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La Divina Comedia (traducción de Manuel Aranda y Sanjuán)/El infierno/Canto VI

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Nota: Se respeta la ortografía original de la época


CANTO VI.


Cuarto círculo, el de los pródigos y el de los avaros.—Están condenados á chocar uno contra otro eternamente.—Retrato de la Fortuna.—Virgilio y Dante bajan al quinto círculo.

Pape Satan, pape Satan aleppe (1): comenzó á gritar Pluton con ronca voz. Y aquel sabio gentil, que lo conoce todo, para animarme dijo:—No te inquiete el temor; pues á pesar de su poder, no te impedirá que desciendas á este circulo. Despues, volviéndose hácia aquel rostro hinchado de ira, le dijo:—Calla, lobo maldito (2): consúmete interiormente con tu propia rabia. No sin razon venimos al profundo infierno; pues así lo han dispuesto allá arriba, donde Miguel castigó la soberbia rebelion.—Como las velas, hinchadas por el viento caen derribadas cuando el mástil se rompe, del mismo modo cayó al suelo aquella fiera cruel.—Así bajamos á la cuarta cavidad, aproximándonos más à la dolorosa orilla que encierra en sí todo el mal del universo.

¡Ah, justicia de Dios! ¿quién sino tú, puede amontonar tantas penas y trabajos como allí ví? ¿Por qué nos destruyen así nuestras propias faltas? Aquí chocan los condenados unos con otros, lo mismo que la ola, saltando sobre el escollo de Caribdis, se rompe contra la que encuentra. Allí ví más condenados que en ninguna otra parte, los cuales formados

(1) Pape, interjecion griega y latina, que significa sorpresa: aleppe, lo mismo que aleph (ó Ioseph,) voz hebraica, equivalente á jefe, principe, etc. La frase, truncada por reticencia, quiere decir: «¡Cómo, Satanás; cómo, Satanás, príncipe del infierno!... ¿Un audaz mortal se atreve á entrar aquí?»—FRATICELLI.

(2) El lobo es símbolo de la avaricia, segun se ha dicho anteriormente. en dos filas, se lanzaban de la una á la otra enormes pesos con todo el esfuerzo de su pecho, gritando fuertemente: dábanse grandes golpes, y despues se volvia cada cual hácia atrás, exclamando: —¿Por qué guardas (1)? Por qué derrochas (2)?—De esta suerte iban girando por aquel tétrico círculo, yendo desde un extremo á su opuesto, y repitiendo á gritos su injurioso estribillo. Despues, cuando cada cual habia llegado al centro de su círculo, se volvian todos á la vez para empezar de nuevo otra pelea.

Yo, que tenia el corazon conmovido de lástima, dije:—Maestro mio, indícame qué gente es esta. Todos esos tonsurados que vemos á nuestra izquierda ¿han sido clérigos?—Y él me respondió:—Todos fueron de tan limitado talento en la primera vida, que no supieron gastar razonablemente: así lo manifiestan ellos con claridad cuando llegan á los dos puntos del círculo que los separa de los que siguieron camino opuesto. Esos que no tienen cabellos que cubran su cabeza, fueron clérigos, papas y cardenales, á quienes subyugó la avaricia.—Y yo:—Maestro, entre todos esos, bien deberá haber algunos á quienes yo conozca y á quienes tan inmundos hizo este vicio.—Y él á mí:—En vano esforzarás tu imaginacion: la vida sórdida que los hizo deformes, hace que hoy sean oscuros y desconocidos. Continuarán chocando entre sí enteramente; y saldrán estos del sepulcro con los puños cerrados, y aquellos con el cabello rapado. Por haber gastado mal y guardado mal, han perdido el Paraiso, y se ven condenados á ese eterno combate, que necesito pintarte con palabras escogidas. Ahí podrás ver hijo mio, cuan rápidamente pasa el soplo de los bienes de la Fortuna, por los que la raza humana se enorgullece

(1) Los pródigos á los avaros.

(2) Los avaros á los pródigos. y querella. Todo el oro que existe bajo la Luna, y todo el que ha existido, no puede dar un momento de reposo à una sola de esas almas fatigadas.

—Maestro, le dije entonces, enséñame cuál es esa Fortuna de que me hablas, y que así tiene entre sus manos los bienes del mundo.—Y él á mí:—¡Oh locas criaturas! ¡Cuán grande es la ignorancia que os extravia! Quiero que te alimentes con mis lecciones. Aquel cuya sabiduría es superior á todo, hizo los cielos y les dió un guia, de modo que toda parte brilla para toda parte (1), distribuyendo la luz por igual; con el esplendor del mundo hizo lo mismo, y le dió una guia, que administrándolo todo, hiciera pasar de tiempo en tiempo las vanas riquezas de una à otra familia, de una á otra nacion, á pesar de los obstáculos que crean la prudencia y prevision humanas. Hé aquí por qué, mientras una nacion impera otra languidece, segun el juicio de Aquel que está oculto, como la serpiente en la yerba (2). Vuestro saber no puede contrastarla (3); porque provee, juzga y prosigue su reinado, como el suyo cada una de las otras deidades. Sus trasformaciones no tienen tregua; la necesidad la obliga á ser rápida; por eso se cambia todo en el mundo con tanta frecuencia. Tal es esa á quien tan á menudo vituperan los mismos que deberían ensalzarla, y de quien blasfeman y maldicen sin razon. Pero ella es feliz, y no oye esas maldiciones: contenta entre las primeras criaturas, prosigue su obra y goza en su beatitud. Bajemos ahora donde existen mayores y más lamentables males: ya descienden (4) todas las

(1) Esto es: por el regulado movimiento de las esferas celestes, la luz de todas resplandece sobre todas en armónica proporcion.

(2) Latet anguis in herba. (Virg.)

(3) La Fortuna.

(4) Ya es pasada la media noche. estrellas que salian cuando me puse en marcha, y nos está prohibido retrasarnos mucho.

Atravesamos el círculo hasta la otra orilla, no lejos de un hirviente manantial, que vierte sus aguas en un arroyo que le debe su orígen y cuyas aguas son más bien oscuras que azuladas; y bajamos por un camino distinto siguiendo el curso de tan tenebrosas ondas. Cuando aquel arroyo ha llegado al pié de la playa gris é infecta, forma una laguna llamada Estigia (1); y yo que miraba atentamente, ví algunas almas encenagadas en aquel pantano, completamente desnudas y de irritado semblante. Se golpeaban, no solo con las manos, sino con la cabeza, con el pecho, con los piés, arrancándose la carne á pedazos con los dientes.

Díjome el buen Maestro:—Hijo, contempla las almas de los que han sido dominados por la ira: quiero además que sepas que bajo esta agua hay una raza condenada que suspira (2), y la hace hervir en la superficie, como te lo indican tus miradas en cuantos sitios se fijan.—Metidos en el lodo dicen:—Estuvimos siempre tristes bajo aquel aire dulce que alegra el Sol, llevando en nuestro interior una tétrica humareda: ahora nos entristecemos tambien en medio de este negro cieno.

Estas palabras salian del fondo de su garganta, como si formaran gárgaras, no pudiendo pronunciar una sola íntegra.

Así fuimos describiendo un gran arco al rededor del fétitido pantano, entre la playa seca y el agua, vueltos los ojos hácia los que se atragantaban con el fango, hasta que al fin llegamos al pié de una torre.

(1) De una palabra griega, que significa odio, tristeza y horror.

(2) Estos eran los melancólicos ó descontentadizos.