La Ilíada de Homero (García Malo)/Tomo I/Libro VI

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​La Ilíada de Homero​ (1788) de Homero
traducción de Ignacio García Malo
Libro sexto
LA ILIADA DE HOMERO.

LIBRO SEXTO.

ARGUMENTO.

Los Dioses se separan del combate,
Y siguen los mortales su debate.
Héctor á Troya va porque su hermano
Un consejo le da prudente y sano;
Y despues se despide de su esposa
Mostrando su ternura cariñosa.

Los Troyanos y Griegos continúan
Sin socorro ni auxilio de los Dioses
El terrible combate, y por el campo,
Ya aqui, ya alli cedia la batalla,
Dirigiendo los unos á los otros
Sus lanzas aceradas con denuedo,
Entre las dos riveras del Simois
Y caudaloso Xantho. Ayax valiente

Hijo de Telamon, la mas constante
Muralla de los Griegos, fue el primero
En romper la phalange de Troyanos,
Y alentó á sus sequaces, dando muerte
Al célebre Acamante hijo de Eussoro,
Que era el mas valeroso de los Thracios.
Con su lanza le rompe la celada,
Entra la aguda punta por la frente,
Y hasta el hueso penetra: queda muerto
Entre eternas tinieblas encubierto.
 Tambien mata Diomédes valeroso
En este mismo tiempo al grande Axilo,
Hijo de Teutrante, que habitaba
En la ciudad de Arisba de altos muros,
El qual era muy rico en posesiones,
Y con todos los hombres muy benigno.
A todos en su casa recibia,
Y á muchos extrangeros hospedaba,
Porque su casa estaba en el camino,
Y es Arisba Ciudad de mucho paso.
Pero huesped ninguno en este lance
Se acercó á libertarle de la muerte.
Diomédes le arrojó al oscuro Infierno,
Y tambien á Calesio su escudero,
Que su brillante carro conducia

Envió á que le hiciese compañia.
 Euryalo igualmente dió la muerte
Al gran Dreso y Opheltio, y marchó al punto
Contra Esepo y Pedaso, dos gemelos
Que el bravo Bucolion hijo bastardo
Del gran Rey Laomedonte habia tenido
De una Ninfa llamada Abarbarea,
De quien se enamoró quando guardaba
Los rebaños copiosos de su padre
En los fértiles pastos de la Phrygia.
El hijo del ilustre Mecistéo
Dexó sus miembros de vigor privados,
Y de armas sus hombros despojados.
 El grande y belicoso Polypetes
Tambien mató á Astyalo: el fuerte Ulises
Precipitó al sepulcro al gran Pidyto:
Al noble Aretaon dió Teucer muerte:
Antilocho de Nestor hijo amado,
Tambien enviste á Ablero, y con su lanza
Le priva prontamente de la vida.
El Rey Agamenón dió muerte á Elato
Que reynaba en Pedaso de altos muros
En la orilla del rápido Satnion.
El Héroe Leyto, muerte dió á Philaco,
Aunque apeló á la fuga por salvarse:

Euryalo tambien á Melanthio,
Y Menelao ilustre y belicoso
A Adresto cogió vivo, pues huyendo
Sus briosos Caballos por el campo
De pavor y de espánto poseídos,
Tropezaron de un mirto en una rama,
Y rompiendose el bello y curvo carro,
Encima del timón siguen corriendo
Derecho á la ciudad, adonde otros
Huyendo iban tambien muy espantados.
Cae Adresto del carro prontamente
Inmediato á una rueda , da de boca
Y entre el polvo movido queda envuelto;
Y corriendo á este tiempo Menelao
Contra él para herirle con su lanza,
Abraza el triste Adresto sus rodillas,
Y su piedad implora de esta suerte:
„¡Hijo del grande Atreo no me mates,
„Y acepta un precio, del rescate digno.
„En el palacio de mi rico padre
„Muchas cosas preciosas hay repuestas,
„Oro, bronce, y aun hierro bien labrado,
„Y será de tal modo agradecido,
„Que límites no habrá para sus dones
„Como tú de la muerte me perdones.”

Dixo asi; y en el pecho á Menelao
El ánimo movian sus palabras,
Y ya á entregarlo iba á su escudero
Para llevarle á las Acheas naves:
Mas corriendo á este tiempo con presteza
El Rey Agamenón, lléno de rabia,
Y con tono colérico, le dice:
„¿En qué piensas, cobarde Menelao?
„¿Qué compasion es esa con los hombres?
„¿Acaso los Troyanos en tu casa,
„Te han tratado tan bien ¿Ninguno de ellos
„Quede sálvo ni libre de la muerte,
„Ni del fuerte vigor de nuestras manos,
„Ni aun tampoco los niños que estuviesen
„Todavia en los senos de sus madres.
„Todos perezcan en la excelsa Troya,
„Quedense alli insepultos y sin gloria,
„Y nunca de ellos haya mas memoria.”
 Con tal reconvencional punto muda
La mente de su hermano, el qual repele
A Adresto con su mano, y á este tiempo
Agamenón le pasa con su lanza
Por báxo del costado cae supino,
Y el Rey Agamenón poniendo entonces
Un pie sobre su pecho, de la herida

