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La Sagrada Biblia (XIV)/Romanos

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ADVERTENCIA
SOBRE
LA EPÍSTOLA DE S. PABLO Á LOS ROMANOS.
Aunque esta carta no es la primera que escribió el Apóstol, se halla siempre en primer lugar en el órden que sigue la version de la Vulgata, tal vez por la sublimidad de los misterios que comprende, ó por la preeminencia de la Iglesia de Roma, á quien va dirigida. Escribióla san Pablo en Corintho el año 58 de Christo, cuando iba á llevar á Jerusalem las limosnas que habia recogido. Manifiesta á los romanos los deseos que tiene de verlos al paso que vaya á España. Pero el principal objeto fue cortar toda division entre los cristianos convertidos del judaísmo y los convertidos de la gentilidad. Aquellos, siempre celosos de sus ceremonias, se gloriaban en su Ley, y en que el Mesías solamente habia predicado entre ellos. Los gentiles, envanecidos con sus filósofos, despreciaban á los judíos, y les echaban en cara el haber rechazado al Mesías. El Apóstol procura humillarlos á todos: confunde á los gentiles haciéndoles ver la ceguedad de sus filósofos, y humilla á los judíos haciéndoles ver que caian en los mismos vicios que los paganos. Quita á unos y á otros el orgullo del propio mérito, y reune á ambos pueblos en la piedra angular Jesu-Christo, probándoles que su salvacion ni puede venirles de sus sábios, ni de su Ley, sino solamente de la gracia de Jesu-Christo.—Sirvió de amanuense al Apóstol un tal Tercio, y tal vez este mismo la tradujo al latin.

EPÍSTOLA

DEL APÓSTOL S. PABLO.

Á LOS ROMANOS

CAPÍTULO PRIMERO.
La fé es necesaria para salvarse, porque sin ella nadie se justifica; y de la razon, se abusa tanto, que los preciados de sábios vienen á ser los mas viciosos.

1 Pablo siervo de Jesu-Christo, apóstol por vocacion divina, escogido para predicar el Evangelio de Dios,

2 Evangelio que el mismo Dios habia prometido anteriormente por sus Profetas en las santas Escrituras,

3 acerca de su Hijo Jesu-Christo nuestro Señor, que le nació segun la carne del linage de David,

4 y que, fue predestinado [1] para ser Hijo de Dios con soberano poder, segun el espíritu de santificacion por su resurreccion de entre los muertos:

5 por el cual nosotros hemos recibido la gracia y el apostolado para someter á la fé por la virtud de su nombre á todas las naciones,

6 entre las cuales sois también contados vosotros, llamados á ella por Jesu-Christo:

7 á todos aquellos que estáis en Roma, que sois amados de Dios, y santos por vuestra vocación, gracia y paz de parte de Dios nuestro Padre, y de nuestro Señor Jesu-Christo.

8 Primeramente yo doy gracias á mi Dios por medio de Jesu-Christo acerca de todos vosotros; de que vuestra fé es celebrada por todo el mundo.

9 Dios, á quien sirvo con todo mi espíritu en la predicación del Evangelio de su Hijo, me es testigo de que continuamente hago memoria de vosotros,

10 pidiéndole siempre en mis oraciones que, si es de su voluntad, me abra finalmente algún camino favorable para ir á veros.

11 Porque tengo muchos deseos de ello, á fin de comunicaros alguna gracia espiritual, con la que seáis fortalecidos:

12 quiero decir, para que hallándome entre vosotros, podamos consolarnos mútuamente los unos á los otros, por medio de la fé, que es común á vosotros y á mí.

13 Mas no quiero, hermanos, que dejéis de saber, que muchas veces he propuesto hacer este viage, para lograr también entre vosotros algún fruto, así como entre las demás naciones; pero hasta ahora no me ha sido posible.

14 Deudor soy igualmente á griegos y a bárbaros [2], á sabios y á ignorantes:

15 así (por lo que á mi toca) pronto estoy á predicar el Evangelio, tambien a los que vivís en Roma.

16 Que no me avergüenzo yo del Evangelio; siendo él, como es, la virtud de Dios para salvar á todos los que creen: á los judíos primeramente, y despues á los gentiles.

17 Y en el Evangelio es en donde se nos ha revelado la justicia [3] que viene de Dios, la cual nace de la fé, y se perfecciona en la fé, segun aquello que está escrito [4]: El justo vive por la fé.

18 Se descubre tambien en él la ira de Dios, que descargará del cielo sobre toda la impiedad é injusticia de aquellos hombres, que tienen aprisionada injustamente la verdad de Dios;

19 puesto que ellos han conocido claramente lo que se puede conocer de Dios. Porque Dios se lo ha manifestado.

20 En efecto, las perfecciones invisibles de Dios, aun su eterno poder y su divinidad, se han hecho visibles despues de la creacion del mundo, por el conocimiento que de ellas nos dan sus criaturas; y así tales hombres no tienen disculpa.

21 Porque habiendo conocido á Dios, no le glorificaron como á Dios, ni le dieron gracias; sino que ensoberbecidos devanearon en sus discursos, y quedó su insensato corazon lleno de tinieblas;

22 y mientras que se jactaban de sábios, pararon en ser unos necios;

23 hasta llegar á transferir á un simulacro en imagen de hombre corruptible, y á figuras de aves, y de bestias cuadrúpedas, y de serpientes, el honor debido solamente á Dios, incorruptible ó inmortal.

24 Por lo enal Dios los abandonó á los deseos de su depravado corazon, á los vicios de la impureza; en tanto grado, que deshonraron ellos mismos sus propios cuerpos:

25 ellos que habian colocado la mentira en el lugar de la verdad de Dios, dando cuilo, y sirviendo á las criaturas en lugar de adorar al Criador, solamente el cual es digno de ser bendito por todos los siglos. Amen.

26 Por eso los entregó Dios á pasiones infames. Pues sus mismas mugeres invirtieron el uso natural, en el que es contrario á la naturaleza.

27 Del mismo modo tambien los varones, desechando el uso natural de la hembra, se abrasaron en amores brutales de unos con otros, cometiendo torpezas nefandas varones con varones, y recibiendo en sí mismos la paga merecida de su obcecacion.

28 Pues como no quisieron reconocer á Dios, Dios los entregó a un réprobo sentido [5], de suerte que han hecho acciones indignas del hombre,

29 quedando atestados de toda suerte de iniquidad, de malicia, de fornicacion, de avaricia, de perversidad: llenos de envidia, homicidas, pendencieros, fraudulentos, malignos, chismosos,

30 infamadores, enemigos de Dios, ultrajadores, soberbios, alraneros, inventores de vicios, desobedientes á sus padres,

31 irracionales, desgarrados, desamorados, desleales, desapiadados.

32 Los cuales en medio de haber conocido la justicia de Dios, no echaron de ver, que los que hacen tales cosas, son dignos de muerte eterna; y no solo los que las hacen, sino tambien los que aprueban á los que las hacen.

CAPÍTULO II.
Demuéstrase que los judíos son tanto y mas culpables por sus malas obras que los gentiles. La verdadera circuncision es la del espíritu, ó la del entendimiento y de la voluntad.

1 Por donde tú eres inexcusable, ¡oh hombre! quien quiera que seas, que te metes á condenar á los demas. Pues en lo que condenas á otro, le condenas á tí mismo: haciendo como haces tú ¡oh judío! aquellas mismas cosas que condenas.

2 Sabemos que Dios condena segun su verdad a los que cometen tales acciones [6]. 3 Tú pues ¡oh hombre! que condenas á los que tales cosas hacen, y no obstante las haces, ¿piensas acaso que podrás huir del juicio de Dios?

4 ¿O desprecias tal vez las riquezas de su bondad, y de su paciencia, y largo sufrimiento? ¿no reparas que la bondad de Dios [7] te está llamando á la penitencia?

5 Tú al contrario, con tu dureza y corazon impenitente, vas aresorándote ira y mas ira para el dia de la venganza, y de la manifestacion del justo juicio de Dios,

6 el cual ha de pagar á cada uno segun sus obras;

7 dando la vida eterna á los que, por medio de la perseverancia en las buenas obras, aspiran á la gloria, al honor, y á la inmortalidad;

8 y derramando su cólera y su indignacion sobre los espíritus porfiados, que no se rinden á la verdad, sino que abrazan la injusticia.

9 Así que tribulacion y angustias aguardan sin remedio al alma de lodo hombre que obra mal, del judío primeramente, y despues del griego [8].

10 Mas la gloria, el honor y la paz serán la porcion hereditaria de todo aquel que obra bien, del judío priramente, y despues del griego;

11 porque para con Dios no hay acepcion de personas.

12 Y así todos los que pecaron sin tener Ley escrita, perecerán sin ser juzgados por ella; mas todos los que pecaron teniéndola, por ella serán juzgados.

13 Que no son justos delante de Dios los que oyen la Ley, sino los que la cumplen, esos son los que serán justificados.

14 En efecto cuando los gentiles, que no tienen Ley escrita [9], hacen por razon natural lo que manda la Ley, estos tales no teniendo Ley, son para sí mismos Ley viva;

15 y ellos hacen ver que lo que la Ley ordena, está escrito en sus corazones, como se lo atestigua su propia conciencia, y las diferentes reflexiones que allá en su interior ya los acusan, ya los defienden,

16 como se verá en aquel dia, en que Dios juzgará los secretos de los hombres, por medio de Jesu-Christo, segun la doctrina de mi Evangelio.

17 Mas tú que te precias del renombre de judío, y tienes puesta tu confianza en la Ley, y le glorias de adorar á Dios,

18 y conoces su voluntad, y amaestrado por la Ley, disciernes lo que es mejor,

19 tú te jactas de ser guia de ciegos, luz de los que están a oscuras,

20 preceptor de gente ruda, maestro de niños [10], ó recien convertidos, como quien tiene en la Ley de Moysés la pauta de la ciencia y de la verdad.

21 Y no obstante, tú que instruyes al otro, no te instruyes á tí mismo: tú que predicas que no es lícito hurtar, hurtas:

22 tú que dices que no se ha de cometer adulterio, le cometes: tú que abominas de los ídolos, eres sacrílego adorador suyo:

23en fin que te glorias en la Ley, con la violacion de la misma Ley deshonras á Dios.

24 (Vosotros los judíos sois la causa, como dice la Escritura [11], de que sea blasfemado el nombre de Dios entre los gentiles [12].)

25 Por lo demas, la circuneísion sirve, si observas la Ley; pero si eres prevaricador de la Ley, por mas que estés circuncidado, vienes á ser delante de Dios como un hombre incircunciso.

