Manumiso: 4

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Nota: En esta transcripción se ha respetado la ortografía original.

IV


Retrocederemos algunos pasos, siguiendo desde sus primeros al protegido del entusiasta patriota.

Creciendo entre los niños de la familia, si no llegaba á pasar umbral de escuela á que todos los días les conducía, por su ingenio natural que pronto imitaba cuanto veía hacer, atrajo numerosa clientela en la chiquilinada del barrio. No hubo mejor fabricante de pandorgas, estrellas y barriletes, tan livianos que remontaban solos, ni talabartero en riendas y correaje para el carnerito de los niños. Activo y diligente en todo servicio doméstico como en faenas rurales, luego fiel escudero de Antoñito, el Benjamín de la familia, de tal modo se le apegó, que ocultador de las rabonas del escuelero, de sus primeras calaveradas, aventuras y trapisondas primero, fué su guardaespaldas en cuantas pellejerías actuara, que antes y después del 25 de Mayo fueron muchas.

Llegado el día de su libertad no se apresuró hacer uso de ella, quedando como la hiedra adherida á viejos muros, fuera por amor á la casa, quizá por lo que dentro de ella germinaba. Verdad que si no tan rápidamente como el maíz de cuarenta días, ó el de guinea que plantaba para escobas, en cuya fabricación resultó tan hábil como en tejidos de esparto, canastas, esteras, secadores, etc., pasiones gemelas brotaban entre las rosas del jardín, y también entre flores silvestres de los cercos, que espontáneo es el amor en toda la naturaleza. Los de la niña de la casa crecían como los no menos vehementes de la doncela de azabache. Solicitada aquella por uno de los brillantes oficiales del mismo batallón de Beruti, prometida estaba para cuando ostentase tres galones en su manga militar, siguiendo añeja costumbre en el ejército español, que en grado inferior al de Capitán no se concedía licencia matrimonial.

La otra negra pasión, ardiente como de africana, llameaba en la negrita correveidile, por lo que agregando un Padre nuestro y un Avemaría al rosario de todas las noches, que el ama presidía frente al santo de su devoción, rodeada de toda la familia y servidumbre, á Santa Rita, para que llegara el día ansiado. Esta no tuvo que andar mucho del altar de San Benito á la Cofradía de San Baltasar. Cercano estaba el novio dentro la propia casa, y causa era ello de continuas amonestaciones, volviendo el mate frío por la tardanza en la cocina. Quizá in pectore deseaba herida, aunque leve, al percundante de la amita, para que con el ascenso llegara la fecha del doble casorio. La niña Juanita había prometídole ayudar á su matrimoniamiento en seguida del propio, con el primer manumiso de la patria nueva.