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Sobre la poesía popular impresa de Santiago de Chile/I

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CAPITULO I
Los poetas i cantores, su instrumento i sus formas poéticas

§ 2.—Es un rasgo mui característico de la poesía popular chilena el que se divida rigurosamente en una rama masculina i una femenina. Cada una de ellas tiene sus argumentos, su métrica, su canto i sus instrumentos particulares i propios. Es común a ambas ramas que el canto se hace casi siempre en voz mui aguda; las mujeres usan de preferencia el falsete, lo que produce una impresión estraña al oído alemán. Las cantoras cultivan casi esclusivamente la lírica liviana, el baile i cantos alegres en estrofas de cuatro i, menos a menudo, de cinco versos; sus instrumentos son el arpa i la guitarra. Los hombres, en cambio, se dedican a los escasos restos del canto épico (romances), la lírica seria, la didáctica i la tenzón (controversia poética, llamada «contrapunto»). La forma métrica preferida es la décima espinela su instrumento el sonoro «guitarrón». El acordeón, con que los hombres a menudo acompañan los bailes, como producto de la industria europea, no se puede contar entre los instrumentos populares.

El arte de una buena cantora que dispone de un abundante tesoro de versos i melodias en ambos instrumentos goza de mucho aprecio entre las clases bajas de la población; un poeta que es a la vez músico i cantor, que sepa más de tres o cuatro entonaciones en el guitarrón i tenga habilidad para improvisar interesantes «dedicatorias» i «despedidas» (cogollos) es, por su rareza, un objeto de la admiración de su clientela artística. Entre la jente culta hai sólo pocas personas que siquiera conozcan esos tipos raros por no haber tenido ocasión de admirarlos en una fiesta popular. Lo mismo se debe decir de los pocos músicos que emplean aún el antiguo violín de tres cuerdas, el verdadero rabel, que se toca apoyado en la rodilla. La mayor parte de los chilenos cultos conocen el nombre del rabel como sinónimo del violín ordinario.

En jeneral no cabe la menor duda de que ya solamente el canto femenino con sus poesías livianas (tonadas) i acompañamientos de bailes (cuecas), es verdaderamente popular; el canto masculino lo ha sido en sus oríjenes, pero hoi sobrevive únicamente en pobres restos, que, por esto, son tanto más interesantes para el folklorista.

Por esta misma razón las verdaderas cuecas i tonadas populares sólo rara vez se apuntan i menos se imprimen. Andan por millares de boca en boca, en estrofas aisladas i menos a menudo en composiciones enteras; se varían i se improvisan siempre de nuevo. Cada chileno sabe de memoria unas cuantas estrofas al menos, i entre media docena de mujeres del pueblo casi siempre hai alguna que sepa cantar algunas cuecas i tonadas, acompañándose con algunos acordes de la guitarra.

La poesía pesada de décimas con sus composiciones largas difícilmente se puede retener en la memoria sin ayuda de la escritura i tiene, por esto, un carácter más elevado, un tanto docto i, de ahí, didáctico. El huaso cantor guarda buena parte de la dignidad del trovador de la edad media, que gusta de esponer a su público estasiado, su sabiduría recóndita de hombre de esperiencia superior que conoce al mundo. Como los «maestros cantores» del siglo XVI, no tiene nada del coplero mendicante de las ferias, sino que ejerce el arte por el arte i para ganar aplausos; le dedica comúnmente sólo sus horas de ocio i gana su vida con algún negocio u oficio honrado.

Sólo una parte de los poetas hacen imprimir sus producciones poéticas i así dan cuenta al pueblo de acontecimientos nuevos i de esperiencias antiguas. Estos son los «poetas populares» de oficio que ocupan un nivel social un poco inferior que los «cantores». Las hojas en que publican sus versos se parecen a los suplementos editados por los diarios modernos. Salen casi sólo con motivo de algún acontecimiento estraordinario, un asesinato atroz, un accidente, un fusilamiento de algún criminal, etc. El ferrocavil lijero, distribuye las hojas sobre el país entero, el «suplementero» que en tal caso se trasforma en «versero» vende la hoja en cinco centavos por las calles. El que adquiere la hoja tendrá que leerla a sus compañeros i conocidos que ignoran el difícil arte de la lectura. Quizá algún cantor enriquezca con alguna producción su repertorio; pero, en jeneral, estas hojas ya no son destinadas al canto, sino a la simple lectura.

§ 3.—Gran parte de las noticias en que fundo mi esposición las debo a un cantor santiaguino Aniceto Pozo, otras al poeta popular ciego Hipólito Cordero. Don Aniceto es de oficio carpintero, un joven bien parecido, de treinta años apenas. La mayor parte de la semana la dedica al trabajo; pero el Sábado por la tarde suele aceptar la invitación de algún conocido o propietario de una fonda rústica en los alrededores de Santiago, donde permanece hasta el lúnes. Así lo ví en una tarde de domingo sentado debajo la ramada del bodegón de Renca, en sus rodillas el guitarrón, rodeado de una quincena de huasos i unas pocas mujeres, la mayor parte en cuclillas, otros sentados en silletas bajas. Allí les cantaba del cielo i de la tierra, de amor i de pelea, mezclando de vez en cuando algún versito jocoso. El público en silencio prestaba atención i en los intervalos circulaba el potrillo con el famoso ponche en culén, fabricado con anís del mono que uno brindaba al otro con frases ceremoniales como «le quito el veneno» (le brindo el primer trago), «le comprometo», «le cumplo» (o: «se la hago», «se la pago»).

§ 4.——El instrumento en que el cantor acompaña, sus poesías, el guitarrón, es una especie de guitarra grande de 25 cuerdas. Don Aniceto, que construye tales instrumentos, me esplicó sus detalles con los siguientes términos técnicos: [1].

La caja del guitarrón es un poco más alta (13 cm.), i ancha (24 cm., en la parte superior i 32 cm., en la inferior) que la de una guitarra ordinaria. El mastil, llamado brazo, es un poco más ancho, pero mucho más corto (desde la ceja hasta la caja 28 cm.). En cambio, el clavijero es mui largo (23 cm.). pues tiene tres hileras de siete clavijas cada una, que sujetan las 21 cuerdas principales. Estas alcanzan desde la ceja, llamada cejezuela, en pronunciación vulgar sijesuela, hasta el pontezuelo, i se pueden acortar por semitonos mediante siete trastes, que son dispuestos «de mayor a menor» de una manera bastante injeniosa. Ya que el carpintero, sobre todo en el campo. no podría fácilmente hacer los trastes de metal, como es costumbre en los instrumentos parecidos que se venden en el comercio, i hechos de madera (como lo son la cejezuela i el pontezuelo) se desgastarían lijero, los trastes se hacen de la misma cuerda de tripa que sirve para los nervios más agudos, torciendo sucesivamente 8, 7, 6... hasta 2 de estas cuerdas delgadas i pasando estas nuevas cuerdas en dos vueltas al rededor del brazo del guitarrón en el lugar marcado por dos pequeñas muescas en los estremos laterales del brazo. Así se consiguen trastes resistentes i lisos que en caso de descompostura se pueden renovar con facilidad. De este modo cada cuerda del instramento se puede acortar hasta la quinta superior.