Saca la aguda lanza. Mientras tanto
Nestor á los Argivos exhortaba
Diciendo en alta voz de aquesta suerte:
„¡Oh amigos , fuertes Héroes de la Grecia,
„Sequaces y discípulos de Marte
„Ninguno de vosotros se entretenga
„En despojar los muertos, deseando
„A sus naves volver con mas despojos.
„Pensemos solamente en matar hombres,
„Y despues tendreis tiempo suficiente
„De despojar los enemigos muertos,
„Que de palór y sombra estén cubiertos.”
 Dixo asi; y excitó el aliento y fuerza
De todos los Argivos, de tal suerte
Que acaso rechazar habrian podido
Hasta la alta Ilión á los Troyanos,
Rendidos del cansancio, si en tal lance
El hijo de Priämo, el sábio Eleno
Adivino el mas diestro no se acerca
A Héctor y al fuerte Eneas, y les dice:
„Eneas y Héctor bravos, ya que ahora
„En vosotros se apoya la fatiga
„De Troyanos y Lycios solamente,
„Porque sois los mas grandes Capitanes,
„Y de mayor consejo en todo encuentro,

„Deteneos aqui, y ante las puertas,
„Recorriendo ácia una y otra parte,
„Contened á las tropas fugitivas,
„Antes que huyendo caygan en los brazos
„De sus caras esposas, y á ser lleguen
„De los contrarios el ludibrio y risa.
„Despues que hayais vosotros encendido
„El valor de las tropas y phalanges,
„Pugnarémos nosotros con los Griegos,
„Esperando aqui firmes, sin embargo
„De estár tan extrechados, pues á ello
„Grave necesidad nos estimúla.
„Anda tú mientras tanto, Héctor amado,
„A la excelsa Ilión, y dí á la Reyna,
„Nuestra querida madre, que congrégue
„Las matronas Troyanas, y que vaya
„Al templo de Minerva , situado
„En la alta Ciudadela, que las puertas
„Abra del sacro albergue con la llave,
„Y que el tapíz que juzgue mas precioso,
„Que parezca mayor, y mas estíme
„De los que haya en palacio, que lo ponga
„A las divinas plantas de Minerva,
„Y prometa ofrecerle en sacrificio
„Doce Toros de un año no domados,

„En sus aras sagradas, si se digna
„Mirar con compasion la excelsa Troya,
„Las mugeres Troyanas y sus hijos,
„Apartando al instante de sus muros
„Al invencible hijo de Tydeo,
„Guerrero fiero, y diestro combatiente
„Para poner en fuga á sus contrarios,
„Que júzgo es el mas fuerte y animoso
„De todos los Acheos, porque nunca
„Temimos tanto á Aquiles, aunque dicen
„Que es hijo de una Diosa, pues Diomédes
„Tiene tanto valor y tal constancia,
„Que nadie resistir puede á su audacia.”
 Dixo; y Héctor valiente no reusa
El seguir de su hermano los consejos.
Salta al punto del carro con sus armas,
Y vibrando dos lanzas muy agudas,
Iba por el Exército incitando
A todos á pugnar , y se renueva
Un terrible combate. Los Troyanos
Volvieron á hacer frente á los Argivos,
Y de tan fiero estrago desistieron,
Pues pensaban al ver esta mudanza
Que algun Dios inmortal habia baxado
Desde el Cielo estrellado á dar auxilio

A las tropas Troyanas, y por esto
Acia atrás se volvieron sin tardanza.
Levantando la voz Héctor entonces
Exhortaba á los suyos de esta suerte:
„Magnánimos Troyanos, y vosotros
„Ilustres Aliados, que á este sitio
„Habeis sido llamados desde lexos
„A prestarnos auxilio, dad ahora
„De vuestro gran valor nuevas señales:
„Sostened el combate mientras tanto
„Que yo voy á Ilión á dar la orden
„De que nuestros ancianos y mugeres
„Vayan á hacer sus ruegos á los Dioses,
„Y á prometer á todos hecatombes.”
Apenas Héctor dixo de esta suerte,
Quando partió de alli, y echó á la espalda
Su escudo inmenso y grande, de tal modo
Que de cabeza á pies le cubrió todo.
 Glauco el hijo de Hypoloco y Diomédes
Ansiosos de combate se presentan
Entre los dos Exércitos sobervios,
Y quando el uno está cerca del otro
Para entrar en la pugna é invadirse,
Primero habla Diomédes de esta suerte:
„¿Quién eres tú el mas fuerte y arrogante

