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204 — BIBLIOTECA DE LA RISA.

Celebróse el capítulo y fue nombrado otro.

La, Santa, con su acostumbrada humildad, suplicó al Señor que le perdonase si habia errado en aquella demanda.

Respondióla S. D. M. :

— Teresa mia; cierto es que convenia lo que me pediste; pero los frailes no quieren lo que conviene.


El curioso por su mal.

Iba el pobre Marcelino
Por vino con dos botellas.
Que estaba barato el vino,
Y como eran grandes ellas
Rompió la una en el camino.

Y era su amo un baladí.
Que armó una marimorena;
— ¿Cómo la rompiste? di.
— ¿Cómo he de romperla? asi:
Y arrojó al suelo la buena.


La perfección de la imperfección.

Un predicador decia en el pulpito que todo cuanto Dios ha hecho es perfecto en su clase y para su fin.

— Eso á tu tia, decia entre sí un jorobado: tú diras cuanto quieras; pero eso no me lo harás creer,

Esperó al predicador á la puerta de la iglesia, y le dijo:

— Según la doctrina de V., padre mió, Dios ha hecho todas las cosas perfectas; pues bien, mire V. mi joroba: ¿se atreverá V. á decirlo ahora?

— Hijo mio, le respondió; tú eres una prueba de todo cuanto he dicho, porque en la clase de jorobados no puede Dios hacer cosa mas perfecta.


La confianza de un hombre generoso.

Del elogio del arquitecto Fontaine que Mr. Aleci, secretario perpetuo de la Academia, pronunció