; en eſto ſe ocupò aquel verano, y antes que entraſſe el higierno, tratò de leuantar alli vn fuerte; para reparo, y ſeguro de ſu gente, como ſe hizo, y dexandole con buena guarnicion, y al enemigo retirado aſu pantano; ſubio a Lumaque, donde fundò vn baluarte, y fortaleza; para maior ſeguro dela ciudad dela Imperial, y de los caminos, de manera, que quedaſſe libre el paſſo, alos que fueſſen de Vna parte a otra; acaboſe con felicidad el vno, y otro fuerte, antes dela entrada del hiuierno; y hauiendolos proueido ſuficientemente de viueres, armas, y municion, paſsò ala ciudad de los infantes con animo de eſtarſe alli algun tiempo, y poder hazer ſus arremetidas, y emboſcadas alos Purenes, y apretarles todo lo poſſible; pero ellos no ſe dormian, que mientras el gouernador ſe prevenia, y armaua para ofenderlos, ſe armauan tambien contra el, diſponiendo vn aſalto, que traçauan contra el fuerte, que alli en el llano hauia dexado.

Iuntauaſe para el intento biçarra, y eſcogida gente, acudieron entre otros dos principales cabezas, que eran Millacalquin, y el famoſo Pelantaro (que dexò tanto nombre de ſi en aquella tierra, y fue tan cruel cuchillo, y perſeguidor del nombre chriſtiano) gouernauan eſtos los tres lucidos eſquadrones, q̃ fueron la defenſa, y reparo de Puren, y el principio delos grandes males, que lloramos haſta oy en aquel Reyno, como ſe vera mas adelante.

CAPITVLO XIII.
Pone cerco Pelantaro al fuerte de Puren; ſocorrele el Gouernador, y ponderaſe la cauſa delas calamidades de Chile.

L

A traça, que tomaron los Purenes para ganar el fuerte delos Eſpañonles, fue, la que es tan comun en la guerra, que fue, ſitiarlos, impidiendoles la ſalida para hazer leña, y traer yerua para los cauallos, y quitarles el agua para ſu ſuſtento; con que dentro de poco tiempo, començaron aperecer deſed los hombres, y animales, que eſtauan dentro; de manera, que de hecho ſe morian, ya los cauallos por falta de ſuſtento, porque no era poſſible ſalir ninguno, ſino aperecer, por ſer los Indios mas de dos mil. Luego que el gouernador ſupo el aprieto en que ſu gente eſtaua, determinò ſalir en perſona con la caualleria, que tenia conſigo en la ciudad: pero llegando todos arogarle, que no ſalieſſe por la contingencia, aque ponia todo el Reyno, ſi ſe perdia; ſe de tuuo; ſi bien entreſaco de ſu gente haſta ciento y cinquenta Eſpañoles, que valian por muchos mas, embiolos acargo del Capitan Cortes con otra tropa de Indios amigos, con los quales partio luego ala ligera al fuerte, que hauia ya diez dias, que eſtaua cercado y con muy grande aprieto. Supo Pailamacho la venida de eſte ſocorro, y aunque la fuerça de ſu gente era mucho maior q̃ la del contrario; dio auisò a Pelantaro y a Millacalquin, con orden, de que ſe retiraſſen, porque ſu intento por entonces era ſolo de conſeruarſe, y defenderſe, haziendo daño alos Eſpañoles, quando pudieſſe, ſin perdida delos ſuyos; aſſi lo hizieron, y con eſto quando llegò el ſocorro delos Eſpañoles al fuerte, hallaron ya leuantado el cerco, y el gouernador, que lo ſupo; pudo venir con ſeguridad, como lo hizo, y hauiendo eſtado ſolos ſeis dias alojado en el fuerte; juzgando, que era coſa dificil el conſeruarlo, por entonces; determinò de deſampararlo, y retirarſe con toda la gente ala ciudad de Angol, como lo hizo.

Las ciudades dela Ymperial, Valdiuia, y Villarica, padecian, no ya calamidades ocaſſionadas de la guerra; ſino otras mas perjudiciales, y pernicioſas, que traìa conſigo el ocio, y proſperidad, de que goçauan con la paz (en que los Indios eſtauan mucho tiempo hauia muy conſtantes) y hauiendolo entendido el Gouernador, determinò ir a viſitarlas, para componer en ellas, diſenſiones, y en emiſtades, quitar eſcandalos publicos, ocaſſionados del gran regalo, y vicio, en que muchos viuian; que ſegun he oido contar alos antiguos, que eſtauan en aquellas ciudades en aquellos tiempos, paſſaua de raya; porque como la tierra es de ſuyo tan delicioſa, daua lugar a todo, con la gran riqueza de oro, que en todas partes ſe ſacaua, que era muy grande, con que los vezinos encomenderos iuan enrriqueziendo muy aprięſſa; porque tenian repartidos en ſus encomiendas gran ſuma de Indios, que hechauan a ſacar oro, y aſſi era todo regalo, guſtos, y paſſatiẽpos, oluidados ya los trabajos peſſados de la guerra, que aunque tan penoſos; tenian mas ſeguras las ciudades y las conſeruauan, y defendian mejor, q̃ la proſperidad, que al preſente goçauan.

Es coſa eſta, que ſe toca con las manos muchas veces en el mundo; quantos Reynos, y ciudades ſe han conſeruado ala larga, quando ſe hallauan oprimidas dela guerra, y otros trabajos, que hazian vigilantes a ſus ciudadanos, y moradores; y deſpues las deſtruyò la demaſiada proſperidad, y deſcanſo? y la raçon ami ver es muy clara, y patente, porque nueſtra naturaleza es de eſta condicion, que mientras ſe hallan los hombres en mayor deſcanſo, y comodidad, con abundancia, y ſobra delos bienes (que por eſto diria mejor males) de eſta vida; tanto mas dipueſtos eſtan para los vicios, y pecados: que la adverſidad, y trabajos no ſuele darles tanto lugar de eſtender la mano alo vedado; porq̃ dan eſtos tanto en ꝗ entender, y ay tanto que hazer con ellos, y en procurar librarſe de ſu penalidad, y moleſtia, que caſi no dexan lugar, ni tiempo para penſar en otra coſa. Siempre ſe combate, en qualquier tiempo bueno, o malo: ſiempre eſtamos ſugetos alos peligros, y eſtos nos cercan por todas partes, y nos amenazan perpetuamẽte; però ay grã diferencia de hauerlas con Dios, o con los hombres; va mucho de prouocar la ira de Dios, o la delos hombres. De eſtos nos podemos defender, porque ſon iguales, y viſibles ſus fuerças; pero ala de Dios, que es tan ſuperior, ſoberana, y inviſible, quien reſiſtira? pecados han deſtruido al mundo, desbaratado Reynos, deshecho monarquias, abraſado ciudades, y reducido anada los Imperios; no la pobreza, y calamidades delos tiempos; antes eſtas no tienen mas fuerça para dañarnos, q̃ las q̃ les dan nueſtras culpas, contra las quales pelean los meſmos trabajos, guerras, hambres, peſtes, y otras deſdichas, poniendoſe de parte de Dios, para tomar vengança delos que prouocamos ſu ira, quando obligados de ſus miſericordias, y fauores, debieramos con agradecimiento, y correſpondencia llamar en nueſtro ayuda, y proteccion aſu pater nal clemencia.

No es lugar eſte para alargarme en eſtas ponderaciones, y diſcurſos; baſte lo dicho para ſignificar algo, y dar a entender la cauſa de la perdida de eſtas ciudades, que ya diremos; la qual fue no otra que los pecados, y vicios, que ocaſſionò la proſperidad, y abundancia; eſta fue la ſegur pueſta ala raiz, y la que prouocò la ira de Dios, y le obligò a hazer en ellas tan exemplar, y duro caſtigo, como veremos. Y lo q̃ ami ver enojò mas a Dios, fue la demaſiada codicia (q̃ como dizen rompe el ſaco) y la hambre del oro, que por ironia, llamò ſagrada, el poeta, fue la que causò deſpues la verdadera, que padecieron haſta perecer algunos: eſta codicia, y deſſeo dela riqueza, y la inſaciable ſed de aumentar cada vno ſu caudal, hazia alos en comenderos menos atentos ala cõſeruacion delos Indios, y aguardarles ſus fueros, a cuydar del buen tratamiento, con que debieran portarſe con ellos, apagarles ſu trabajo, y ſudor, y ſer mas ſolicitos en no permitir, que los agrauiaſſen los que immediatamente eſtauan con ellos, y eran ſobreſtantes delas haziendas; y como eſta materia es tan delicada, y vidrioſa en los ojos de Dios; por pequeño, que pareſca el agrauio, y injusticia en los delos hombres, ſe debe temer mucho, porque haze muy diferente viſo alos de ſu diuina Mageſtad.

No puedo dexar de reparar ſiempre que llego a este punto, y le conſidero; quan ala letra parece que hablò de eſte caſtigo del cielo (que tan aſu coſta experimentò Chile) el Apoſtol Santiago en el capitulo quinto de ſu epiſtola catholica (deme licencia el piadoſo letor, y aunque ſalga algo del eſtilo de hiſtoria, me deje dezir lo que no es bien callar en eſta materia, para en ſeñança de aquellos, aquien toca, y para venerar los juizios de Dios, y temer ſus caſtigos) habla tan claro el Apoſtol de ette caſo en eſta ſu carta; que aunq̃ la eſcriuio vniverſalmẽte para toda la Ygleſia, parece (ſegun la vemos cũplida en aquella tierra) q̃ la endereçò con particular atencion a aquel Reyno, preuiniendole del mal, q̃ le amenazaua, con la profeſia, q̃ en ella ſe contiene, y ſe ha viſto executada ala letra en muchas de ſus ciudades, como ſe verà adelante; porque en las primeras palabras, con que comiença agite nuuc diuites, plorate vlulantes &c. que ad venient vobis: quien no ve repreſentados los ayes, y doloroſos clamores, ya laridos, con que la gente de aquellas ciudades,, antes rica, y poderoſa; y deſpues la mas pobre, y miſerable, que ſe puede penſar, daua voces, y clamaua de baxo del peſſado yugo del cautiuerio; a que los truxo ſu deſdicha? y en las otras palabras que ſe ſiguen diuitia putrefacta; aurum & argentum vestrum arugauit, & Arugo eprum manducauit carnes veſtras. Quien no ve el fin, que tuuieron las riquezas, que en aquellas ciudades iuan aumentandoſe, con la paz, que hauian dado los Indios, y con la proſperidad que labrauan las minas? pudo dezirſe mas claro el deſuanecimiento del oro, y plata, que hauian ya juntado? que ſe hizo toda aquella maquina, de que no quedò deſpues ni aun raſtro, ni memoria?