„De todos los mortales? Hasta ahora
„Nunca te he divisado en la batalla
„Donde adquieren los hombres grande gloria.
„Sin duda en presuncion superior eres
„A los demás Troyanos, quando tienes
„Valor para esperar mi aguda lanza.
„¿No sabes que tan solo son los hijos
„Que en mala hora nacieron, los que osados
„Se oponen á mi enójo y á mi esfuerzo?
„Si tú eres algun Dios que aqui has venido
„Desde el excelso Cielo, te decláro
„Que no combato yo contra los Dioses;
„Pues Lycurgo hijo fuerte de Dryante,
„No vivió muchos años porque siempre
„A los Dioses celestes se oponia.
„Anduvo en otro tiempo persiguiendo
„En la sacra montaña de la Nissa
„A las nodrizas del furioso Baco
„Que sus Orgias estaban celebrando,
„Y todas asustadas juntamente,
„Por Lycurgo homicida perseguidas,
„Sus Thyrsos arrojaron á la tierra;
„Y aun el mismo Dios Baco con gran susto
„A las ondas del mar baxó á ocultarse.
„Thetis le recibió en su claro seno

„Temblando todavia, pues estaba
„De terror y de susto poseído
„Por la fiera amenaza de aquel hombre.
„Esta enorme impiedad sobre él atraxo
„La íra de los Dioses inmortales.
„El hijo de Saturno enfurecido
„Le privó de la vista, y poco tiempo
„Gozó despues la vida, pues odioso
„Era á todos los Dioses soberanos.
„Por lo mismo jamás tendré osadía
„De combatir con los beatos Dioses:
„Mas si algun mortal eres de los muchos
„Que comen de los frutos de la tierra,
„Acercate ácia á mí, pues de esta suerte
„Verás pronto las metas de la muerte.”
 El hijo de Hypoloco le responde:
„¡Oh magnánimo hijo de Tydeo!
„¿Por qué causa mi estírpe indagar quieres?
„Como nacen las hojas en los bosques,
„Tambien nacen los hombres en la tierra.
„Si unas hojas abate al suelo el viento,
„Otras nuevas la selva brota y cria
„Haciendolas nacer la Primavera.
„Esto mismo sucede con los hombres,
„Una generacion ahora se extingue,

„Y otra despues florece. Mas si quieres
„Averiguar mi estirpe y nacimiento,
„Que muchos hombres saben claramente,
„Yo haré que sin tardanza lo conozcas.
„Allá en el fondo de Argos tan fecunda
„Y abundante en Caballos generosos
„Hay una gran ciudad llamada Ephira,
„En que hace mucho tiempo que reynaba
„El mas sábio y prudente de los hombres,
„Sisypho hijo de Eolo, que fue padre
„Del generoso Glauco, y nació de éste
„Aquel Belerofonte celebrado,
„A quien dotaron los eternos Dioses
„De gran belleza, y de valor amable.
„Pero fue perseguido del Rey Preto,
„El qual de la ciudad hizo saliese,
„Pues de todos los Principes Argivos
„Era el mas poderoso, y el gran Jove
„Hizo á este joven súbdito á su cetro.
„Antía que de Preto era consorte,
„De un amor excesivo poseída,
„Deseó unirse á él ocultamente.
„Mas á ello no pudo seducirlo
„Porque tenia el buen Belerofonte
„Honestos pensamientos y prudencia;

„Y ella mintiendo á Preto, asi le dixo:
Piensa Preto en morir, ó dar la muerte
Al gran Belerofonte que ha tenido
La audacia de querer conmigo unirse
Contra mi voluntad ocultamente.
„Dixo de esta manera, y al oírla
„Quedó el Rey de furor arrebatado;
„Pero darle la muerte no queria
„Temiendo los enojos de los Dioses
„Si el sagrado hospedage quebrantaba.
„Mas le envió á la Lycia prontamente,
„Y una Carta le dió muy perniciosa,
„Escribiendo en la tabla complicada
„Lo que podia causarle mayor daño,
„Y mandó que á su suegro la mostrase
„Para que de esta suerte pereciese.
„Partió, pues, para Lycia, acompañado
„De la fausta asistencia de los Dioses,
„Y luego que llegó á la fértil Lycia,
„Y á la corriente del crecido Xantho,
„El Rey le recibió muy cortesmente,
„Y hospedage le dió por nueve dias,
„Sacrificando un Toro en cada uno.
„Quando al decimo dia comparece
„El rosiclér de la risueña Aurora,

„Le pide que la Carta que llevaba
„De su yerno el Rey Preto le mostrase.
„Mas apenas leyó la fatal Carta
„Escrita por su yerno, quando manda
„Que vaya á dar la muerte á la Chimera,
„Este monstruo invencible, cuya estírpe
„Era solo divina, mas no humana.
„Por delante á un Leon se parecia,
„Por detrás á un Dragon, y en medio Cabra,
„Que en gran copia exhalaba ardiente fuego.
„Fiado, pues, el gran Belerofonte
„En los prodigios de los altos Dioses,
„Dió la muerte á este monstruo formidable,
„Despues pugnó tambien con los ilustres
„Belicosos Solymos, y por cierto
„Que confesó que nunca habia tenido
„Tan furioso combate con los hombres.
„Vencidos los Solymos, dió al fin muerte
„Tambien á las guerreras Amazonas.
„Mientras que de esta empresa retornaba,
„Este Rey le tramó otro astuto engáño.
„Escogiendo, los Lycios mas valientes,
„Los puso con astucia en emboscada:
„Mas estos á sus casas no volvieron,
„Pues á todos mató Belerofonte,

