Curso Zodiacal: Aries
Querido Discípulo:
Ya llevas años estudiando la Revista Rosa Cruz, y probablemente
habrás tenido correspondencia conmigo y tiempo sobrado para formar
tu propio concepto y un claro juicio de cuanto es nuestra Filosofía, de
la que siempre dije que es práctica en grado eminente. Si conoces
asimismo nuestro Ritual, observarás que por tres veces se repite que
“Nuestra Ley es LUZ, AMOR, VIDA, LIBERTAD Y TRIUNFO”...
Basta meditar un instante sobre el significado de estas cinco palabras
para deducir que todo cuanto podemos desear se encuentra
encerrado en ellas. Pero si he de darte un Curso, si he de colocarte en
el comienzo de un sendero práctico y rectilíneo, no va a ser posible
comenzar por lo más elevado, sino por la palabra que está en el centro
y que hace oscilar la balanza. Es la palabra que pronuncia el Segundo
Vigilante. Luego iremos ascendiendo a lo que expresa el Primer
Vigilante, y por último a lo que dice el Maestro…
En un principio, al operarse el génesis de las cosas, fue la Vida. La
Vida creóse de si misma. La Vida es Luz que brotó del mismo Fuego
Vital al separarse sus partículas. Pero como estas partículas fueron ya
Luz en su formación y Vida al mismo tiempo, y tuvieron su origen en la
Causa Primera, resulta, pues, que la Luz en sí es Dios mismo… Sin
embargo, cortemos aquí este preámbulo para internarnos en la
verdadera práctica.
Nuestra Vida nos hace conocer que no somos solamente un Animal
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Superior cuyo exclusivo objeto sea comer, transitar por el mundo,
procrear por sistema y operar negocios para nuestro bienestar. Hay
que pensar más; es forzoso darse cuenta de que somos Ángeles, de
que somos Dioses encadenados, sujetos en el fondo de un claustro, y
que el objeto de nuestra Vida es liberarnos, desasirnos de esas
ligaduras y lograr el despertar en nosotros de todas las
potencialidades que encerramos.
Arquímedes decía: “Dadme un punto de apoyo y moveré a mi voluntad
el mundo”. Pues, bien, ese punto de apoyo yo te lo puedo ofrecer,
buen Discípulo, si nos ponemos de acuerdo en nuestras
apreciaciones. Por ejemplo, si para ti una cosa es azul, mientras yo la
veo verde, no será posible que acordemos si de adquirir géneros se
trata; pero si partimos del mismo punto de vista reconociendo que todo
lo que nos ocupa es infinitamente más serio que comparar géneros,
entonces podemos comenzar.
Mira, cada máquina tiene su palanca, su timón, desde donde se le
maneja, y nuestro organismo, que es una verdadera maquina
complicada, tiene también el suyo. He aquí el punto de Arquímedes
donde nos podemos apoyar. Luego, si somos una dualidad de Alma y
Cuerpo, y es precisamente en el Alma donde reside nuestra actuación,
hay que buscar el punto de contacto entre ambos, y este sólo lo
hallamos en el Sistema Nervioso del Gran Simpático.
El Cuerpo Fluídico, llamémosle así, vive en el subconsciente, y la
parte vital consciente es solamente su reflejo. Esa subconsciencia, es
a modo de un objetivo mediante el cual puede el hombre ver las
actuaciones de si mismo que, por lo general, escapan de su
consciencia. Es decir, el Cuerpo Fluídico no tiene voluntad, todo lo
contrario, reacciona sobre todas las impresiones que sean lo
suficientemente fuertes, bien sea que éstas partan de sí mismo o de la
sugestión, o por la autosugestión misma.
Tenemos una especie de Voluntad Motriz y una Voluntad Consciente.
La primera la podemos llamar subconsciente, y hemos de buscar
establecer un puente donde ambas conecten.
