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libro 2.º—capítulo iii.—§ 3.º

ingreso en el profesorado. Van unidas entre sí como la sombra al cuerpo.

Debe evitarse que las oposiciones sean una lotería, que su objeto consista en acertar á preguntas no reglamentadas, que obedecen á ideas dispersas, hijas de puntos de vista individuales. Felizmente algo se ha progresado en este sentido. Y debe continuar este procedimiento hasta la supresión de lo fortuito. Aquilatar lo que uno sabe es algo positivo; el poner en evidencia lo muchísimo que todos ignoramos es cuestión que á nada conduce.

Los ascensos en el profesorado se prestan á análogas consideraciones, extrañas al objeto de esta obra. Bastará decir que sus deficiencias se hallan indisolublemente unidas á las de la enseñanza. Cuanto más próspera sea ésta, tanto más desaparecerán muchas restricciones que impiden de un modo fatal, que lo más acertado se realice.

Enseñanza oficial. La enseñanza oficial merece tanta mayor protección en un Estado, cuanto menor sea el grado de su desarrollo. En las naciones florecientes, la enseñanza tiende cada vez más á emanciparse del Estado, puesto que la atmósfera de intelectualidad existente le da vida, hasta llegar á ser objeto de explotación, objeto que se cotiza á elevado precio; porque la verdad y el bien son las finalidades más preciosas, cuando se difunden por la sociedad.

Allí donde estas dos finalidades no se hallan extendidas, la enseñanza es débil y enfermiza, y necesita de la cuidadosa y preferente asistencia del Estado. Y no hay que anatematizar á la enseñanza oficial, cuando se la olvida y abandona. Sin haber llegado á la mayor edad, no se puede pasar de la tutela á la franca autonomía; porque nemo dat quod non habet. Y no existe nada de más eficacia que los poderes de un Estado.


FIN