Curso Zodiacal: Leo
Querido Discípulo:
En las iniciaciones antiguas hacían sufrir la prueba del Agua bajo el Signo de Cáncer; la prueba del Fuego bajo el de Leo. La de la Tierra bajo Tauro y la del Aire bajo Géminis. El Discípulo vivía y vive siempre en Leo la redención... Por eso el redentor es siempre EL HIJO DEL SOL. Si el radiante astro principió con Aries despertando el fuego, ahora en Leo verifica la transmutación en todo lo existente, madurando los granos. Así mismo es en nosotros, pero es necesario, para ese efecto, que los espejismos de la imaginación y cuadros de la fantasía se vayan quemando y se destruyan a fin de que se despierte la verdadera personalidad de nuestro YO para que podamos crear intuitivamente. En este Signo de Leo, se encuentra el Sol en su centro, proyectando su influencia con todo vigor, y es la causa de que en la vida física no sea posible exponer al hombre, de súbito, bajo la energía del ardiente astro. La Fuerza Cósmica, la corriente de Luz, va entrando poco a poco con Aries. Sigue con Tauro, Géminis y Cáncer, hasta llegar a Leo donde la obra magna se realiza. Hasta este punto, se han traído todos los elementos para que se efectúe esa combustión astral a que nos referimos, y a partir de él, yendo hacia abajo, viene la labor de desechar lo inútil, limpiando los bajos fondos y escupiendo las escorias.
En el Arcano 11 (el león amordazado) una mujer sonriente abre las fauces de un león con mano suave, es decir, por un poder extraordinario que no exige esfuerzo, como si fuera el símbolo de la omnipotencia en la conquista de la naturaleza animal.
Conscientemente, pues, debe el Discípulo acercarse a este momento buscando dentro de sí la Iniciación, porque es el Sol, dentro de nosotros, en su corriente activa, quien nos la ofrece. Los rayos de diversos colores de que nos hablan los Rosacruces, que penetran en nosotros, afluyen todos a un centro donde diríase que se nutren, partiendo desde allí tan sólo uno anaranjado-oro, que pasa por nuestra columna vertebral y viene a concentrarse finalmente en el Corazón, centro de toda Luz.
Durante el invierno el Sol se encuentra más cerca de la Tierra y sabemos que su influencia es menos acentuada, debiendo ser lo contrario. Es en cambio en el verano, estando más lejos de nosotros, cuando ésta es más activa y cuando más impulsa también la de los demás Planetas.
Todo respira. Lo hace la Tierra en su ritmo constante como una dama yaciente, y nosotros no sólo respiramos por los Pulmones sino que cada poro es una vía respiratoria en constante actividad por donde inspiramos Oxígeno y espiramos Carbono. El Sol inspira a su vez Fuerza Espiritual, mientras que espira Luz y Calor. Ya veremos más tarde que el Plexo Solar respira esa misma Luz y ese Calor, en tanto que expulsa Magnetismo.
Hemos pasado ya de la Imaginación a la Inspiración y suponemos que las prácticas y meditaciones de las cartas anteriores hayan despertadora esas facultades. El Sol trae ahora la INTUICIÓN. IN, INTU, en casi todos los idiomas, son radicales que indican algo adentro, algo interior, la concentración. Cuando los hombres mediante sus cálculos y sabiduría ya no avanzan más, se les presenta la última Clave, la Intuición, que es el polo espiritual del instinto, pues, así como en lo material impulsa a todos los animales en justa dirección, la Intuición es la única que nos puede indicar el camino del bien. La Intuición extrae sus fuerzas del Cuerpo, Alma y Espíritu, y como todo en la naturaleza es intuitivamente consciente, al ponerse el hombre en contacto con el Gran Todo mediante su respiración, respira a su vez suerte, fortuna. Rama Prasad lo ha dicho: “AQUEL QUE RESPIRA, TIENE SUERTE”.
Ya hemos dicho muchas veces que no son los Planetas mismos ni los Signos Zodiacales los que tienen importancia, sino las fuerzas que radican en los Planetas y vienen a transformarse en los Signos del Zodiaco. Hemos hablado también del Macrocosmos, del Adán Kadmon, en que el Gran Todo tiene la figura del ser humano, y ahora añadimos que si pudiéramos ver a distancia conveniente nuestro sistema planetario, veríamos la misma figura, siendo Leo el Corazón de nuestro Sistema, como es nuestro Corazón el punto central del organismo. He aquí porqué sólo pueden actuar ahí las fuerzas del Sol precisamente en LEO.