26 Al contrario, si un incircunciso guarda los preceptos de la Ley, ¿por ventura, sin estar circuncidado, no será reputado por circunciso?

27 Y el que por naturaleza es incircunciso ó gentil, y guarda exactamente la Ley, ¿no te condenará á tí que teniendo la letra de la Ley y la circuncision, eres prevaricador de la Ley?

28 Porque no está en lo exterior el ser judio, ni es la verdadera circuncision la que se hace en la carne;

29 sino que el verdadero judío es aquel que lo es en su interior; así como la verdadera circuncision es la del corazon, que se hace segun el espíritu, y no segun la letra de la Ley: y este verdadero judío recibe su alabanza, no de los hombres, sino de Diós.

CAPÍTULO III.
En qué tienen la preferencia los judíos sobre los gentiles. Unos y otros están sujetos al yugo del pecado. No es la Ley, sino la fé en Jesu-Christo la que los libra de él. Pero la fé no destruye la Ley, sino que la perfecciona.

1 ¿Cuál es pues (me diréis) la ventaja de los judíos sobre los gentiles? ó ¿qué utilidad se saca en ser del pueblo circuncidado?

2 La ventaja de los judíos es grande de todos modos. Y principalmente porque á ellos les fueron confiados los oráculos de Dios [13].

3 Porque, en fin, si algunos de ellos no han creido, ¿su infidelidad frustrará por ventura la fidelidad de Dios? Sin duda que no,

4 siendo Dios, como es, veraz, y mentiroso todo hombre [14], segun aquello que David dijo á Dios [15]: A fin de que tú seas reconocido fiel en tus palabras, y salgas vencedor en los juicios que de tí se hacen.

5 Mas si nuestra injusticia ó iniquidad hace resaltar la justicia de Dios, ¿qué diremos? ¿No será Dios (hablo á lo humano) injusto en castigarnos [16]?

6 Nada ménos. Porque si así fuese, ¿cómo seria Dios el juez del mundo?

7 Pero si la fidelidad ó verdad de Dios (añadirá alguno) con ocasion de mi infidelidad ó malicia se ha manifestado mas gloriosa, ¿por qué razon todavía soy yo condenado como pecador?

8 ¿Y por qué (como con una insigne calumnia esparcen algunos, que nosotros decimos) no hemos de hacer nosotros un mal, á fin de que de él resulte un bien? Los que dicen esto, son justamente condenados.

9 ¿Dirémos pues que somos los judíos mas dignos que los gentiles? No por cierto. Pues ya hemos demostrado que así judíos como gentiles, todos están sujetos al pecado,

10 segun aquello que dice la Escritura [17]: No hay uno que sea justo:

11 no hay quien sea cuerdo, no hay quien busque á Dios.

12 Todos se descarriaron, todos se inutilizaron: no hay quien obre bien, no hay siquiera uno.

13 Su garganta es un sepulcro abierto [18], se han servido de sus lenguas para urdir enredos: dentro de sus lábios tienen veneno de áspides [19]:

14 su boca está llena de maldicion, y de amargura [20]:

15 son sus pies ligeros para ir a derramar sangre [21]:

16 todos sus pasos se dirigen á oprimir y á hacer infelices á los demas:

17 porque la senda de la paz nunca la conocieron:

18 ni tienen el temor de Dios ante sus ojos [22].

19 Empero sabemos, que cuantas cosas dice la Ley, todas las dirige á los que profesan la Ley; á fin de que toda boca enmudezca, y todo el mundo, así judíos como gentiles, se reconozca reo delante de Dios;

20 supuesto que delante de él ningun hombre será justificado por solas las obras de la Ley. Porque por la Ley se nos ha dado el conocimiento del pecado [23].

21 Cuando ahora la justicia [24] que da Dios, sin la Ley se nos ha hecho patente; segun está atestiguada por la Ley y los Profetas.

22 Y esta justicia que da Dios por la fé en Jesu-Christo, es para todos y sobre todos los que creen en él; pues no hay distincion alguna entre judío y gentil;

23 porque todos pecaron, y tienen necesidad de la gloria ó gracia de Dios.

24 Siendo justificados gratuitamente por la gracia del mismo, en virtud de la redencion que todos tienen en Jesu-Christo,

25 á quien Dios propuso para ser la víctima de propiciacion en virtud de su sangre por medio de la fé, a fin de demostrar la justicia que da él mismo, perdonando los pecados pasados,

26 soportados por Dios con tanta paciencia, con el fin, digo, de manifestar su justicia en el tiempo presente: por donde se vea como el es justo en sí mismo, y que justifica al que tiene la fé de Jesu-Christo.

27 Ahora pues ¿donde está ¡oh judío! el motivo de gloriarte? Queda excluido. ¿Por qué Ley? ¿por la de las obras? No, sino por la Ley de la fé [25].

28 Así que concluimos, ser justificado el hombre por la fé viva, sin las obras de la Ley.

29 Porque en fin ¿es acaso Dios de los judíos solamente? ¿no es tambien Dios de los gentiles? Sí por cierto, de los gentiles tambien.

30 Porque uno es realmente el Dios que justifica por medio de la fé a los circuncidados, y que con la misma fé justifica á los no circuncidados.

31 Luego nosotros, dirá alguno, ¿destruimos la Ley de Moysés por la fé en Jesu-Christo? No hay tal: antes bien confirmamos la Ley [26].

CAPÍTULO IV.
Con el ejemplo de Abraham prueba el Apóstol que Dios justifica al pecador, no en fuerza de obras ó vírtudes humanas, sino de pura gracia por la fé que le infunde.

1 ¿Qué ventaja pues dirémos haber logrado Abraham, padre nuestro segun la carne?

2 Ciertamente que si Abraham fue justificado por las obras exteriores, él tiene de que gloriarse, mas no para con Dios.

3 Porque ¿qué es lo que dice la Escritura [27]? Creyó Abraham á Dios; lo cual le fue imputado á justicia [28].

4 Pues al que trabaja, el salario no se le cuenta como una gracia, sino como deuda.

5 Al contrario, cuando á alguno sin hacer las obras exteriores ó de la Ley, con creer en aquel que justifica al impío, se le reputa su fé por justicia; es este un don gratúito segun el beneplácito de la gracia de Dios.

6 En este sentido David llama bienaventurado al hombre á quien Dios imputa la justicia sin mérito de las obras, diciendo:

7 Bienaventurados aquellos, cuyas maldades son perdonadas, y cuyos pecados están borrados [29].

8 Dichoso el hombre á quien Dios no imputó culpa.

9 ¿Y esta dicha [30] es solo para los circuncisos? ¿no es tambien para los incircuncisos? Acabamos de decir que la fé se reputó á Abraham por justicia

10 ¿Y cuando se le reputó? ¿despues que fue circuncidado, ó antes de serlo? Claro está que no cuando fue circuncidado, sino antes.

11 Y así él recibió la marca ó divisa de la circuncision [31], como un sello ó señal de la justicia que habia adquirido por la fé, cuando era aun incircunciso; para que fuese padre de todos los que creen sin estar circuncidados, á quienes se les reputase tambien la fé por justicia:

12 como asimismo padre de los circuncidados, de aquellos, digo, que no solamente han recibido la circuncision, sino que siguen tambien las huellas de la fé que tenia nuestro padre Abraham, siendo aun incircunciso.

13 Y así no fue en virtud de la Ley, sino en virtud de la justicia de la fé, la promesa hecha á Abraham, ó á su posteridad, de tener al mundo por herencia suya.

14 Porque si solos los que pertenecen á la Ley de Moysés, son los herederos, inútil fue la fé, y queda sin efecto la promesa de Dios,

15 Porque la Ley produce ó manifiesta la cólera de Dios contra sus trasgresores; en lugar de que allá donde no hay Ley, no hay tampoco violacion de la Ley.

16 La fé, pues, es por la cual nosotros somos herederos, á fin de que lo seamos por gracia, y permanezca firme la promesa para todos los hijos de Abraham; no solamente para los que han recibido la Ley, sino tambien para aquellos que siguen la fé de Abraham, que es el padre de todos,

17 (segun lo que está escrito: Téngole constituido padre de muchas gentes [32]) y que lo es delante de Dios, á quien ha creido, el cual da vida a los muertos, y llama ó da ser á las cosas que no son, del mismo modo que conserva las que son:

18 así habiendo esperado contra toda esperanza, él creyó que vendria á ser padre de muchas naciones, segun se le habia dicho: Innumerable será tu descendencia [33].

19 Y no desfalleció en la fé, ni atendió á su propio cuerpo ya desvirtuado, siendo ya de casi cien años, ni á que estaba extinguida en Sara la virtud de concebir.

20 No dudó él ni tuvo la menor desconfianza de la promesa de Dios, antes se fortaleció en la fé, dando á Dios la gloria:

21 plenamente persuadido de que todo cuanto Dios tiene prometido, es poderoso tambien para cumplirio.

22 Por eso el creer le fue reputado por justicia.

23 Pero el habérsele reputado por justicia, no está escrito solo para él,

24 sino tambien para nosotros, á quienes se ha de reputar igualmente á justicia el creer en aquel que resucitó de entre los muertos, Jesu-Christo Señor nuestro;

25 el cual fue entregado á la muerte por nuestros pecados, y resucitó para nuestra justificacion.

CAPÍTULO V.
Excelencias de la justificacion por la fé de Jesu-Christo, cuya gracia sobreabundante no como quiera quita las males del pecado, sino que nos colma de bienes inmensos.

1 Justificados pues por la fé, mantengamos la paz con Dios mediante nuestro Señor Jesu-Christo;

2 por el cual asimismo, en virtud de la fé, tenemos cabida en esta gracia, en la cual permanecemos firmes, y nos gloriamos esperando la gloria de los hijos de Dios.

3 Ni nos gloriamos solamente en esto, sino tambien en las tribulaciones; sabiendo que la tribulacion ejercita la paciencia:

4 la paciencia sirve á la prueba de nuestra fé, y la prueba produce la esperanza,

5 esperanza que no burla; porque la caridad de Dios ha sido derramada en nuestros corazones por medio del Espíritu santo, que se nos ha dado.

6 Porque ¿de dónde nace que Christo, estando nosotros todavía enfermos del pecado, al tiempo señalado murió por los impíos?

7 A la verdad apenas hay quien quisiese morir por un justo: tal vez se hallaria quien tuviese valor de dar su vida por un bienhechor.