Quien no ve en las palabras, que ſe ſiguen la cauſa que digo de todo eſto? Ecce merces operariorum veſtrorum, qua fraudata eſta vobis, clamat ad me de terra, Et alamor eorum introiuit in aures Domini Sababoth, Epulati eſtis ſuper terram, & in luxurijs enutriſtis corda veſtra addixistis, & occidistis iuſtum, Et non restitit vobis. Bien clara, y manifieſta eſtà en eſte texto la cauſa, q̃ como he dicho, obligò a Dios a jugar con tanto enojo la eſpada de ſu faña, y furor: que fue la licencia, y libertad, con que el vicio dela ſenſualidad, que fomentan las riquezas, y proſperidad, ſe enſeñoreaua, y corria de mar a mar ſin caſtigo por la tierra; y ſobre todo, los clamores delos pobres Indios, que mal pagados, y oprimidos con demasſiado trabajo, padecian agrauios ſin reſiſtencia, porque eſtando ya ſugetos, y rendidos, no podian hazerla. eſtos clamores, para los quales no hauia oidos en la tierra, llegaron alos de Dios, y admitido el memorial de ſus quejas, en ſu diuino conſiſtorio, ſalio tambien deſpachado, como ſe verà en la ſatisfaccion, que Dios les dio, que ſera la materia del capitulo ſiguiente; aunque verdaderamente, como tengo advertido otra vez, eſtos agrauios, y mal tratamiento delos Indios; no fueron en Chile tan vniverſales, ni tan deſmedidos, como algunos autores ponderan los de otras partes delas Indias, de q̃ aun hablan algunos con demaſiados encarecimientos; y lo que es en Chile, ſegun lo que me he informado delos antiguos, y delo que yo he viſto, ſe eſtendio eſto ſolamente a alguna demaſia en el trabajo, que ſe daua alos Indios, menos puntualidad en las pagas, falta de cuydado, y prouidencia en la cura de ſus enfermedades, y mirarlos algunos Eſpañoles mas con ojos de Señores, q̃ de padres, contra lo que el Rey mandaua, y era ſu intencion, y la delos Gouernadores, y miniſtros Reales, que procurauã ſiempre ampararlos; ſi bien atendiendo cada qual alo que mas le picaua, que era goçar dela feria, y enriquezerſe, no ſe aplicauan tanto ala entereza del buen gouierno, y al cumplimiento de las cedulas Reales, con que deſde los principios, haſta oy, han eſtado ſiẽpre las Mageſtades delos Reyes catholicos amparando los Indios, porque la pretenſion que han tenido en ſu conquiſta, no es ſu ruina, y deſtruiciõ, ſino el remedio de ſus almas, juntamente con la conſeruacion de ſu republica, como ſe haze ya, atendiendo con mas puntualidad aſu proteccion, no conſintiendo, que ſeles hagan agrauios, y guardandoles los fueros de ſu libertad, y proprio dominio. Pero vengamos ya adeſemboſuer el fundamento que antecedentemente nos ha dado materia de ponderar lo que tan digno es de conſideracion, y reparo.

CAPITVLO XIV.
Matan los Indios al Gouernador, y reuelanſe de nueuo contra los Eſpañoles.

B

Ien de rueda ala fortuna, y rueda, aquien no ſupo clauar, ni tener fixa la maior dicha. quan grande fue la que tuuo el gouernador Don Martin Garcia Oñez, y Loyola alos principios de ſu gouierno, con quan buen pie le començò, que buenos medio puſo para mejorarle, y que bien que le ſalieron, en quan buen eſtado llegò a poner todo el Reyno, con quanta felicidad lo gouernò, con quanta ſatisfaccion delos ſoldados, y quan al ſabor delos Indios, obligandolos a caſi todos a rendirſe a Dios, y al Rey, viuiendo en paz, apartados ya, y retirados del bullicio delas armas, quan amado, y reſpetado fue de todos, y quan grandes eſperanças lleuaua, y quan bien fundadas de pacificar, y conquiſtar del todo lo reſtante del Reyno ſi ſu buena ſuerte huuiera corrido mas adelante, y no ſe huuiera al mejor tiempo canſado la fortuna de aſſiſtirle; y ſobre todo, ſi la ira de Dios no viera ya llenas las medidas delos pecados de aquellos pueblos; que aunque no eran de otro linaje, ni mayores; ſino quiça mucho menores, que los que ſe han cometido, y cometen en otras partes, donde ſe ſalen con todo, ſin que ſientan ſobrefi tan peſſada la mano de Dios, como la experimentaron eſtas ciudades; lo diſpuſo aſſi ſu diuina Mageſtad, para poner terror en aquella nueua tierra, y dar enſeñança alos fundadores de aquel Reyno, para que en lo de adelante quedaſſen mejor inſtruidos, para conſeruarle, y gouernarle con mayores aciertos, como lo han hecho deſpues en todo, y muy en particular en el buen tratamiento delos Indios: pero començemos ya a referir el principio de eſta la ſtimoſa tragedia.

Hauiendo ſalido el Gouernador a ſocorrer el fuerte de Puren, y reſuelto alli de deſampararle, por la gran dificultad, q̃ hauia de conſeruarle; hizo, que toda la gente, que en el eſtaua, ſe retiraſe a Angol, y el determinò ir en perſona a dar vna buelta alas otras ciudades, para remediar en ellas algunos delos deſconciertos, que apuntamos en el capitulo paſſado: partio para eſto, vnos dizen con treinta, otros con cinquenta y cinco reformados, gente dela mas valeroſa, que hauia en el tercio; y hauiendo viſitado primero los preſidios delas fronteras dela guerra, y proueidolos de baſtimentos, y los pertrechos neceſſarios para ella, ſalio de alli con docientos ſoldados, que le acompañaron haſta ponerle fuera delos terminos de la guerra, en vn hermoſo valle, donde juzgandoſe ſeguros delos peligros, que haſta alli ſe podian temer del enemigo; los deſpidio, paraque ſe voluieſſen aſus preſidios, quedando ſe con los treinta, o cinquenta y cinco Capitanes, y ſoldados, que lleuaua en ſu compañia. los quales hizieron ſu alojamiento en eſte valle, armando ſus tiendas, para deſcanſar, y regalarſe aquella noche, y las venideras, y deſquitarſe delas incomodidades, y falta deſueño, que hauian tenido las paſſadas, en la viſita delos preſidios; porque los Indios enemigos no ponian el pie en el ſuelo, andando en perpetua vela, y ſiguiendolos con tal continuacion, y porfia, que no les dauan vna hora de repoſo, para dormir, ni comer, andando con eſtraña ſolicitud, y vigilancia, por hazer alguna buena ſuerte en ellos.

Pero viendo los Indios que alli no hauian podido hazer nada, reſoluio Pelãtaro con conſejo del viejo Pailamacho, y delos demas Purenes, de ſeguir al gouernador con docientos ſoldados eſcogidos, en ſecreto, y ſin ſer ſentidos, como lo hizieron; hecharon les algunas eſpias, que los lleuaſſen ſiempre a viſta, hauiendo primero ajuſtado con ellas las contraſeñas que les hauian da dar, para hazer ſu hecho. de esta manera fueron las eſpias ſiguiendo al gouernador haſta eſte valle, que llaman de Curalaua, donde llegando eſta noche, que digo, y hallandolos tan ſeguros, que ſe hauian todos acoſtado de propoſito, como ſi eſtuuieſſen en ſus caſas (porque verdaderamente ſe juzgauan tan ſeguros, como ſi de hecho eſtuuieran en ellas) ſalieron fuera con gran ſilencio, y començaron agraznir, y bramar como aves nocturnas, y otros animales (que era la contraſeña, que lleuauan, y la que acoſtumbran de ordinario) lo qual oyendo los que venian atras, llegaron al quarto del alua muy poco a poco, ſin hazer ruido, para no ſer ſentidos. O pobres Eſpañoles, o valeroſos Capitanes, aquien no puede defender eſta vez vueſtro gran valor, y valentia, que ſe ha hecho temer tanto del enemigo, que fue meneſter hallaros durmiendo, para no ponerles grima, y eſpanto, y hazerlos retirar ſola vueſtra viſta, y aſpecto. No ſe puede dezir el impetu, con q̃ los Indios embiſtieron, y la prieſſa, con que repartidos por los toldos, y pauellones, començaron a dar en ellos; a vnos coſian alançadas con ſus meſmas camas eſtando durmiendo, otros al deſpertar con el ruido hallauan ſobre ſu cabeza el duro golpe dela Macana, que les quitaua la vida; el que fue mas preſto en ſu defenſa, ſeleuantaua ya en camiſſa para tomar ſus armas, quando le atraueſauan de parte a parte, y dexauan tendido en el ſuelo ahogado en ſu meſma ſangre; entre todos, el que mas quebrò el coraçon, fue el gran Loyola, que deſpues de tantas hazañas, como las que hauia hecho en el Perù, en la priſion, y muerte del Inga, en que tuuo tan gran parte; y de las otras, con q̃ hauia aſſombrado a Chile; no pudiendo valer alos ſuyos eſta vez, ni valerſe de ellos, eſtãdoſe ya armãdo para ſalir aſu defenſa, llegò el enemigo, q̃ andaua ſolicito en ſu buſca, y lo traſpaſsò de heridas, y quitò la vida, como lo hizo tãbien a todos los demas Capitanes, y ſoldados, ſin perdonarla ni a vn a tres religioſos de ſan Franciſco, que eran el muy Reuerendo Padre Prouincial Fray Iuan de Tobar, Fray Miguel Roſillo ſu ſecretario, y el compañero lego Fray Melchor de Arteaga, que iuan a viſitar ſu Prouincia; a todos los mataron; y cargando con los cauallos, armas y deſpojos, ſe voluieron aſu Puren cantando victoria, acelebrarla, como hemos viſto otras veces, entre los ſuyos, con las fieſtas, y regocijos, que acoſtumbran.

