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304 — BIBLIOTECA DE LA RISA.

— Señor, respondió el peluquero, él caerá, que ahora está en bruto.


Las tripas corazón.

Haciendo un esfuerzo sobre sí mismo un hombre que era tenido por cobarde, fué á matar á otro que lo había agraviado.

El segundo se dio tan buena maña, que derribó á su contrario en tierra, y lo pasó por el vientre dándole una estocada.

Maravillándose los médicos de que la herida no tocase en tripa alguna, dijo un gracioso:

— ¿Cómo le había de tocar en las tripas si entontonces no estaban allí?

— ¿Cómo puede ser eso? preguntó uno de ellos.

— Porque había hecho de las tripas corazón.


El salón de Apolo.

Cicerón y Pompeyo quisieron cerciorarse un dia de si era verdad lo que se ponderaba de la magnificencia de Lúculo.

Encontráronse con él en la plaza pública, y le dijeron que irían á cenar á su casa, con la condición de que no había de dar instrucciones á sus criados, ni encargarles preparativos ni gastos estraordinaríos.

Conformóse Lúculo, y solo les pidió permiso para decir á sus criados la sala en donde quería que se sirviese la cena.

— Estamos conformes, dijo Cicerón.

Lúculo llamó á un esclavo y le dijo:

— Esta noche cenaremos en el salón de Apolo.

Llegada la hora, se presentaron Cicerón y Pompeyo, y se quedaron maravillados y absortos al contemplar la imponderable suntuosidad de una cena que debió costar sumas inmensas.

— ¿Qué es esto? dijo Cicerón; una cena semejante no ha podido disponerse sin que tú dieses órdenes