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28 — BIBLIOTECA DE LA RISA.

Cuando te llevaban fuera.

Pues altanera y liviana...
Bien me atrevo á jurar yo,
Que ningún burro la vió
Asomada á la ventana.

Yo sé que no merecía
Su lengua desdicha tal;
Pues jamás, por hablar mal,
Dijo: aquesta boca es mia.

Pues como á ella la sobre
De lo que comiendo está.
Luego al punto se lo dá
A alguna borrica pobre.


La profunda habilidad de dos concejales.

Vinieron hace pocos años á Madrid dos labradores, comisionados por el concejo de su pueblo para encargar á un célebre escultor la estátua de San Sebastian, destinada al altar mayor de su iglesia.

El escultor aceptó el encargo, oyó á los labradores, leyó las cartas que le entregaron, y se convino con ellos en el precio y en el tiempo.

— Serviré al concejo, dijo á los comisionados; pero, para que pueda en todo darle gusto, deseo saber si quieren Vds. que represente al santo vivo ó muerto.

Los dos labradores se miraron uno á otro y no acertaron á resolver.

— ¡Pardiez! dijo á poco rato uno de ellos, nada reza sobre este particular la instruccion que nos han dado; pero lo mejor de todo será que lo represente V. vivo, porque si lo quieren muerto, allá lo mataremos.


La sagacidad de un tonto.

El famoso tonto de Lumpiaque, durmiendo en la cocina y encontrando que tenia baja la cabeza, se puso un cántaro por almohada, y viendo despues