„Quando al fin conoció que era hijo ilustre
„De algun Dios, le detuvo en su palacio,
„Y le dió por esposa su hija propia,
„Con la mitad del reyno por su dote.
„Los Lycios además le señalaron
„Una heredad muy rica y espaciosa,
„Abundante de plantas y barbechos
„Para que como suya propiamente
„La hiciese cultivar. Belerofonte
„Tuvo de esta Princesa tres Infantes;
„Uno se llamó Isandro, otro Hypoloco,
„Y una niña Laodamia. De Laodamia
„Se enamoró el gran Jove, y tuvo de ella
„A Sarpedon valiente. Pero luego
„Que fue odioso á los Dioses inmortales,
„Andaba errante por el campo Aleio
„Consumido de pena y de tristeza,
„Y evitando el aspecto de los hombres,
„Porque Marte insaciable de batallas
„Mató á su hijo Isandro en un combate
„Que tuvo con los ínclitos Solymos;
„Y Diana que rompe el ayre vago
„En su carro de plata, con sus flechas
„Mató á Laodamia bella. De tres hijos
„Del gran Belerofonte quedó vivo

„Solo el fuerte Hypoloco, que es mi padre.
„Este á la sacra Troya me ha enviado,
„Y al partir me intimó con ardor sumo
„Que obrase siempre bien y con prudencia,
„Que en valor á los otros excediese,
„Y que no deshonrase á mis mayores
„Que fueron los varones mas ilustres
„De la ciudad de Ephyra y vasta Lycia.
„Esta es mi noble sangre y nacimiento,
„De los quales me jacto muy contento.”
 Dixo asi; y el magnánimo Diomédes
Muy gozoso de oírle, fixó en tierra
Al instante su lanza, y con dulzura
Dixo al Pastor de pueblos de este modo:
„Segun lo que he escuchado ciertamente
„Eres tú mi paterno antiguo huesped;
„Pues el ilustre Eneo en otro tiempo
„Recibió en su palacio al valeroso
„Y gran Belerofonte, y le detuvo
„En compañia suya veinte dias,
„Y regalos se dieron mutuamente
„Por prendas de amistad. El claro Eneo
„Dió al buen Belerofonte por su parte
„Un tahalí precioso y encarnado,
„Y éste regaló á Eneo por la suya

„Una copa redonda de oro fino,
„Que al partir he dexado en mi palacio,
„Por la qual he sabido la sagrada
„Conexîon que tenian nuestros padres;
„Porque yo no me acuerdo de Tydeo
„Que me dexó en la infancia quando en Thebas
„Fue el Exército Acheo destruído.
„Por esto seré siempre en medio de Argos
„Huesped y amigo tuyo, y tú igualmente
„Mio serás en Lycia quando vaya
„A ver aquellas gentes. Por lo mismo
„Evitemos ahora el encontrarnos
„En medio del combate con las lanzas;
„Pues si se digna Dios darme socorro
„Yo hallaré otros Troyanos ó Auxiliares
„A quienes dar la muerte por mi mano,
„Y tú hallarás tambien otros Argivos,
„De los quales darás muerte al que puedas.
„Mas antes nuestras armas permutemos
„Para que asi conozcan quantos vienen
„En uno y otro Exército en que estamos,
„Que huespedes paternos nos llamamos.”
 Despues de estas palabras, al instante
Se baxan de los carros: mutuamente,
Se dan las manos, y amistad se juran.

Entonces el gran Júpiter Saturnio
El ánimo ensalzó del bravo Glauco,
Pues con el hijo ilustre de Tydeo
Sus armas permutó siendo de oro,
Y las otras de bronce, de manera
Que en cien Bueyes las suyas se apreciaban,
Y las otras de nueve no pasaban.
 Llegando Héctor en tanto al bosque de hayas,
Y á las puertas Esceas, las mugeres
Y doncellas Troyanas se congregan
Al rededor de él con gran deséo
De saber de sus hijos, sus hermanos,
Sus esposos y amigos: mas entonces
Héctor solo les manda que sus ruegos
Por orden á los Dioses ofreciesen,
Porque á muchos gran ruína amenazaba.
Y sin mas detencion se va corriendo
Al excelso palacio de Priämo,
Sobre pórticos bellos construído,
En el que habia de labrada piedra
Cinquenta hermosos tálamos dispuestos
Uno inmediato á otro, en que dormian
Los hijos de Priämo, y sus mugeres
Legítimas y castas; y entre el átrio
A la parte de enfrente con su techo