La encordadura se compone de las «cuerdas» propiamente tales de tripa, de «entorchados» sobre hilo de seda (que también se llaman «bordones») i de «alambres» que son «canutillos de alambre» estirados que siempre guardan cierta ondulación, como si se sacara el alambre de la cuerda entorchada de de guitarra. Todas las «cuerdas» son de un mismo grueso, algo más delgadas que un de violín, i los alambres se sacan todos de un mismo canutillo, de modo que la diferente altura musical depende sólo de la diferencia de tensión, que en toda la encordadura es relativamente escasa; por consiguiente el tono del instrumento es mui suave. Creo que jeneral mente también se usa un mismo entorchado para las tres cuerdas más graves.

Todas las cuerdas del guitarrón están a mul corta distancia (poco más de dos milímetros), pues la ceja mide apenas seis centímetros i sujeta 21 cuerdas que hacia el pontezuelo se apartan un poco más (10 cm., para 25 cuerdas). Las cuerdas principales se tocan siempre por grupos de tres hasta seis con las uñas largas i bien cuidadas de los dedos pulgar e índice i se distribuyen como sigue:

1.—Primera orden: 4 alambres, 1 entorchado;

2.—Cuarta orden: 4 alambres, 2 entorchados;

3.—Tercera orden (o las primas): 2 cuerdas primas, 1 alambre, 1 entorchado.

4.—Tres alambres;

5.—Tres cuerdas.

A estas se agregan en cada lado dos cuerdas más cortas, llamadas «tiples» o «diablitos», que sólo alcanzan desde el pontezuelo hasta el estremo de la caja. donde se hallan dos clavijas a cada lado del brazo. Los diablitos no tienen ceja i están en las clavijas un poco más apartadas que en el pontezuelo; son las únicas cuerdas que se tocan aisladamente. El afinamiento es relativamente el siguiente:

{fis''16[ a''16]  d4 d d d d,2 g'4 g' g' g' g2 g c''8 c'' c'4 c2 e'4 e' e' a8[ a a] g''16[ b''] \bar "||"}

Las notas mínimas designan los entorchados, las semimínimas los «alambres», las corcheas las «cuerdas» y las semicorcheas los «diablitos». Digo que el afinamiento es relativo, porque los cantores no usan diapasón normal. He fijado el tono más grave del instrumento como do.

El guitarrón es usa casi esclusivamente para tocar «entonaciones de poesías», de las cuales la mayor parte de los músicos saben sólo unas tres o cuatro: buenos cantores, como Pozo, a veces más de una docena. Cuecas i tonadas se acompañan sólo escepcionalmente en el guitarrón; por otra parte es posible arreglar las entonaciones de poesías para tocarlas en la guitarra común. Un buen músico sabe «trasponer» las melodías según el instrumento.

§ 5.—Por poesía se entiende en la métrica popular chilena solamente la forma típica del canto masculino, i la décima octosilábica con la distribución de las rimas abbaacedde, que es conocida en la métrica castellana bajo el nombre de «décima espinela» según su inventor Vicente Martínez Espinel (1550-1642). Sin embargo, estas fechas marcarán sólo la fijación definitiva de esta forma poética, más no su comienzo. Estrofas de igual índole con distribución mui parecida de las rimas (por ejemplo: abbabcdccd, abaabcdccd) han sido corrientes en la poesía cortesana española desde el siglo XV [2]. En el Cancionero de Baena prevalece todavía la estrofa de ocho versos, aunque también se hallan estrofas de 6, 7, 9 i 11 versos. Pero ya en el «Cancionero llamado guirlanda esmaltada de galanes y eloquentes dezires de diuersos autores, copilado y recoleqido por Juan Fernandez de constantina vezino de belmez». rarísimo incunable, del cual poseo una copia, se encuentra repetidas veces la décima, precisamente en glosas de seis estrofas, de las cuales la última se llama «cabo» o «fin», como en las poesías chilenas. En el Cancionero Jeneral la décima ya es frecuente. Tomando en cuenta la semejanza de los argumentos i del estilo, no cabe, pues, ninguna duda de que la poesía de nuestros poetas populares es un directo descendiente de la poesía «de arte mayor» que fué tan cultivada por la sociedad cortesana de la España del siglo XVI. Evidentemente llegó a Chile con los caballeros de la conquista i siguió fomentada por los guerreros, los empleados del rei i los clérigos que llegaron hasta mediados del siglo XVII.

§ 6.—Según la métrica popular chilena la forma normal de una poesía es la siguiente: comienza por una cuarteta que contiene el tema; siguen los cuatro «pies» (estrofas) que constituyen el desarrollo, la glosa, del tema, i se termina por el quinto pie, que contiene el «fin» o la «despedida». Cada «pie» consta de diez «palabras» (versos). Como la melodía i el acompañamiento exijen la décima completa, los cuatro versos del tema se completan con seis versos más que constituyen una especie de exordio improvisado por el cantor, i que no se agrega cuando se imprime la poesía. Cada vez el último verso de la décima debe repetir un verso de la cuarteta en el orden primitivo. La última décima muestra su carácter de despedida comenzando por una palabra típica, como al fin, últimamente, por último, o por un vocativo «señores» u otro.

Presento como muestra una poesía de Bernardino Guajardo, el más importante de los «poetas populares» que debe haber muerto por el año 1887. Sus obras, con el título «Poesías Populares» se han publicado en nueve tomitos en 16.° de 96 pájinas cada uno. Guajardo debe su fama al hecho de haber sido el cantor nacional de la guerra del Pacífico contra la coalición perú-boliviana. Su memoria está viva entre los poetas del día, como lo prueban los versos siguientes, tomados de un «contrapunto» (tenzón) de Cordero con Meneses. Dice asi:

Si hoi me tardo en contestar
El desafío tan sério,
Puedes ir al Cementerio
Al gran Guajardo a buscar.
Si quieres tú contestar
No penseis que yo soi brosa.
Te subes a la riesjosa

Nube de constelacion
Porque sois un maricón
De poema escandalosa. [3]

He aquí el ejemplo de Bernardino Guajardo (tomo III, páj. 831:)

Amor mal correspondido

Desde que te ví te amé
Desde que te amo me muero,
I muriéndome por ti
dichoso me considero.

