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134 — BIBLIOTECA DE LA RISA.

— Lo he bajado, contestó ella, porque en ninguna parte de la casa está mas seguro.

— Ven acá, desgraciada, ¿no conoces que en caso de robo, equivocándose los ladrones, podrían llevarse las botellas de vino en vez del dinero?


El viajero universal.

Un marqués necesitaba para ayo de su hijo un caballero instruido y buen humanista, pero sobre todo que hubiese viajado. Fueron muchos los sugetos que se presentaron, y muchas las recomendaciones, hasta que por último llegó uno que por la gravedad de su fisonomía parecía ser el mas á propósito.

— ¿Ha viajado V.? le preguntó el marqués.

— Sí, señor.

— ¿Por qué países?

— Señor, he estado dos ó tres veces en Carabanchel de Abajo, y una de ellas he llegado hasta Carabanchel de Arriba. Ya ve Y.

— Sí, sí, ya lo veo.


Un buen deseo.

En la sección de nodrizas de un periódico de anuncios de Londres se leia el siguiente:

«Una joven viuda, que está á punto de quitar la leche á una niña de diez meses, desea tener otro niño.»


El casamiento imposible.

Se moría una mujer que durante diez años, como diez siglos, había dado á su marido una vida de perros, haciéndole pasar en este mundo el purgatorio.

— ¡Ah, malvado! le decia en los últimos momentos, apenas habré cerrado los ojos, cuando yate habrás casado.

— ¿Con quién quieres que me case ahora? mu