La Divina Comedia (traducción de Manuel Aranda y Sanjuán)/El infierno/Canto XVII
CANTO XVII.
Hay un lugar en el Infierno, llamado Malebolge[1], construido todo de piedra y de color ferruginoso, como la cerca que lo rodea. En el centro mismo de aquella funesta planicie se abre un pozo bastante ancho y profundo, de cuya estructura me ocuparé en su lugar. El espacio que queda entre el pozo y el pié de la dura cerca es redondo, y está dividido en diez valles, ó recintos cerrados, semejantes á los numerosos fosos que rodean á un castillo para defensa de las murallas; y así como estos fosos tienen puentes que van desde el umbral de la puerta á su otro extremo, del mismo modo aquí avanzaban desde la base de la montaña algunas rocas, que atravesando las márgenes y los fosos, llegaban hasta el pozo central, y allí se reunian quedando truncadas.
Tal era el sitio donde nos encontramos cuando descendimos de la grupa de Gerion: el Poeta echó á andar hácia la izquierda, y yo seguí tras él. A mi derecha ví nuevas causas de conmiseracion, nuevos tormentos y nuevos burladores, que llenaban la primera fosa. En el fondo estaban desnudos los pecadores; los del centro acá venian de frente à nosotros
- y los de esta parte afuera seguian nuestra misma direccion, pero con paso más veloz[2].
Como en el año del Jubileo, á causa de la afluencia de gente que atraviesa el puente de Sant Angelo, los romanos han determinado que todos los que se dirijan al castillo y vayan hácia San Pedro pasen por un lado, y por el otro los que van hácia el monte[3], así ví, por uno y otro lado de la negra roca, cornudos demonios con grandes látigos, que azotaban cruelmente las espaldas de los condenados. ¡Oh! ¡Cómo les hacian mover las piernas al primer golpe! Ninguno aguardaba el segundo ni el tercero.
Mientras yo andaba, mis ojos se encontraron con los de un pecador, y dije en seguida:—No es la primera vez que veo á ese.—Por lo que fijé la vista para reconocerle mejor: mi dulce Guia se detuvo al mismo tiempo, y aun me permitió retroceder un tanto. El azotado creyó ocultarse bajando la cabeza; mas le sirvió de poco, pues le dije:—Tú, que fijas los ojos en el suelo, si no son falsas las facciones que llevas, eres Venedico Caccionimico[4]. Pero ¿qué es lo que te ha traido á tan picantes salsas?[5]. A lo que me contestó:—Lo digo con repugnancia; pero cedo á tu claro lenguaje, que me hace recordar el mundo de otro tiempo. Yo fuí aquel que obligó á la bella Ghisola á satisfacer los deseos del Marqués, cuéntese como se quiera la tal historia. Y no soy el único bolonés que llora aquí; antes bien este sitio está tan lleno de ellos, que no hay en el dia entre el Savena y el Reno tantas lenguas que digan sipa[6], como en esta fosa; y si quieres una prueba de lo que te digo, recuerda nuestra codicia notoria.
Mientras así hablaba, un demonio le pegó un latigazo, diciéndole:—Anda, rufian; que aquí no hay mujeres de cuño[7].
Me reuní á mi Guia; y á los pocos pasos llegamos á un punto de donde salia una roca de la montaña. Subimos por ella ligeramente, y volviendo á la derecha sobre su áspero dorso salimos de aquel eterno recinto. Luego que llegamos al sitio en que aquel peñasco se ahueca por debajo á modo de puente, para dar paso á los condenados, mi Guia me dijo:—Detente, y haz que en tí se fijen las miradas de esos otros malnacidos, cuyos rostros no has visto aun, porque han caminado hasta ahora en nuestra misma direccion.
Desde el vetusto puente contemplamos la larga fila que hácia nosotros venia por la otra parte, y que era igualmente castigada por el látigo. El buen Maestro me dijo, sin que yo le preguntára nada:—Mira esa gran sombra que se acerca, y que, á pesar de su dolor, no parece derramar ninguna lágrima. ¡Qué aspecto tan magestuoso conserva aun! Ese es Jason, que con su valor y su destreza, robó en Cólquide el vellocino de oro. Pasó por la isla de Lemnos, despues que las audaces y crueles mujeres de aquella isla dieron muerte á todos los habitantes varones; y allí, con sus artificios y sus halagüeñas palabras, engañó á la jóven Hisipila, que antes habia engañado á todas sus compañeras[8], y la dejó en cinta y abandonada: por tal culpa está condenado á tal martirio, que es tambien la venganza de Medea[9]. Con él van todos los que han cometido igual clase de engaños: bástete, pues, saber esto de la primera fosa, y de los que en ella son atormentados.