8 Pero lo que hace brillar mas la caridad de Dios ácia nosotros, es que entónces mismo cuando éramos aun pecadores ó enemigos suyos, fue cuando al tiempo señalado,

9 murió Christo por nosotros: luego es claro que ahora mucho mas estando justificados por su sangre, nos salvarémos por él de la ira de Dios.

10 Que si cuando éramos enemigos de Dios, fuimos reconciliados con él por la muerte de su Hijo; mucho mas estando ya reconciliados, nos salvará por él mismo resucitado y vivo.

11 Y no tan solo eso, sino que tambien nos gloriamos en Dios por nuestro Señor Jesu-Christo, por cuyo medio hemos obtenido ahora la reconciliacion.

12 Por tanto así como por un solo hombre entró el pecado en este mundo, y por el pecado la muerte; asi tambien la muerte se fue propagando en todos los hombres, por aquel solo Adam en quien todos pecaron.

13 Así que e] pecado ha estado siempre en el mundo hasta el tiempo de la Ley; mas como entónces no habia Ley escrita, el pecado no se imputaba como trasgresion de ella [34].

14 Con todo eso la muerte reinó desde Adam hasta Moysés aun sobre aquellos que no pecaron con una trasgresion de la Ley de Dios semejante á la de Adam [35], el cual es figura del segundo Adam que habia de venir [36].

15 Pero no ha sucedido en la gracia, así como en el pecado; porque si por el pecado de uno solo murieron muchos [37], mucho mas copiosamente se ha derramado sobre muchos la misericordia y el don de Dios por la gracia de un solo hombre, que es Jesu-Christo.

16 Ni pasa lo mismo en este don de la gracia, que lo que vemos en el pecado. Porque nosotros hemos sido condenados en el juicio de Dios por un solo pecado, en lugar de que somos justificados por la gracia despues de muchos pecados.

17 Conque si por el pecado de uno solo ha reinado la muerte por un solo hombre, que es Adam, mucho mas los que reciben la abundancia de la gracia, y de los dones, y de la justicia, reinaran en la vida por solo un hombre, que es Jesu-Christo.

18 En conclusion, así como el delito de uno solo atrajo la condenacion de muerte á todos los hombres; así tambien la justicia de uno solo ha merecido a todos los hombres la justificacion que da vida al alma.

19 Pues á la manera que por la desobediencia de un solo hombre, fueron muchos constituidos pecadores, así tambien por la obediencia de uno solo, serán muchos constituidos justos.

20 Es verdad que sobrevino la Ley, y con ella se aumentó el pecado, por haber sido desobedecida. Pero cuanto mas abundó el pecado, tanto mas ha sobreabundado la gracia;

21 a fin de que al modo que reinó el pecado para dar la muerte, así tambien reine la gracia en virtud de la justicia para dar la vida eterna, por Jesu-Christo nuestro Señor.

CAPÍTULO VI.
Cómo deben los fieles perseverar en la gracia una vez recibida en el bautismo, haciendo nueva vida, y entregándose del todo á Dios.

1 ¿Qué diremos pues? ¿habremos de permanecer en el pecado para dar motivo a que la gracia sea copiosa?

2 No lo permita Dios. Porque estando ya muertos al pecado, ¿cómo hemos de vivir aun en él?

3 ¿No sabeis que cuantos hemos sido bautizados en Jesu-Christo, lo hemos sido con la representacion y en virtud de su muerte?

4 En efecto, en el bautismo hemos quedado sepultados con él muriendo al pecado; a fin de que así como Christo resucitó de muerte a vida para gloria del Padre, así tambien procedamos nosotros con nuevo tenor de vida.

5 Que si hemos sido ingertados con él por medio de la representacion de su muerte, igualmente lo hemos de ser representando su resurreccion,

6 haciéndonos cargo, que nuestro hombre viejo fue crucificado juntamente con él, para que sea destruido en nosotros el cuerpo del pecado, y ya no sirvamos mas al pecado.

7 Pues quien ha muerto de esta manera, queda ya justificado del pecado.

8 Y si nosotros hemos muerto con Jesu-Christo, creemos firmemente que vivirémos tambien juntamente con Christo;

9 sabiendo que Christo resucitado de entre los muertos no muere ya otra vez; y que la muerte no tendrá ya dominio sobre él.

10 Porque en cuanto al haber muerto, como fue por destruir el pecado, murió una sola vez; mas en cuanto al vivir, vive para Dios y es inmortal.

11 Así ni mas ni ménos vosotros considerad tambien que realmente estais muertos al pecado por el bautismo, y que vivís va para Dios en Jesu-Christo Señor nuestro.

12 No reine pues el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que obedezcais á sus concupiscencias.

13 Ni tampoco abandoneis mas vuestros miembros al pecado para servir de instrumentos á la iniquidad; sino antes bien entregáos todos á Dios, como resucitados de muerte á vida, y ofreced á Dios Vuestros miembros para servir de instrumentos á la justicia ó virtud.

14 Porque el pecado no se enseñoreará ya de vosotros, si no quereis, pues no estais bajo el dominio de la Ley, sino de la gracia.

15 ¿Mas qué? ¿pecaremos, ya que no estamos sujetos á la Ley, sino a la gracia [38]? No lo permita Dios.

16 ¿No sabeis que si os ofreceis por esclavos de alguno para obedecer á su imperio, por el mismo hecho quedais esclavos de aquel á quien obedeceis, bien sea del pecado para recibir la muerte, bien sea de la obediencia á la fé para recibir la justicia ó vida del alma?

17 Pero, gracias á Dios, vosotros, aunque fuisteis siervos del pecado, habeis obedecido de corazon á la doctrina del Evangelio, segun cuyo modelo habeis sido formados de nuevo.

18 Con lo que libertados de la esclavitud del pecado, habeis venido á ser siervos de la justicia ó santidad.

19 Voy á decir una cosa, hablando á lo humano, en atencion á la flaqueza de vuestra carne, y es, que así como habeis empleado los miembros de vuestro cuerpo en servir á la impureza, y á la injusticia para cometer iniquidad, así ahora los empleeis en servir á la justicia para santificaros.

20 Porque cuando érais esclavos del pecado, estuvisteis como exentos del imperio de la justicia [39].

21 Mas ¿y qué fruto sacásteis entónces de aquellos desórdenes de que al presente os avergonzais? En verdad que la muerte es el fin á que conducen.

22 Por el contrario, ahora habiendo quedado libres del pecado, y hechos siervos de Dios, cogeis por fruto vuestro la santificacion, y por fin la vida eterna.

23 Porque el estipendio y paga del pecado es la muerte. Empero la vida eterna es una gracia de Dios por Jesu-Christo nuestro Señor.

CAPÍTULO VII.
Ventaja grandísima del hombre en el estado dela Ley de gracia, comparado con el que tenia por razon del pecado en la Ley antigua. Combate la carne contra el espíritu.

1 ¿Ignorais acaso, hermanos, (ya que hablo con los que están instruidos en la Ley) que la Ley no domina sobre el hombre, sino mientras este vive?

2 Así es que una muger casada está ligada por la ley del matrimonio al marido, mientras este vive; mas en muriendo su marido, queda libre de la ley que la ligaba al marido.

3 Por cuya razon sera tenida por adúltera, si viviendo su marido, se junta con otro hombre; pero si el marido muere, queda libre del vínculo, y puede casarse con otro sin ser adúltera.

4 Así tambien vosotros, hermanos mios, quedásteis muertos á la Ley en virtud de la muerte de el cuerpo de Christo [40], para ser de otro, esto es, del que resucitó de entre los muertos, á fin de que nosotros produzcamos frutos para Dios.

5 Pues cuando vivíamos segun la carne, las pasiones de los pecados [41], excitadas por ocasion de la Ley [42], mostraban su eficacia en nuestros miembros, en hacerles producir frutos para la muerte;

6 pero ahora estamos ya exentos de esta Ley, ocasion de muerte, que nos tenia ligados, para que sirvamos á Dios segun el nuevo espíritu, y no segun la letra ó Ley antigua.

7 Esto supuesto, ¿qué diremos? ¿Es la Ley la causa del pecado? No digo tal. Pero sí que no acabé de conocer el pecado, sino por medio de la Ley: de suerte que yo no hubiera advertido la concupiscencia mia [43], si la Ley no dijera: No codiciarás [44].

8 Mas el pecado, ó el deseo de este, estimulado con ocasion del mandamiento que lo prohibe, produjo en mí toda suerte de malos deseos. Porque sin la Ley el pecado de la codicia estaba como muerto [45].

9 Yo tambien vivia en algun tiempo sin Ley, dirá otro. Mas así que sobrevino el mandamiento, revivió el pecado,

10 y yo quedé muerto. Con lo que aquel mandamiento, que debia servir para darme la vida, ha servido para darme la muerte.

11 Porque el pecado, tomando ocasion del mandamiento [46], me sedujo, y así por la violacion de el mismo mandamiento me ha dado la muerte.

12 De manera que la Ley es santa, y el mandamiento que prohibe el pecado, santo, justo y bueno.

13 ¿Pero qué, lo que es en sí bueno, me ha causado á mi la muerte? Nada ménos. Sino que el pecado ó la concupiscencia, es el que, habiéndome causado la muerte por medio de una cosa buena, cual es la Ley, ha manifestado lo venenoso que él es; de manera que por ocasion del mismo mandamiento se ha hecho el pecado sobremanera maligno.

14 Porque bien sabemos que la Ley es espiritual; pero yo por mí soy carnal, vendido para ser esclavo del pecado.

15 Por lo que, yo mismo no apruebo lo que hago, pues no hago el bien que amo; sino antes el mal que aborrezco, ese le hago.

16 Mas por lo mismo que hago lo que no amo, reconozco la Ley como buena.

17 Y en este lance no tanto soy yo el que obra aquello, cuanto el pecado, ó la concupiscencia, que habita en mí.

18 Que bien conozco que nada de bueno hay en mí, quiero decir, en mi carne. Pues aunque hallo en mi la voluntad para hacer el bien, no hallo cómo cumplirla.

19 Por cuanto no hago el bien que quiero; antes bien hago el mal que no quiero.

20 Mas si hago lo que no quiero, ya no lo ejecuto yo, sino el pecado que habita en mí.

21 Y así es que, cuando yo quiero hacer el bien, me encuentro con una ley ó inclinacion contraria, porque el mal está pegado á mi:

22 de aquí es que me complazco en la Ley de Dios segun el hombre interior;

23 mas al mismo tiempo echo de ver otra ley en mis miembros, la cual resiste á la ley de mi espíritu, y me sojuzga á la ley del pecado, que está en los miembros de mi Cuerpo.

