La Divina Comedia (traducción de Manuel Aranda y Sanjuán)/El infierno/Canto XV
cisco de Acorso[1]; y si desearas conocer á tan inmunda caterva, podrias ver á aquel que por el Siervo de los siervos de Dios[2] fue trasladado del Arno al Bacchiglione[3], donde dejó sus mal extendidos miembros. Más te diria; pero no puedo avanzar ni hablar más, porque ya veo salir nuevo humo de la arena. Vienen almas con las cuales no debo estar. Te recomiendo mi Tesoro[4], en el que aun vive mi memoria, y no pido nada más.
Despues se volvió con los otros, del mismo modo que los que, en la campiña de Verona, disputan á la carrera el palio[5] verde, pareciéndose en el correr á los que vencen y no á los vencidos.
CANTO XV.
Encontrábame ya en un sitio donde se oia el rimbombar del agua que caia en el otro recinto, rumor semejante al zumbido que producen las abejas en sus colmenas, cuando à un tiempo y corriendo se separaron tres sombras de entre una multitud que pasaba sobre la lluvia del áspero martirio.
Vinieron hácia nosotros, gritando cada cual:—Detente, tú, que, á juzgar por tus vestidos, eres hijo de nuestra depravada tierra.—¡Ah! ¡qué de llagas antiguas y recientes vi en sus miembros, producidas por las llamas! Su recuerdo me contrista todavía. A sus gritos se detuvo mi Maestro; volvió el rostro hácia mí, y me dijo:—Espera aquí, si quieres ser cortés con esos; aunque si no fuese por el fuego que lanza sus rayos sobre este lugar, te diria que, mejor que à ellos la prisa de venir, te estaria á tí la de correr á su encuentro[6].
Las sombras volvieron de nuevo á sus exclamaciones, luego que nos detuvimos, y cuando llegaron á donde estábamos, empezaron las tres á dar vueltas formando un círculo. Y como solian hacer los gladiadores desnudos y untados de aceite, que antes de venir á las manos buscaba cada cual la oportunidad de lanzarse con ventaja sobre su contrario, del mismo modo, cada una de aquellas sombras dirigia su rostro hácia mí, girando sin cesar, de suerte que tenian vuelto el cuello en distinta direccion de la que seguian sus piés.
—Aunque la miseria de este suelo movedizo y nuestro llagado y sucio aspecto haga que nosotros y nuestros ruegos seamos despreciables, comenzó a decir una de ellas, nuestra fama debe incitar á tu corazon á decirnos quién eres, tú, que sientas con tal seguridad los piés vivos en el Infierno. Este que vés tan desnudo y destrozado, y cuyas huellas voy siguiendo, fué de un rango mucho más elevado de lo que te figuras. Nieto fué de la púdica Gualdrata[7]; se llamó Guidoguerra, y durante su vida hizo tanto con su talento, como con su espada: el otro, que tras de mí oprime la arena, es Tegghiajo Aldobrandini[8], cuya voz deberia ser agradecida en el mundo; y yo, que sufro el mismo tormento que ellos, fuí Jacobo Rusticucci, y por cierto que nadie me causó más daño que mi fiera mujer[9].
Si hubiese podido estar al abrigo del fuego, me habria lanzado hacia los de abajo [10], y creo que mi Maestro lo hubiera tolerado; pero como estaba expuesto á abrasarme y cocerme, el miedo venció la buena intencion que me impelia á abrazarlos. Así, les dije:
—Vuestra situacion no me ha inspirado desprecio, sino un dolor que tardará en desaparecer; esto es lo que he sentido desde el momento que mi Señor me dijo algunas palabras, por las cuales comprendí que era gente de vuestra calidad la que hácia nosotros venia. De vuestra tierra soy; y siempre he retenido y escuchado con gusto vuestros actos y vuestros honrados nombres.
