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Página:Algunas consideraciones sobre filosofía y enseñanza de la matemática.djvu/67

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libro 1.º—capítulo ii.—§ 4.º

cálculo formal, y finalmente, Boole, Morgan, Peirce, Cayley y otros al fundar varias especies de Álgebra, etc.

El lenguaje matemático ordinario es un lenguaje simbólico. Las fórmulas son abreviaciones de ideas y de relaciones. Pero aún se conserva la huella inmediata de la palabra. Sustituye á ésta un sistema de signos más sencillo, formando un organismo, sometido á reglas fijas. Y aun el lenguaje puede adquirir un carácter esquemático, según se ve en los trabajos del Formulario matemático del señor Peano; y en particular, gráfico, convenientemente graduado.

Observación. Vemos que necesariamente, en la Ciencia, se siguen dos procesos inversos, por efecto de nuestra organización intelectual. Para seguir la Ciencia en su evolución natural, debemos comenzar por las primeras intuiciones de los objetos más simples, para elevarnos gradualmente de los elementos á los sistemas.

En este primer paso, la inteligencia acciona sobre objetos externos á la misma, de los que solo conserva la huella ó la representación, en forma de conceptos.

Pero, cuando el organismo está desarrollado en el orden objetivo, una reacción de la inteligencia hacia sí misma, desenvuelve un nuevo organismo, que envuelve al anterior por su más amplia generalidad.

La inteligencia actúa sobre sus mismos actos ó modos de proceder; y, abandonando el objeto externo (aunque muchas veces haya sido construido por ella, por la aplicación de algunas reglas ó combinaciones), sus mismos actos pasan á ser objetos de sus investigaciones; y, al cálculo objetivo, hace seguir el cálculo de sus propias operaciones, las que somete á las categorías matemáticas. Bien es cierto, que las operaciones tienen su origen en la inteligencia y son nuevos objetos intelectuales, que sin embargo, conservan la huella de su carácter subjetivo, ó se refieren á la acción intelectual.

Y desde el momento de la posesión del sistema de la ciencia, podemos descender, con sujeción al orden rigurosamente lógico, desde los primeros principios, hasta las últimas consecuencias.

Pero lo importante en la Ciencia no son estas consecuencias, cuyo número no tiene límite; sino los puntos culminantes que, á