24 ¡Oh qué hombre tan infeliz soy yo! ¿quién me libertará de este cuerpo de muerte, ó mortífera concupiscencia?

25 Solamente la gracia de Dios por los méritos de Jesu-Christo Señor nuestro. Entre tanto yo mismo vivo sometido por el espíritu a la Ley de Dios, y por la carne á la ley del pecado.

CAPÍTULO VIII.
Confirma lo dicho el Apóstol mucho mas copiosamente. Felicidad de los justos. Su alegría y esperanza; y cómo de todo sacan provecho, sin que nadal es pueda separar del amor de Jesu-Christo.

1 De consiguiente nada hay ahora digno de condenacion en aquellos que están reengendrados en Christo Jesus y que no siguen la carne.

2 Porque la ley del espíritu de vida que está en Christo Jesus me ha libertado de la ley del pecado y de la muerte.

3 Pues lo que era imposible que la Ley hiciese, estando como estaba debilitada por la carne, hízolo Dios, cuando, habiendo enviado á su Hijo, revestido de una carne semejante á la del pecado, y héchole víctima por el pecado, mató así al pecado en la carne,

4 á fin de que la justificacion de la Ley tuviese su cumplimiento en nosotros, que no vivimos conforme a la carne, sino conforme al espíritu.

5 Porque los que viven segun la carne, se saborean con las cosas que son de la carne; cuando los que viven segun el espíritu, gustan de las que son del espíritu.

6 La sabiduría ó prudencia de la carne es una muerte; en lugar de que la sabiduría de las cosas del espíritu, es vida y paz:

7 por cuanto la sabiduría de la carne es enemiga de Dios; como que no esta sumisa á la Ley de Dios: ni es posible que lo esté siendo contraria á ella.

8 Por donde los que viven segun la carne, no pueden agradar á Dios.

9 Pero vosotros no vivís segun la carne, sino segun el espíritu; si es que el espíritu de Dios habita en vosotros. Que si alguno no tiene el Espíritu de Christo, este tal no es de Jesu-Christo.

10 Mas si Christo está en vosotros, aunque el cuerpo este muerto ó sujeto á muerte por razon del pecado de Adam, el espíritu vive en virtud de la justificacion [47].

11 Y si el Espíritu de aquel Dios, que resucitó á Jesus de la muerte, habita en vosotros, el mismo que ha resucitado á Jesu-Christo de la muerte, dará vida tambien á vuestros cuerpos mortales, en virtud de su Espíritu que habita en vosotros.

12 Asi que, hermanos mios, somos deudores no á la carne, para vivir segun la carne, sino al Espíritu de Dios.

13 Porque si viviéreis segun la carne, moriréis; mas si con el espíritu haceis morir las obras ó pasiones de la carne, viviréis.

14 Siendo cierto que los que se rigen por el espíritu de Dios, esos son hijos de Dios.

15 Porque no habeis recibido ahora el espíritu de servidumbre para obrar todavía solamente por temor como esclavos, sino que habeis recibido el espíritu de adopcion de hijos, en virtud del cual clamamos con toda confianza: ¡Abba! [48] esto es, ¡Oh Padre mio!

16 Y con razon; porque el mismo Espíritu de Dios está dando testimonio á nuestro espíritu [49], de que somos hijos de Dios.

17 Y siendo hijos, somos tambien herederos; herederos de Dios, y coherederos con Jesu-Christo, con tal, no obstante que padezcamos con él, á fin de que seamos con él glorificados.

18 A la verdad yo estoy firmemente persuadido de que los sufrimientos ó penas de la vida presente no son de comparar con aquella gloria venidera, que se ha de manifestar en nosotros.

19 Así las criaturas todas están aguardando con grande ansia la manifestacion de los hijos de Dios.

20 Porque se ven sujetas á la vanidad ó mudanza, no de grado, sino por causa de aquel que les puso tal sujecion; con la esperanza

21 de que serán tambien ellas mismas libertadas de esa servidumbre á la corrupcion, para participar de la libertad y gloria de los hijos de Dios.

22 Porque sabemos que hasta ahora todas las criaturas están suspirando por dicho dia, y como en dolores de parto.

23 Y no solamente ellas, sino tambien nosotros mismos que tenemos ya las primicias del Espíritu santo, nosotros, con todo eso, suspiramos de lo íntimo del corazon, aguardando el efecto de la adopcion de los hijos de Dios, esto es, la redencion de nuestro cuerpo [50].

24 Porque hasta ahora no somos salvos, sino en esperanza. Y no se dice que alguno tenga esperanza de aquello que ya vé y posee; pues lo que uno ya vé ó tiene, ¿cómo lo podrá esperar?

25 Si esperamos pues lo que no vemos todavía, claro está que lo aguardamos por medio de la paciencia.

26 Y ademas el Espíritu divino ayuda á nuestra flaqueza, pues no sabiendo siquiera que hemos de pedir en nuestras oraciones, ni cómo conviene hacerlo; el mismo Espíritu hace, ó produce en nuestro interior, nuestras peticiones á Dios con gemidos [51] que son inexplicables.

27 Pero aquel que penetra a fondo los corazones, conoce bien qué es lo que desea el Espíritu; el cual no pide nada por los santos, que no sea segun Dios.

28 Sabemos tambien nosotros que todas las cosas contribuyen al bien de los que aman á Dios, de aquellos, digo, que él ha llamado segun su decreto para ser santos [52].

29 Pues á los que él tiene especialmente previstos, tambien los predestinó para que se hiciesen conformes á la imágen de su Hijo Jesu-Christo, por manera que sea el mismo Hijo el primogénito entre muchos hermanos.

30 Y á estos que ha predestinado, tambien los ha llamado; y á quienes ha llamado, tambien los ha justificado; y á los que ha justificado, tambien los ha glorificado.

31 Despues de esto ¿qué diremos ahora? Si Dios está por nosotros, ¿quién contra nosotros?

32 El que ni á su propio Hijo perdonó, sino que le entregó á la muerte por todos nosotros, ¿cómo despues de habérnosle dado á él, dejará de darnos cualquiera otra cosa [53]?

33 Y ¿quién puede acusar a los escogidos de Dios? Dios mismo es el que los justifica [54].

34 ¿Quién osara condenarlos? Despues que Jesu-Christo no solamente murió por nosotros, sino que tambien resucitó, y está sentado á la diestra de Dios, en donde asimismo intercede por nosotros.

35 ¿Quién pues podrá separarnos del amor de Christo? ¿será la tribulacíon? ¿ó la angustia? ¿ó la hambre? ¿ó la desnudez? ¿ó el riesgo? ¿o la persecucion? ¿ó el cuchillo?

36 (Segun está escrito [55]: Por tí ¡oh Señor! somos entregados cada dia en manos de la muerte: somos tratados como ovejas destinadas al matadero.)

37 Pero en medio de todas estas cosas triunfamos por virtud de aquel que nos amó.

38 Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni Principados, ni Virtudes, ni lo presente, ni lo venidero, ni la fuerza ó violencia:

39 ni todo lo que hay de mas alto, ni de mas profundo [56], ni otra ninguna criatura podrá jamás separarnos del amor de Dios, que se funda en Jesu-Christo nuestro Señor.

CAPÍTULO IX.
Que los verdaderos israelitas, y los hijos verdaderos de Abraham son los que, llamados de Dios gratúita y misericordiosamente, se rinden á la fé de Jesu-Christo.

1 Jesu-Christo me es testigo de que os digo la verdad, y mi conciencia da testimonio en presencia del Espíritu santo, de que no miento,

2 al aseguraros que estoy poseido de una profunda tristeza, y de contínuo dolor en mi corazon,

3 hasta desear yo mismo el ser apartado de Christo [57] por la salud de mis hermanos, que son mis deudos segun la carne,

4 los cuales son los israelitas, de quienes es la adopcion de hijos de Dios, y la gloria, y la alianza, y la legislacion, y el culto, y las promesas;

5 cuyos padres son los Patriarcas, y de quienes desciende el mismo Jesu-Christo segun la carne, el cual es Dios bendito sobre todas las cosas por siempre jamas. Amen.

6 Pero no por eso la palabra de Dios deja de tener su efecto. Porque no todos los descendientes de Israel son verdaderos israelitas;

7 ni todos los que son del linage de Abraham, son por eso hijos suyos y herederos: pues por Isaac (y no por Ismaél) le dijo Dios [58], se contará tu descendencia:

8 es decir, no los que son hijos de la carne, estos son hijos de Dios, sino los que son hijos de la promesa, esos se cuentan por descendientes de Abraham.

9 Porque las palabras de la promesa son estas [59]: Por este mismo tiempo dentro de un año vendré; y Sara tendrá un hijo.

10 Mas no solamente se vió esto en Sara, sino tambien en Rebeca, que concibió de una vez dos hijos de Isaac, nuestro padre.

11 Pues antes que los niños naciesen, ni hubiesen hecho bien, ni mal alguno, (á fin de que se cumpliese el designio de Dios en la eleccion [60])

12 no en vista de sus obras, sino por el llamamiento y eleccion de Dios se le dijo:

13 El mayor ha de servir al menor, como en efecto está escrito [61]: He amado mas á Jacob, y he aborrecido ó pospuesto á Esaú.

14 ¿Pues qué diremos á esto? ¿por ventura cabe en Dios injusticia? Nada ménos.

15 Pues Dios dice á Moysés [62]: Usaré de misericordia con quien me pluguiere usarla, y tendré compasion de quien querré tenerla.

16 Asi que no es obra del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que usa de misericordia.

17 Dice tambien á Pharaon en la Escritura [63]: A este fin te levanté, para mostrar en tí mi poder; y para que mi nombre sea celebrado por toda la tierra.

18 De donde se sigue que con quien quiere, usa de misericordia, y endurece ó abandona en su pecado al que quiere.

19 Pero tú me dirás: ¿Pues cómo es que se queja Dios, ó se enoja? porque ¿quién puede resistir á su voluntad?

20 Mas, ¿quién eres tú, ¡oh hombre! para reconvenir á Dios? Un vaso de barro ¿dice acaso al que le labró: Por qué me has hecho así [64]?

21 ¿Pues qué, no tiene facultad el alfarero, para hacer de la misma masa de barro un vaso para usos honrosos, y otro al contrario para usos viles?