Ojalá nunca en mi vida
Hubiera logrado verte,
Por no sufrir una suerte
Tan triste i tan abatida;
Deseo que la partida
El récio golpe me dé,
I será la causa qué
Siga de t u amor la huella.
Sabes que yo, ingrata bella,
Desde que te ví te amé.

En mi amarga desventura
Solo me queda el decir
Que voi gustoso a morir
Por una rara hermosura.
De mi situacion tan dura

Hai veces que desespero;
Tener consuelo no espero,
Estoi como prevalido,
i de una pasion herido,
Deqde que te amo me muero.

Ya no tengo resistencia
Para tan doble rigor;
De este funesto dolor
Es la causa tu indolencia.
Tú pronuncias la sentencia
De mi último frenesí,
I si te fijas en mí
Solo podrás observar
Que estoi siempre al espirar
I muriéndome por tí.

En vuestras manos consiste
Mi desgracia o mi fortuna,
Tú eres la fuerte coluna
Que me ata i me tiene triste;
Mira del modo que existe
Un amante verdadero,
Yo dar la vida prefiero
Si es que premio no merezca,
I aun cuando por tí fallezca
Dichoso me considero.

Al fin, quiero suplicarte
Que me digas la verdad,
Si me has de tener piedad
Para mas no molestarte.
Yo me afano en adorarte

I veo que tú tambien:
Siendo para mí un eden
De primorosas delicias,
Mis amorosas caricias
Me pagas con un desden.

Mientras en tales argumentos jenerales, referentes a la vida humana, la cuarteta comunmente es un verso dela poesía popular propiamente tal (femenina) composiciones sobre argumentos de actualidad son las mas veces completamente orijinales. Doi otro ejemplo de Guajardo Tomo III, páj. 85).

Viva la Patria i sus bravos hijos

Lima, la gran capital
Del territorio peruano,
Ya se rindió a Baquedano.
Viva nuestro jeneral.

En su defensa tenian
Sesenta mil combatientes;
I a nuestros rotos valientes
Mui pocos les parecian.
Miéntras mas hayan, decian,
Mas grande queda el tendal,
Llegó el momento fatal
Para esa infeliz nacion,
I se rindió a discrecion
Lima, la gran capital.

Primeramente a Chorrillos
Atacaron los chilenos;
Allí estaban los mas buenos
Soldados con sus caudillos.
Estos como corderillos
Corrian, pero era en vano;
Veian su fin cercano,
I en el conflicto mayor
Echó el hilo el dictador
Del territorio peruano.

En seguida, en Miraflores
Se les dió otra gran batalla;
Luego pusieron a raya
A los vasallos mejores.
Veinticinco mil traidores
Allí tenia el tirano;
Nuestro tricolor ufano
En sus alturas flamea,
I esa soberbia ralea
Ya se rindió a Baquedano.

La primera division
Dió el ataque a la derecha
Del enemigo, i lo estrecha
Tomando su posicion.
Los cholos, como el cabron,
Se encierran en su corral.
Si esta batalla final
Pone término a la guerra,
Diremos por mar i tierra:
Viva nuestro jeneral!

Al fin, entre ellos los muertos
Pasarán de siete mil,
Que a bayoneta i fusil
Fueron de heridas cubiertos.
A los cadáveres yertos
Baquedano con cordura
Les ha dado sepultura
I hace curar los heridos.
La ruina de los vencidos
Es mal que no tiene cura.


Como se ve en los ejemplos precedentes, al fin del verso cuarto se halla regularmente una puntuación mayor, a menudo también al fin del sesto; en cambio, al fin del quinto verso no debe haber puntuación, de modo que el quinto i el sesto están íntimamente unidos por el sentido i la construcción gramatical, estableciendo así con sus rimas una estrecha unión entre las dos mitades de la décima, que impide el subdividirla en dos quintillas. Así proceden comunmente los poetas populares chilenos, aunque no todos observan estas reglas con el mismo cuidado que Guajardo. Que estos detalles de la forma hayan sido importados de España, lo prueban los cuatro ejemplos de cuartetas con glosa en décima espinela que se hallan en el Romancero i Cancionero sagrados (Biblioteca de Autores Españoles, tomo 35, número 912) con la indicación «Anónimo—Pliego suelto.—Valladolid. por Fernando Santaren, sin año de impresión». Para efectos de la comparación cito un trozo:

No hai quien á un caido levante
Ni quien la mano le dé;
Como le ven por el suelo
Todos le dan con el pié.

Mira, cristiano, y advierte
Que nuestro Señor amado
Va á morir crucificado,
Pues le condenan a muerte;
Por adorarte i quererte,
Al Calvario va constante;
Ya cayó el Cordero amante
Con el peso de la cruz;
Hombre, ya cayó Jesús;
¿No hai quién á un caido levante?

Y los furiosos ladrones
Muestran su furia y rigor,
Con atrevido valor
Le dan golpes y empellones.
¡Oh qué duros corazones
Que en este mundo se ven!
Hombre, ¿dónde está la fé?
Caida la cruz está,
Y en ella su Majestá:
¿No hai quien la mano le dé? etc.

Estos versos son tan semejantes, respecto a estilo i métrica, a los versos relijiosos de las hojas sueltas de Santiago, que cualquiera les atribuiría el mismo orijen. Sólo les falta cada vez la quinta estrofa con el «fin», que talvez se agregaba sólo en la recitación. Llamo la atención al hecho curioso de que la palabra caído en la cuarteta se cuenta como disilaba, en la caída la cruz está se cuenta como tres sílabas; esto corresponderá, en España lo mismo que en Chile, al carácter más vulgar de la cuarteta, mientras la glosa es culta.

§ 7.—Una ampliación de la simple glosa es la «Poesía con contrarresto» o «Poesía contrarrestada». Doi como ejemplo la Batalla de Oliveros con Fierabrás (Guajardo, tomo V, p. 20 i sig.) En la impresión de Guajardo parece que se trata simplemente de dos glosas seguidas de cinco estrofas cada una, que se distinguen solamente en que los cuatro versos de la cuarteta en la primera poesía se repiten al fin, en la segunda al comienzo de cada décima. Pero en la presentación cantada, el músico debe proceder alternando con las estrofas de las dos poesías. Según un ejemplo que oí a Aniceto Pozo i que, según me dijo el cantor, está conforme a la manera tradicional, la presentación de una poesía con contrarresto se hace de la manera siguiente: El cantor se dirije, después de un corto preludio en el guitarrón, a su público, o a la persona de mayor importancia entre los presentes, con un exotdio de seis versos más o menos improvisados. La primera décima concluye con los cuatro versos del tema; En seguida canta la primera estrofa de la glosa que comienza: El mui noble emperador i concluye: Los doce pares de Francia, el primer verso de la cuarteta. En seguida viene la primera estrofa del contrarresto, empezando: Los doce pares de Francia i terminando por el primer verso de la glosa: El mui noble emperador. Pero los primeros ocho versos del contrarresto no se cantan sino que se recitan, «se dicen en prosa» según la denominación del cantor [4]; sólo los últimos versos de cada décima del contrarresto se deben cantar. Del mismo modo se sigue con la segunda décima de la glosa, continuando con la misma del contrarresto, hasta concluir con la última estrofa contrarrestada. Pondré a las estrofas la numeración que les corresponde en la presentación:

Batalla de Oliveros con Fierabrás

Los doce pares de Francia
Entraron a la Turquía;
El almirante Balán
Sus estados defendía.