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Dos manifestaciones muy fuertes como dos grandes columnas en
nuestra vida, son EL HAMBRE Y EL DESEO SEXUAL, cuyos factores
vienen a regir, al hombre elemental. El deseo de alimentarse y
cohabitar reside en cada átomo, porque la cohesión y el
sostenimiento, no son más que una resultante de hambre y amor. Lo
que es nuestra Vida en si, aún no se ha podido definir. Solo diríamos
que nuestra vida personal, es parte integrante de la Vida Universal y
que ésta se manifiesta mediante la Luz y el Calor, aunque en primer
término, está la Luz como dimanación de un Sol Espiritual. De esa Luz
o Sol Espiritual se ha hecho todo, la Creación entera. Cuando
comemos creamos nuevas partículas en nuestra sangre y en los
tejidos, y cuando cohabitamos nos convertimos en creadores, aun
cuando esta creación no es consciente porque somos arrastrados por
un deseo. Sin embargo, sospechamos que, tras esos deseos o
impulsos, existen fuerzas divinas.
Necesitamos, pues, hacer que todo se torne consciente, es decir, todo
lo que en nosotros es inconsciente o subconsciente, pues, si nuestra
vida personal y nuestra subconsciencia forman parte de la Vida y la
Subconsciencia Cósmicas, así nuestra consciencia es parte también
de la Consciencia Cósmica que reside en la Luz Espiritual y, por
consiguiente, perfectamente consciente.
Hay una Ley que dice: “Sólo lo igual o semejante se comprende”. Esta
es la razón del por qué la parte material de nuestro cerebro no podrá
jamás comprender las cosas espirituales. Por eso el Discípulo necesita
antes conocerse a si mismo y sentirse espíritu, es decir, habitante de
un cuerpo y no el cuerpo mismo. Lo primero seria que el ocultista se
dijera a sí mismo todos sus defectos, sin engaños y con verdadera
honradez. He aquí la primera práctica también: Ocuparse cada noche,
al menos durante cinco minutos, en los propios defectos, pensando en
ellos y haciendo la más ferviente promesa de enmendarse. Hay dentro
de nosotros un Juez, pero no escuchamos su voz. Estamos sordos y
no le oímos por la excitación de nuestros nervios. Es preciso que
comencemos por sentarnos cómodamente con la vista fija en un punto
determinado, sin hacer un sólo movimiento ni pestañear, como para
lograr un relajamiento completo de nuestros músculos. Así
lograremos, siquiera durante algunos minutos, convertirnos en ese
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punto mismo que es todo paz y tranquilidad.
Es el primer escalón para llegar al Shamadí o sueño que se provoca el
Iniciado, mediante el cual se alcanza, en cinco minutos, fuerzas
superiores a diez horas de sueño ordinario. Con esta práctica
llegamos también a cargarnos de fuerza y poder, pero es necesario
que en nuestro subconsciente llevemos el deseo, aunque sea leve, de
llenarnos de Luz Espiritual. Luego, inmediatamente, debemos acudir al
polo opuesto, es decir, a educar y dominar nuestra voluntad
sugiriéndonos la idea de: YO SOY, YO QUIERO.
El Gran Todo, el Cosmos, es un ritmo perenne y respira dentro de un
ritmo especial. Hagamos nosotros, pues, siete respiraciones profundas
pensando siempre que, al penetrar el aire por la nariz, entra por ella
toda la vida, toda la Luz, y nos carga como si fuéramos un
acumulador. Luego, y para que actúe en nosotros, levantemos la
mano, pero ya no en estado de laxitud sino de tensión, moviendo la
cabeza siete veces hacia delante, siete hacia atrás, siete hacia la
derecha, siete hacia la izquierda, siete dando vueltas al cuello por el
lado izquierdo y siete por el derecho. Hagamos estas prácticas con la
intención de que esa Luz actúe primero sobre nuestra cabeza, sobre la
parte de Aries, la primera Constelación del Zodíaco, haciendo luego
una concentración en que llevemos la mente a la frente pensando que
existe allí una Glándula TODA LUZ. Sigamos con esa mente plástica a
los Ojos, a la Nariz, a la Boca - centro del lenguaje -y pensemos
intensamente sobre la construcción de nuestra Garganta,
encaminando luego esta corriente mental hacia los Oídos. Así
meditaremos en los cinco sentidos, todos reunidos en plena cabeza.
Estas prácticas que corresponden a Aries, deberán hacerse
constantemente hasta dentro de cuatro semanas en que debes seguir.