22 Nadie puede quejarse, si Dios queriendo mostrar en unos su justo enojo, y hacer patente su poder; sufre con mucha paciencia á los que son vasos de ira, dispuestos para la perdicion,

23 á fin de manifestar las riquezas de su gloria en los que son vasos de misericordia, que él preparó ó destinó para la gloria [65];

24 y ha llamado á ella, como á nosotros, de entre los judíos, sino tambien de entre los gentiles,

25 conforme á lo que dice por Oséas [66]: Llamaré pueblo mio, al que no era mi pueblo; y amado, al que no era amado; y objeto de misericordia, al que no habia conseguido misericordia.

26 Y sucederá que en el mismo lugar en que se les dijo [67]: Vosotros no sois mi pueblo; alli serán llamados hijos de Dios vivo.

27 Por otra parte Isaías [68] exclama con respecto a Israél: Aun cuando el número de los hijos de Israél fuese igual al de las arenas del mar, solo un pequeño residuo de ellos se salvará.

28 Porque Dios en su justicia reducirá su pueblo á un corto número: el Señor hará una gran rebaja sobre la tierra:

29 y antes habia dicho el mismo Isaías [69]: Si el Señor de los ejércitos no hubiese conservado á algunos de nuestro linage, hubiéramos venido a quedar semejantes a Sodoma y Gomorrha.

30 Esto supuesto, ¿qué dirémos sino que los gentiles, que no seguían la justicia, han abrazado la justicia; aquella justicia que viene de la fé;

31 y que, al contrario, los israelitas que seguían con esmero la Ley de la justicia ó la Ley mosáica, no han llegado á la Ley de la justicia ó á la justicia de la Ley?

32 ¿Y por qué causa? Porque no la buscaron por la fé, sino por las solas obras de la Ley; y tropezaron en Jesus como en piedra de escándalo,

33 segun aquello que está escrito [70]: Mirad que yo voy á poner en Sion una piedra de tropiezo, y piedra de escándalo para los incrédulos; pero cuantos creerán en él, no quedarán confundidos [71].

CAPÍTULO X.
Sin la fé de Jesu-Christo nadie puede salvarse: con ella, y no con las obras de la Ley, se consigue la justificacion. Por eso es predicada en todo el mundo. Los gentiles la abrazan, mientras que los judíos permanecen en su incredulidad.

1 Es cierto, hermanos míos, que siento en mi corazon un singular afecto á Israél, y pido muy de veras á Dios su salvacion.

2 Yo les confieso, y me consta, que tienen zelo de las cosas de Dios; pero no es un zelo segun la ciencia [72].

3 Porque no conociendo la justicia que viene de Dios, y esforzándose á establecer la suya propia [73], no se han sujetado á Dios para recibir de él esta justicia.

4 Siendo así que el fin de la Ley es Christo [74], para justificar á todos los que creen en él.

5 Porque Moysés dejó escrito [75], que el hombre que cumpliere la justicia ordenada por la Ley ó sus mandamientos, hallará en ella la vida.

6 Pero de la justicia que procede de la fé, dice así [76]: No digas en tu corazon: ¿Quién podrá subir al cielo? esto es, para hacer que Jesu-Christo descienda:

7 ¿ó quién ha de bajar al abismo? esto es, para sacar á vida de entre los muertos á Christo [77].

8 Mas ¿que es lo que dice la Escritura [78]? Cerca está de tí la palabra que da la justificacion: en tu boca está y en tu corazon: esta palabra es la palabra de la fé que predicamos.

9 Pues si confesares con tu boca al Señor Jesus, y creyeres en tu corazon que Dios le ha resucitado de entre los muertos, serás salvo.

10 Porque es necesario creer de corazon para justificarse; y confesar la fé con las palabras ú obras para salvarse.

11 Por esto dice la Escritura [79]: Cuantos creen en él, no serán confundidos.

12 Puesto que no hay distincion de judío y de gentil; por cuanto uno mismo es el Señor de todos, rico para con todos aquellos que le invocan.

13 Porque todo aquel que invocáre de veras el nombre del Señor, será salvo [80].

14 ¿Mas cómo le han de invocar, si no creen en él? O ¿cómo creerán en él, si de él nada han oido hablar? Y ¿cómo oirán hablar de él, si no se les predica?

15 Y ¿cómo habrá predicadores, si nadie los envia? segun aquello que esta escrito [81]: ¡Qué feliz es la llegada de los que anuncian el Evangelio de la paz, de los que anuncian los verdaderos bienes!

16 Verdad es que no todos obedecen al Evangelio. Y por eso dijo Isaías [82]: ¡Oh Señor! ¿quién ha creido lo que nos ha oido predicar?

17 Así que la fé proviene del oir, y el oir depende de la predicacion de la palabra de Jesu-Christo.

18 Pero pregunto: ¿Pues que no la han oido ya? Si ciertamente: su voz ha resonado por toda la tierra, y hanse oido sus palabras hasta las extremidades del mundo [83].

19 Mas, digo yo: ¿Será que Israél no lo ha entendido [84]? No por cierto. Moyses es el primero á decir [85] en nombre de Dios: Yo he de provocaros á zelos por un pueblo que no es pueblo mio; y haré que una nacion insensata ó ignorante venga á ser el objeto de vuestra indignacion y envidia.

20 Isaías en persona de Christo [86] levanta la voz, y dice: Halláronme los que me buscaban: descubríme claramente á los que no preguntaban por mí, esto es, á. los gentiles.

21 Y, al contrario, dice á Israél: Todo el dia tuve mis manos extendidas á ese pueblo incrédulo, y rebelde á mis palabras [87].

CAPÍTULO XI.
Con el escarmiento de los judios incrédulos amonesta el Apóstol á los gentiles que no presuman de sí; y profetiza la general conversion de aquellos.

1 Pues, segun esto, digo yo ahora: ¿Por ventura ha desechado Dios á su pueblo? No por cierto. Porque yo mismo soy israelita del linage de Abraham, y de la tribu de Benjamin:

2 no ha desechado Dios al pueblo suyo, al cual conoció en su presciencia. ¿No sabeis vosotros lo que de Elías refiere la Escritura [88]; de qué manera dirige él á Dios sus quejas contra Israél, diciendo:

3 ¡Oh Señor! á tus Profetas los han muerto, demolieron tus altares, y he quedado yo solo, y atentan á mi vida?

4 Mas ¿qué le responde el oráculo divino [89]? Heme reservado siete mil hombres [90], que no han doblado la rodilla delante de el ídolo Baal.

5 De la misma suerte pues [91] se han salvado en este tiempo algunos pocos que han sido reservados por Dios segun la eleccion de su gracia.

6 Y si por gracia, claro está que no por obras; de otra suerte la gracia no fuera gracia.

7 ¿De aquí que se infiere? que Israél que buscaba la justicia, mas no por la fé, no la ha hallado; pero la han hallado aquellos que han sido escogidos por Dios, habiéndose cegado todos los demas,

8 segun está escrito [92]: Les ha dado Dios hasta hoy dia en castigo de su rebeldía, un espíritu de estupidez y contumacia; ojos para no ver, y oidos para no oir.

9 David dice tambien [93]: Venga á ser para ellos su mesa [94] un lazo donde queden cogidos, y una piedra de escándalo, y eso en justo castigo suyo.

10 Oscurézcanse sus ojos de tal modo que no vean; y haz que sus espaldas estén cada vez mas encorvadas ácia la tierra.

11 Mas esto supuesto, pregunto: ¿Los judios están caidos para no levantarse jamas? No por cierto. Pero su caida ha venido á ser una ocasion de salud para los gentiles, á fin de que el ejemplo de los gentiles, les excite la emulacion para imitar su fé.

12 Que si su delito ha venido á ser la riqueza del mundo, y el menoscabo de ellos el tesoro ó riqueza de las naciones, ¿cuánto mas lo será su plenitud ó futura restauracion [95]?

13 Con vosotros hablo ¡oh gentiles! Ya que soy el Apóstol de las gentes, he de honrar mi ministerio,

14 para ver tambien si de algun modo puedo provocar á una santa emulacion á los de mi linage, y logro la salvacion de algunos de ellos.

15 Porque si el haber sido los mas de ellos desechados, ha sido ocasion de la reconciliacion del mundo [96], ¿que será su restablecimiento ó conversion, sino resurreccion de muerte á vida?

16 Porque si las primicias de los judíos son santas, esto es, los Patriarcas, lo es tambien la masa ó el cuerpo de la nacion; y si es santa la raiz, tambien las ramas.

17 Que si algunas de las ramas han sido cortadas, y si tú ¡oh pueblo gentil! que no eres mas que un acebuche, has sido ingertado en lugar de ellas, y hecho participante de la sávia ó jugo que sube de la raiz del olivo,

18 no tienes de que gloriarte contra las ramas naturales. Y si te glorias, sábete que no sustentas tú á la raiz, sino la raiz á tí.

19 Pero las ramas, dirás tú, han sido cortadas para ser yo ingerido en su lugar.

20 Bien está: por su incredulidad fueron cortadas. Tú empero estás ahora firme en el árbol, por medio de la fé; mas no te engrías, antes bien vive con temor.

21 Porque si Dios no perdonó á las ramas naturales, ó á los judíos, debes temer que ni á tí tampoco te perdonará.

22 Considera pues la bondad, y la severidad de Dios: la severidad para con aquellos que cayeron, y la bondad de Dios para contigo, si perseverares en el estado en que su bondad te ha puesto; de lo contrario tú tambien serás cortado.

23 Y todavía ellos mismos, si no permanecieren en la incredulidad, serán otra vez unidos á su tronco; pues poderoso es Dios para ingerirlos de nuevo,

24 Porque si tú fuiste cortado del acebuche, que es tu tronco natural, é ingerto contra natura en la oliva castiza, ¿con cuanta mayor razon serán ingertas en su propio tronco las ramas naturales del mismo olivo!

25 Por tanto no quiero, hermanos, que ignoreis este misterio [97], (á fin de que no tengais sentimientos presuntuosos de vosotros mismo) y es, que una parte de Israél ha caido en la obcecacion, hasta tanto que la plenitud de las naciones haya entrado en la Iglesia:

26 entónces salvarse ha todo Israél, segun está escrito [98]: Saldrá de Sion el Libertador ó Salvador, que desterrará de Jacob la impiedad.

27 Y entónces tendrá electo la alianza que he hecho con ellos, en habiendo yo borrado sus pecados.

28 Es verdad que en órden al Evangelio son enemigos de Dios por ocasion de vosotros; mas con respecto á la eleccion de Dios, son muy amados por causa de sus padres los Patriarcas.