Eſte fue el tragico ſin del gran Loyola, eſte el pago, que el mundo dio aſus alientos; no paſsò de aqui ſu fortuna; eſta fue ſu triſte fuerte, y la que dexò a Chile tan inconſolables, y copioſas lagrimas, que haſta oy no puede enjugarlas; no merecio aquella tierra goçar mas ala larga de vn tan gran cauallero, y valeroſo Capitan general, que ſi viuiera mas tiempo, la huuiera ſinduda proſperado con grandes aumentos de riqueza, y opulencia de todas las coſas, como començaua ya a moſtrarlo la experiencia; pero no fue Dios ſeruido de que ſe lograſſen ſus buenos intentos, permitiendo que ſe desbarataſſe a todos en vna hora, juntamente con lo que tanto tiempo, y ſangre hauia coſtado. Dexò eſte Señor vna hija, que huuo en la infanta ſu muger, heredera del Principe Don Diego Tupac, la qual hija casò deſpues con vn gran Cauallero llamado D. Iuan Henrriquez de Borja, y la dio ſu Mageſtad titulo de Marqueſa de Oropeſa (que es vn lugar, que el Virrey Don Franciſco de Toledo fundò en el Perù paraque goçaſſe del repartimiento de Indios, que hauia heredado de ſu padre el Inga Sayri Tupac, del qual titulo goçan oy ſus iluſtres, y eſclarecidos decendientes, juntamente con las rentas, que ſu Mageſtad les ha dado, tan debidas aſu ſangre, y alos meritos de eſte ſu eſclarecido aſcẽdiente, q̃ empleò ſu vida, haſta perderla en tantas hazañas, que en aquel Reyno, y en los del Perù hizo en ſu Real ſeruicio, para aumento de ſu corona, y exaltacion dela fee.

No ſe puede encarecer ſuficientemente con palabras quan glorioſos quedaron Pailamacho, Millacalquin, y el valiente Pelantaro, que era el Capitan, y cabeza de eſta junta, con vna ſuerte de tan grande importancia como la referida, con la qual ſe juzgauan ya Señores del campo, y dueños de la tierra; (que quando la cabeza de vn Reyno es de tanto valor, como lo era la que perdio Chile en ſu Gouernador, le da vida, y aliento a todo el; y faltando eſta, ſe da por muerto, y perdido) aſſi fue, porque los Indios vencedores luego al punto ſin tardança trataron de leuantar la tierra, y deshazer la paz, que los otros Indios hauian dado; embiaron ſu flecha (que como queda ya explicado, es el modo de cõbocarſe para ſemejantes acciones) avarias partes con ſus embajadores, y menſajeros; y no debieron de hauer meneſter mucho para reducir alos demas Indios aſu opinion, porque, aunque eſtauan ſugetos alos Eſpañoles, no debia de ſer general en todos el amor, y lealtad, para con ellos; y quando lo fuera, prevalecia ſiempre en ſu pecho el deſſeo, y eſtima de ſu propria libertad, dela qual ſe moſtraron ſiempre tan zeloſos, como hemos viſto; y ſi ſe ſujetaron, y dieron la paz, fue amas no poder, hallandoſe perſeguidos, y apurados dela guerra, y apretados dela hambre, por el eſtrago que los Eſpañoles les hazian en ſus comidas, y ſembrados; y aſſi hallando aora tan buena ocaſſion de reſtituirſe aſu libertad, facilmente ſe avnaron; y ajustaron entreſi el modo, y traça, que hauian de tener, para la execucion.

Nada de eſto reçelauan los Eſpañoles, que goçauan en las ciudades del ocio, y comodidades, q̃ hemos dicho, porque aunque veian muerto aſu Gouernador, ya tan granada gente, como la que perecio en ſu Compañia; los tenia tan ſeguros la proſperidad, de que goçauan; que no temieron, que pudieſſe hauer coſa alguna, que ſe la pudieſſe interrumpir, ni eſtoruar; dormian a ſueño ſuelto, reſpetados y ſeruidos, y al parecer amados delos Indios, los quales acudia cada ſemana cõ el oro, q̃ ſacauan delas minas, y lo dauã a ſus encomenderos en gran cantidad, porque hauia algunos, que tenian muy grandes encomiendas, y en aquellos tiempos no hauia repartimiento de Indios, que no fueſſe muy conſiderable; iuan enriqueziendo muy aprieſſa, ſin embargo delos grandes gaſtos, que hazian en el ſuſtento de ſus familias, y en el lucimiento de ſus caſas, y en los explendidos banquetes, conque ſe regalauan, y entretenian (que ſegun he oido contar, eran disformes, y ſoberbios) pero eſtando en eſtas delicias, y proſperidad, ſe cũplio en ellos ala letra lo del pſalmo, 77. adbuc eſca eorum erãt in ore ipſorum, Et ira Dei aſcendit ſuper eos, pues podemos dezir, que eſtando con el bocado en la boca, los alcançò, y ocupò la ira de Dios, como lo experimentaron miſerablemente, y ſe verà en el capitulo ſiguiente.

CAPITVLO XV.
Contiene la ruina, y perdida delas ſeis ciudades de los Eſpañoles.

A

Qui me hallo ya del todo ſin ningunos papales, ni relaciones dela laſtimoſa tragedia que ſuccedio alas ciudades, que hauian fundado en Chile los Eſpañoles, deſpues dela que queda referida de ſu malogrado gouernador; y aunque me hazen gran falta, para ſeguir el hilo dela hiſtoria (porque no es materia eſta, que ſe pueda dezir de memoria) confieſſo, que en parte no me peſſa, por no tener ocaſſion de refregar la llaga, que tanto laſtimò, y haſta oy ezcueçe alos que la padecen, que ſon muchos, aſſi delos q̃ aun viuen cautiuos entre los Indios, como delos que pudieron eſcapar, ſi bien con vida, tan mal parados, como los que ſalen anado de vn naufragio, dexando perdida en el mar toda ſu riqueza; aſſi les acontecio alos que libraron ſus vidas, y libertad de eſte laſtimoſo incendio, ſaliendo muchos de ellos deſnudos por vna parte, aunque por otra con la carga de las obligaciones de ſu nobleza, ſin poder hecharlas de ſi, ni tener aquien voluer los ojos (que es otro genero de miſeria, y deſdicha, que no es muy deſemejãte ala de vn triſte cautiuerio, y friſa con la meſma muerte) pero para que no ſe ignore del todo lo que tan digno es de hiſtoria, dexando, como tengo advertido otras veces, la relacion por menor, aquien harà la vniuerſal de aquel Reyno y de ſu conquiſta; dirè lo que me puedo acordar delas coſas, que he viſto, y oido tocantes a eſte punto: y antes de començar, referirè lo que hallò eſcrito de aquel tiempo en los comentarios Reales de Garcilaſſo dela vega, como lo quenta en la primera parte lib. 7. c. 25. y dize que lo ſacò delas anuas de nueſtra Compañia del año de 1599. y 1600. y de otras relaciones, que en aquel tiempo vinieron de Chile, haſta el año de 1604. dize pues aſſi. [De trece ciudades, que hauia en eſte Reyno de Chile, deſtruyeron los Indios las ſeis, que ſon Valdiuia, la Imperial, Angol, ſanta Cruz, Chillan, y la Concepcion; derribaron, conſumieron, y talaron en ellas la habitacion de ſus caſas, la honrra de ſus templos, la deuocion, y fee, que reſplandecia en ellos, la hermoſura de ſus campos, y el mayor daño, que ſe padecio, fue, que con eſtas victorias crecieron los animos delos Indios, y tomaron auilantez, para mayores robos, e incendios, aſolamientos, ſacos, y deſtruyciones de ciudades, y monaſterios, hizieron eſtudio en ſus malas mañas, y artificioſos engaños: cercaron la ciudad de Oſorno, y gaſtando las fuerças alos Eſpañoles, los fueron retirando a vn fuerte, donde los han tenido caſi con vn continuo cerco, ſuſtentandoſe los aſſediados con vnas ſemillas de yeruas, y con ſolas ojas de nauos, y eſto no lo alcançauan todos, ſino a muy buenas lançadas. En vno delos cercos, que ha tenido eſta ciudad; quebraron las Imagenes de Nueſtro Señor, y Nueſtra Señora, y delos Santos, con infinita paciencia de Dios, por ſu invencible clemencia, pues no faltò poder para el caſtigo, ſino ſobrò bondad para tolerarlo, y ſufrirlo. En el vltimo cerco, que hizieron los Indios a eſte fuerte, ſin ſer ſentidos delos Eſpañoles, mataron las centinelas, y aſu ſaluo le entraron, y apoderaronſe del con inhumanidad de barbaros; paſſauan a cuchillo todas las criaturas, maniatando todas las mugeres, y monjas, queriendolas lleuar por ſus cautiuas: pero eſtando codicioſos con ſus deſpojos, ocupados en ellos, y deſordenados, dandoſe prieſſa a recogerlos, y guardarlos; tuuieron lugar de reforçarſe los animos delos Eſpañoles, y reboluiendo ſobre los enemigos, fue Dios ſeruido de dar alos nueſtros tan buena mano, que quitandoles la preſſa delas mugeres, y religioſas, aunque con perdida de algunas pocas, q̃ lleuaron conſigo, los retiraron, y auyentaron. La vltima victoria, que los Indios han tenido ha ſido tomar ala Villa rica, aſſolandola con mucha ſangre q̃ derramaron de Eſpañoles. Los enemigos la pegaron fuego por quattro partes, mataron todos los religioſos de ſanto Domingo, ſan Franciſco, y nueſtra Señora delas mercedes, y alos clerigos que alli eſtauan. Lleuaron cautiuas todas las mugeres, que eran muchas, y muy principales, con que ſe dio remate a vna ciudad tan rica, y vn fin tal, con tan infelice ſuerte avn lugar por ſu conocida nobleza tan iluſtre] Paſſa mas adelante eſte autor, y deſpues de hauer referido la ruina, q̃ causò en Ariquipa el bolcan, q̃ rebentò alli el año de 1600. refiere vna carta, q̃ dize aſſi.

