Núm. 271 [1]
▼▼El ciudadano don José Joaquín Díaz, a nombre de los curtidores i zapateros i demás que manufacturan las pieles, representó a la Suprema Autoridad pidiéndose prohibiese la introducción de estas especies en la República, como está prevenido en el reglamento para la permisión del libre comercio llamado del año 13, i como el informe del ▼Tribunal del Consulado recapitula apoyando las fuertes razones que Diaz espone en su escrito citado para fundar su solicitud i otros que del mismo modo se han emitido, evitamos insertar aquél, haciéndolo solo de éste para ocuparnos en los números siguientes de esta materia. El informe es como sigue:
"Excmo. Señor:
"La solicitud de los que trabajan en preparar las pieles i en sus varias aplicaciones, es la misma de todos los que quieren ocuparse i que ántes se empleaban en diferentes ramos de industria, es la propia que repetidas veces ha instaurado este Cuerpo encargado inmediatamente de su protección i fomento i continuo espectador de la miseria i sus consecuencias a que está reducida la mayor parte de los hombres i el total de mujeres i niños a quienes despoja violentamente del único i natural arbitrio de subsistir, de multiplicarse, de ser virtuosos i felices, una repentina concurrencia, una imprudente libertad i otras intempestivas máximas que hacen todo el daño de que son oríjen principios falsos o mal aplicados. Entre muchas i reiteradas representaciones que ha hecho el Consulado, es una la que corre impresa en el reglamento de aduanas del año 1822, que ahora repite i tiene el honor de elevar de nuevo a la consideración de V. E., con las circunstancias de que si en aquel tiempo no eran tan sensibles los males i el remedio tal vez inoportuno, en el dia son intolerables los inconvenientes i han cesado los que podrían demorar o impedir su remocion.
"No se pretende que el Gobierno preste la dirección tan impropia de la autoridad ni los auxilios que le estorban atenciones mas urjentes, sí sola la mera protección, que consiste en el amparo contra los embargos, que pugnan con la natural tendencia hácia la prosperidad, que perturban el derecho que todos tienen para subsistir de sus labores i que estorban el deber de vivir cada uno del sudor de su frente; aquellas trabas que, ligando los naturales esfuerzos, sumen al pueblo en la inercia i en una existencia estúpida, que compele a distraerla por excesos en que, al parecer, buscan remedios al mal de vivir, o a conservarla a costa de los demás. No se trata de aquellos pocos séres inculpablemente desgraciados, que en otros países sostiene la caridad pública o los fondos del Estado, sino de los que, a pesar de su aptitud, yacen en tan horrorosa situación i componen los dos tercios de los habitantes del suelo más fértil, sano i yermo del mundo conocido. Comprueba este compuesto la simple vista de la porcion de mujeres, mozos i niños que amanecen cada dia sin saber dónde ni qué comerán, muchos que ignoran en qué parte dormirán i todos en qué ocuparán sus brazos, exceptuándose unos pocos que emplean momentáneamente los temporales trabajos de la agricultura, minas i otros contínjentes entretenimientos que se interrumpen por accidentes o cesan del todo en las estaciones muertas.
"En vano aspiran a cerrarse los ojos i endurecer el corazon sobre esta triste perspectiva, los que, despues de la precitada lectura de economistas sistemáticos o parciales, sostienen que esta plaga es efecto del clima o de causas misteriosas, que puede disiparla una plena franquicia; que el hombre miéntras mas miserable es, mas activo i dilijente; que lo hacen tal las nuevas necesidades i el goce de artículos desconocidos, con otros apotegmas que, amontonados indiscretamente i adoptados sin descernimiento, son bastantes para sofocar las mejores disposiciones i las proporciones que, conducidas con meditación, podrían hacer un pueblo dichoso, como son los mismos donde se escriben aquellos discursos i se practica todo lo contrario. En ellos nada es mas común i escrupulosamente observado, que esas mismas restricciones que detestan en teoría i que sirven de diques a la industria que, así, florece a la sombra de estudiados vehículos, no de atolondradas libertades.
"Así dan todo su precio a las primeras materias indíjenas i retornan manufacturadas las estrañas al propio suelo que las produjo, i así las artes fabriles llenan los inmensos vacíos que dejan los de rigurosa necesidad a que nos circunscribe ahora nuestra credulidad i apatía.
"Para decidir con acierto, importa fijarse en estas verdades de sentido:
- Los pueblos mas numerosos, pacíficos, morales i contentos son los que poseen medios fáciles de emplear continuamente i con provecho su tiempo, facultades i producciones propias para su comodidad i dar lo sobrante en cambio de los que no pueden proporcionarse de otro modo justo.
- Chile, en medio de todas las ventajas naturales, carece de arbitrios para ocupar una gran parte de sus individuos, quienes, a pesar de su idoneidad, vejetan en la indolente inacción que resulta de la facilidad de sustentarse i la dificultad de trabajar.
- ↑ Este documento ha sido trascrito del periódico titulado Monitor Imparcial, pajina 124, del archivo de la Biblioteca Nacional. (Nota del Recopilador.)