Tú, bien nacida á noble magistrado,
Ama, hija, y da tu mano á solo un hombre;
Guarda en mi ejemplo mi mejor legado;
Y dignos todos perpetuad mi nombre;—
Resignada me aparto de esa zona
Sin que la adusta eternidad me asombre.
El mejor galardón de una matrona
Es la fama que alzándose en su pira,
Su vida cuenta y su virtud corona.
Óyeme, ¡oh Paulo! por mis hijos mira;
Salva la tumba el sentimiento bello
Que aun estos votos á mi labio inspira.
Padre, haz veces de madre; fío en ello:
Las prendas que dejé, la madre ida,
Correrán juntas á abrazar tu cuello.
Sus lágrimas enjuga, por tu vida,
Y dales con tu beso el beso mío;
Mi prole toda en tu favor se anida.
Desata á solas comprimido río,
Y al volver, serenado ya el semblante,
Renueva las caricias manso y pío.
Para llorar ¿la noche no es bastante?
¡No basta esa vigilia ¡oh Paulo! y ese
Amargo sueño en que me ves delante?
Endulzar tu amargura no te pese;
Vé, y platica en secreto con mi busto,
Y dime todo cual si yo te oyese.
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RELIGIOSAS, FILOSÓFICAS Y MORALES