Glosa:

1) El mui noble emperador
Carlo Magno i sus vasallos,
Cayeron como unos rayos
Destruyendo al gran señor;
Allí reinaba el error
I la estúpida ignorancia:
Triste fué la circunstancia

Al verse en aquella tierra,
Sufriendo una cruda guerra
Los doce pares de Francia.

Contrarresto:

2) Los doce pares de Francia
Eran doce caballeros,
Estos valientes guerreros
De nobleza i de constancia.
Fierabrás con arrogancia;
Moro de estraño grandor,
En el campo del honor
A los doce desafiaba.
De esto se maravillaba
El mui noble emperador.


3) Don Roldan el esforzado
No se atrevió al desafío,
I Oliveros, mal herido
Salió donde era llamado;
Halló al turco recostado
I le habló con cortesía,
Diciéndole que él venia
A pelear con los paganos.
De ese modo los cristianos
Entraron en la Turquía.

4) Entraron a la Turquía,
Cuando Oliveros venció,
I el bautismo recibió
El gran rei de Alejandría;
De la sangre que corria

Quedó el campo consagrado,
El vencedor mencionado
Tres mil turcos acabó,
I otros tantos destrozó
Don Roldan el esforzado.


5) Mas cincuenta mil infieles
Cautivaron a Oliveros,
I a otros cuatro compañeros,
De sus amigos mas fieles;
Estos en tormentos crueles
Dispuestos a morir van,
Sus quejas al cielo dan
Con grave congoja i pena,
I al suplicio los condena
El almirante Balán.

6) El almirante Balán
Su sentencia revocó
I a una torre los mandó
Maniatados como están;
Entra la hija del sultan
los dice: no te receles,
Aun quiero que a mi apeles
I mi deseo es salvarlos,
Yo sé que van a atacarlos
Mas cincuenta mil infieles.


7) Floripes, la mas hermosa
De todas las damas era,
I en Gui de Borgoña espera
Que le admita por esposa;
Les presentó jenerosa

Las armas que allí tenia
Su hermano cuando salia
Al campo con su turbante;
I el poderoso almirante
Sus estados defendia.

8) Sus estados defendia
Con los jigantes feroces,
Creyendo en los falsos dioses,
Autores de la herejía.
La doncella pretendia
Ser de Dios alma dichosa,
I en la pila misteriosa
Se hizo cristiana por fé.
De toda Turquía fué
Floripes la mas hermosa.


9) Al fin, por su propia mano
Les dió en una copa de oro
El maná o rico tesoro,
I Oliveros quedó sano;
Bendicen al Soberano
Con gran placer i alegría;
Los llevó donde existia
El ídolo de Mahoma,
I las reliquias que a Roma
Con el tiempo volveria.

10) Con el tiempo volveria
Aquellas reliquias santas,
Humillándose a las plantas
De la imájen de María;
Constantemente creia

El Dios divino i humano,
Les dió vestidos paganos
A los cinco prisioneros,
I los armó caballeros,
Al fin, por su propia mano. [5]


§ 8.—Fuera de las décimas, que a menudo se componen i se cantan sin ser glosas de una cuarteta (en tal caso la introducción más o menos improvisada debe ser una décima completa), los cantores, según las noticias que he podido recojer, hoi sólo consideran cuartetas como materia normal de su repertorio cuando se usan para la controversia poética, llamada en Chile contrapunto, versos de dos razones o palla. Este deporte poético es indudablemente la directa continuación de «preguntas i respuestas» que ya se hallan en el Cancionero de Baena i abundan en los demás cancioneros i son debidas a la imitación de la tensión provenzal.

El altercado se puede hacer ya por cuartetas con glosa de décimas, ya por décimas sueltas o por cuartetas solas. Esta última forma con su rápido cambio de personas es la única que todavía a veces se cultiva en verdadera improvisación entre dos «palladores». Son verdaderas preguntas de examen mutuo referentes al arte i la sabiduría del poeta popular. Esta sabiduría, jeneralmente postiza, que se ha trasmitido de boca en boca durante siglos, i a veces se refresca de los textos de colejios, [6] está llena de las reminiscencias más grotescas de la edad media i del tiempo del renacimiento. La mitolojía antigua, la historia sagrada del Antiguo Testamento —sobre todo los patriarcas i Salomón— el Nuevo Testamento i las leyendas de los santos, la historia de Carlomagno i sus paladines, la astrolojía, la jeografía, historia profana, relijión, filosofía, todo esto forma un conjunto por demás curioso i revuelto.

Pertenecen al mismo grupo de materias las riñas personales entre diferentes poetas populares vivos, en las cuales la envidia por la competencia comercial, calumnias i acusaciones, pero también la vanagloria fundada en la superioridad propia, desempeñan los papeles principales. A veces se ponen mutuamente preguntas realmente complicadas sobre historia i astronomía, que el atacado contesta en la próxima hoja suelta de versos. Por desgracia no es raro que se contenten con retarse uno al otro con las palabras más groseras, enteramente faltas de gracia. En jeneral hai que confesar que la poesía seria, masculina se está acercando a una rápida decadencia, i el valor poético de las hojas actuales sólo rará vez alcanza siquiera la altura relativa de Bernardino Guajardo, La poesía propiamente popular de estrofas cortas, las tomadas en cuartetas i quintillas, los versos de cueca que cantan las mujeres, encierran a veces verdaderas joyas de lindos pensamientos espresados en palabras sencillas, pero sentidas. Su orijinalidad, sin embargo, es escasa; iguales ideas i sentimientos se hallan en la lírica de todas las naciones. En cambio, la poesía seria, como dejeneración vulgar de la lírica cortesana de antaño, sin valor estético como está, tiene bastante interés histórico i etnolójico para justificar la publicación de tales documentos.

