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El Virrey de las indecisiones: 6

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Nota: En esta transcripción se ha respetado la ortografía original.
VI

Su biógrafo español repite: «Tiene Liniers el carácter honrado y lleno de honor. No conoce el miedo, pero sin firmeza de carácter ni el vigor que se necesita para mandar. Su pasión dominante es la de hacer bien. No tiene un real, ni es capaz de guardarlo. En toda circunstancia se ha comportado en calidad de nobleza y leal caballero. Este valiente soldado que carecía de las grandes cualidades del mando, retrocedió con timidez ante el ancho camino que se le ofrecía, y siendo el arbitro de la situación se resignó á obedecer humildemente. Siempre en perpetua vacilación, á poco de oficiar á la Metrópoli: «aquí se necesita un Virrey lleno de energía y probidad, y sobre todo que venga con dos regimientos de tropa veterana», cruzó el Plata á prestar acatamiento al viejo inválido de Trafalgar, que sólo traía un ojo y un oído escaso para percibir todos los ruidos subterráneos de chamusquina revolucionaria, con más achaques y veleidades y tan blanduzco de espíritu, que al anunciársele Liniers, pregunta tembloroso: ¿Viene sólo? — Solo llegaba acompañado de su lealtad!»

Confirmó hasta su muerte la virtud de título con qué fué agraciado. Nos refería en Madrid, no hace muchos años, el señor conde don Santiago Liniers (sobrino), que de allí le expidieron título de «Conde de la Lealtad» cuando nuestro Cabildo le impidiera usar el de «Conde de Buenos Aires» que él había elegido.

¡Infortunado reconquistador! Antes que su biógrafo español advirtiera de menos en el lugar solitario, testigo de la hermosa muerte de aquel hombre de bien, una lápida que recuerde su nombre y su vida, nombre que escribir debieran con emoción profunda, juntas las manos por efusión generosa, la piedad argentina y la gratitud de España, ya había escrito nuestro gran historiador Mitre:

«Fué un bravo francés que se ilustró entre nosotros como el primer caudillo militar que nos condujo por primera vez á la victoria, al ensayar las armas con que conquistamos la independencia, siendo por la fatalidad de los tiempos la primera víctima inmolatoria de nuestra revolución. ¡Gloria es debida al héroe franco-hispano-argentino de la reconquista y de la defensa de Buenos Aires! Sobre su tumba pueden darse el abrazo de fraternidad españoles y argentinos, y honrar juntamente la memoria de un hijo de la heroica Francia».

¡La heroicidad y el martirio son de reconocimiento universal!