La mujer moderna y su papel en la evolución actual del mundo/Palabras preliminares

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AMADO NERVO.


PALABRAS PRELIMINARES

DE

ALVARO MELIAN LAFINUR
A través de los libros liricos de este amable poleta, podemos seguir la parabola armoniosa trazada por su espiritu desde la adolescencia inquieta hasta la serena madurez. La emoción fundamental y la entonación propia de cada uno de ellos, señalan un periodo diverso en la vida interior de Nervo, pues traducen con perfecta fidelidad la verdadera actitud de su

alma en cada una de las etapas de esa existiencia que acaba de extinguirse, desgraciadamente, demasiado temprano.

Ello atestigua la sinceridad de su canto, natural y exponténeo, y no obsta para que toda su obra poética revista una unidad natural y perfecta: la que determina, por sobre accidentales diferencias de ética o de estética, el amor constante de la verdad, la bondad y al belleza.

El poeta que en «Perlas Negras» expresara la tortura mistica de su ser atormentado por la duda y sediento de certidumbres religiosas; que en los «Poemas» dijera, liberéndose ya un tanto de su anterior pesimismo, su amor por la vida, dolorosa y adorable; que en «La Hermana Agua» entonara, con acento digno del de Asis, su alabanza panteista de la naturalzeza y que cantara, en las ténues estrofas de «En voz baja», momentos diversos y contradictorios de su yo más intimo, comenzó en «Serenidad», — titulo que sugeria la apacible calma de quien llega al fin de una jornada despojado ya de vanidad y de temor, — a adoptar la posición definitiva y más caracteristica de su espiritu, frente al espectáculo de la vida y al misterio de la muerte. Su alma fué desde entonces a modo de un espejo donde las cosas se reflejaban sin turbar la tersura de su superficie, como se copian los árboles y las nubes, el azul y las estrellas, en la linfa de un tranquilo lago.

No desdeñaba el comercio con la realidad ni se divorciaba de la vida sentimental. No es insensibilidad, ni quietismo indiferente, ni egoista ensimismamiento lo que a partir de entonces, traducirian sus últimos poemas, reunidos en «Elevación», en «El Estanque de los lotos» o en ese precioso breviario titulado «Plenitud», cuyas máximas, vaciadas en una prosa lapidaria y diáfana, recuerdan, por su confortante influencia moral y por su noble dignidad viril, los «pensamientos» estoicos de los Epicteto y los Marco Aurelio.

Su espiritu, desdeñando las cosas efímeras y engañosas, se hallaba más compenetrado con la vida, con la vida superior y verdadera, y su corazon, ya maduro, comprendia mucho y por lo mismo mucho sabia perdonar y amar, como en la bella estrofa de D’Annunzio:

Ma I’ anima nel cuor si fa piú buona
come il frutto maturo. Umile e ardita
sa piegarsi e resistere; ferita
non geme; assai comprende, assai perdona.

La serenidad de esa poesia no la exime naturalmente de cierta tonalidad melancolica. La alegria es movediza y bulliciosa, en tanto que todo tranquilo recogimiento esta velado por una suave tristeza. El arroyo es alegre: brinca y canta. El estanque dormido ofrece en cambio una apariencia triste. Asi la obra introspectiva y profunda de Amado Nervo en sus últimos tiempos. Por eso dijo él mismo:

Lector: Tal vez dijeres y tal vez con verdad
Después de que las páginas de este libro leiste,
Que mi serenidad es un poquito triste...
¿No es así por ventura toda serenidad?

Asi es, en efecto. La mayor parte de sus estancias, de un misticismo cada vez mas trascendente, conduce a la meditacion acerca del misterio de la naturaleza y los secretos del ser humano, mediante ese sentido filosofico que ha impreso en ellas el alma pensativa y honda del autor. Y ya se sabe que no es precisamente expansion jubilosa, lo que causan estas investigaciones a través de lo incognoscible...

Amado Nervo ha sido un alto poeta al par que un sutil y noble moralista en el sentido mas selecto de la palabra. Su idealismo no era tan solo especulativo. Informaba toda su conducta, pues sabia practicarlo viviendo continuamente en bondad y en belleza como un verdadero santo laico. Buscaba la esencia de las cosas con el mistico e intuitivo fervor de un Novalis o de un Swedenborg y era al mismo tiempo, en la vida ordinaria, un hombre sencillo, cordial, probo y laborioso, Su filosofía concretébase, finalmente, en un optimismo trascendental que él procuraba, grenerosamente infundir en los demás mediante sus consejos sugerentes y sabios. Habia superado el sufrimiento con su voluntad disciplinada y estoica. Poseido de una bondad militante y activa, como la que preconizaba en sus escritos, regocijábase, seguramente, de hacer el bien. Tal vez lo último que brotó de su preclaro espiritu es esa conferencia que va más adelante y con la cual se proponia, accediendo a la invitación de una dama piadosa, colaborar en una obra de generoso altruismo.

Yo no sé si la muerte pondrá un sello
De nobleza mayor a esto que escribo...

dijo una vez en uno de sus libros. No era menester, en verdad, que se fuera asi, de pronto, en pleno y promisorio vigor de inteligencia y de ánimo, para que sus cosas cobraran el sello de elevada pureza que todos reconociamos en ellas. Pero, sin duda, la serenidad antigua con que ha sabido morir, terminando noblemente una existencia cuya belleza moral no podrai ya ser desmentida por ningún rasgo contradictorio, realza el valor perdurable de su verbo armonioso y henchido de idealidad, mostrando cómo sus palabras nacian de la sinceridad más acendrada y efusiva; esa sinceridad que es la virtud máxima de la criatura humana, porque al despojamos de todo lo artificial y falso, pone a nuestro ser, desnudo y verdadero, en armonia con la secreta voluntad de Dios...

ALVARO MELIAN LAFINUR.