Citaré en las pájinas que siguen algunos ejemplos de «contrapunto» característicos en este sentido solamente, comenzando por un Contrapunto entre un versero i una niña del poeta que se firma «El Loro» porque da una verdadera lección objetiva acerca de la manera cómo se espenden los versos, aunque, lo que es mui raro en estos productos literarios chilenos, termina en una punta picaresca:

1) Un muchacho vendedor
que andaba como pelota
vendiendo verso en Quillota
inundado de sudor,
fué llamado con primor
por una linda muchacha
tentadora i vivaracha
como el mismo Paraiso,
el muchacho oyó el aviso
i acudió con mucha facha.

2) En cuanto llegó el versero
donde la que lo llamaba
a gritos le pregonaba
de sus versos el letrero;
«La muerte de un bandolero,
Un feroz asesinato,
Prisión de Pancho Falcato,

Un marido apuñaleado,
un niño descuartizado,
i El perro que mató al gato»

3) Quedó la niña encantada
del variado material
pero le pareció mal
ver la hoja mui ajada
porque se hallaba arrugada
por el viento del espacio
i le dijo mui despacio,
mientras buscaba sencillo;
pero maldito chiquillo,
¿por qué lo traes tan lacio?

4) El versero que era agudo
i lejos de ser San Pablo
parecía el mismo Diablo
pero más listo i cachudo,
haciéndose el lanudo
ique no quebraba un hueso,
con un tonito travieso
le dijo i con su risita:
i usted tambien, señorita,
¿pa qué lo quiere mas tieso?

5) La niña miró al versero
i hasta la uña se encendió,
sacó un cinco i le pagó
i se puso a leer el verso;
cuando cada cual, disperso
se vió, se hicieron un guiño,
se miraron con cariño

al través de la campiña
él murmurando: ¡qué niña!
i ella diciendo: ¡qué niño!

En la guerra literaria estalla da hace años ya, i aún no terminada entre los dos poetas santiaguinos Hipólito Cordero i Daniel Meneses, ámbos están agotando los tesoros de su indijesta sabiduría tanto como el acervo de injurias i denuestos. Por la acumulación de palabras doctas, a menudo mal comprendidas, estas «preguntas» i «contestaciones» a veces se trasforman en verdaderos «versos de literatura, historia o astronomía», de los cuales hablaré más adelante. Con frecuencia esa palabrería pseudocientífica llega a ser completamente incomprensible i precisamente por esto fascina con su retumbancia vana al pueblo ignorante, para quien lo incomprensible llega a ser sinónimo de lo misterioso i sublime. Es el mismo sistema que empleaban los provenzales en sus versos del trobar escur; el mismo que hace tan aburrida la lectura de las alusiones mitolójicas acumuladas en ciertos productos de los poetas cortesanos de los siglos XV a XVII. He aquí un ejemplo de Hipólito Cordero:

Al poeta Meneses.

Aquel que vive en altura
I pisa tan elevado
Cuando se ve derribado
Conoce su cruel locura.

1) Aquel sabio practicado
Con bases de esquilon
Quiere dar esplicacion
Al denso velo azulado.
Aunque sea un ilustrado
Con prueba de la escritura,
Ni un astrónomo asegura
Lo que otros ponen atajo,
I asi es como viene abajo
aquel que vive en altura.

2) El saber es una plana
De aquel tomo incomprensible
I el atrevido visible.
Por esta leccion se afana.
Esta potencia inhumana
Habla del celeste airiado.
El cuarto cielo espejado
Con su lumbrera adelanto
Al autor que sabe tanto
I pisa tan elevado.

3) Se vé que en el quinto cielo
Está el sol en firmamento,
Marca su grado violento
I encierra los paralelos,
Al sétimo sin recelo
Saturno está colocado
Aquel astro de mas grado
Vénus me da a comprender,
I bien puede conocer
Cuando se vé derribado.

4) Neptuno en circulacion
Jira su luz en decreto
I mas de un siglo completo
Tarda en dar revolucion,
Refleja en su oposicion
Pala i Flora lo asegura.
Los primarios su postura
Continuamente dan guerra;
Si el instruido se encierra
Conoce su cruel locura.

5) Al fin, se vé el gran sumario
De planetas distinguidos,
Mil cometas aludidos
Circulan a los trinarios
Tambien los once primarios
Dan reflejo en sus columnas
Dan brillo en sus tribunas
Lo dice el mas entendido:
I por lo que se ha medido
Son mas altos que la Luna.

Si los versos precedentes no son más que absurdos rimados, los que siguen en la contestación de Meneses se hacen intolerables por sus «ripios» excesivos:

Pregunta Histórica al mismo poeta (Cordero).

¿Cuál fué el primér Faraon
Que en Ejipto gobernó?
¿Qué leyes estableció?
Dime, si eres de razon.

1) Hombre, en tu sabiduría,
Buscándote aquí el resquicio,
El primer monarca ejipcio
¿Qué nombre es el que tenía?
Para ver tu fantasía
Voi a oir siguiendo el son
Al toque del guitarron;
Esta verdad sin mentir,
Cordero, me has de decir
¿Cuál fué el primer Faraon?

2) Hasta donde llega a ser
Del popular la turbanza,
Que a las alturas se avanza
Pero nada puede ver.
Donde el mismo Leverrier
Quiso ir i no alcanzó,
Ya que su ciencia encumbró,
Le pregunto al tal versero
¿Cuál ha sido el rei primero
Que en Ejipto gobernó?

3) Me habló de once primarios
Como astrónomo el autor,
I rico improvisador
De los puntos planetarios.
Con sus movimientos diarios
Pala i Flora me nombró,
El sol también me cambió
Al quinto cielo en el asunto;
Del rei que yo te pregunto:
¿Qué leyes estableció?

4) Tambien dijo que era fiera [7],
Creerlo es un imposible,
Venenosa i mui temible
Criada en la cordillera.
A mi ninguna pantera
Me asusta, ni el escorpión,
Ni menos este leon [8]
Porque hasta ciego ha quedado.
De lo que te he preguntado
Dime, si eres de razon.

5) Al fin, por la astronomía,
El rimador se alborota;
Pero no sabe ni jota
Los textos que hai hoi en dia,
Menos la mitolojía
Habrá alcanzado a estudiar,
I así se quiere elevar,
Sin darnie a saber porqué,
Un Dios que yo le nombré
Me lo quiso criticar.

§ 9.—El contrapunto propiamente tal prefiere como tema la oposición de dos personajes característicos de diferentes clases sociales o grupos políticos. Así encuentro en mi colección repetidas veces el futre (lechuguino) con el huaso, con su lenguaje característico, el anciano i el moderno, el Yanke i el chileno, Balmaceda i Jorje Montt, el presidente anterior i el actual. En otra hoja discute Jorje Montt con «el Pueblo» que se queja de los nuevos impuestos, de modo que el contrapunto llega a ser un acre sirventés político.