[Las deſdichas de Chile diremos como vinieron eſcritas de alla, porq̃ ſon a propoſito delo que ſe ha dicho de aquellos Indios Araucanos, y ſus hazañas, nacidas de aquel leuantamiento del año de mil y quinientos, y cinquenta, y tres. Miercoles 24. de Nouiembre de 1559. al amanezer vino ſobre aquella ciudad (que es la de Valdiuia) haſta cantidad de cinco mil Indios delos comarcanos, y delos diſtritos dela Ymperial, y Puren; los tres mil de acauallo, y los demas de apie: dixeron traian mas de ſeſenta arcabuzeros, y mas de docientas cotas delas que hauian ganado en las batallas alos Eſpañoles (que ellos no las tienen, ni yerro, de que hazerlas). Llegaron ſin ſer ſentidos, por hauerlos traido eſpias dobles dela meſma ciudad. Traxeron ordenadas quatro quadrillas, porque ſupieron, que los Eſpañoles dormian en ſus caſas, y que no tenian en el cuerpo de guardia ſino muy pocos hõbres, y algunos, que velauan la ronda; que los tenia la fortuna ciegos con dos malocas (que es lo meſmo que correrias) q̃ hizieron veinte dias antes, y desbarataron vn fuerte, que tenian los Indios en la vega, y cienega de Puren, con muerte de muchos de ellos, tanto que ſe entendia que de ocho leguas ala redonda no podia venir Indio, porque hauian receuido muy gran daño; mas coechando las eſpias dobles, ſalieron con el mas brauo hecho, que jamas barbaros hizieron. Puſieron cerco con gran ſecreto acada caſa con la gente, que baſtaua, para la que ya ſabian los Indios, que hauia dentro, y tomando las bocas delas calles, entraron en ellas, tocando arma ala ciudad deſdichada, poniendo fuego alas caſas, y tomando las puertas, paraq̃ no ſe eſcapaſſe nadie, ni ſe pudieſſen juntar vnos con otros, y dentro de dos horas aſolaron el pueblo a fuego y a ſangre; ganaron los Indios el fuerte, y artilleria. La gente rendida y muerta fue en numero de quatrocientos Eſpañoles, que para aquel tiempo era grande. Saquearon trecientos mil peſos de deſpojos. Los nauios, que eſtauan en el Rio ſe hizieron alo largo, alos quales arribaron algunos con canoas, y ſe eſcaparon, que ſino fuera por eſto, no huuiera quien truxera la nueua; huuo eſte rigor en los barbaros, por vengar las muertes que los nueſtros hauian dado alos ſuyos en las correrias referidas. Hizieron gran deſtroço en los templos, y Imagenes ſagradas.

Diez dias deſpues de eſte ſucceſſo llegò del Perù el coronel Franciſco del cambo con vn ſocorro de trecientos hombres, y ſabiendo lo que paſſaua, y que entre los demas cautiuos, eſtauan dos hijos ſuyos muy niños, que hauia dexado en la ciudad, diſpuſo luego ſu reſcate, y ſaltando en tierra con ſu gente, tratò de ir al ſocorro de Oſorno, la Villarica, y la triſte Ymperial, de la qual no ſe ſabia otra coſa ſino que hauia vn año que eſtaua cercada) delos enemigos, y entendian, que eran todos muertos de hambre, porque no comian ſi no cauallos muertos, y deſpues perros, y gatos, y cueros de animales; lo qual ſe ſupo, por lo que auiſaron los de aquella ciudad que, por el Rio abaxo embiaron vn menſajero a ſuplicar, y pedir ſocorro con laſtimoſos clamores del aquella miſerable gente.] Luego añada mas adelante. [Ala hora q̃ eſcriuo eſta; ha venido nueua, q̃ los dela Ymperial perecieron de hambre todos, menos veinte, cuya ſuerte fue mucho mas trabajoſa, por hauer quedado en poder de tan cruel enemigo]. Añade el autor mas adelante. Eſtas palabras [el Padre Diego de Alcobaza en vna carta que me eſcriuio el año de 1601. dize eſtas palabras. [Chile eſta muy malo, y los Indios tan dieſtros, y reſabidos en la guerra, que no ay Indio, que con vna lança, y acauallo no ſalga a qualquiera ſoldado Eſpañol, por valiente que ſea, y cada año ſe haze gente en el Perù, para ir alla, y van muchos, y no buelue ninguno: han ſaqueado dos pueblos de Eſpañoles, y muerto todos los que hallarõ en ellos, lleuadoſe las pobres hijas y mugeres] Todo eſto es lo que refiere Garcilaſo de la vega, en lo qual ſolamente ſeme haze de nueuo en quanto al numero delas ciudades, q̃ dize ſe deſtruyeron, el contar ala Concepcion, y Chillan; porque las que yo he oido dezir que ſe perdieron, ſon la de Valdiuia, Oſorno, la Ymperial, la Villarica, Santa Cruz, y Angol, con la qual (ſi era la meſma que la que llamaron delos infantes) ſon ſeis las que ſe perdieron; y ſiete, ſi la dicha delos infantes era diſtinta; delas quales haſta oy no ſe ha podido recobrar ninguna: pudo ſer tambien , que en aquel tiempo ganaſſen los Indios entre eſtas ciudades las otras dos dela Concepcion, y Chillan; remitome alas hiſtorias: lo que tengo por cierto es, que ſi los Indios las ganaron en eſta ocaſſion, las recobraron los Eſpañoles muy en breue (como lo hizieron antes quando ſaquearon los Indios, la dela Concepcion alos principios de ſu fundacion, como queda referido) porque de quarenta años a eſta parte (de que puedo yo tener memoria) no he entẽdido jamas que ayan eſtado deſpobladas de Eſpañoles eſtas dos ciudades, ſi bien ſe han viſto apretadas en muchas ocaſiones delos Indios; particularmente en los tiempos mas atras, quando ſe hallauan con menores fuerças, y el enemigo altiuo, y ſoberbio con la buena ſuerte, que hauia tenido.

En quanto alas laſtimas, que eſte autor refiere delo que padecieron los Eſpañoles en la perdida de eſtas ciudades, es muy poco, o nada todo quanto dize reſpeto delo que paſsò, y yo he oido contar; porque hablando lo primero delas ciudades, que ganaron los indios por cerco, no es dezible lo que en ellas padecieron los que eſtauan dentro, porque como no las cogieron prevenidas para tan terrible lance; ſe hallaron deſproueidas delo neceſſario, para poderſe ſuſtentar, ſi no muy poco tiempo, por mas que ſe median con la neceſſidad, repartiendo el poco trigo, que hauia, con tanta limitacion, que apenas viuian; pero como en fin durò eſte tan poco, y el cerco tanto, que huuo ciudad, que eſtuuo ſitiada mas de vn año, huuieron de apelar alos animales domeſticos, alos cauallos, perros, y gatos, mientras duraron, que en acauandoſe, ſe ſuſtentaron algun tiempo con cueros de baca, para lo qual no dexauan latigos, ni aforros decaxas, haſta delas coraças, y adargas ſe valian para poder viuir, pero nada baſtaua, para tan la rgotiempo, y tan horrible hambre, como la que ſe padecia; llegaron a comer coſas indignas de referirſe: con que eſtaua ya la gente tan flaca, y conſumida, que parecian retratos de la muerte, pereciendo ſin tener, que llegar ala boca, en tan extrema neceſſidad, que no fuera coſa nueua hauerſe comido, como lo hizieron en Samaria, aſus meſmos hijos, para no a cauar de perecer; y no ay duda, que quien tuuo animo, para comerſelos alli, ſe los huuiera tambien comido en eſta ocaſſion, donde no fue menor el aprieto, en que ſe vieron.

Pero el invencible valor de aquellas Eſpañolas Chilenas, pudo hazer roſtro atamaña eſtrechura, y trabajo, teniendo pecho, y animo, para dexarſe morir, como de hecho ſe murieron muchas perſonas de hambre, antes que violar los fueros dela piedad, y dela raçon, haziendo vna coſa tan in humana. No es eſto lo que me admira, y eſpanta, porque la impiedad de accion tan contra naturaleza, tiene en ſi meſma ſuficiente reſiſtencia (ſino es que ya ſe pierdan los eſtriuos dela raçon, y falte del todo el ſentido) lo que me cauſa admiracion, es, el ſufrimiento, y teſſon de tanto tiempo; queriendo antes ver perecer ſus hijos, que entregarſe al enemigo, por no ponerlos a peligro de perder la fee, o verlos ſugetos ala corrupcion de ſus gentilicas coſtumbres; eſto es lo que temian, y eſto es lo que hazia todos tan conſtantes, y pacientes en tan extrema neceſſidad, y trabajos; alo qual ſe añadia en las mugeres otra coſa, que las hazia no menos fuertes, y ſufridas; y era el temor dela violencia, que juſtamente temian, hauian de hazer aquellos barbaros aſu honor. Eſto las tenia arraya y mazizaua ſus coraçones, para no deshazerſe de compaſſion, y dolor, viendo llorar de hambre aſus hijos, y que no podian acallarlos, quitandoſe el bocado dela boca para darſele, como lo hizieran, ſi lo alcãçaran para ſi; ſaliã los padres del fuerte, viendo eſta ſumma miſeria, y deſdicha, arreſgando ſus vidas por traer algunas yeruas, y raizes del campo, paraque no acabaſſen de perecer ſus hijos, y mugeres, y aunque muchas veces voluian con eſte ſocorro, ſi bien acoſta de lançadas, y manifieſtos peligros; otras ſe quedauan pagandolo con la vida; porque los enemigos no parauan vn punto, rodeando por momentos la ciudad, de noche, y de dia para coger al que ſalieſſe fuera, y obligar alos que eſtauan dentro a rendirſe.

Deſpues de tan largo y prolixo cerco hallandoſe ya los Eſpañoles mas para morir, que para reſiſtir, aſſi por eſtar ya tan conſumidos, y acauados, como por los que ſe hauian muerto, y perecido amanos del enemigo, ſe huuieron de rendir aſu deſdicha, y entrando los Indios dentro delas ciudades cercadas (aunque no ſe quantas fueron eſtas, ni ſi fueron al meſmo tiempo, o el que huuo de diferencia, dela vna ala otra) començaron a hazer el eſtrago, que ſe dexa entender del odio, y rabia, que tenian contra los Eſpañoles; maniatauanlos como a eſclauos, deſnudandolos de ſus veſtidos, y dandoles taſſadamente vn mal calçonſillo y camiſeta aſu vſança, para cubrirſe las carnes. Veſtianſe los Indios delas veſtiduras delos Eſpañoles, en ſeñal de triumfo. con que en vna hora ſe voluio toda aquella republica lo de dentro a fuera, los Eſpañoles veſtidos de Indios, y los Indios veſtidos de Eſpañoles; eſtos ſugetos, y eſclauos, obedeciendo alos Indios, como aſus Señores, y los Indios mandando como amos, y dueños; cada vno cautiuò los mas que pudo, conforme la buena maña, que ſe dio a cogerlos; y cargado cada qual con los ſuyos, ſe retirò aſus tierras, porque delas ciudades no hizieron caſo, ſino para abraſarlas, y conſumirlas, dexando lo que quedo en pie paraque lo acauaſſe de deſtruir, y conſumir el tiempo, como lo ha hecho, ſin que te vea oy en ellas, ſino ſolamente las laſtimoſas ruinas delo que fueron. Lo meſmo, que hizieron los Indios con los Eſpañoles, y Eſpañolas, que cautiuaron en eſtas ciudades, que ganaron, por hauerlas ſitiado, hizieron tambien con los demas delas otras, que tomaron por aſalto: a todos los lleuaron aſus tierras, donde ſe ſiruieron de ellos, y ſe han ſeruido haſta oy, como de eſclauos, como ſe dirà en el capitulo ſiguiente.