29 Pues los dones y vocacion de Dios son inmutables.

30 Pues así como en otro tiempo vosotros no creiais en Dios, y al presente habeis alcanzado misericordia por ocasion de la incredulidad de los judíos;

31 asi tambien los judios están al presente sumergidos en la incredulidad, para dar lugar á la misericordia que vosotros habeis alcanzado, á fin de que á su tiempo consigan tambien ellos misericordia.

32 El hecho es que Dios permitió que todas las gentes quedasen envueltas en la incredulidad, para ejercitar su misericordia con todos.

33 ¡Oh profundidad de los tesoros de la sabiduría, y de la ciencia de Dios: cuán incomprensibles son sus juicios, cuán inapeables sus caminos!

34 Porque ¿quién ha conocido los designios del Señor [99]? O ¿quién fue su consejero?

35 O ¿quién es el que le dió á él primero alguna cosa, para que pretenda ser por ello recompensado?

36 Todas las cosas son de él, y todas son por él, y todas existen en el: á el sea la gloria por siempre jamás. Amen.

CAPÍTULO XII.
Da el Apóstol reglas de perfeccion á los fieles, conforme al estado de cada uno, y á los dones recibidos de Dios con la fé de Jesu-Christo; y dice que, siendo todos miembros de un mismo cuerpo, todos debemos trabajar en favor de toda la Iglesia, y amarnos mútuamente.

1 Ahora pues, hermanos mios, os ruego encarecidamente por la misericordia de Dios, que le ofrezcais vuestros cuerpos como una hostia ó víctima viva, santa y agradable á sus ojos, que es el culto racional que debeis ofrecerle [100].

2 Y no querais conformaros con este siglo, antes bien trasformáos con la renovacion de vuestro espíritu, a fin de acertar qué es lo bueno, y lo mas agradable, y lo perfecto que Dios quiere de vosotros.

3 Por lo que os exhorto á todos vosotros, en virtud del ministerio que por gracia se me ha dado, a que en vuestro saber ó pensar, no os levanteis mas alto de lo que debeis, sino que os contengais dentro de los límites de la moderacion [101], segun la medida de fé que Dios ha repartido á cada cual.

4 Porque así como en un solo cuerpo tenemos muchos miembros, mas no todos los miembros tienen un mismo oficio;

5 así nosotros, aunque seamos muchos, formamos en Christo un solo cuerpo, siendo todos recíprocamente miembros los unos de los otros.

6 Tenemos por tanto dones diferentes, segun la gracia que nos es concedida; por lo cual el que ha recibido el don de profecía [102], úsele siempre segun la regla de la fé;

7 el que ha sido llamado al ministerio de la Iglesia, dedíquese á su ministerio; el que ha recibido el don de enseñar, aplíquese a enseñar;

8 el que ha recibido el don de exhortar, exhorte; el que reparte limosna, déla con sencillez; el que preside ó gobierna, sea con vigilancia; el que hace obras de misericordia, hágalas con apacibilídad y alegría.

9 El amor sea sin fingimiento. Tened horror al mal, y aplicaos perennemente al bien;

10 amándoos recíprocamente con ternura y caridad fraternal; procurando anticiparos unos á otros en las señales de honor y de deferencia.

11 No seais flojos en cumplir vuestro deber: sed fervorosos de espíritu, acordándoos que el Señor es á quien servis:

12 alegráos con la esperanza del premio: sed sufridos en la tribulacion: en la oracion continuos:

13 caritativos para aliviar las necesidades de los santos ó fieles: prontos á ejercer la hospitalidad.

14 Bendecid a los que os persiguen; bendecidlos, y no los maldigais.

15 Alegráos con los que se alegran, y llorad con los que lloran [103]:

16 estad siempre unidos en unos mismos sentimientos y deseos: no blasonando de cosas altas, sino acomodándoos á lo que sea mas humilde. No querais teneros dentro de vosotros mismos por sábios ó prudentes:

17 á nadie volvais mal por mal; procurando obrar bien, no solo delante de Dios, sino tambien delante de todos los hombres.

18 Vivid en paz, si ser puede, y cuanto esté de vuestra parte, con todos los hombres:

19 no os vengueis vosotros mismos, queridos mios sino dad lugar á que se pase la cólera [104], pues está escrito [105]: A mí toca la venganza; yo haré justicia, dice el Señor.

20 Antes bien si tu enemigo tuviere hambre, dale de comer; si tiene sed, dale de beber: que con hacer eso, amontonarás ascuas encendidas sobre su cabeza [106].

21 No te dejes vencer del mal ó del deseo de venganza; mas procura vencer al mal con el bien, ó á fuerza de beneficios.

CAPÍTULO XIII.
Recomienda la sujecion á los superiores, y á las potestades civiles. El amor del prójimo es el compendio de la Ley. Imitacion de Jesu-Christo.

1 Toda persona esté sujeta á las potestades superiores [107]: Porque no hay potestad que no provenga de Dios; y Dios es el que ha establecido las que hay en el mundo.

2 Por lo cual quien desobedece á las potestades, á la ordenacion ó voluntad de Dios desobedece. De consiguiente los que tal hacen, ellos mismos se acarrean la condenacion;

3 mas los príncipes ó magistrados no son de temer por las buenas obras que se hagan, sino por las malas. ¿Quieres tú no tener que temer nada de aquel que tiene el poder? Pues obra bien, y merecerás de el alabanza;

4 porque el príncipe es un ministro de Dios puesto para tu bien. Pero si obras mal, tiembla, porque no en vano se ciñe la espada; siendo como es ministro de Dios, para ejercer su justicia castigando al que obra mal.

5 Por tanto es necesario que le estéis sujetos, no solo por temor del castigo, sino tambien por obligacion de conciencia.

6 Por esta misma razon les pagais los tributos, porque son ministros de Dios, á quien en esto mismo sirven.

7 Pagad pues á todos lo que se les debe; al que se debe tributo, el tributo; al que impuesto, el impuesto; al que temor, temor; al que honra, honra.

8 No tengais otra deuda con nadie, que la del amor que os debeis siempre unos a otros, puesto que quien ama al prójimo, tiene cumplida la Ley.

9 En efecto, estos mandamientos de Dios: No cometerás adulterio; No mataras; No robarás; No levantarás falso testimonio; No codiciarás nada de los bienes de tu prójimo; y cualquier otro que haya, están recopilados en esta expresion: Amarás á tu prójimo como á tí mismo [108].

10 El amor que se tiene al prójimo, no sufre que se le haga daño alguno. Y así el amor es el cumplimiento de la Ley.

11 Cumplamos pues con él, y tanto mas que sabemos que el tiempo insta; y que ya es hora de dispertarnos de nuestro letargo. Pues estamos mas cerca de nuestra salud, que cuando recibimos la fé.

12 La noche está ya muy avanzada, y va á llegar el dia de la eternidad. Dejemos pues las obras de las tinieblas, y revistámonos de las armas de la luz [109].

13 Andemos con decencia y honestidad como se suele andar durante el dia: no en comilonas, y borracheras, no en deshonestidades, y disoluciones, no en contiendas, y envidias;

14 mas revestíos de nuestro Señor Jesu-Christo, y no busqueis como contentar los antojos de vuestra sensualidad.

CAPÍTULO XIV.
Los fuertes en la fé deben soportar á los flacos, y unos y otros se deben edificar mútuamente, evitando el escandalizarse, y considerando que Dios es el juez de todos.

1 Tratad con caridad al que todavia es flaco en la fé, ó poco instruido en ella, sin andar con él en disputas de opiniones [110]. 2 Porque tal hay que tiene por lícito el comer de todo, mientras el flaco no comerá sino legumbres ó verduras.

3 El que de todo come, no desprecie ni condene al que no se atreve á comer de todo; y el que no come de todo, no se meta en juzgar al que come, pues que Dios le ha recibido por suyo ó en su Iglesia.

4 ¿Quién eres tú, para juzgar al que es siervo de otro? Si cae, ó si se mantiene firme, esto pertenece á su amo; pero firme se mantendrá, pues poderoso es Dios para sostenerle.

5 De! mismo modo tambien uno hace diferencia entre dia y dia [111], al paso que otro tiene todos los dias por iguales: cada uno obre segun le dicte su recta conciencia.

6 El que hace distincion de dias, la hace para agradar á el Señor. Y el que come de todo, para agradar á el Señor come, pues da gracias á Dios. Y el que se abstiene de ciertas viandas [112], por respeto al Señor lo hace; y así es que da gracias á Dios.

7 Como quiera que ninguno de nosotros vive para sí, y ninguno de nosotros muere para sí.

8 Que como somos de Dios, si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Ora pues vivamos, ora muramos, del Señor somos.

9 Porque á este fin murió Christo, y resucitó; para redimirnos y adquirir un soberano dominio sobre vivos y muertos.

10 Ahora bien, ¿por qué tú que sigues todavía la Ley, condenas á tu hermano? ó ¿por qué tú que no la sigues, desprecias a tu hermano que aun la guarda? No le juzgues, porque todos hemos de comparecer ante el tribunal de Christo,

11 pues escrito está [113]: Yo juro por mi mismo, dice el Señor, que ante mí se doblará toda rodilla; y que toda lengua ó nacion ha de confesar que soy Dios.

12 Así que cada uno de nosotros ha de dar cuenta á Dios de sí mismo.

13 No nos juzguemos pues ya mas unos á otros: pensad sí, y poned cuidado en no causar tropiezo ó escándalo al hermano.

14 Yo bien sé, y estoy seguro segun la doctrina de el Señor Jesus, que ninguna cosa es de suyo inmunda, sino que viene á ser inmunda para aquel que por tal la tiene.

15 Mas si por lo que comes, tu hermano se contrista y escandaliza, ya tu proceder no es conforme á caridad. No quieras por tu manjar perder á aquel por quien Christo murió.

16 No se dé pues ocasion á que se blasfeme de nuestro bien [114].

17 Que no consiste el reino de Dios en el comer, ni en el beber esto ú aquello [115], sino en la justicia, en la paz y en el gozo del Espíritu santo;

18 pues el que así sirve á Christo, agrada á Dios, y tiene la aprobacion de los hombres.

19 En suma, procuremos las cosas que contribuyen á la paz; y observemos las que pueden servir á nuestra mútua edificacion.

20 No quieras por un manjar destruir la obra de Dios escandalizando al prójimo. Es verdad que todas las viandas son limpias; pero hace mal el hombre en comer de ellas con escándalo de los otros.

21 Y al contrario hace bien en no comer carne,. y en no beber vino, ni en tomar otra cosa, por la cual Su hermano se ofende, ó se escandaliza, ó se debilita en la fé.