Habia doce tálamos hermosos
De piedra bien labrada, colocados
Uno cerca del otro, en que dormian
Los yernos de Priämo con sus castas
Y púdicas esposas. Aqui sale
Al encuentro su madre, que á este tiempo
Iba á la rica estancia de su hija
La Princesa Laodice, la mas bella
De todas las demás, y en el instante
La mano le apretó, y asi le dixo:
„Hijo, ¿por qué ahora vienes, y has dexado
„El áspero combate? ¿Por ventura
„Los detestables hijos de la Grecia
„Causan ya mucho daño combatiendo
„En torno á la ciudad? ¿Acaso vienes
„Por ultimo recurso á nuestro Alcazar
„A levantar las manos ácia Jove?
„Mas detente un momento mientras traygo
„Un dulce vino aqui para que al punto
„Hagas al grande Jove libaciones,
„Y á los demás excelsos Inmortales,
„Y recobres tu fuerza, porque el vino
„Aumenta las del hombre fatigado,
„Como ahora tú lo estás por la defensa
„De todos los magnánimos Troyanos,

„Tus amados é ilustres ciudadanos.”
 El generoso Héctor le responde:
„No traygas dulce vino, ínclita madre,
„No me enerves, y pierda la memoria
„De valor y de fuerza, porque temo
„Con mis manos inmundas y manchadas
„Libar á Jove generoso vino;
„Ni es lícito tampoco á ningun hombre
„El dirigir sus votos al Tonante
„Quando manchado está de sangre y polvo.
„Pero tú, madre mia, date priesa
„A congregar de Troya las matronas,
„Y llevando perfumes exquisitos
„Id al sagrado templo de Minerva:
„Y el mas grande tapíz, y mas precioso
„Que halles en tu palacio, y mas estímes,
„Ponlo á las bellas plantas de esta Diosa,
„Y promete ofrecerle en sacrificio
„Doce Toros de un año, aun no domados,
„En su sagrado templo, si se digna
„Mirar con compasion la excelsa Troya,
„Las mugeres Troyanas y sus hijos,
„Apartando al momento de sus muros
„Al invencible hijo de Tydeo,
„Guerrero fuerte, y diestro combatiente,

„Para infundir terror á sus contrarios.
„Mientras que vais vosotras, madre amada,
„Al templo de Minerva, iré yo mismo
„A buscar á mi hermano infame Páris,
„Para hacerle salir de estas murallas,
„Si quiere obedecer lo que le diga.
„¡Ojalá que la tierra le tragase!
„Porque en él ha nutrido el alto Olympio
„La ruína de los Teucros, de Priämo
„Y de todos sus hijos. Si yo viese
„Que baxaba al Averno tenebroso,
„Olvidaría entonces brevemente
„Los males que sufrimos al presente.”
 Dixo; y volvió la Reyna á su palacio
Donde llamó á sus damas, las que fueron
A congregar de Troya las matronas,
Y ella desciende á un tálamo fragante
De exquisitos olores, donde habia
Diferentes tapices muy preciosos
Con un sumo artificio fabricados
Por mugeres Sidonias, que Alexandro
De divino semblante habia traído
Navegando el mar vasto de Sidonia
En el viage que conduxo á Elena
Hija de un padre ilustre y muy honrado.

Alli entre los tapices primorosos
Que miró atentamente, tomó uno
De un bordado exquisito, y el mas grande,
Que en resplandor á un Astro se igualaba,
Y yacía debaxo de los otros,
Y á Minerva por dón lo llevó al punto.
Se pone en el camino, y presurosas
Muchas Teucras matronas la seguian:
Quando llegan al templo de Minerva
En el mas alto Alcazar situado
Abre las puertas del sagrado templo
La hermosísima Theano, que era hija
Del ilustre Cisseo, y cara esposa
Del prudente Antenor, pues los Troyanos
Le habian confiado el sacro empléo
De gran Sacerdotisa de Minerva.
Estando ya en el templo levantaron
Acia Palas sus manos con lamentos.
Tomó el tapíz Theano, y reverente
Lo presentó á las plantas de Minerva;
Y acompañó su voto de este ruego
Que dirigió á la hija del gran Jove:
„Venerable Minerva , excelsa Diosa
„De la ciudad custodia, la mas grande
„De todas las Deydades, rompe luego

„La lanza de Diomédes, y haz que cayga
„Boca abaxo en la tierra frente á frente
„De las puertas Esceas. De este modo
„Te prometo ofrecer en sacrificio
„Doce Toros de un año aun no domados
„En tu sagrado templo, si te dignas
„Compadecerte de la sacra Troya,
„De todas sus mugeres habitantes,
„Y de sus hijos todavia infantes.”
 Dixo asi suplicando; mas Minerva
No se rindió á sus ruegos. De esta suerte
La Reyna y las Troyanas dirigian
Sus votos á la hija del gran Jove.
En tanto el noble Héctor prontamente,
Fue al palacio de Páris suntuoso,
Que fabricado habia con la obra
De todos los artífices, que entonces
Mas diestros habia en Troya, que le hicieron
El tálamo, la casa y átrio hermoso,
Entre el del gran Priämo y el de Héctor
En la mas eminente Ciudadela.
Héctor de Jove amado éntrase dentro
Con su lanza en la mano de diez codos,
Y la punta de acero refulgente
Que un anillo de oro al palo unia,