CAPITVLO XVI.
Lo que han padecido los Eſpañoles en el auro cautiuerio, que han tenido en poder delos Indios mas de quarenta años.

G

Ran laſtima ſeria, quien lo duda? ver los Eſpañoles cautiuos en poder de aquellos barbaros, que demas de ſerlo, ſe tenian por ofendidos delos meſmos Eſpañoles, que hauian muerto a tantos delos ſuyos, y deſtruido ſus tierras, ſugetadolos a ſeruidumbre, y hechoſe dueños de lo que ninguno hauia podido, haſta que ellos llegaron aconquiſtarlos. Eſta conſideracion deſnudò alos Indios de todo afecto de piedad para con aquellos ſus cautiuos; ſiruiendoſe de ellos con todo rigor en los miniſterios domeſticos y del campo, matandolos de hambre, trayendolos mal veſtidos, no cuydando de ſus enfermidades, y haziendoles todo el mal tratamiento que podian. Pero aunque eſto era para quebrar los coraçones, viendo gente tan principal, y noble, y criada en tanto regalo, y comodidades, reducida a vn eſtado tan vil, y miſerable: lo que excede toda ponderacion y encarecimiento, es, ver aquellas mugeres, y delicadas Señoras, que tanto valor hauian moſtrado, por no llegara verſe en tan inhumano cautiuerio; ſugetas ala meſma fortuna, que por la delicadeza, y flaqueza mugeril, hazia mas ſenſible ſu dolor, y mas digno de compaſſion alos que lo veian, ſi ya no les faltò del todo aun eſte conſuelo, por verſe tan apartadas delos ſuyos; y a viſta ſolamente de aquellos terribles enemigos, entre los quales, quando huuieſſe alguno, que ſe compadecieſſe de ſu trabajo; los mas no tendrian ojos para verle ni reparar en el.

No ſe que a eſtas Señoras las deſnudaſſen de ſus veſtidos, como alos hombres; pero quando huuieſſen tenido alguna mas piedad con ellas, por mirarlas no tanto, como eſclauas, quanto como a mugeres proprias. El meſmo tiempo las obligò a veſtirſe deſpues como Indias, pues ſeria muy poco el que pudieron durarles ſus veſtidos, con que no pudieron menos, que acomodarſe al tiempo, y vſança dela tierra, cubriendoſe con vna triſte manta a raiz delas carnes, ſin camiſſa, ni otro abrigo delos que acoſtumbrauan, los pies deſcalços por el ſuelo, vnos pobres pellejos por cama, y todo lo demas tocante aſu comida, y viuienda tan pobre, y miſerable, que no podia ſer mas; porque ſi los meſmos Indios paſſan la vida con tanto deſprecio de las comodidades, y aliño, que vſan los Eſpañoles, como queda dicho en el capitulo tercero, y quarto del libro tercero; como lo paſſaria eſtos ſus eſclauos y eſclauas? Vn poco de mote, q̃ es maiz cocido en agua ſimple, era ſu ordinario ſuſtento, vnos porotos, y yeruas del campo, y otras coſas a eſte modo les hazian el plato; eſte era ſu pan, que mezclauan con lagrimas, quando ſe aſſentauan acomerle, no ala meſa, ſino en el meſmo ſuelo, acordandoſe delos regalos, y banquetes, que hauian tenido, y goçado en ſus caſas.

S paraſſe la miſeria, y deſdicha de eſtas pobres cautiuas en ſola eſta mala paſſadia del pobre ſuſtento de ſu vida, menos mal, pero paſſaua mas adelante, por el trabajo corporal y continuo, que tenian en los oficios domeſticos de caſa, de que no ſe exceptuan ni las meſmas mugeres delos Indios; con que aquellas Señoras que eſtauan acoſtumbradas aſu eſtrado, y al entretenimiento voluntario de ſu almohadilla, huuieron forçoſamente de ſugetarſe atomar la eſcoba en la mano, hazer el fuego, y guiſar la comida, traer aſus cueſtas el agua del Rio, y hazer todos los demas miniſterios, que ſon proprios delos que ſiruen. Entre los quales les era peſſadiſſimo el de moler el maiz, para las harinas, que es el principal ſuſtento delos Indios, porque como eſte exercicio, es de tanto trabajo, por cargar todo el cuerpo ſobre los braços, y el continuo mouimiento de todo el, jugando la piedra de moler con entrambas manos, como lo hazen las Indias, y queda declarado en ſu lugar; venia a ſer eſte trabajo tan improporcionado a eſtas pobres cautiuas, por no eſtar acoſtumbradas a el, que he viſto algunas; que han ſalido del cautiuerio mancas por las muñecas del las manos, ſin poderlas jugar, y preguntandolas la cauſa, me reſpondian, que era de moler el maiz, a que añadian otras miſerias, y deſdichas que hauian padecido en el cautiuerio (y eran comunes alas demas cautiuas) tan deſmedidas, y improporcionadas aun alos meſmos hombres, quanto mas ala delicadeza delas mugeres, que no ſe podian oyr ſin lagrimas.

Verdaderamente es nueſtra naturaleza para mas delo que la haze nueſtra aprehenſion, y eſtas valeroſas cautiuas paſſaron mas alla de toda imaginacion, y encarecimiento humano, pues pudieron acomodarſe a vn modo de vida tan aſpera, que fuera argumento de gran valor en vna muger, que tuuieſſe animo, para abraçarla voluntariamente aũq̃ no fueſſe ſino por muy poco tiempo, y eſtas Señoras Chilenas la han ſufrido muchos años pues ha mas de quarenta, que las cautiuaron, y aun viuen toda via algunas de ellas en eſte duro y miſerable cautiuerio; porque aunque ſe han reſcatado muchas, y deſde el año de quarenta, con ocaſſion de la paz, que han dado los Indios, han ido reſtituyendo algunas, como ſe verà mas adelante; pero como no todos ſus amos ſe han reducido alos conciertos de paz, que otros han capitulado, quedan todavia algunas; aunque no podran ſer ya muchas porque, ſe habran muerto parte de ellas en tan largo tiempo, y las que quedan, ſeran ya viejas, como vna, que yo vi en Arauco, la qual truxeron dos mançeuos en reſcate de ſu padre, que era va Cacique, que eſtaua en la cadena, y el Maeſſe de campo no ſe contentò del trueque por ſer ya vieja eſta cautiua, y aſſi dexandola alli, voluieron por otra. Acuerdome a propoſito del valor, con que eſtas cautiuas han lleuado ſu trabajo, que eſta que digo, venia tan freſca, y gorda, como ſi viniera, no de vn cautiuerio, tan peſſado ſino de vn lugar de dilicias, y regalos.

Todos estos trabajos, y otros muchos, que ſe pudieran contar por ſer perſonales, parece, que podian vencerſe parte con paciencia chriſtiana, y parte con el valor, que en ellos moſtrauan eſtas animoſas, y valientes mugeres; pero los que veian padecer las madres aſus hijos que coraçon podia baſtar a reſiſtirlos? que harian con ellos, quando los veian huerſanos de ſus padres, que hauian perecido en la guerra, deſcarriados, ſiruiendo, deſnudos, y mal comidos, ſin tener vn trapo, con que cubrir ſus carnes, ni vn pedaço de pan, ni aun tal vez vn choclo de maiz, para matar ſu hambre, quando llegauan a ellas a pedirlas algo que comer? Que ſentirian quando los veian açotar, y darles el puntillaço, o la bofetada, porque no acertauan a ſeruir, o quando hazian en ellos otros caſtigos mayores, muy proprios dela barbara impiedad de aquella gente, y del aborrecimiento, y odio, que tenian alos Eſpañoles? Oi contar vna vez aun cautiuo, que ſiruiendo a vno de eſtos Indios vn Eſpañolſito de paſtor, que le guardaua el ganado, llegando tal vez ſu amo a contarlo, y hallando que faltaua alguno, que ſe habria quedado perdido en el campo, como acontece muchas veces; aremetio al muchacho con tal furia, y crueldad, que leuantandolo en los braços, lo arrojò en vn gran fuego, que alli eſtaua; y a eſte modo hazian otros caſtigos crueliſſimos, fuera delos ordinarios del palo ſobre ſus cabezas, y coſtillas, con que llegauan muchas veces deſcalabrados, y corriendo ſangre aſus madres, aſus parientes, o conocidos, para atormentarlos con ſu viſta, pues no podian remediar ſu trabajo, ni hazer otra coſa, que acompañar con ſu dolor, y lagrimas las que veian derramar aſus hijos mezcladas no pocas vezes con la ſangre, que vertian de ſus heridas.

De eſta manera han eſtado tantos años eſtos pobres chriſtianos en poder de eſtos gentiles, ſiruiendoles como eſclauos, y con ſugecion mas apretada que la que ellos tenian primero en ſu poder; porque lo primero los Eſpañoles nunca tuuieron alos Indios por eſclauos, porque los que lo han ſido, ſon los que deſpues de eſta rebelion ſe cogieron en la guerra en cierto tiempo limitado, en que concurrieron tales circunſtancias, que baſtaron a juſtificar ſu eſclauitud, y que el Rey los declaraſſe por eſclauos, como lo fueron; pero antes de eſto, nunca lo hanlan ſido, y aſſi no los vendian, ni enagenauan los Eſpañoles, como lo han hecho los Indios con eſtos ſus cautiuos, vendiendolos como a eſclauos y tratandolos como a tales. Lo ſegundo aunque no ſe puede negar que algunos delos Eſpañoles excedieron en algo en el demaſiado trabajo, que dauan alos Indios en ſacarles oro, pero eſto no era de manera, que les hizieſſen los agrauios, y maltratamiento, que los indios les han hecho a ellos en eſte ſu cautiuerio. Lo tercero ningun Eſpañol matò jamas a ningun Indio de ſu ſeruicio, como los Indios han muerto a muchos Eſpañoles en ſus borracheras, en las quales han ſuccedido caſos muy laſtimoſos, y dignos de hiſtoria, los quales no refiero, por no acordarme biẽ de ellos, ſolo tẽgo memoria por mayor de lo q̃ he oido contar a algunos de eſtos cautiuos, y es el gran peligro dela vida, los ſobre ſaltos, y ſuſtos, que padecian ſiempre, que eſtos ſus crueles amos, y Señores ſe juntauan aſus bailes, y borracheras; porque como en eſtas ocaſſiones renueuan memorias delas coſas paſſadas, como queda dicho en ſu lugar, refreſcan las que tienen delas guerras, que han tenido, y dela gente ſeñalada, que en ellas les han muerto los Eſpañoles; y aſſi para ſu vengança, ſe voluian contra eſtos pobres cautiuos, y los lleuauan aſus bailes, y los ponian en medio de todos, deſnudãdolos del poco hato, que trajan ſobre ſu cuerpo, para quitarles la vida como de hecho lo hazian cõ algunos, precediendo ſus ceremonias, y raçonamientos, alos quales ſe hallaua preſente el triſte cautiuo, eſperando por momentos el golpe del cuchillo, o el bote dela lança, con que los atraueſauan; aunque otras vezes eſtãdo ya para eſto, llegaua alguno delos poderoſos, y lo libraua, oponiendoſe alos demas y no conſintiendo que le quitaſſen la vida.

