Las vidas paralelas de Plutarco/Comparación de Pericles y Fabio Máximo
COMPARACION DE PERICLES Y FABIO MÁXIMO.
Esta es la historia de la vida de estos dos grandes hombres: mas puesto que uno y otro han dejado señalados ejemplos de virtud en la parte militar y en la política, vaya, tomemos por prineipio en la parte militar, el que á Pericles habiendo tenido mando en un pueblo que iba prósperamente, y que siendo en sí grande, florecia sumamente en poder, parece que la comun buena suerte de que gozaba la república le daba seguridad y flrmeza; cuando las hazañas de Fabio, que en tiempos trabajosos é infelices se encargó de la ciudad, no se bubieron de limitar á mantenerla segura en la dichosa suerte, sino que tuvieron que mudar en bueno su mal estado. Á Pericles los afortunados sucesos de Cimon, los trofeos de Mirónides y Leocrates, y las muchas y grandes victorias de Tolmidas más parece que le llamaban, cuando se puso al frente de la ciudad, á entretener á esta con fiestas y regocijos públicos, que á vencer y tener que conservarla por medio de la guerra; pero Fabio, cuando no tenía á la víista sino muchas retiradas y derrotas, muchas muertes y ruinas de generales y capitanes, los lagos, los campos y tos bosques llenos de ejércitos destrozados, y los ries teñidos hasta el mar de mortandad y sangre, apoyando y sosteniendo en sola su constaneia y firmeza la ciudad, impidió que trastornada con el sacudimiento de tantos errores ajenos, del todo se asolase. Y aunque acaso se tendrá por ménos dificil tener á raya una ciudad humillada, y hacerla dócil por necesidad al que sobresale en prudencia, que poner freno á la insolencia y temeridad de un pueblo engreido é hinchado cen su prosperidad, que es como Pericles principalmente dominó á los Atenienses; con todo el tamaño y muchedumbre de las desgracias que entónces acontecieron á los Romanos, hieieron ver que era hombre del más firme juicio y de la mayor constancia el que no vaciló ni se aparló un punto de su propósito.
A la toma de Samos, conquislada por Pericles, podemos muy bien oponer la recuperacion de Tarento; y á la Eubea las ciudades de la Campania: pues que á Capua la restauraron los cónsules Furio y Apio. Fabio no parece que venció nunca en batalla campal, sino solo cuando consiguió el primer triunfo; en vez de que Pericles erigió por tierra y por mar nueve trofeos, triunfando de los enemigos. Con todo, no se cuenta de Pericles una accion semejarte á la que ejecutó Fabio sacando á Minucio de las manos de Anibal, y salvando integro el ejército de los Romanos; hazaña gloriosa, en que á un tiempo tuvieron parte ei valor, la prudencia y ta honradez. Mas tampoco se dice, por el contrario, de Pericles un desacierlo como el que cometio Fabio burlado por Anibal con el engaño de las vacas; pues teniendo entre manos á un enemigo que por sí mismo se habia ido á encerrar en desfiladeros, le dejó escabullirse; por la noche ayudado de la oscuridad, por el dia sostenido de la fuerza, madrugando más que el que estaba en acecho, y venciendo al que le tenfa preso. Y si es propio de buen general no limitar sus miras á lo presente, sino conjelurar con acierto sobre lo futuro, la guerra para los Atenienses tuvo el fin que Pericles habia previsto y pronosticado, pues que por abarcar mucho, perdieron su poder; y los Romanos por haber enviado á Escipion contra los Cartagineses á pesar de la oposicion de Fabio, de todo se hicieron dueños, no por un capricho do la fortuna, sino por el valor de su general, que triunfó de los enemigos: de manera que en cuanto á aquél, los mismos males de la patria dan testimonio de que habia pensado con discrecion; y á éste las mismas vietorias le convencen de que anduvo errado; y en un general igual falta es cacr en un daño que no csperaba, que perder por desconfianza la ocasion de una vietoria; pues, á lo que parece, la ignorancia es la que ora da y ora quila la resolucion, Y esto es lo que hay que observar en la parte militar.
En el órden político, para Pericles es un gran cargo la guerra, pues se dice que se arrojó con impetu á ella, no permitiendo por su indisposicion con los Lacedemonios que se eediese; mas juzgo que tampoco Fabio habria cedido en nada á los Cartagineses, sino que generosamente habria soslenido la contienda sobre el imperio. La bondad y mansedumbre de Fabio para con Minucio es una reprension del encono de Pericles contra Cimon y Tucidides, hombres de probidad y muy principales, enviados por su causa á destierro por medio del ostracismo. En Pericles eran mayores el poder y el influjo: por eslo no consintió que ningun otro general arrojase con sus malos consejos á la ciudad en el infortunio; y sólo Tolmidas, guardándose de él, y áun descartándole á la fuerza, fué desgraciado con los Beocios; pero los demas todos se acomodaban á su modo de pensar por la grandeza de su poder. Mas Fabio, siendo por sí firme é incontrastable, parece que le faltó influjo para reprimir á los otros: pues no se habrian visto los Romanos en lan grandes aflicciones, si sobre eilos hubiera tenido Fabio tanto ascendiente como Pericles sobre los Atenienses. En cuanto al desprendimiento de las riquezas, Pericles lo acreditó con no recibir nada de los que le hacian dones; y Fabio con alargar la mano á los necesitados, rescalando los cautivos con su propio caudal.
Auoque respecto de éste la suma no fué crecida, sino como seis talentos; y respecto de Pericles no computaria nadie fácilmente con cuánto babria sido regalado y obsequiado de los aliados y de los reyes, pues que nadie se lo estorbaba, á no haber querido mantener su integridad y pereza. En lo que hace á la grandeza de los edificios y de los templos, y al grande aparato de cbras de las artes con que Pericles bermoseó á Atenas, no puede entrar con eilos en comparacion todo euanto en esta linca hicieron de grande los Rumanos ántes de los Césares, sino que en ella la grandeza y elegancia de tales obras tuvo una primacia excelente é indisputable.