22 ¿Tienes tú unailustrada[116]? tenla para contigo delante de Dios y obra segun ella. Dichoso aquel que no es condenado por su misma conciencia en lo que resuelve.

23 Pero aquel que hace distincion de Viandas, si come contra su conciencia, es condenado por ella misma, porque no obra de buena fé. Y todo lo que no es segun la fé ó díctámen de la conciencia, pecado es.

CAPÍTULO XV.
Concluye san Pablo su exhortacion con muestras de grande aprecio y afecto á los romanos, y del vehemente deseo que tiene de ir á verlos de camino para España.

1 Y así nosotros, como mas fuertes en la fé, debemos soportar las flaquezas de los ménos firmes, y no dejarnos llevar de una vana complacencia por nosotros mismos.

2 Al contrario cada uno de vosotros procure dar gusto á su prójimo en lo que es bueno, y puede edificarle.

3 Considere que Christo no buscó su propia satisfaccion, antes bien, como está escrito [117], decia á su Padre: Los oprobios de los que te ultrajaban, vinieron á descargar sobre mí.

4 Porque todas las cosas que han sido escritas en los Libros santos, para nuestra enseñanza se han escrito; á fin de que mediante la paciencia, y el consuelo que se saca de las Escrituras, mantengamos firme la esperanza.

5 Quiera el Dios de la paciencia, y de la consolacion, haceros la gracia de estar siempre unidos mútuamente en sentimientos y afectos segun el espíritu de Jesu-Christo [118]; 6 á fin de que no teniendo smo un mismo corazon, y una misma boca, glorifiqueis unánimes á Dios, el Padre de nuestro Señor Jesu-Christo.

7 Por tanto soportáos recíprocamente, así como Christo os ha soportado y acogido con amor á vosotros para gloria de Dios.

8 Digo pues que Jesu-Christo fue ministro ó predicador del Evangelio para con los de la circuncision, a fin de que fuese reconocida la veracidad de Dios, en el cumplimiento de las promesas que el habia hecho á los padres ó Patriarcas;

9 mas los gentiles deben alabar a Dios por su misericordia, segun está escrito [119]: Por eso publicaré ¡oh Señor! entre las naciones tus alabanzas, y cantare salmos á la gloria de tu nombre.

10 Y en otro lugar [120]: Alegráos, naciones, en compañía de los judíos, que son su pueblo.

11 Y en otra parte[121]: Alabad, todas las gentes al Señor, y ensalzadle, los pueblos todos.

12 Asimismo dice Isaías: De la estirpe de Jessé nacerá aquel que ha de gobernar las naciones, y las naciones esperarán en él [122].

13 El Dios de la esperanza nuestra os colme de toda suerte de gozo, y de paz en vuestra creencia, para que crezca vuestra esperanza siempre mas y mas, por la virtud del Espíritu santo.

14 Por lo que hace á mí, estoy bien persuadido, hermanos mios, de que estais llenos de caridad, y de que teneis todas las luces necesarias para instruiros los unos á los otros.

15 Con todo os he escrito esto ¡oh hermanos! y quizá con alguna mas libertad, solo para recordaros lo mismo que ya sabeis; segun la gracia, que me ha hecho Dios,

16 de ser ministro de Jesu-Christo entre las naciones, para ejercer el sacerdocio del Evangelio de Dios, a fin de que la oblacion de los gentiles le sea grata, estando santificada por el Espíritu santo.

17 Con razon pues me puedo gloriar en Jesu-Christo del suceso que ha tenido la obra de Dios.

18 Porque no me atreveré á tomar en boca, sino lo que Jesu-Christo ha hecho por medio de mi para reducir á su obediencia á los gentiles, con la palabra y con las obras;

19 con la eficacia de los milagros, y prodigios, y con la virtud del Espíritu santo; de manera que desde Jerusalem girando á todas partes hasta el Illyrico, lo he llenado todo del Evangelio de Christo.

20 Por lo demas, al cumplir con mi ministerio, he tenido cuidado de no predicar el Evangelio en los lugares en que era ya conocido el nombre de Jesu-Christo por no edificar sobre fundamento de otro [123]; verificando de esta manera lo que dice la Escritura [124]:

21 Aquellos que no tuvieron nuevas de él, le verán, y los que no le han oido, le entenderán ó conocerán.

22 Esta es la causa que me ha impedido muchas veces el ir á visitaros, y que hasta aquí me ha detenido.

23 Pero ahora no teniendo ya motivo para detenerme mas en estos paises, y deseando muchos años hace ir á veros,

24 cuando emprenda mi viage para España [125], espero al pasar visitaros, y ser encaminado por vosotros á aquella tierra, despues de haber gozado algun tanto de vuestra compañía.

25 Ahora estoy de partida para Jerusalem en servicio de los santos.

26 Porque la Macedonia y la Achâya han tenido á bien hacer una colecta para socorrer á los pobres de entre los santos ó fieles de Jerusalem.

27 Así les ha parecido; y á la verdad obligacion les tienen. Porque si los gentiles han sido hechos participantes de los bienes espirituales de los judíos, deben tambien aquellos hacer participar á estos de sus bienes temporales.

28 Cumplido pues este encargo, y en habiéndoles entregado este fruto de la caridad, dirigiré por ahí mi camino á España.

29 Y sé de cierto que en llegando á vosotros, mi llegada será acompañada de una abundante bendicion y dones del Evangelio de Christo.

30 Entre tanto, hermanos, os suplico por nuestro Señor Jesu-Christo, y por la caridad del Espíritu santo, que me ayudeis con las oraciones que hagais á Dios por mí,

31 para que sea librado de los judíos incrédulos, que hay en Judea, y la ofrenda de mi ministerio ó la limosna que llevo, sea bien recibida de los santos en Jerusalem,

32 á fin de que de esta manera pueda ir con alegría á veros, si es la voluntad de Dios, y descansar, y recrearme con vosotros.

33 Entre tanto el Dios de la paz sea con todos vosotros. Amen.

CAPÍTULO XVI.
Encomiendas y memorias, y último aviso de san Pablo á los fieles residentes en Roma.

1 Os recomiendo nuestra hermana Phebé, la cual está dedicada al servicio de la Iglesia de Cenchrea [126],

2 para que la recibais por amor del Señor, como deben recibirse los santos ó fieles; y le deis favor en cualquier negocio que necesitara de vosotros, pues ella lo ha hecho así con muchos, y en particular conmigo.

3 Saludad de mi parte á Prisca y á Aquila, que trabajaron conmigo en servicio de Jesu-Christo:

4 (y los cuales por salvar mi vida expusieron sus cabezas: por lo que no solamente yo me reconozco agradecido, sino tambien las Iglesias todas de los gentiles)

5 y saludad con ellos á la Iglesia de su casa. Saludad á mi querido Epéneto, primicia ó primer fruto de Christo en Asia.

6 Saludad á María, la cual ha trabajado mucho entre vosotros.

7 Saludad á Andrónico y á Junia: mis parientes y comprisioneros, que son ilustres entre los apóstoles, ó ministros del Evangelio, y los cuales creyeron en Christo antes que yo.

8 Saludad á Ampliato, á quien amo entrañablemente en el Señor.

9 Saludad á Urbano, coadjutor nuestro en Christo Jesus, y á mi amado Estachîs.

10 Saludad á Apélles, probado y fiel servidor de Jesu-Christo.

11 Saludad á los de la familia de Aristóbolo. Saludad á Herodion mi, pariente. Saludad á todos de casa de Narciso, que creen en el Señor.

12 Saludad a Tryphena y á Tryphosa, las cuales trabajan para el servicio del Señor. Saludad á nuestra carísima Persida, la cual asimismo ha trabajado mucho por el Señor.

13 Saludad á Rufo, escogido del Señor, y á su madre, que tambien lo es mia en el amor.

14 Saludad á Asyncrito, á Phlegonte, á Hérmas [127], á Patróbas, á Hérmes, y á los hermanos que viven con ellos.

15 Saludad á Philólogo, y a Julia, á Nereo, y á su hermana, y á Olimpiade, y á todos los santos ó fieles que están con ellos.

16 Saludáos unos á otros con el ósculo santo de la caridad. A vosotros os saludan todas las Iglesias de Christo.

17 Y os ruego, hermanos, que os recateis de aquellos, que causan entre vosotros disensiones y escándalos, enseñando contra la doctrina que vosotros habeis aprendido; y evitad su compañía.

18 Pues los tales no sirven á Christo Señor nuestro, sino á su propia sensualidad; y con palabras melosas, y con adulaciones, seducen los corazones de los sencillos.

19 Vuestra obediencia á la fé se ha hecho célebre por todas partes. De lo cual me congratulo con vosotros. Pero deseo que seais sabios ó sagaces en órden al bien, y sencillos como niños en cuanto al mal.

20 El Dios de la paz quebrante y abata presto á Satanás debajo de vuestros pies. La gracia de nuestro Señor Jesu-Christo sea con vosotros.

21 Os saluda Timotheo mi coadjutor, y Lucio, y Jason, y Sosípatro, mis parientes.

22 Os saludo en el Señor yo Tercio, que he sido el amanuense en esta carta.

23 Salúdaos Cayo, mi huésped, y la Iglesia toda. Salúdaos Erasto [128], el tesorero de la ciudad, y nuestro hermano Quarto.

24 La gracia de nuestro Señor Jesu-Christo sea con todos vosotros. Amen.

25 Gloria á aquel que es poderoso para fortaleceros en mi Evangelio, y en la doctrina de Jesu-Christo que yo predico, segun la revelacion del misterio de la redencion; misterio que despues de haber permanecido oculto en todos los siglos pasados,

26 acaba de ser descubierto por los oráculos de los Profetas, conforme al decreto del Dios eterno, y ha venido á noticia de todos los pueblos, para que obedezcan á la fé:

27 á Dios digo, que es el solo sábio, á él la honra, y la gloria por Jesu-Christo en los siglos de los siglos. Amen.


