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Los viajes de Marco Polo/Libro I/Capítulo XXI

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Nota: Se respeta la ortografía original de la época

CAPITULO XXI.

EL VIEJO DE LA MONTAÑA.

Mulehet es una comarca donde antiguamente solía estar el Viejo llamado de la Montaña. Mulehet quiere decir entre los sarracenos herético ó Dios terrenal, y los que habitan en aquel lugar son titulados, mulehéticos, ó herejes, como entre los cristianos los patarinos. El Viejo, segun oyó M. Marco á muchas personas, se llamaba Aladino y era mahometano. Hizo que le erigieran un palacio en un hermoso valle circundado por dos montes altísimos, á cuyo palacio agregó magníficos jardines llenos de cuantos árboles y frutos había podido encontrar. Dentro de los jardines habia varios palacios y casas adornadas de oro, pinturas y seda, á las cuales por diversos conductos iban á parar corrientes de vino, leche, miel y agua clarísima. Estos palacios estaban habitados por galanas y hermosas doncellas, diestras en el canto, en instrumentos músicos y en el baile, y muy amaestradas para acariciar á los hombres. El Viejo había hecho levantar estos palacios siguiendo los consejos de Mahoma, segun el cual los que siguieran sus preceptos, irían al Paraíso para disfrutar de los grandes placeres que en él aguardan á los elegidos: de este modo trataba el Viejo de dar á entender á los suyos que era tan profeta como Mahoma y que podía darles el Paraíso, tan deseado por ellos. El ingreso en los jardines estaba prohibido: un castillo fortísimo defendía la entrada, á la que se iba por un camino escondido. La corte del Viejo la formaban mancelos de 12 á 20 años, escogidos entre los más valientes y audaces de aquellos montes, y todos los dias les predicaba pintándoles las delicias de aquellos jardines y diciéndoles que podía enseñárselos. Así que juzgaba el momento oportuno, hacía que diez ó doce de aquellos jóvenes bebieran un licor que los adormecía, y en tal situacion eran transportados á los jardines donde veían todos los seductores cuadros que hemos referido: allí, rodeados de infinitos goces, llegaban á figurarse que efectivamente vivían en el Paraíso.

Pasado un breve período de tiempo los narcotizaba de nuevo, y haciéndoles llevar ante sí, les pedia cuentas de su ausencia.

Ellos, refiriendo delante de sus compañeros cuanto habían visto y gozado, excitaban en sus oyentes grande admiracion y vivísimas ánsias de merecer otro tanto. El Viejo entónces, les manifestaba que, quien le obedeciera ciegamente siguiendo los preceptos de Mahoma, disfrutaría de los mismos placeres, y así estaban todos sus sectarios siempre dispuestos á sacrificarse por él. Los enemigos del Viejo no se consideraban seguros nunca: aquellos jóvenes no retrocedian ante nada por servirle; ni ante la muerte. En Damasco y en el Kurdistan había como dos vicarios ó vireyes del Viejo que se gobernaban de la misma manera; mas todo esto concluyó en 1262, porque sabedor Alau, hermano del Kan y señor del Viejo, de los grandes latrocinios y maldades de éste, envió un ejército que hizo prisionero al Viejo y destruyó el castillo y los jardines del Paraíso.