El Virrey de las indecisiones

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El Virrey de las indecisiones[editar]

(1809)


El corazón del hombre es su destino.


I

Muy fácil parece, y sin duda alguna es algo de lo más difícil, tener carácter.

Uno de nuestros prohombres de carácter, el ilustrado doctor don Carlos Tejedor, insinuaba en su Curso de Derecho criminal: «Debían abrirse escuelas de carácter, para formar desde niño el del hombre, pues que la mayor parte de faltas, delitos y crímenes producidos son por falta de carácter, de convicción y entereza». Y otro elocuente catedrático en esa misma Universidad de Buenos Aires, doctor Juan Carlos Gómez, enseñaba afrontar las responsabilidades sin vacilar. A cincuenta años distante recordamos sus palabras: «En el transcurso de mi breve actuación política he visto á militares valientes que no trepidaban en dar una carga de caballería, llevándose todo por delante, medrosos al día siguiente de escenas de valor, temiendo la opinión pública ante el reproche de la prensa, no faltos de conciencia, mas temían á la responsabilidad moral». Sin enumerar muchos nombres, no son los del intrépido Ignacio Rivas y Emilio Conesa los únicos Generales de quienes presenciamos iguales vacilaciones.

Pero mientras no asistimos á la inauguración de la «Escuela del carácter», he aquí un cuentito de otro militar valiente hasta la temeridad, y víctima de sus fluctuaciones. Si á su intrepidez se debe el primer triunfo en las calles de Buenos Aires, su falta de energía moral detuvo á medio camino las chispas que en sus hijos prendiera, siendo á poco arrollado por el carro de la revolución triunfante.