  1. En cuanto hombre. Véase Jesu-Christo.
  2. Véase Griegos, Bárbaros, Gentiles.
  3. Véase Justicia.
  4. Habac. II. v.4.
  5. En pena de no haber hecho uso del conocimiento natural que tenian de Dios.
  6. Esto es, los enormes delitos de que he hablado.
  7. Los mismos bienes que te concede.
  8. Véase Griego.
  9. Muchos gentiles, aunque no tenían la Ley escrita, ayudados de la luz de la gracia adoraban al verdadero Dios, y observaban la ley natural, ó los preceptos morales que dicta la luz de la razon. Por eso se llaman justos Job, el centurion Cornelio, etc. Véase Ley.
  10. Véase Niño.
  11. Is. LII. v.5. — Ezech. XXXVI. v.2.
  12. Quienes al ver vuestras costumbres, tienen en bajo concepto la Ley que os gobierna.
  13. O las Escrituras divinas; y á ellos se hicieron las promesas del Mesías, y de su reino eterno.
  14. No faltará Dios á su palabra, aunque hayan faltado los judíos.
  15. Psalm. L. v.6.
  16. Por nuestros pecados; puesto que ellos manifiestan sus perfecciones.
  17. Psalm. XIII. v.3.
  18. Psalm. V. v.11.
  19. Psalm. CXXXIX. v.4.
  20. Psalm. IX. v.7.
  21. Prov. 1. v.16.—Is. LIX. v.7.
  22. Psalm. XXXV. v.2. Se vé que san Pablo sigue en estos versos la version griega de los Setenta.
  23. Mas no se evita, ni perdona sin la gracia de Jesu-Christo, que á nadie se niega.
  24. Véase Justicia.
  25. Largo no teneis de qué gloriaros, pues á vosotros y á los gentiles, á todos os justifica Dios igualmente por la fé; no por las obras que prescribe vuestra Ley, hechas con las fuerzas naturales, y que solamente las prescribe, pero sin dar virtud para ejecutadas, Véase Ley, .
  26. Pues toda nuestra doctrina se reduce á enseñar el medio de obtener la justicia y santidad que la Ley promete.
  27. Gen. XV. v.6.—Galat. III. v.6.—Jac. II. v.23.
  28. Y así esta, ó la justificacion, la recibió Abraham de pura gracia, y no como recompensa debida á sus obras.
  29. Psalm. XXXI. v.1. Por habérselos perdonado todos graciosamente.
  30. Esto es, la dicha de estar justificado graciosamente por Dios.
  31. Véase Circuncision.
  32. Gen. XVII. v.4.
  33. Gen. XV. v.5.
  34. O no se hacia cuenta, ni se reconocía tanto su gravedad, por no haber Ley escrita, ni penas determinadas contra él.
  35. Esto es, personalmente, ó contra una ley ó mandato expreso de Dios, como pecó nuestro primer padre.
  36. A darnos á todos la vida del alma.
  37. Véase Muchos.
  38. ¿Abusarémos de la libertad que nos da esta, librándonas del yugo de aquella?
  39. Negándoos á obrar lo que ella prescribe.
  40. Con el cual fuisteis crucificados, y cuyos miembros sois; y así estais desobligados y libres de ella.
  41. Martini traduce, de las afecciones pecaminosas.
  42. O con la misma prohibicion.
  43. O que fuesen pecado los malos deseos.
  44. La voz griega ἐπιθυμήσεις que usó el Apóstol, y en la Vulgata se traduce concupisces, la expresamos con el verbo codieiarás, el cual por su generalidad corresponde exactamente á los dos verbos griego y latino, aunque es verdad que vulgarmente codiciar y codicioso se aplican mas al que desea el dinero ó frutos, etc., que los placeres de la carne. San Pablo habla de todo género de ilícitos deseos.
  45. Y nadie hacia escrúpulo de cometerle.
  46. O avivándose con la misma prohibicion.
  47. O de la gracia que derrama en vosotros Jesu-Christo
  48. Véase Abba.
  49. Con la confianza y amor que nos inspira.
  50. De las miserias de esta vida, por medio de su resurreccion.
  51. En que la gracia hace prorumpir á nuestro corazon. S. Joann. Chrys. Homil. XIV. ad Roman.
  52. A los que Dios ha predestinado ab æeterno, y despues ha llamado á la fé, y finalmente ha santificado con su gracia.
  53. Esto es, el perdon de los pecados, y los auxilios para alcanzar la gloria.
  54. Otros traducen: será este mismo Dios que los justifica?
  55. Psalm. XLIII. v.23.
  56. Ni los honores, ni los desprecios.
  57. O quedar separado de su Iglesia, y como excomulgado. Véase Anathema, Hebraísmos.
  58. Gen. XXI. v.12.
  59. Gen. XVIII. v.10.
  60. Que tenía hecha ab æterno acerca de estos dos hermanos.
  61. Gen. XXV. v.23.— Malach. I. v.2. Véase Jacob.
  62. Exod. XXXIII. v.19.
  63. Exod. IX. v.16.
  64. Sap. XV. v.7.—Is. XLV. v.9.—Jerem. XVIII. v.6.
  65. Véase Predestinacion.
  66. Os. II. v.24.—I. Pet. II. v.10.
  67. Os. I. v.10.
  68. Is. X. v.22.
  69. Is. I. v.9.
  70. Is. VIII. v.14.—XXVIII. v.16.—I. Pet. II. v.7.
  71. Ni engañados en su esperanza.
  72. Un zelo que no es conforme á razon, ó un zelo indiscreto. Cuanto mayor es el zelo, tanto mas peligroso es, si no va acompañado y dirigido por buenas luces, y si solamente obra por los impulsos de una mal entendida piedad. Las fuentes del falso zelo son: 1.º el poco conocimiento de los designios de Dios y de sus caminos; 2.º la complacencia y confianza en si mismo; 3.º un secreto amor de independencia y de gloria en el bien que se quiere hacer. Las fuentes del zelo verdadero son: 1.ª estudiar bien á Jesu-Christo y á su religion en las santas Escrituras, y mirar siempre al fin de sus preceptos y consejos, que es decir, su espíritu interior, no precisamente su letra material, dirigiéndose, no por el espíritu privado, sino por la autoridad de la Iglesia; 2.ª no buscar otras sendas para ir al cielo, ni otras reglas para la vida espiritual que las de la fé, ó conformes á ella.
  73. Esto es, á justificarse con sus obras y fuerzas naturales.
  74. Al cual se ordenaban todos los sacrificios y figuras del Antiguo Testamento.
  75. Levit. XVIII. v.5.—Ezech. XX. v.11.
  76. Deut. XXX. v. 12
  77. Porque no se te pide que hagas cosas tan difíciles para alcanzar la justificacion; ni la has de buscar léjos de tí.
  78. Deut. XXX. v.14.
  79. Is. XXVIII. v.16.
  80. Joel. II. v.32. Véase .
  81. Is. LII. v.7.—Nah. I. v.15.
  82. Is. LIII. v.1. La predicacion es el medio ordinario para introducir la fé.
  83. Psalm. XVIII. v.5. Véase Mundo.
  84. O que ignora tal vez que el Evangelio debe ser predicado á los gentiles?
  85. Deut. XXXII. v.21.
  86. Is. LXV. v.1.
  87. Y léjos de convertirse á mí, me dió la muerte.
  88. III. Reg. XIX. v.10.
  89. III. Reg. XIX. v.18.
  90. Esto es muchísimos. Véase Siete.
  91. A pesar de la general incredulidad de los judíos.
  92. Is. VI. v.9.—XXIX. v.10.—Matth. XIII. v.14. Véase Causa.
  93. Psalm. LXVIII. v.23.
  94. Sírvales su mesa, esto es, su alimento, su Ley, su Templo y altar de lazo, y de trampa, y de escándalo, ó ruina, por el mal uso que de ello harán.
  95. ¿Cuánto mas aun todavía enriquecerá al mundo su plenitud, esto es, su conversion á la fé, al fin de los tiempos?
  96. Act. XIII. v.46 y 47.
  97. Esto es, la futura conversion de los judíos.
  98. Is. LIX. v.20.
  99. Sap. IX. v.13.—Is. XL. v.13.—I Cor. II. v.16.
  100. Esto es, el espiritual sacrificio de vosotros mismos.
  101. Sin aspirar á ministerios mas altos y brillantes, que á los que Dios ha hecho ver que os llamaba; ni querer escudriñar los misterios de la fé.
  102. Véase Profeta.
  103. Las ediciones de la Vulgata varian en este verso. La de Clemente VIII trae conforme al texto griego los infinitivos gaudere y flere; pero en la de Sixto V se pusieron los dos imperativos gaudete y flete, y esta parece ser la manera con que se lee tambien en algunos códices griegos, y en las obras de varios Padres de la Iglesia griega.
  104. Para que jamás os excedais en la necesaria defensa: Dios os vengará á su tiempo.
  105. Eccl. XXVIII. v.1 y 2.—Matth. V. v.39.
  106. Que le encenderán en amor tuyo, ó llenarán de confusion y rubor. Deut. XXXII. v.35.—Proverb. XXV. v.21.
  107. Obedezca sus preceptos, como no sean contra los de Dios.
  108. Lev. XIX. v.18.—Matth. XXII. v.29.
  109. Pasó ya ¡oh romanos! la noche del gentilismo, y ha llegado el día, ó la luz del Evangelio. Arrojemos pues las obras de tinieblas, las que hacíamos en nuestra ignorancia, y vistámonos las armas de luz, escudémonos con las obras de la fé.
  110. Sobre si deben ó no observarse algunos preceptos de la Ley de Moysés.
  111. Observando escrupulosamente las fiestas legales.
  112. Haciendo ver ambos con estas acciones de gracias que todos tienen el fin de agradar á Dios.
  113. Is. XLV. v.24.
  114. Esto es, de nuestra fé en Jesu-Christo, ó de la libertad de la Ley de que gozamos.
  115. Cuando no media causa ó precepto que obligue.
  116. ¿De que ya no obligan las observancias de la Ley antigua?
  117. Psalm. LXVIII. v.10.
  118. Que todo respira dulzura y caridad. Dios es el manantial y criador de la paciencia: Jesu-Christo es la regla y modelo de ella, y el Espíritu santo su vínculo y santificacion.
  119. II. Reg. XXII. v.50.— Ps. XVII. v.50.
  120. Deut. XXX. v.43.
  121. Psalm. CXVI. v.1.
  122. Jer. XI. v.10. Puede tambíen traducirse: Florecerá la raiz de Jessé, y saldrá un renuevo que se levantará para regir las naciones, y las naciones esperarán en él.
  123. O por no ser allí tan necesario mi trabajo.
  124. Is. LII. v.15.
  125. Véase lo que sobre esta venida del Apóstol á España dicen las historias eclesiásticas. Amat, lib. III. c. 2. n. 178.
  126. Puerto en el arrabal de Corintho.
  127. Se cree que este Hérmas es el autor de la obrita El Pastor.
  128. De este Erasto se habla Act. XIX. v.22. y I. Timoth. IV. v.20.