«Dejo las amarguras[11], y voy en busca de los sabrosos frutos que me ha prometido mi sincero Guia[12]; pero antes me es preciso bajar hasta el centro.» —Así tu alma permanezca unida á tus miembros por mucho tiempo, repuso aquel, y así tambien resplandezca tu fama despues de la muerte, ruégote nos digas, si la gentileza y el valor habitan aun en nuestra ciudad, como solian, ó si se han desterrado por completo; porque Guillermo Borsiere[13], que gime hace poco tiempo entre nosotros, y va allí con los demás compañeros, nos atormenta con sus relatos.
—¡Los advenedizos y las rápidas fortunas han engendrado en tí, Florencia, tanto orgullo é inmoderacion, que tú misma te lamentas ya por esa causa!—Así exclamé con el rostro levantado; y las tres sombras, oyendo esta respuesta, se miraron mútuamente, como cuando se oyen cosas que se tienen por verdaderas.
—¡Si tan poco te cuesta en otras ocasiones satisfacer las preguntas de cualquiera, respondieron todos, dichoso tú que dices lo que sientes[14]! Mas, si sales de estos lugares oscuros, y vuelves á ver las hermosas estrellas, cuando te plazca decir: «Estuve allí», haz que los hombres hablen de nosotros.—En seguida rompieron el círculo, y huyeron tan de prisa, que sus piernas parecian alas. No podria decirse amen tan pronto como ellos desaparecieron: por lo cual mi Maestro determinó que nos fuésemos.
Yo le seguia, y á los pocos pasos, advertí que el ruido del agua estaba tan próximo, que aun hablando alto apenas nos hubieran oido.
Como aquel rio que sigue su propio curso desde el monte Veso hácia levante por la izquierda del Apenino, el cual sellama Acquacheta antes de precipitarse en un lecho más bajo, y perdiendo este nombre en Forli, y formando despues una cascada, ruge sobre San Benedetto en los Alpes, donde un millar de hombres debiera hallar su retiro[15], así en la parte inferior de una roca escarpada, oimos resonar tan fuertemente aquel agua teñida de sangre[16], que me habria hecho ensordecer en poco tiempo. Tenia yo una cuerda ceñida al cuerpo, con la cual habia esperado apoderarme de la pantera de pintada piel[17]: cuando me la desaté, segun me lo habia ordenado mi Guia, se la presenté arrollada y replegada: entonces se volvió hacia la derecha, y desde una distancia considerable de la orilla, la arrojó en aquel abismo profundo.—Preciso es, decia yo entre mí, que alguna novedad responda á esa nueva señal, cuyo efecto espera con tanta atencion mi Maestro.
—¡Oh! que circunspectos deberian ser los hombres ante los que, no solamente ven sus actos, sino que, con la inteligencia, leen en el fondo de su pensamiento!—Mi Guia me dijo: Pronto vendrá hácia arriba lo que espero, y pronto tambien es preciso que descubran tus ojos lo que tu pensamiento no vé con seguridad. El hombre debe, siempre que pueda, cerrar sus lábios antes de decir una verdad, que tenga visos de mentira; porque se expone á avergonzarse sin tener culpa[18]. Pero ahora no puedo callarme, y te juro, ¡oh lector! por los versos de esta comedia, á la que deseo la mayor aceptacion, que ví venir nadando por el aire denso y oscuro una figura, que causaria espanto al corazon más entero; la cual se asemejaba al buzo que vuelve del fondo, adonde bajó acaso á desprender el ancla, que está afianzada á un escollo ú otro cualquier objeto escondido en el mar, y que extiende hácia arriba los brazos, al mismo tiempo que encoge sus piernas.
CANTO XVI.
«Hé ahí la fiera de aguzada cola, que traspasa las montañas, y rompe los muros y las armas: he ahí la que corrompe al mundo entero.»
Así empezó á hablarme mi Maestro, é hizo á aquella una seña, indicándole que se dirigiera hácia la márgen de piedra donde nos encontrábamos. Y aquella inmunda imagen del
- ↑ Jurisconsulto de Florencia.
- ↑ El Papa.