Y sentado en su tálamo halla á Páris
Registrando sus armas tan hermosas,
Y puliendo su escudo, su coraza
Y sus corvados arcos. A su lado
Tambien sentada estaba Elena Argiva
En medio de sus damas, á las quales
Mandaba hacer labores muy insignes.
Mirandole con ojos encendidos
De cólera y furor, Héctor le dice:
„¡Oh Principe infelíz no es decoroso
„Que aqui estés irritado, y no combatas.
„Los Soldados perecen combatiendo
„Cerca de la ciudad y muros altos,
„Y tal rumor de guerra por tu causa
„En torno á esta ciudad se mueve y arde.
„¿Tú no reprehenderías al que vieses
„Del horrendo combate separado?
„Levantate de ahí, ven prontamente
„Para impedir que Troya la sagrada
„Sea del fuego ardiente devorada.”
 Páris responde á Héctor de esta suerte:
„Ya que tan justamente me reprehendes,
„Te ruego hermano mio que me escuches:
„No por íra ó rencor contra los Teucros
„Aqui estaba en mi tálamo sentado,

„Sino por divertir mi amarga pena.
„Ahora la bella Elena procuraba
„Con palabras suaves incitarme
„A salir al combate, y me parece
„Que es esto lo mejor, pues la victoria
„Siempre alterna y varía entre los hombres.
„Esperate un instante, mientras tanto
„Que las marciales armas yo me visto,
„O precedeme tú, pues ya te sigo,
„Y tardaré muy poco á estár contigo.”
 Dixo asi; pero nada le responde
Héctor el valeroso. Elena entonces
Le dice con palabras muy afables:
„Cuñado amado mio, de esta autora
„Horrible é imprudente de desdichas.
„Ojalá que yo hubiera perecido
„Aquel dia infelíz en que mi madre
„Me dió á luz, ó que un fuerte torbellino
„Me hubiera arrebatado de sus brazos,
„Y me hubiese llevado á un alto monte,
„O á las ondas del mar estrepitoso,
„Que en sus golfos me hubiera sumergido
„Antes de estos sucesos tan infaustos!
„Mas ya que dispusieron tantos males
„Los soberanos Dioses, á lo menos

„Debia haberme tocado ser esposa
„De un hombre mas valiente, que sintiese
„La indignacion y oprobrios de los hombres.
„Pero éste, ni al presente tiene juicio,
„Ni jamás lo tendrá, y asi muy breve
„El fruto gozará de su.... Mas entra
„Entra luego, cuñado, toma asiento
„Porque veo tu espíritu oprimido,
„Y del mucho trabajo fatigado
„Por causa y culpa mia (que me encuentro
„De una suma vergüenza rodeada),
„Y por el grande crimen de Alexandro.
„¡Ay de mí, que el supremo y grande Jove
„Nos ha entregado al mas fatal destíno!
„Nuestros nombres serán por lastimosos
„En los siglos futuros muy famosos.”
 El magnánimo Héctor le responde:
„No me mandes sentar, atenta Elena,
„Porque no lograrás el persuadirme,
„Pues mi aliento me inclina á dar socorro
„A los tristes Troyanos que padecen
„Gran daño con mi ausencia. Tú estimúla
„A tu esposo á que venga á toda priesa,
„Y dentro la ciudad pueda alcanzarme.
„Yo voy á mi palacio prontamente

„A ver á mis domésticos, mi esposa,
„Y al hijo mio infante, pues ignóro
„Si podré retornar de la batalla,
„O si querrán los Dioses inmortales
„Que yo quede vencido por las manos
„De los fuertes Acheos inhumanos.”
 Diciendo Héctor asi, sale al momento,
Y á su palacio va , donde no encuentra
A Andrómaca su esposa, pues estaba
Con su hijo y la sierva en la alta torre,
Vestida con un velo muy hermoso,
Mirando los combates esforzados,
Con sus ojos de lagrimas bañados.
 No encontrando el gran Héctor en su casa
A su cándida esposa, se detiene
Al umbral de la puerta, y les pregunta
Entonces á sus damas de esta suerte:
„¿Dónde Andrómaca está ? decidlo pronto.
„¿Ha ido á casa de alguna hermana mia?
„¿O acaso al santo templo de Minerva
„Donde han ido otras Teucras distinguidas
„Para aplacar con súplicas y ruegos
„La íra y el enójo de esta Diosa
„Causa de nuestra suerte lastimosa?
 „Señor, le respondió la que el gobierno