CAPITVLO XVII.
Daſe ſin a esta materia y ponderaſe el mas inconſolable trabajo, que han padecido los Eſpañoles en este ſu cautiuerio.

N

O es trabajo el que en fin ſe acaua aunque ſea con la vida, en comparacion delos dela eternidad, que no puede el alma ſacudir de ſi, ni aun con la eſperança de ver jamas ſu fin. Grandes ſon, y mas de marca los que eſtos pobres cautiuos han padecido, como hemos viſto, y lo diran mejor los que podran referirlos mas por menor, porque en eſta materia, ſe, que ay mucho, que contar; y que llorar. Pero en fin ſon trabajos del cuerpo, que alo mas, no pueden paſſar de ſu duracion. Los trabajos, miſerias, y deſdichas, que por Antonomaſia ſe alçan con eſte nombre, ſon las del alma, que la ponen a peligro de perderſe; de cuyo linaje ſon las que eſtos pobres cautiuos habran padecido en ſus almas, eſtando tantos años entre gentiles, oprimidos con tan dura ſeruidumbre, ſin la ayuda delos ſacramentos, ni ningun otro ſocorro eſpiritual, ſin ver vn ſacerdote, ni otra ninguna perſona ecleſiaſtica, con quien conſolarſe, y deſahogar ſus confeiencias agrauadas con la fuerça de ocaſiones, que en aquel infeliciſſimo eſtado han tenido de perder a Dios, con tan poca comodidad, o por mejor dezir, moralmente hablando, impoſſibilidad de recobrarle, reſtituyendoſe aſu gracia por la penitencia. Eſte ha ſido vn dolor verdaderamente ſin conſuelo, particularmente para los que han muerto en aquel miſerabiliſſimo cautiuerio; ſino es que ya ſe compadecieſſe de ellos la diuina clemencia, por medio de algun acto de contricion, que era el vnico remedio a que deſpues del pecado alli podian apelar para ſu ſaluacion.

No da poco fundamento a eſta eſperança vna coſa digna de reparo, y de mucha eſtimacion en eſtos chriſtianos cautiuos, y es que entre tantos, no ſe ha ſabido jamas de ninguno, que aya apoſtatado dela fee, ni dexadoſe perſuadir delas coſtumbres gentilicas de ſus amos; antes ſe han conſeruado ſiempre como verdaderos catholicos, con el Roſario en la mano, y haziendo ſus deuociones, baptizando ſus hijos, y llorando perpetuamente ſu deſdicha, con anſias de ſalir a remediarla con la confeſſion, y penitencia, haziendo para eſto extraordinarias diligencias, y los que ſe hallauan mas impoſſibilitados para eſto, procurauan, que entraſſe algun ſacerdote, que ajuſtaſſe ſus conſciencias del mejor modo que alli ſe pudieſſe, y los confeſſaſſe, como lo veremos adelante en vno, o otro caſo, que referiremos. Eſte es el trabajo de trabajos, que aquellos pobres chriſtianos han pedecido, y padecen oy los que aun eſtan en tanta miſeria. y eſte es el que les afligia, y apretaua el coraçon mas eſtrechamente, ſiempre que los Indios ſe juntauan aſus bailes, y borracheras, porque ya ſabian el peligro, que en aquellas ocaſſiones corrian ſus vidas, pues começando a calentarſe, y a renouar memorias antiguas, era cierto el peligro, que amenazaua, a aquellos ſus pobres eſclauos, que no pudiendo huir el golpe, eſtauan temblando todo el tiempo, que durauan aquellos beſtiales plazeres y fieſtas de ſus amos.

Eſta deſdicha ha ſido mucho mayor, y mas de llorar en aquellas pobres mugeres cautiuas; y el temor de eſte trabajo, es, el que las hizo tan conſtantes, y ſufridas en los que padecian en los cercos delas ciudades, q̃ teniẽdo por menos mal la meſma muerte, que verſe en poder de aquellos lobos carnizeros, quiſieran antes morir, que ſugetarſe aſu fiereza; pero viendoſe ya eſtos, Señores abſolutos, y aquellas pobres cautiuas, ſin ninguna defenſa, con el puñal alos pechos, por la coſtancia, que moſtrauan en la defenſa de ſu honor, fue lance ſin remedio el de ſu deſdicha, y vltima calamidad, la qual lloramos haſta oy ſin conſuelo; viendo violados los templos viuos de Dios, y la ſangre delos Eſpañoles, y chriſtianos viejos mezclada cõ la de aquellos barbaros genciles, que en quarenta y ſeis años que ha que dura eſte cautiuerio, han tenido tantos hijos meſtizos, que pueden ya hazer generacion de por ſi, y lo que mas laſtima el coraçon es ver eſtos medios Eſpañoles totalmẽte Indios en ſus coſtumbres gentilicas, ſin tener muchos de ellos de chriſtianos mas q̃ el baptiſmo, q̃ algunos delos Eſpañoles cautiuos, o ſus madres les dauan en naciendo; pero como ſe han criado entre los Indios, ſin enſeñanza dela fee, han bebido ſus coſtũbres, ſin diferenciarſe de ellos en nada, ni ſaber palabra dela lengua Eſpañola; y de eſto no me marauillo, porque como ſus madres, no tienen con quien hablar en ſu lengua caſtellana, ſino alguna vez con algun cõcautiuo; no han tenido ocaſſſion los hijos de aprẽderla; porq̃ como la tierra es tan baſta, y dilatada, no les ha ſido licito jamas a eſtos pobres priſſioneros y eſclauos delos Indios, eſtar juntos. Cada vno cargò aſu tierra con el que cautiuò, y aſſi a contece eſtar apartados los vnos delos otros muchas leguas, aqui la madre, ya culla el hijo, o el Hermano, ſin poderſe ver, ni comunicar; ſino rara vez, o nunca, que ha ſido cincunſtancia, que no poco ha aumentado lo duro, y terrible de eſte cautiuerio, mas peſſado por eſto, que el que tuuieron los Yſraelitas en poder de Faraon en Egypto, y abſolutamente mucho peor, pues no he viſto jamas ninguno delos que de el ſe han librado, ſuſpirar por aquella vida, como lo hazian los hijos de Yſrael por las hollas de Egypto.

Eſta ha ſido la cauſa de que eſtos genizaros viuan como gentiles, por hauerſe criado entre ellos, ſin ninguna enſeñança dela fee, porque aunque ſus padres o madres eran chriſtianos, no tenian comodidad de inſtruirles en ella, por andar de ordinario apartados los vnos delos otros; y ſi tal vez, podian enſeñarles algo, era tan poco, y tan mal digerido, que ſe les oluidaua, particularmete quando era ya tiempo de exercitarſe en las armas, entonces, todo ſu cuidado era, ſeñalarſe en ellas, como coſa tan eſtimada entre los Indios, y aſſi han ſalido tan grandes ſoldados, que deſpues aca han ſido los, que han dado mas en que entender al exercito Eſpañol, por la buena liga, que han hecho la ſangre Araucana, y Eſpañola para moſtrarle tan valeroſos, y esforçados como lo hazen en la guerra.

Entre las cautiuas quedaron muchas Señoras nobles, y muy principales, de que ſiempre ſe han ido reſcatando algunas, cuyos hijos, Hermanos, y parientes hauiendoſe librado, y ad quirido hazienda, o juntado ſu reſcate entre buenos, las han redimido de ſu cautiuerio, aunque con grandiſſimo trabajo, y peligro, y eſpera de muchos años: buſcando la ocaſſion por varios modos, haziendo extraordinarias finezas, ſolicitadas del amor delos ſuyos, para ſalir con ſu intento, algunos he conocido yo, que han dado grande exemplo en eſto, no ſoſegando, ni tomando repoſo, deſterrandoſe de ſus lugares, y dexando en ellos ſus comodidades, lleuados dela piedad natural, y chriſtiana, por dar alos ſuyos la libertad, no menos de ſus cuerpos, que de ſus almas. Tã bien ſe han reſcatado algunos hombres; otros ſe han huido, y ſacado conſigo otros cautiuos; y el modo, con que algunos han podido hazerlo, es, ganando credito entre los indios, por hauerſe aplicado a oficio de herreros, el qual es muy eſtimado entre ellos, porque no tienen la practica de eſta arte, por no hallarſe yerro en ſu tierra; y como hazen tanta eſtimacion delas armas para la guerra, y delas rejas, arados, y açadones, y demas inſtrumentos, para labrar la tierra; eſtiman conſiguientemente mucho alos que les ſaben labrar algo de eſto. Yo conoci vn cauallero, q̃ debia de ſer bien niño, quando le cautiuaron con los demas, y era tan habil, que por lo que hauia viſto trabajar alos herreros en ſus fraguas, antes que ſe perdieſſen las ciudades, quedò con la eſpeculacion, que le baſtò para reduzirla deſpues ala practica, haziendo algunos cuchillejos, y labrando otras coſillas de yerro, del que los indios hauian lleuado delos deſpojos delos Eſpañoles: con eſto començò a ſer muy eſtimado entre los Indios, y viendo quan bien le ſalia el oficio, ſe dio a el de manera, que vino a hazerſe hombre de caudal entre ellos; y aſſi tenia ya libertad de ir de vna parte a otra, y andar libremente por donde queria; con que le fue muy facil librarſe del cautiuerio, y voluerſe alos ſuyos donde fue honrrado de todos, y empleado en oficios preeminentes.