Nos encontrábamos ya en el punto donde el estrecho sendero se cruza con el segundo márgen, que sirve de apoyo para otro arco. Allí vímos á los que se anidan en una nueva fosa, dando resoplidos con sus narices y golpeándose con sus propias manos[10]. Las orillas estaban incrustadas de moho, producido por las emanaciones de abajo, que allí se condensan, ofendiendo á la vista y al olfato. La fosa es tan profunda, que no se puede ver el fondo, sino mirando desde la parte más alta del arco, que lo domina perpendicularmente.
Allí nos pusimos, y desde aquel punto vimos en el foso unas gentes sumergidas en un estiércol, que parecia salir de las letrinas humanas; y mientras tenia la vista fija allí dentro, ví uno con la cabeza tan súcia de excremento[11], que no podia saber si era clérigo ó seglar. Aquella cabeza me dijo:—¿Por qué te muestras tan ávido de mirarme á mí, con preferencia á los otros que están tan súcios como yo?—Le respondí:—Porque, si mal no recuerdo, te he visto otra vez con los cabellos enjutos, y tu eres Alejo Interminei de Luca; por eso te miro más que á todos los otros[12].—Entonces, él, golpeándose la calabaza[13], exclamó:—Aquí me han sumergido las lisonjas que no se cansó de prodigar mi lengua.
Despues de esto, mi Guia me dijo:—Procura adelantar un poco la cabeza, á fin de que tus miradas alcancen las facciones de aquella súcia esclava desmelenada, que se desgarra las carnes con sus uñas llenas de inmundicia, y que tan pronto se encoge como se estira. Esa es Thais[14], la prostituta, que cuando su amante le preguntó:—¿Tengo grandes méritos á tus ojos? ella le contestó:—Sí, maravillosos.
Y con esto queden saciadas nuestras miradas.
- ↑ Malebolge, fosas malditas. Palabra compuesta de bolgia, bolsa, alforja y male, maldita.
- ↑ Imaginase la primera fosa dividida en dos partes por una línea circular, cuya línea divisoria es el camino que siguen los poetas, marchando siempre á la izquierda. Por estas dos partes, interna y externa, van los pecadores en sentido inverso unos de otros. Los de la parte interna, que vienen de cara á los poetas, son los seductores de mujeres por cuenta ajena; esto es, los alcahuetes: los que van en su misma direccion, son los seductores por cuenta propia, y como ocupan la parte externa del circulo, necesitan correr más para seguir á los otros.
- ↑ El Papa Bonifacio VIII dispuso, en el año del Jubileo (1300), que se dividiera en dos partes el puente del castillo de Sant Angelo, para evitar la confusion de los transeuntes. Por un lado pasaban los que se dirigian hácia San Pedro, y por otro los que llevaban direccion contraria, ó sea hácia el Monte Giordano, ó Janículo, que está en frente.
- ↑ Bolonés, que indujo á su hermana Ghisola á satisfacer los deseos del marqués Obizzo II de Este, señor de Ferrara.
- ↑ Habia fuera de Bolonia, un sitio llamado Las salsas, en el cual se castigaba á los alcahuetes y otros malhechores. Dante, hablando aqui con un bolonés, dá á aquel sitio del Infierno un nombre harto conocido de los boloneses, queriendo decir: «¿Qué delito te ha traido á un lugar de tan duro suplicio?»
- ↑ En la provincia de Bolonia, situada entre los rios Savena y Reno, para decir sia ó sí, decian sipa ó sipó. En el dia pronuncian: se pó, que viene á ser el c' est bon de los franceses.
- ↑ Femmine da conio. Con esta frase designa Dante, y es probable se designase vulgarmente en su tiempo, á las meretrices; mujeres de cuño, que hacen ó sirven para hacer moneda.
- ↑ Hisipila, hija de Thoas, rey de Lemnos, habia engañado antes á aquellas mujeres homicidas, salvando á su padre y ocultándolo en el templo de Baco, de donde le ayudó á huir.
- ↑ Medea, á quien Jason abandonó del mismo modo.
- ↑ Estos son los aduladores.
- ↑ «Vidi un col capo sì di merda lordo.»
- ↑ Fué un gran caballero de Luca, excesivamente adulador.
- ↑ La cabeza. Le da tal nombre por desprecio.
- ↑ Esta es la meretriz que figura en el Eunuco de Terencio. Trason habia regalado á Thais una esclava por conducto del parásito Gnaton. Cuando este estuvo de vuelta, Trason le preguntó:—¿Se muestra Thais muy agradecida?—Muchísimo, le respondió Gnaton.