Contrapunto del futre con el huaso
(Por Adolfo Reyes).
EL FUTRE:

Véte huaso impertinente
De mi presencia perplejo,
Antes que te haga volver
Para atras como el cangrejo.

1) Público, ponga atencion
Lo que me dice este huaso
De que a golpes i a pencazos
Me hará perder la razon.
Lo creo, porque estos son
De malos antecedentes.
No saben tratar la jente,
Estos necios de mal seso
Y antes que te mande preso
Véte, huaso impertinente.

2) Si no te mandas cambiar
Sin continuar tus asuntos,
Llamo al policial del punto

Y preso te hago llevar,
Por tí voi a reclamar
Y en libertad no te dejo,
Por eso si vés tal riesgo
Vé modo de moderarte
Y mui presto retirarte
De mi presencia perplejo.

3) Falto, nécio, impertinente
Ya te he dicho que te vayas
I no vengas, vil, canalla,
Con palabras insolente.
Si no te vas prestamente,
Hago llevarte al cuartel,
Por eso, impávido infiel,
El irte mejor será
A tomar urbanidá
Antes que te haga volver.

4) Importuno charlatán
Por tus frases interpreto,
Eres un nécio indiscreto
I quizas un holgazan,
Véte, que ahí vá un guardian
De órden sin ningun riejo
Lo llamo i a tí, perplejo,
Preso por cierto te mando
I tienes que ir reculando
Para atras como el cangrejo.

5) Por fin, bestia estravagante,
Sin ningun inconveniente
Hé aquí por insolente

Irás preso en el instante.
Sois un huaso petulante
Sin pisca de educacion
No conoces la razon
Por bajo de tu ignorancia
Hablas de estravagancia
Sin ceso ni relijion.

CONTESTACION DEL HUASO

Vea señor caballero
No me esté tratando mal
Mire que lo hago balar
Como una vaca o ternero.

1) Bastante me ha pololeado
Sin darle mayor razon
I está espuesto a que tronpon
Le de por desvergonzado,
Mire que soi empalado
Y mui rico moquetero
Lo hago perder el colero
Si conmigo se autoriza
Lo aviento como ceniza
Vea señor caballero.

2) Me vá a mandar al cuartel
Porque no callo la boca
Pero yo con esta zoca
Que tengo, qué le he de hacer,
De un puñete lo hago heder
Y la comida aflojar

Tal cosa le ha de pasar
Le digo amigo afutrado
Si no quiere estar guanteado
No me esté tratando mal.

3) Si el paco preso me lleva
Por este futre, me con....
Le arrimo un buen bofeton
Y a él le rasgo la leva
Preso, una buena breba,
No me llevais pulicial
Y si me querís llevar
Le dijo el huaso al soldado
Como chivatillo alzado
Mire que lo hago balar.

4) Pucha el hombre maricon
Que encontré con este paco
Se enoja porque le ataco
La verdadera razon
Y quien sabe si el futron
Me ha visto cara de motero
Yo de lástima no quiero
Maltratar esta agua mala
Lo hago balar si se empala
Como una vaca o ternero.

5) Por último, par de trolas
Si me trata de miserable
Al paco le quito el sable
Y hago en los dos carambola,
Preso, una buena chirola
No me lleva usté compadre

Y aunque como perro ladre
Le doi un buen atracon,
Porque del primer guanton
Lo hago espedir pa su madre.

Agrego por el interés lingüístico de los numerosos vulgarismos intencionales la contestación de otro Gran Contrapunto de un Futre con un Costino del mismo autor Adolfo Reyes:

CONTESTACION DEL COSTINO
(Testual)

¡Hola eñor millonario!
Ya que usté me ha calumniao
Es justo que esté indignao
I lo insulte por falsario.

1) Aunque soi costino pero
No por eso yo me atajo
I a cobrarle mi travajo
Debo mui presto i lijero
Si agora cual maja ero
Estoi con eñor plumario,
No haré estrafalario
Como usté pa asi yo hablar
Por el hecho de esclamar
¡Hola eñor millonario!

2) Si así tan guapo hé porta
Eñor de la ebristocracia
Conmigo no hará esa gracia

Dándole se guena torta
Como a mi harto me importa
Los insultos que me ha hechao
Si lo pillo mal parao
Le haeo la molecra [9]
I lo agarrara e la pera
Porque usté me ha caluniao.

3) Le igo a usté on friolera
Que no vine a mendigar
Pa que no se ponga hablar
De emejante manera
Hi le sobré como fiera
Lo que yo le he trabajao
Es por qué he necesitao
Pa vivir mui bien se entiende
I por esto, se comprende
Es justo que esté indignao.

4) Mui bien, eñor del millon
Clara mente aquí se vé
Que quiere robarme usté
Mi trabajo i sin razon
Si cree que soi tonton
Robeme hasta mi diario
O si quiere mi alversario
Que yo le voltee un diente
Mas no devo sel prudente
I lo insulto por falsario.

5) Al fin noble caballero
Si usté no me paga luego
Le aseguro qu este juego

Le hé de hechar por usurero
Que me pague luego quiero
Ante que le dé un trompon
I también este empujon
Con esta agua caliente
Pa que aprenda hacerse a jente
I no sea jamas ladron.

Como ejemplo de contra punto en cuartetas, voi a citar una parte de las casi ochenta estrofas que tiene el famoso «Contrapunto de Tahuada con don Javier de la Rosa en palla de cuatro lineas de preguntas con respuestas. Recojido una parte, i compuesto lo demas por el que suscribe, venciendo don Javier de la Rosa». La hoja contiene esta sola composición i está firmada «Es propiedad del autor Nicasio Garcia». Tahuada i Javier de la Rosa según la tradición son dos palladores famosos de la primera mitad del siglo XIX, el primero criollo, el segundo español.

El contra punto comienza así:

Mi don Javier de la Rosa,
Tiempo que lo ando buscando;
Al cabo lo vine hallar
En dicha villa cantando.
Mi don Javier de la Rosa,
Atracado a la pared
Tomé el instrumento i vine
Porque supe que era usted.
Mi don Javier de la Rosa,
Observe le estoi hablando:
Aquí traigo unos cien pesos
Si gusta vamos pallando.