„Tenia de la casa, pues lo mandas
„La verdad te diré: ni está tu esposa
„A ver á sus cuñadas, ni tampoco
„En el templo de Palas con la Reyna,
„Y las demás Troyanas, pues ha ido
„A Ilión á lo alto de su torre.
„Luego que oyó decir que los Troyanos
„Estaban derrotados y oprimidos,
„Y que eran superiores los Acheos,
„Al instante se ha ido ácia los muros
„Qual si fuese demente ó despechada,
„La nodriza tan solo la seguía
„Que á tu hijo en sus brazos conducia.”
 Dixo de esta manera la doncella,
Y Héctor sale agitado de su casa.
Por el mismo camino retrocede,
Y despues de pasar rápidamente
Por medio la ciudad, llega muy pronto
A las puertas Esceas, por las quales
Salir debia al campo de batalla.
Alli Andrómaca ilustre, que era hija
De Etion habitante en la selvosa
Y eminente Hypoplaco, que imperaba
Los Cilicienses en la Phrigia Thebas,
Fue corriendo ácia él con la nodriza

Que tenia en sus brazos al infante
De Héctor unico hijo, que igualaba
A una luciente Estrella en hermosura.
Le llamaba el gran Héctor Escamandrio,
Y los demás Troyanos Astianax,
Porque su padre Héctor era solo
La defensa de Troya. Héctor entonces
Le mira con sonrisa, y nada dice.
Estaba cerca de él su esposa amada
Lleno el rostro de lagrimas copiosas:
De la mano le coge, y suspirando
Con voz interrumpida asi le dice:
„¡Oh Principe valiente y animoso!
„¡Ay de mí! ¡tu valor será tu muerte!
„Tú no tienes piedad de tu hijo infante,
„Ni de tu esposa triste é infelice,
„Que pronto será viuda, pues los Griegos
„Invadiendote todos juntamente
„La muerte te darán. ¡Ay de mí triste!
„¡Quanto mejor sería que la tierra
„Ahora que me abandonas me tragase!
„Despues que yo te pierda, esposo mio,
„No habrá ya mas consuelo ni alegria
„Para mí, sino penas y aflicciones.
„Sin padre estoy ni madre venerable,

„Pues dió muerte á mi padre el noble Aquiles,
„Que arruinó la ciudad de Cilicienses,
„Thebas célebre y alta de anchas puertas:
„Sí, dió muerte á Etion, pero no tuvo
„Valor de despojarlo por respeto
„Solo á la Religion, y con sus armas
„En una honrosa pira hizo quemarlo,
„Y le erigió un sobervio mausoléo,
„Y unos Olmos plantaron en contorno
„Las Orestiades Ninfas que son hijas
„De Júpiter armado con su Egida.
„Tenia yo en mi casa siete hermanos
„Los que en un mismo dia descendieron
„Al Orco tenebroso, pues á todos
„Dió muerte el divo Aquiles quando estaban
„En los pastos guardando los rebaños
„De Toros, y de cándidas Obejas.
„Mi madre que reynaba en la selvosa
„Y eminente Hypoplaco (á quien conduxo
„Con las demás riquezas á este campo),
„Despues que recibiendo un precio sumo,
„La dexó en libertad, á poco tiempo
„Tambien fue en el palacio de mi padre
„Herida por Diana con sus flechas.
„¡Héctor esposo mio! tú estás solo

„En lugar de mi padre, de mi madre,
„Y mis caros hermanos ya perdidos;
„Tú que siendo de estado celibato
„A mí virgen te uniste en matrimonio,
„Ten de mí compasion: en esta torre
„Permanece conmigo, no sea caso
„Que huerfano se quede tu hijo infante,
„Y viuda tu muger desventurada.
„Coloca, pues, tu Exército inmediato
„A aquellos cabrahigos, que es por donde
„Pueden á la ciudad subir mas facil,
„Y el muro es mas expuesto á hostil asalto.
„Ya tres veces viniendo hasta este sitio
„Los Griegos mas magnánimos y fuertes,
„Los dos Ayax, y el grande Idomenéo,
„Los dos hijos de Atreo, y el terrible
„Hijo del gran Tydeo, lo intentaron,
„Ya fuese por impulso de su aliento,
„O porque algun científico Adivino
„Les haya descubierto este camino.”
 El magnánimo Héctor le responde:
„¡Oh amada esposa mia! ciertamente
„Todos estos cuidados me consternan;
„Mas temo de los Teucros y Troyanas
„Las duras reprehensiones, si estuviese

„Como un cobarde lexos del combate,
„Y mi aliento tampoco lo consiente,
„Despues que aprendí á ser siempre animoso,
„Y á combatir constante en las primeras
„Filas de los Troyanos, procurando
„Vindicar la gran gloria de mi padre,
„Y no menos la mia. Bien conozco,
„Y el corazon tambien me lo predice,
„Que llegará aquel dia en que perezca
„La sagrada Ilión, el Rey Priämo,
„Y de Priämo belicoso el pueblo.
„Mas de los Teucros la futura ruína,
„No me conduele tanto, ni la suerte
„De Hécuba, de Priämo y mis hermanos
„(Que aunque son tan valientes y animosos
„En el polvo caerán , báxo las huellas
„De unos hombres crueles), como siento
„Tu afliccion y dolor, imaginando
„Que alguno de los Principes Argivos
„Te llevará cautiva lagrimosa,
„Y que viviendo en Argos, báxo el mándo
„De una extrangera, texerás la tela,
„Y llevarás el agua de la fuente
„De Messeida ó de Hyperia á pesar tuyo,
„Pero obligada del destíno infausto.