A otros cautiuos los han libertado deſpues aca los ſoldados Eſpañoles en las malocas, y correrias, que han hecho de propoſito, para el intento, o dando con ellos acaſo, quando han entrado a tierra del enemigo a otros fines concernientes ala guerra, y es tal la verguença, y confuſſion, que tienen, particularmente las mugeres cautiuas, de verſe en tal vil traje delante delos Eſpañoles, que tal vez he oido dezir, que ſe eſcondian de ellos, porque no las vieſſen; y no ha faltado quien ha reuſado ſalir de aquella deſdicha aun teniendo ocaſſion de poderlo hazer, ſolo de verguença, por no parecer delanta delos ſuyos, y padecer la confuſſion, de que las vean cargadas de hijos delos Indios; ſino es que ya el amor delos meſmos hijos detenga a algunas, y las ciegue eſta paſſion, para no ver la ruina, que amenaça aſus almas en vn eſtado tan infeliz, q̃ las tiene en tan gran peligro dela cõdenacion eterna: que eſto tienen los males, quando ſe embejezen, y hechan raizes; y los hijos, aunque lo ſean de padres tan deſiguales, ſon amarras del coraçon, que aſiendo del, lo tienen araya, y no le dexan obrar lo que dicta la raçon; y ya por lo vno, ya por lo otro, ha hauido ſegũ dizen quien ſe ha reſiſtido haſta deſpues de muchos años, aunque ſus parientes lo han procurado por todos los medios, que han podido; pero eſto acontece a vna, o otra que lo general en todos es, el deſſeo, y anfias de ſalir de entre barbaros, y enemigos de Dios, y viuir entre los ſuyos, goçando delos frutos delos Sacramentos, y del abrigo dela Ygleſia, para el remedio, y la ſaluacion de ſus almas. Entre los que yo he conocido, y comunicado, he viſto algunos, que por ſer muy niños, quando los cautiuaron, ſalieron deſpues caſi tã Indios en el modo de hablar como los que nacen entre ellos; los que entraron mas hechos en el cautiuerio, aunque con la falta del vſo dela lengua natiua, que es la Eſpañola, la han oluidado en gran parte, no de manera, que la ayan perdido, y delos vnos, y los otros debieron de ſer muchos eſtos cautiuos, pues deſde que ſe cautiuaron haſta aora, ſiempre ſe han ido reſcatando, y ſiempre han quedado no pocos en el cautiuerio, de manera que del año de quarenta a eſta parte, con ocaſſion dela paz, que han dado los Indios al Marques de Baydes, Gouernador, q̃ entonces lo era de Chile, de que hablaremos en ſu lugar, han reſtituido algunas Eſpañolas, y aun quedan toda via otras, y de algunas tenemos claras noticias, y habra otras la tierra adentro, de quien ſera dificultoſa coſa hauerlas. Dios nueſtro Señor ſe compadeſca de las almas de eſtos cautiuos, y ſe ſirua de ſacarlos a dõde puedan tratar de ſu ſaluacion, y de lleuar adelante la paz, que los Indios han dado, paraque ſean inſtruidos en las coſas dela fee, como lo deſſean, y piden, y aſſi ſe diſpongan tambien para ſaluarſe.

Dela gente, que en eſta reuelion no quedò cautiua, vnos perecieron amanos delos Indios, contra quien pelearon haziendo valentias, y hazañas no imitables por defender ſus ciudades, y ſus mugeres, y hijos, que tenian dentro, y veian en tan gran peligro de perderſe: pero en fin vino aſer todo ſin fruto; porque no pudiendo reſiſtir ala fuerça, y orgullo, que traian los Indios; caian vnos hechos pedaços traſpaſſados por mil partes de lançadas, y otros que ſe hechauan alos Rios; ſe ahogauan en ellos; ſi ya no perecian antes deſpeñados por las laderas, y caidas de ſus barrancas, por donde no pudiendo hazer ya otra coſa ſe arrojauan, o a morir. o abuſcar el vltimo remedio de ſu vida, como acontecio a muchos valientes ſoldados, que dizen perecieron con ſu Capitan de eſta manera; otros eſcaparon retirando con mejor dicha alas mugeres, y niños, que pudieron, y alas religioſas, aunque no todas, porque la prieſſa, que daua el enemigo no les permitio ponerlas todas en ſaluo; y aſſi huuieron algunas de ellas de paſſar la comun fortuna delas demas mugeres, que fueron cautiuas; lo qual fue tanto mas digno de laſtima, y dolor, quanto era ver, aquellos Angeles dela tierra, y eſpoſas de Chriſto en poder de aquellos ſangrientos lobos; ſi bien entre ellos no faltò quien iluſtrado con particular luz del cielo enfrenò la furia de ſu paſſion, y abſteniendoſe de tocar ala que ſupo, que eſtaua conſagrada a Dios, reſpetò, aunque gentil, y barbaro, aſu eſpoſa, haziendola el tratamiento debido al religioſo eſtado, haſta voluerla libre alos Eſpañoles, dedicado a ſeruirla, como lo hizo haſta la muerte, reciuiendo el ſanto baptiſmo, como ſe verà deſpues en ſu lugar, donde ſe referirà el caſo mas ala larga.

La gente que ſe eſcapò de eſta comun, y general calamidad, ſe repartio por toda la tierra, que quedò de paz, que fue deſde la Concepcion para delante; y acomodandoſe cada vno donde pudo, por las quebradas, valles, y campos (porque en las ciudades, no pudo hauer lugar para todos, ni la pobreza, y deſnudez, con que ſalieron les daua lugar a ello) hizieron en ellos ſus eſtancias, donde ſe han ſuſtendado, y multiplicado de manera, que juntamente con los demas, que tenian hecho ya ſus aſſientos en ellas, han poblado la tierra con tanta frequencia de gente, que en mas de ciento, y cinquenta leguas, ſe puede andar toda, durmiendo, y comiẽdo caſi ſiempre en poblado, y en algunas partes eſtan tan juntas eſtas eſtancias, que ſe topan a vna legua, a media, y a menos: y algunos, que ſe han aplicado mas al trabajo; (aunq̃ como digo ſalieron en camiſſa) les ha fauorecido nueſtro Señor tanto, que han enriquezido mucho, y han podido caſar ſus hijas muy iluſtremente, con muy buenos dotes; y oy ſe hallan ricos, con mucha ſuma deganados, y eſclauos, que es la riqueza de aquella tierra, ſuſtentando ſus caſas con mucho lucimiento, debido aſu calidad, y nobleza.

CAPITVLO XVIII.
Del estado en que quedo Chile deſpues dela perdida delas ciudades en tiempo de otros Gouernadores.

S

Vccedio en el gouierno de Don Martin Garcia Oñez, y Loyola el licenciado Pedro de vizcarra, que al tiempo de ſu muerte, era teniente general del Reyno, y aſſi le eligio el meſmo Reyno paraque le gouernaſſe, y fueſſe ſu cabeza, mientras proueia el Virrey en interin, que ſe daua auiſo a Eſpaña, y embiaua ſu Mageſtad Gouernador en propriedad; que es lo que ſiempre ſe acoſtumbra. Lo que de aquel Reyno quedò en pie deſpues dela perdida de ſus ciudades, quedò tan laſtimado, y el enemigo tan inſolente, y ſoberbio, que harto hizo eſte Cauallero en ſuſtentarſe, y defenderſe, como pudo, haſta que el Virrey Don Luis Velaſco embio a Don Franciſco de Quiñones por Gouernador, el qual, el tiempo, que le durò el gouierno en las batallas, que tuuo con el enemigo, ſe, que las huuo con Huenecura, inſigne caudillo del exercito Araucano; aunque no ſe lo particular del ſus ſucceſſos, y victorias, y de los lances, y encuentros, que tuuo con eſte ſu competidor (que no ſerian de poco cuydado, por la arrogancia, y ſoberbia, con que ſe hallauan los Indios, viendoſe Señores de tantos Eſpañoles, y ciudades, que hauian ganado) y aſſi ſupongo, que ſeria el valor de eſte Gouernador muy proprio de ſu iluſtre ſangre, pues por lo menos ſabemos, que reſiſtio al enemigo de manera, que con eſtar tan inſolente, y atreuido, no le dio lugar a paſſar adelante. Lo demas delos buenos aciertos de ſu gouierno, lo remito ala hiſtoria de Chile, q̃ lo referirà todo por menor, como merece, aunq̃ no le dio lugar la vida, y corto tiẽpo, q̃ le durò en Chile, a dexar en el tantas memorias como pudiera ſu grã valor.

A Don Franciſco de Quiñones ſuccedio el Gouernador Alonſo Garcia Ramon, de quien hemos hablado varias vezes en este libro, en el gouierno de Don Alonſo de Sotomayor, cuyo Maeſſe de campo fue, y en cayo tiempo hizo las hazañas, y valeroſos hechos, que quedan referidos; entre los quales, fue muy ſeñalado el que refiere el Capitan Ferrando Aluerez de Toledo en ſu Araucana manuſcrita, dela victoria; que tuuo de Cadeguala, quitandole la vida en el deſafio, q̃ cuenta eſte autor en los cantos nueue, y diez, y queda referido en ſu lugar; alo qual añade el ya citado Fray Gregorio de Leon otra victoria ſemejante a eſta que tuuo aunque no immediatamente por ſi miſmo, de otro Indio llamado Colecheo, el qual eſtando nueſtro campo en frente del enemigo, tuuo atreuimiento de entrarſe por el, en vn furioſo cauallo, y jugando dieſtramente vna maça enclauada, dezia, a voces, que iua en buſca del Gouernador Ramon; que ſalieſſe, ſi era hombre, que alli le eſperaua; oyendo loqual vn Indio de nueſtros amigos mas valiente, que Colecheo; no pudiendo ſufrir eſta libertad, ſalio a el, y deſpues de algunas idas, y venidas, le dio vn tan terrible golpe, que lo derribò aſus pies, y lo hizo pedaços. Gouernò eſte cauallero a Chile dos veces, eſta primera por el Virrey, que le ocupò en eſte oficio, por muerte de ſu anteceſſor, Don Franciſco de Quiñones, y la ſegunda, por el Rey, deſpues del Gouernador Alonſo de Riuera, aquien ſuccedio en el primer gouierno (que tambien gouernò dos veces eſte Cauallero) de manera que ſe ſuccedieron el vno al otro como luego ſe verà.