Mi don Javier de la Rosa
Quiero pallar con usted,
Dígame en que está pensando.
I por Dios contesteme.
Mi don Javier de la Rosa,
Sin atrevimiento le hablo
Si es sujeto de gran fama
Respóndame por el Diablo.
—En la villa de Curicó
Estando en una rama da
Me ha venido a desafiar
El mulatillo Tahuada.
—Mi don Javier de la Rosa,
Sabrá de que me gustó
No contestó por los santos
Por el Diablo contestó.
—Habéis de saber Tahuada
Que no es por tener miedo;
Es por hallarme tan solo
I de este pais forastero.
(El autor) Allí se dejaron caer
Cuatro mozos de a caballo,
Cántele señor Javier
Que nosotros los ampararemos.
—Mi don Javier de la Rosa,
Yo le voi a preguntar.
Ahora me ha de decir
Cuantas onzas pesa el mar.
—Habeis de saber Tahuada
Yo te voi a contestar:
Dame luego la romana
I quien lo vaya a pesar.
—Mi don Javier de la Rosa

Oiga que le habla mi voz:
¿Cómo supieron los reyes
Dónde nació el niño Dios?
—Habeis de saber Tahuada
Aquí te contesto yo:
Por la estrella que los guiaba
I el gallo luego cantó.
—Mi don Javier de la Rosa
Usted que supo el edicto
¿Qué tiempo tardó el patriarca
Con María yendo a Ejipto?
—Habeis de saber Tahuada
Lo que san José tardó,
Doce dias con sus noches
Hasta que a Ejipto llegó.
—Mi don Javier de la Rosa
Dígame en su parecer,
Una vara estando seca
¿Cómo podrá florecer?
—Habeis de saber Tahuada
La respuesta va con prisa;
Echando la vara al fuego
La florece la ceniza.
—Mi don Javier de la Rosa
Usted que trafica el cerro,
Ahora me ha de decir
Cuántos pelos tiene un perro.
—Tahuada sin mas demora
De tu pregunta se rieron,
Si no se le ha caido alguno,
Tendrá los que le salieron.

Siguen otras preguntas jocosas, i se continúa:

—Mi don Javier de la Rosa
Voi hablarle de lo eterno;
¿Que tiempo que está Cain
Condenado en el infierno?
—Habeis de saber Tahuada
Seis mil ochocientos años,
Ochenta i seis a esta fecha,
Hasta la época en que estamos.
—Mi don Javier de la Rosa
¿De que jénero o plantel,
Ahora me ha de decir,
De qué habran hecho el papel?
—Habeis de saber Tahuada
La contesta va deprisa;
Lo hacen de trapos viejos
Iguales a tu camisa.
—Mi don Javier de la Rosa
Una cosa he reparado,
Que yo no mas le pregunto
I usted no me ha preguntado.
—Habeis de saber Tahuada
Yo te voi a preguntar:
Saliendo Adan del paraiso
¿Donde se fué a refujiar?
—Mi don Javier de la Rosa
Digame sino fué así,
Del paraiso lo echó el Anjel
Al huerto Gethsemaní.
—No te demores Tahuada
Adan i Eva si se vieron
Desnudos ¡ avergonzados
¿Con qué tela se cubrieron?
—Mi don Javier de la Rosa

No hallando piel de animales
De las hojas de la higuera
Hicieron sus delantales.

Después de otras preguntas que acaban en tono ofensivo, Javier amenaza:

—Habeis de saber Tahuada
Yo soi pallador i bueno,
Escápate si supieres
Que a darte la muerte vengo.
—Mi don Javier de la Rosa,
No temo al mas entendido,
Hasta la edad que me vé
Por nadie he sido vencido.

Siguen otras amenazas i preguntas hasta que viene la siguiente, que es curiosa:

—Me contestarás mulato;
I aquí darás a saber:
¿Cuáles son los cuatro hermanos,
Tres hombres i una mujer?
—Mi don Javier de la Rosa,
Lo hago salir de porfía,
Son el sur, el puelche, el norte,
La mujer la travesía.

Después de seguir con los reyes magos i sus regalos, Caín i Abel, se pasa a un simple cálculo:

—Contrario, tengo cien pesos,
Terneros voi a comprar,
Pagándolos a tres pesos,
Tahuada, ¿cuántos serán?

—Mi don Javier de la Rosa,
Le contesto sin tropiezo,
Treinta i tres terneros paga
I queda sobrando un peso.

La conclusión es así:

—Tahuada, yo te pregunto,
Me dirás sin dilacion,
Espero que me conteste
¿Qué fin tuvo Salomon?
—Mi don Javier de la Rosa,
Mi madre con una tia
Dijeron que Salomon
Se hallaba en Santa Lucia.
—Ya te turbaste, Tahuada,
Hablastes una herejía;
Hiciste cave en tu madre
I carambola en tu tia.
—Tahuada, yo te pregunto
Lo que al cristiano embeleza;
¿Cuál es el árbol mayor
Fruto de mayor grandeza?
(Tahuada no contestó).
Don Javier:
—Ya no supiste, mulato,
La respuesta es como de digo,
El árbol que te pregunto,
Advierte de que es el trigo.
—Tahuada, yo te pregunto
Quiero que contestes vos:
Dios hizo los mandamientos
¿A qué profeta los dió?
—Yo no sé, señor Javier,
Pero haga lo que yo digo,

Callaremos la guitarra
I quedaremos amigos.
Caballeros, caballeros,
Ténganlo por entendido
I recojan las apuestas
Que el mulato está vencido,
Tahuada, yo te pregunto,
I tienes que contestar,
¿Cuántos Dominus Vobiscum
Dice el padre en el altar?
(No contestó.)
Tahuada, yo te pregunto,
Responde si soi tan tal;
¿Qué siglos tuvo Luzbel
En la corte Celestial?
(No contestó).
Habla, Tahuada, responde
En la rebelion tan cruel,
¿Qué tantos fueron los ánjeles
Que se perdieron con él?
(Se calló del todo Tahuada).

Fin del Contrapunto.

§ 10.—Una de las ocasiones oficiales en que el poeta i cantor puede lucir sus dotes es el velorio del anjelito, con que se solemniza la muerte de una criatura, una huahua o un niño de pocos años que todavía no sabe rezar sólo. Muerta la criatura se le lava i se le viste con el mejor traje que tiene. Los padres i amigos hacen todos los esfuerzos imajinables para adornar el pequeño cadáver con encajes, blondas, flores artificiales i naturales. si no hai otras joyas que ponerle, hacen estrellitas i otros adornos de papel dorado i plateado i le echan chaya i serpentinas encima. Así se coloca el anjelito sentado en una silletita encima de una mesa, a la cual se da colocación contra una pared del rancho, si es posible frente a la urna, el sagrario de la casa donde alrededor de un crucifijo e imájenes de santos se guardan los chiches que los padrinos regalan en los bautismos. Al lado del cadáver se ponen en la noche velas encendidas i se convida a los amigos de la casa al velorio. Si entre ellos no hai un cantor, se busca a uno a propósito, aunque sea contra pago. El músico con el guitarrón, o a falta de tal, con una guitarra, para la cual hai que trasponer las melodías correspondientes, se sienta al lado del «anjelito» i preside la ceremonia. Así canta a veces alternando o acompañado de otros hombres durante toda la noche, versos a lo divino, de Dios, los santos, la muerte i la vanidad del mundo, i, en particular, los versos del anjelito en los cuales la huahua se despide de sus padres i padrinos i de todos los parientes. Las mujeres normalmente no cantan, sino que rezan.

