fuerzo despreciando con valor las comodidades, y lo que mas es, lo proprio, arresgando, cuando es necesario, por la libertad y por la patria, sin desistir en lo comenzado con una constancia increible.
Son grandes hombres de a caballo, dándole mil vueltas manijando la lanza juntamente con gran destreza, y en llegando a lo estrecho de la batalla cogen la rienda en la voca y con ella gobiernan al caballo y le revuelven de una parte a otra, i con las dos manos tiran furiosas lanzadas, levantándose sobre los estribos y haziendo fuerza con todo el cuerpo, y sus lanzas son de a veinte y cinco palmos y mas; y con la fuerza que dan el vote derriban al mas fuerte hombre de a caballo o le descomponen de suerte que si le asegundan otro le derriban. Sus sillas son un mal fustecillo y a vezes unos lomillos de paja o en pelo, y assi escaramusean y corren por una cuchilla abaxo de una empinada sierra tan firmes i seguros como otros por un llano, y tan fixos en el caballo que parece que van cocidos con el, sin que les embaraze cosa alguna, porque aunque lleban consigo el matalotage, la cocina, la cama y los víveres, todo es tan poco i tan ligero, como he dicho, que no les embaraza, porque las camisetas que lleban puestas les sirven de mantas para dormir, el sudadero de el caballo, que es un pellexo de carnero, les sirve de colchon, la talega de harina de matalotage, y un vaso de madera de vagilla, y esta es toda su repostería y sus viveres.
Desde niños se crian en el trabaxo y se exercitan en luchar, saltar, correr y hazer pruebas de fuerzas, y lo principal, en jugar la lanza y disparar flechas, y sus juegos son para ese exercicio, como el de la chueca, que todo es correr tras una vola que lleban de unas partes a otras a porfia con unos como mazos. Y el de la pelota, que no la juegan como los Españoles, sino desnudos de medio cuerpo arriba y dándose con ella unos a otros, saltando y doblegándose para huir el golpe, en que está la ganancia, para aprender a jugar la lanza y a huir el cuerpo al golpe y a tirarle con destreza. No les consienten sus padres a los muchachos que coman sal, para que se crien duros y ligeros, porque dizen que la sal los haze pesados y molles. Ni tampoco les consienten comer carne ni pescado por ser comidas pesadas, sino harina de cebada para que se crien ligeros y no pesados. Pan no le comen nunca porque no le tienen: con que sus comidas son ligeras, y están tan bien hechos a ellas que no trocara un muchacho un plato de harina de cebada por el plato mas regalado de los Españolee. Y a los muchachos para que sean ligeros y vayan con presteza a los mandados los saxan las piernas y los pies, y los mismos Indios quando an de ir a la guerra se saxan las piernas y las rodillas con lancetas de pedernal, porque dizen que la sangre les haze pessados i que la sal que han comido se les ha baxado a las rodillas i a las piernas.
Las armas que usan son picas, lanzas, saetas, arboladas con un fortissimo veneno que llaman Coliguai y le sacan de unas matas de ese nombre de la leche de la raiz, y si los caballos comen de esas matas los mata luego su veneno. Han hallado los españoles la contra de este veneno, y es otro mas fuerte, que es el soliman. Y assi en hiríiendo a alguno con esas flechas envenenadas de el coliguai (que de suyo es mortífero y incha al herido y en breve le quita la vida) le echan en la herida un grano de soliman crudo y luego sana. Otros indios usan en la guerra de macanas, que es un palo largo retorcido