los guisos caldúos como las otras comidas, pueden ser enriquecidos y matizados gastronómicamente por medio de ensaladas. La de mayor popularidad, confirmada por su denominación, es la chilena, que consta de tomate y cebolla picados. El primero suele estar también en compañía del pepino, y la segunda es asimismo muy apetecida con habas, o con porotos verdes, especialmente en relación con el consumo de carnes. No omitamos en este elemental recuento a la de apio, a la de penca a la de papas con perejil y a la de lechuga, principalmente la de hojas largas y de color verde claro, la afamada costina, así designada porque se cultiva con gran facilidad y abundancia en muchas regiones de nuestro litoral; ella es la favorita para acompañar cualquier pescado frito, entre los que descuellan el congrio y el pejerrey, que constituyen, a su vez, sendos platos fuertes del folklore nacional.
La presencia tradicional del pan fue señalada con la tortilla de rescoldo. A ella se suma, como el más común de nuestros panes representativos, el amasado, o de campo, o de grasa, o de mujer; que se elabora diariamente en numerosos hornos campesinos, empleando harina, grasa de cerdo, levadura y salmuera, y gracias a la paciencia y destreza de la hornera.
Con harina candeal integral se hace la galleta, un pan de color moreno y de hasta un kg., destinado a formar parte de la ración alimenticia que recibe el obrero agrícola.
Agreguemos la hallulla, caracterizada por su falta de levadura; el pan de huevo, pequeño y rechoncho, amarillento a causa de la inclusión de yemas de la materia prima que le da su nombre, y de peculiar gusto debido al azúcar puesta en su masa; el coroco o de dulce, que aparece en la noche de la celebración de San Juan y durante la festividad de la Cruz de Mayo, por lo general cubierto con una pasta de huevo y azúcar y con distintas formas de aves domésticas.
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