Autobiografía de San Ignacio de Loyola: 08
Capítulo VIII
[editar]73. Y así se partió para París solo y a pie, y llegó a París por el mes de Hebrero, poco más o menos; y según me cuenta, esto fue el año de 1528 ó de 27. Púsose en una casa con algunos españoles, y iba a estudiar humanidad a Monteagudo. Y la causa fue, porque, como le habían hecho pasar adelante en los estudios con tanta priesa, hallábase muy falto de fundamentos; y estudiaba con los niños, pasando por la orden y manera de París. Por una cédula de Barcelona le dió un mercader, luego que llegó a París, veinte y cinco escudos, y estos dió a guardar a uno de los españoles de aquella posada, el cual en poco tiempo lo gastó, y no tenía con qué pagalle. Así que, pasada la cuaresma, ya el peregrino no tenía nada dellos, así por haber él gastado, como por la causa arriba dicha; y fue costreñido a mendicar, y aun a dejar la casa en que estaba. Cuando estaba preso en Alcalá, nasció el príncipe de España; y por aquí se puede hacer la cuenta de todo, etiam de lo pasado.
74. Y fue recogido en el hospital de sant Jaques, ultra los Innocentes. Tenía grande incomodidad para el estudio, porque el hospital estaba del colesio de Monteagudo un buen trecho, y era menester, para hallar la puerta abierta, venir al toque del Avemaría, y salir de día; y así no podía tan bien atender a sus lecciones. Era también otro impedimento el pedir limosna para se mantener. Ya había cuasi 5 años que no le tomaba el dolor de estómago, y así él empezó a darse a mayores penitencias y abstinencias. Pasando algún tiempo en esta vida del hospital y de mendicar, y viendo que aprovechaba poco en las letras, empezó a pensar qué haría; y viendo que había algunos, que sirvían en los colegios a algunos regentes y tenían tiempo de estudiar, se determinó de buscar un amo.
75. Y hacía esta consideración consigo y propósito, en el cual hallaba consolación, imaginando que el maestro sería Cristo, y a uno de los escolares pornía nombre San Pedro, y a otro San Juan, y así a cada uno de los apóstoles; y cuando me mandare el maestro, pensaré que me manda Cristo; y cuando me mandare otro, pensaré que me manda San Pedro. Puso hartas diligencias por hallar amo: habló por una parte al bachiller Castro, y a un fraile de los Cartujos, que conoscía muchos maestros, y a otros, y nunca fue posible que le hallasen un amo.
76. Y al fin, no hallando remedio, un fraile español le dijo un día que sería mejor irse cada año a Flandes, y perder dos meses, y aun menos, para traer con qué pudiese estudiar todo el año; y este medio, después de encomendarle a Dios, le paresció bueno. Y usando deste consejo, traía cada año de Flandes con que en alguna manera pasaba; y una vez pasó también a Inglaterra, y trujo más limosna de la que solía los otros años.
77. Venido de Flandes la primera vez, empezó más intensamente que solía a darse a conversaciones espirituales, y daba cuasi en un mismo tiempo ejercicios a tres, es a saber: a Peralta, y al bachiller Castro que estaba en Sorbona, y a un viscaíno que estaba en santa Bárbara, por nombre Amador. Estos hicieron grandes mutaciones, y luego dieron todo lo que tenían a pobres, etiam los libros, y empezaron a pedir limosna por París, y fueronse a posar en el hospital de San Jaques, adonde de antes estaba el peregrino, y de donde ya era salido por las causas arriba dichas. Hizo esto grande alboroto en la universidad, por ser los dos primeros personas señaladas y muy conoscidas. Y luego los españoles comenzaron a dar batalla a los dos maestros; y no los podiendo vencer con muchas razones y persuasiones a que viniesen a la universidad, se fueron un día muchos con mano armada y los sacaron del hospital.
78. Y trayéndolos a la universidad, se vinieron a concertar en esto: que después que huviesen acabado sus estudios, entonces llevasen adelante sus propósitos. El bachiller Castro después vino a España, y predicó en Burgos algún tiempo, y se puso fraile cartujo en Valencia. Peralta se partió para Hierusalem a pie y peregrinando. Desta manera fue tomado en Italia por un capitán, su pariente, el cual tuvo medios con que le llevó al papa, y hizo que le mandase que se tornase para España. Estas cosas no pasaron luego, sino algunos años después. Levantáronse en París grandes murmuraciones, máxime entre españoles, contra el peregrino; y nuestro maestro de Govea, deciendo que había hecho loco a Amador, que estaba en su colesio, se determinó y lo dijo, la primera vez que viniese a santa Bárbara, le haría dar un sala por seductor de los escolares.
79. El español, en cuya compañía había estado al principio, y le había gastado los dineros, sin se los pagar se partió para España por vía de Ruán; y estando esperando pasaje en Ruán, cayó malo. Y estando así enfermo, lo supo el peregrino por una carta suya; y viniéronle deseos de irle a visitar y ayudar; pensando también que en aquella conjunción le podría ganar para que, dejando el mundo, se entregase del todo al servicio de Dios.