- ↑ Andrés de Mozzi, que fué desposeido del obispado de Florencia á causa de sus vicios, y trasladado despues al de Vicenza, por donde pasa el Bacchiglione, en cuyo obispado salió su alma de su libidinoso cuerpo.
- ↑ Título de una especie de enciclopedia, escrita en francés por Brunetto Latini.
- ↑ El palio era una especie de bandera verde que se concedia como premio al que corría más. Se celebraba esta fiesta el primer domingo de Cuaresma.
- ↑ Por estas últimas palabras se comprende, que los que salian al encuentro de Dante eran personajes importantes.
- ↑ Bellisima y honesta doncella, hija de Bellincion Berti, la cual, al mostrarse el emperador Oton IV deseoso de besarla, se volvió hácia su padre diciendo:—«Nadie me ha de besar, excepto aquel á quien dé la mano de esposa.» Se casó con el conde Guido de familia germánica, del cual descendieron los condes Guidi, señores de Casentino. De este matrimonio nació Marcovaldo, que fué padre de Guidoguerra, valiente caballero y hombre de gran prudencia y talento, á quien se debió la victoria en la batalla de Benavento.
- ↑ Tegghiajo Aldobrandini, de la familia de los Adimari. Aconsejó á los florentinos que no declaráran la guerra á los de Siena, pero fué desoido, y aquellos sufrieron un descalabro junto al rio Arbia. Por eso dice que su voz deberia ser agradecida en el mundo.
- ↑ Jacobo Rusticucci, famoso caballero. Su mujer fué tan caprichosa, que tuvo que separarse de ella, de cuyas resultas manchó su fama con un feo vicio.
- ↑ Hácia los personajes con quienes hablaba, que se encontraban en la parte inferior del ribazo en que estaba Dante, y al cual, como queda dicho, no alcanzaba la lluvia de fuego.
- ↑ Lascio lo fele; esto es, este amargo Infierno.
- ↑ Alude á las palabras de Virgilio: Y te llevaré hácia un lugar eterno. (Canto 1.)
- ↑ Borsiere, caballero de Florencia de una familia noble y cortesana.
- ↑ Esto es: puedes tenerte por dichoso en decir siempre lo que sientes, si á tan poca costa como ahora consigues responder con verdad á cuantas preguntas se te dirijan. Dante sufrió muchas amarguras en su vida por hablar con completa sinceridad.
- ↑ Segun Boccacuo, uno de los comentadores de Dante, esta frase se refiere á que algunos condes, señores de aquellos montes, determinaron fabricar un castillo en el sitio donde se forma esta cascada, y adosar á él muchas cabañas para vivienda de sus vasallos; pero esta determinacion no tuvo efecto por haber muerto su principal emprendedor.—Segun otros, se refiere á una abadia allí existente, la cual era capaz de contener mil monjes.
- ↑ El Flegeton.
- ↑ Segun el sentido moral, esta cuerda puede significar que hacia profesion de alguna virtud. Para conocer cual sea esta, debe tenerse presente que la cuerda se destinaba á cojer á Gerion, imágen del fraude, por lo cual debe ser el símbolo de la virtud contraria á aquel vicio, ó sea la de aquella magnanimidad que hace al hombre acérrimo partidario de la verdad, y con la cual creyó Dante apoderarse de la pantera de pintada piel; esto es, persuadir y atraer al bien á los florentinos. Otros creen que esta cuerda sea símbolo de la vigilancia, y que Dante tomó su alegoria de algunos pasajes de las Escrituras, en que se lee: «Sint lumbi vestri præcinti, et lucerne ardentes in manibus vestris,»—Luc., 12, 35.—«Neque dormiet, neque solvetur cingulum renum ejus,»—Isaias, 5, 27, y otros.
- ↑ Dante advierte que no se deben narrar las cosas increibles, aunque sean verdaderas; porque la verdad que tiene visos de mentira avergüenza al narrador, haciéndole pasar por mentiroso sin culpa suya. Dice esto, para conseguir que se crea lo que tiene que contar, por lo mismo que sabia que no es maravillosa la ficcion poética, si antes no se la rodea de cierta verosimilitud.