Los Evangelistas son representados por cuatro figuras Cabalísticas, conservando Marcos la figura de Leo. Marcos, según la leyenda, fue pintor, y el pintor es el artista que, después de haber imaginado un cuadro le da forma por la Inspiración, pero ese cuadro ya estaba latente en el alma por la Intuición. De aquí que estén en relación directa Leo, Marcos y la Intuición. En Leo tocamos ya la esfera solar del Cristo Cósmico, siendo este Signo la oposición de Acuario. Por eso Marcos propone que el Bautizo, en lugar de ser con Agua sea con Fuego, y ese Fuego no es otro que el que se desprende del Sol central actuando en Leo. Este mismo Signo como Corazón del Ritmo Cósmico, es el que impulsa al Sol para hacer hervir el zumo de las plantas y hace convertir el Agua en Vino, simbolizado así en las Bodas de Canaan.
La Iglesia Gnóstica enseña el Misterio del Pan y del Vino. Pan que contenido en los granos, creció y maduró por la fuerza solar; y Vino que, hecho Uvas en la Vid, se desarrollo y transformó para consumirse reunidos en la Santa Unción Eucarística. Este es mi Cuerpo (el Pan); esta es mi Sangre (el Vino), dicen los Ritos Sagrados de todas las Religiones, y juntos se toman. De igual manera nuestra parte sólida y la que llevamos liquida, se han transformado por medio de la linfa, mediante el Sol orgánico, es decir, el Chacra del Corazón, que forma y transforma todo dentro de nuestro organismo.
En el núcleo de cada semilla hay algo de Sol, y a eso llamamos vida, puesto que la vida viene del Sol, pero no del Planeta sino de la Luz Viva, radiosa, que se manifiesta y expresa por medio del Sol. Los Gnósticos conocen esta fuerza como FUERZA CRISTONICA, porque la palabra Cristo (del griego) no sólo significa Ungido, sino Luz, Redentor, y es la fuerza crística o cristónica que dentro de nosotros nos redime, nos salva y nos sublima cuando se conectan las vibraciones de Leo en nuestro Corazón con las de Leo-corazón de nuestro sistema planetario, es decir, con el Sol Central, el Padre.
La polaridad establecida en el Cosmos es ya manifestada por las fuerzas Lunares y las Solares, parte izquierda y derecha, y es curioso que el Nervio Óptico esté formado en Cruz. La parte derecha del cuerpo obedece a la parte izquierda del cerebro y viceversa, por esto no es raro que, si bien el corazón está situado al lado izquierdo, la Fuerza Pránica de Leo penetre por la ventanilla derecha de la nariz.
Cuando se hace la permutación del Oro, el Ángel que nos acompaña toma la figura mágica de Leo y entonces sentimos que el Sol es vida creadora, Espíritu que irradia de la Fuerza Primitiva de que vivimos, gestación, florecimiento, fruto, riqueza, poderlo, brillo, éxito, lozanía. Todos estos conceptos son exponentes del Sol, y al hacer penetrar por la ventanilla derecha esta energía pensando conscientemente en las Fuerzas Cristónicas, nos podemos captar la REALIZACIÓN de todos esos exponentes dentro de nosotros.
Es, empero, indispensable que los ejercicios sean a consciencia, pues, ya la fuerza universal actúa en nosotros con la última práctica en la linfa, y ahora se transforma en sangre, gracias al contacto de la fuerza solar, tal como se forma la clorofila en las plantas.
En el Sol radica nuestra personalidad, y al llegar ese instante hemos de dejar todas nuestras Glándulas concentrándonos sólo sobre el Corazón, para que esta fuerza, que hemos hecho descender de la Epífisis, Hipófisis, Tiroides, Cuerpos Epitelares y Timo llegue a formar un septenario, ya que existe un secreto inmenso (que no podemos desvelar) en que los siete Planetas y las siete Glándulas culminen en el Sol. Ya cuando después pasemos a las Runas y a sus prácticas, podremos comprender ese misterio.
En el corazón no puede actuarse con ejercicios gimnásticos, sino con la oración y la respiración todas las mañanas, procurando tapar la ventanilla izquierda y llenando el pecho de aire. Hay que pensar que este aire no vaya al pulmón, sino que hemos de enviarlo mentalmente al corazón, para que actúe allí la transformación, la combustión espiritual, que físicamente se hace con la sangre en los pulmones.
Pensamos también, al hacer este ejercicio, inundarnos de Sol con el Salmo 39, Versículos 4, 8 y 20 cuando dice: “Dios, conviértenos, muéstranos tu Rostro y seremos salvos”. El Rostro de Dios es el Sol Espiritual y su fuerza es la única que puede salvarnos de los obstáculos para darnos la Iniciación.