En el primer gouierno de Aloſo Garcia Ramon (ſino es que ya fueſſe en el de ſu anteceſſor; de que no tengo puntual noticia) paſsò de Eſpaña a Chile el Capitan Don Franciſco Rodriguez del Mançano, y Ovalle, maiorazgo en Salamanca dela iluſtre caſa delos Rodriguez del Mançano, tan antigua, como conocida en aquella nobiliſſima ciudad, con vna tropa de gente may eſcogida, que por orden de ſu Mageſtad leuantò en Lisboa; con la qual lleuando entre ella algunos caualleros portugueſes, paſsò a Buenos ayres, en Compañia de Don Diego Valdes dela vanda ſu primo, que iua por gouernador de aquel puerto; dexando al qual en ſu gouierno, paſsò a Chile con ſu gente, a donde llegò eſtando aquel Reyno tan apretado del enemigo, que eſtaua a gran contingencia de perderſe. De quanta importancia fueſſe en aquel tiempo eſte ſocorro, y lo mucho, que valio, para el Real ſeruicio, defenſa, y ſeguridad de aquel Reyno; no me toca ami el dezirlo; y aſſi lo dejo, paraque lo diga quien lo referirà mejor, y con mayor aplauſo, y guſto del letor; y aſſi paſſo al otro ſocorro, que vino a eſte meſmo gouernador, no en este primer gouierno, ſino en el ſegundo, el qual fue el maioer en numero, que ha tenido Chile: porque fue de mil hombres, que aſſi meſmo embio ſu Mageſdad de Eſpaña, y tambien por buenos ayres; de que no tengo mas noticia en particular, ni dela perſona acuyo cargo fue, y aſſi, no puedo dezir en eſta parte otra coſa, ſino que eſte ſocorro fue el remedio de aquel Reyno, aſſi por hauerle hallado con tanta neceſſidad de el, como, porque ſiendo tan numeroſo, hadado gente, para poblar la tierra, porque los ſoldados viejos, que ſe han licenciado del Real exercito; han fundado eſtancias y en riquezido en ellas, con los ganados, que han criado, como lo hazen todos los demas, que dexan la guerra, porque caſi ninguno ſale del Reyno, por hallar en el todos honeſto entretenimiento, y comodidades, para paſſar con guſto el reſto dela vida.

En el meſmo ſegundo gouierno de Alonſo Garcia Ramon, ſe fundò la Real audiencia, en la ciudad de Santiago, cuyos primeros fundadores, y miniſtros llenaron tan bien ſus pueſtos, que merecieron muy juſtamente el buen credito, y opinion, que han dexado en aquel Reyno, aquien honrran oy ilutres decendientes herederos no menos de ſu muy noble ſangre, que de la piedad de ſus chriſtianas coſtumbres, y luſtre de ſus caſas; en que tambien les han imitado muchos otros, q̃ deſpues aca les hã ſuccedido en ſus oficios, y tãbien los q̃ ocupã oy eſtos pueſtos con la entereza, y buen zelo, q̃ deben aſus obligaciones, y alas que tienen a Dios, y aſu Rey. Eſto es lo que he podido ſaber del tiempo del gouierno de eſte valeroſo caudillo, y gouernador de Chile; que de los lances, que tuuo con el enemigo, delas batallas y victorias, que alcanço, y delos demas aciertos de ſu gouierno, no tengo quien me de materia, para dezir en eſta parte lo que ſupongo habra hecho digno de hiſtoria; que quien hizo tanto eſtando a orden de otro, ſiendo Maeſſe de campo de aquel Reyno, como hemos viſto; bien ſe dexa entender lo que ſe aventajaria, ſiendo abſoluto, y dueño del campo; pues la experiencia perſonal de tantos encuentros, como tuuo con el enemigo, adelantaria ſu gran valor, y talento, para los buenos aciertos de ſu gouierno, y para aſegurar los felices ſucceſſos, que en ſu tiempo tuuieron las Reales armas del catholico exercito en aquel Reyno; el qual gouernaua en eſte ſu primero gouierno, quando llegò el gouernador Alonſo dela Riuera, de quien hablaremos mas adelante, porque, aunque le embio ſu Mageſtad deſde Eſpaña, hauiendole ſacado, para el intento delas guerras de Ytalia, y Flandes, donde hauia ſeruido tan valeroſamente, como el mundo ſabe, y refieren las hiſtorias; y hauiendo llegado a Chile, entrò con efecto en el gouierno; però hauiendoſe caſado alli contra cedulas Reales, (en que prohibe ſu Mageſtad aſus miniſtros el caſarſe en la tierra, donde ſiruen, ſin ſu licencia) le priuaron de aquel gouierno; y aunque los ſingulares dotes de ſu eſpoſa, en particular los de ſu gran nobleza, extrema hermoſura, y ſobre todo ſu Angelical, y inſigne virtud, tan conocida en aquel Reyno, parece, q̃ podian hazer contrapeſo, y eſcuſar eſta culpa; pero en fin nada de eſto le valio, para librarſe dela pena, y aſſi ſalio de Chile a pagarla; ſi bien ſu Mageſtad, atendiendo a los ſeruicios, que le hauia hecho, le ocupò en el gouierno de Tucuman, donde le dexaremos por aora, haſta que ſea tiempo de que le veamos voluer a Chile, como ſe verà adelante.

Quando el Rey mandò ſalir de Chile al Gouernador Alonſo de Riuera, le embio juntamente ſucceſſor, que fue el ya nombrado Alonſo Garcia Ramon, que hauia ſido ya Gouernador la primera vez, y ſuccedidole en el gouierno el dicho Alonſo de Riuera, pero hauiendo muerto Alonſo Garcia Ramon en ſu ſegundo gouierno; entrò en ſu lugar el Doctor Luis Merlo dela fuente, q̃ era el oidor mas antiguo dela Real Audiencia, aquien toca de ordinario gouernar el Reyno, miẽtras prouee el Virrey del Perù, y deſpues ſu Mageſtad, de Gouernador proprietario: por eſta cauſa durò poco el gouierno del dicho Doctor Luis Merlo dela fuẽte: pero en eſſe poco tiempo, ſe portò cõ tan grande juſtificacion, entereza, y valor, aſſi en las coſas dela paz, como dela guerra, que deſmintio la opinion, que comunmente ſe tiene, de que no ſon para en vno la profeſſion delas armas, y la delas letras; y que el que fuere eminente, y ſeñalado en aquellas, no lo puede ſer en eſtas. no averiguo aora eſta queſtion, ſi bien la praxis, y experiencia delo que comunnente ſe ve, pudiera facilmente deslindarla; ſolo digo ami propoſito, que con hauerſe criado eſte cauallero toda ſu vida en el exercicio delas letras, y en el dela judicatura delos tribunales, en que ſiruio muchos años al Rey; ſe moſtrò en la ocaſſion de eſte ſu gouierno tan ſoldado, como ſino huuiera hecho otro estudio, que el delas armas; y con ſer ya de edad, ſe moſtrò en todas las ocaffiones tan alentado, y animoſo, que le temblauan los Indios; y ſi huuiera durado mucho en ſu gouierno, huuiera adelantado mas las coſas dela guerra. Dieron por eſclauos en ſu tiempo alos Indios, que ſe cautiuauan en ella, por las raçones, que para ello huuo: las quales no averiguo, porque no me toca, ni es eſte ſu lugar. Dexò eſte iluſtre Goneruador, y fiel miniſtro de ſu Mageſtad vna eſclarecida decendencia con quien ſe honrra oy aquel Reyno, y los del Perù en los pueſtos eminentes de garnachas, con el lucimiento de ſus caſas, y credito de ſus perſonas, muy hermano dela heredada ſangre de ſu nobleza, y del gran valor, piedad, y exemplo de ſu iluſtre padre.

Succedio al gouernador Luis Merlo dela fuẽte el gouernador Iuan Xara quemada, cauallero delas canarias, y digno por ſu iluſtre perſona de maiores pueſtos. El tiempo, que ocupò el de eſte gouierno continuò los meritos, que tenia ad quiridos en otros empleos, en que el Rey hauia ocupado ſu iluſtre perſona; los quales aſſi miſmo lleuò adelante, en los que ſiruio deſpues de eſte: aſſi lo publica la fama, que ſiẽpre oì de eſte cauallero, ſin contradicion de ninguno; que delo particular de ſus hazañas, y buenos aciertos, no puedo dezir nada, por la general raçon, que otras vezes he alegado, para prevenirme de la nota de corto que me pudieran dar, viendo quan poco digo delos que tanto, merecen; pero la eſcuſa, que tengo de eſcreuir tan de lexos, es legitima, y la admitiran ſinduda los diſcretos, q̃ ſon intereſſados, aſſi en eſta materia, como en las demas, que tocan a otros gouernadores, cuyas relaciones me es fuerça remitir a quien las eſcreuirà, dandoles el lugar, que merece cada coſa en particular. Gouernò eſte cauallero, por nãbrãiento del Virrey del Perù el Marques de Montes claros y fue ſu competidor en la guerra el famoſo Aynabillo, de cuyas batallas, y victorias dela vna, y otra parte, no tengo por aora noticia alguna en particular; pero es cierto que no dexaria de hauer mucha materia de hiſtoria, que no dexarà en el tintero la general, que ſe aguarda. Honrran oy la ciudad de Santiago parientes muy cercanos de eſte iluſtre gouernador, los quales han conſeruado ſiempre en el lucimiento de ſus perſonas, y caſa. el credito, y opinion, en que ha eſtado ſiempre la heredada nobleza de ſu iluſtre ſangre.

En eſte tiempo el Padre Luys de Valdiuia de nueſtra Compañia de Ieſus de quien hablaremos mas de propoſito en ſu lugar, tratò en Eſpaña con ſu Mageſtad el modo, y traça; q̃ hauia de hauer en adelante en la guerra con los Indios, para q̃ no ſe impidieſſe la predicacion del Evangelio, que era el principal fin de aquella conquiſta, como tambien de todas las Indias como tantas veces lo tienen ſignificado los catholicos Reyes por ſus Reales cedulas. Y hauiendoſe ventilado en el Real conſejo los medios, que el padre proponia, haziendo la eſtimacion que merecia ſu grande zelo, conſejo, y experiencia como de perſona, que hablaua delo que hauia viſto, y conferido con el Virrey del Perù, y otros miniſtros de ſu Mageſtad, por cuyo parecer, y orden hauia venido de Chile a informarle de la verdad, conforme alo que juzgauan perſonas de intereſſadas, y atentas ſolamente ala raçon y al maior ſeruicio de Dios, ſe tomò la reſolucion que dira el libro ſiguiente.