Es indispensable remojar las gargantas de todos los asistentes con toda especie de refrescos, vino, cerveza, chacolí, chicha, ponches i los demás productos de la industria casera de bebidas, jeneralmente alcohólicas, según lo permita la estación del año i el bolsillo de los padres. La fiesta se trasforma en una remolienda. A media noche se sirve una comida (o cena) i la fiesta continúa hasta el amanecer. Entonces se sirve un ponche caliente (gloriao), se cantan las últimas canciones en que el anjelito se despide definitivamente, dando las gracias por todos los beneficios i cariños que ha recibido en su corta vida.

Al fin se coloca al anjelito en el ataud (cajón) i los hombres lo llevan al cementerio (panteón), sea a pie o en coche. En el campo, cuando el cementerio está distante, toda la comitiva va a caballo; uno de los padrinos lleva el cajón.

A veces sucede, sin embargo, que la fiesta se repite con el mismo anjelito en casa de un amigo, i aún, que padres demasiado pobres para celebrar el velorio, presten o arrienden el cadáver a un vecino para dar ocasión a la fiesta. El pueblo no considera tal muerte del anjelito como una desgracia mayor, porque, según la creencia popular, puede ser mui útil tener un anjelito en el cielo que pueda rezar por los pecados de sus parientes. No sólo entre la clase más baja e ignorante se puede oir que se diga como consuelo a una madre que perdió su hijo: «Ya tiene un anjelito más». La disposición de los ánimos durante el velorio, con ayuda del alcohol, está lejos de ser desesperada, de modo que los asistentes se permiten bromas como las que espresa el versito:

Qué glorioso l'anjelito
Qu'ehtá sentao en arto;
no se dehcúiden con él,
que puede pegar un sarto.

Como ejemplo de «Versos de ánjeles» citaré la composición siguiente de Guajardo (tomo II, páj. 65):
Versos de ánjeles.

Adios, padres venerados
A quienes debo mi ser;
Ya voi a resplandecer
Con los bienaventurados.


1. Mundo engañador, de ti
Me separo con la muerte;
En el cielo está la suerte
Reservada para mí.
Mi cuerpo saldrá de aquí
A donde están sepultados
Los ilustres asociados
De Cristo, segun la historia,
I hasta vernos en la gloria,
Adios, padres venerados.

2. Agradezco a mis padrinos
Que por ellos fuí cristiano
I el mismo autor soberano
Me dió títulos divinos;
Dichosas los que son dinos
De alcanzar a merecer
Que Dios con su gran poder
Trueque en dicha sus desgracias.
Yo por esto doi las gracias
A quienes debo mi sér.

3. Gran placer i regocijo
Debe tener aquel padre
I la afortunada madre

Que manda a la gloria un hijo;
En esta verdad de fijo
Pueden los cristianos crér,
Pues vamos a renacer
Exentos de todo mal
I a la mansion celestial
Yo voi a resplandecer.

4. Llevo las insignias reales
Que tanto el Señor aprecia
Desde que puso en su iglesia
Auxilios tan esenciales.
Para que así los mortales
Sean mas afortunados,
Todos esos alistados
A tan santa sociedad,
Serán en la eternidad
Con los bienaventurados,

5. Al fin, ya que mi destino
En esta vida cumplí
Si con este fin nací
El llorar es desatino;
Mas dichoso me imajino,
Hoi recibiré la herencia
Que la augusta Providencia
Da por premio sin segundo
A los que salen del mundo
En estado de inocencia.

Mui inferior a esta poesía es otra de Hipólito Cordero, de una monotonía desesperante: todos los versos, menos los del tema principan adios o a Dios:
Adios a los anjeles.

Fuente de la viva fé
Amparo del cristianismo,
Pila de nuestro bautismo
Donde yo me acristiané.


1. Adios mundo, sol i luna,
adios verdadero eterno
adios patria i gobierno
adios delicia i fortuna
adios mi preciosa cuna
adios donde me recreé
adios, me haga la merced
adios virtud celestial
adios cordero pascual
fuente de la viva fé.

2. Adios reina de los cielos
adios luz de mi partida
adios estrella florida
adios mi dicha i anhelo
adios todo mi consuelo
adios dueña del abismo
a Dios le pide lo mismo
a Dios me dé resplandor
a Dios porque es el autor,
amparo del cristianismo.
etc.



  1. Las medidas que agrego corresponden a un ejemplar que me regaló, en 1905, mi antiguo alumno i estimado amigo don Agustín Cannobbio. Es, con escepción de los adornos, completamente igual al ejemplar de A. Pozo. No he visto nunca ejemplares con más de 25 cuerdas, que menciona Julio Vicuña Cifuentes en la introducción de sus Romances Populares i Vulgares (Santiago, 1912, p. XXI), lo que no quiere decir que no existan.
  2. Cristóbal de Castillejo (1490-1556) usa con frecuencia décimas de octosílabos con las rimas a b a a b c c d d c, a b b a b c c c d d c i otros. Véase Bibl. de Aut. Esp. tomo 32, p. 247 i sig.
  3. Guardo en todos los ejemplos citados de la poesía popular impresa rigurosamente la ortografía i puntuación de los orijinales.
  4. Prosa es la antigua denominación castellana para versos que se recitan sin melodía. Así dice ya Berceo (Sto. Domingo de Silos, 2.ª estrofa): ¿Quiero fer una prosa en roman paladino», En el Romancero y Cancionero Sagrados enla Nota al N.° 670, dice un documento del año 1552:

    Aquí se acaba la glosa.
    Qu' es de sentido moral,
    Hecha en elegante prosa,
    Util i mui provechosa.
    Con privilegio real.

  5. No insisteré en este trabajo en las incorrecciones de lenguaje que son debidas a la influencia del dialecto chileno. Mano—paganos, conuna—fortuna, vasallos—rayos, desafío—herido, son para el poeta popular buenas rimas que el cajista en parte ha conformado con la ortografía correcta.
  6. El poeta Meneses dice una vez a su colega Reyes: «Ándate a una librería a comprar la historia griega».
  7. Estas parabras se refieren al segundo poema «Al mismo poeta», que publicó Cordero junto con el arriba citado. Su tema corre así:
    Soi la sierpe venenosa
    Que tengo doscientos cachos
    Para herir al populacho
    De poema escandalosa. (¡sic!)
  8. Alusión poco delicada a la ceguedad de Cordero, causada por la viruela.
  9. Aquí hai evidentes errores i erratas. Deberá leerse: Le vaseo la mollera. = (le vacio la mollera).