„Qualquiera que te vea en tal conflicto,
„Y en lagrimas bañada, dirá entonces:
Esta fue la muger de Héctor valiente
El mas fuerte guerrero de los Teucros,
Quando en torno de Troya combatian.
„Asi alguno dirá: y estas palabras
„Renovarán tu pena y desconsuelo,
„Y el deséo mayor de un tal esposo
„Que de esta servidumbre te librase.
„Mas privado de vida antes me cubra
„La tierra amontonada, que yo escuche
„Tus ayes y lamentos afligida
„Siendo á tal servidumbre conducida.”
 Despues que habló el gran Héctor de esta suerte
Con los brazos abiertos fue á su hijo.
Mas el niño volviendo la cabeza
Se recostó en el seno de su ama
Asustado al aspecto de su padre,
Al acero temiendo, y al penacho
Que ondeaba en el yelmo horriblemente.
El padre y venerable madre entonces
Al verle se sonrien, y al instante
Héctor se quita el yelmo refulgente
De su cabeza, y lo depone en tierra.
Mas despues que besó á su amado hijo,

Y le agitó en las manos levemente,
A Jove y demás Dioses asi dice:
„¡Oh Jove y altos Dioses sempiternos!
„Permitid que mi hijo tan querido
„Siguiendo mis exemplos y mis pasos
„Célebre venga á ser entre los Teucros:
„Que en el valor me imite: que algun dia
„Llégue á ser de Ilión Rey poderoso:
„Que diga alguno al verle en otro tiempo
„Retornar victorioso de la guerra:
Mucho mas fuerte es éste que su padre;
„Y que dando la muerte á su enemigo
„Se trayga los despojos sanguinosos,
„Dando con sus troféos y victoria
„Mucho gozo á su madre, y grande gloria.”
 Luego que dixo asi, puso en los brazos
De su querida esposa su hijo infante,
Y ella recibió al niño lagrimoso
En su fragante seno con sonrisa.
Héctor á tal aspecto se enternece,
Y abrazando á su esposa con dulzura
Le dice estas palabras expresivas:
„Princesa generosa no te aflijas
„Por mí con tanto exceso: reflexiona
„Que no hay contra el destíno quien me pueda

„Precipitar al Orco antes de tiempo,
„Ni júzgo que ninguno de los hombres,
„Ya sea fuerte ó cobarde, evitar pueda
„Una vez que ha nacido, el hado infausto:
„Mas vuelve á casa luego, amada esposa,
„Cuida de tus labores ordinarias,
„Tus telas y tus husos, y haz que atentas
„Estén á sus labores tus doncellas;
„Pues de la guerra cuidarán los hombres,
„Y yo principalmente, obedecido
„De todos los que Troya ha producido.”
 Dixo asi Héctor ilustre, tomó el yelmo
Remontado de crines de Caballo,
Y fue á encontrar volando á su enemigo.
Andrómaca á su casa se retira,
Volviendo atrás, sus ojos dolorosa,
Y vertiendo abundante y triste llanto.
Llega en breve al palacio suntuoso
Del homicida Héctor; alli encuentra
A sus muchas doncellas, y entre todas
Excita un dolor tierno, y duelo infausto.
Por todo aquel palacio resonaban
Los gritos y gemidos, y Héctor vivo
Era llorado ya como difunto,
Pues ellas no esperaban que pudiese

Retornar nunca mas de los combates,
Ni evadirse tampoco de las manos
De los Acheos fuertes é inhumanos.
 Entre tanto el gran Páris no demora
En su rico palacio mucho tiempo.
Apenas se reviste de sus armas,
Esculpidas de acero variamente,
Quando va con presteza atravesando
Por toda la ciudad, muy confiado
En sus veloces pies y ligereza.
Asi como un Caballo generoso
Despues de haber estado mucho tiempo
Comiendo la cebada en su pesebre,
Que muy acostumbrado á refrescarse
En la hermosa corriente de algun rio
Rompe la cuerda con que está sujeto,
Y por un vasto campo hiende el ayre,
La tierra estremeciendo con sus huellas;
Y alzando la cabeza muy sobervio,
Agitadas las crines en sus lomos,
Y en su mucha hermosura confiado,
Va volando á los pastos florecientes
Donde á estár los Caballos acostumbran;
Asi el hijo divino de Priämo
De la Pérgama torre descendia

Muy velóz y altanero por sus armas
Lucientes como el Sol. Muy brevemente
Alcanza á Héctor divino, al mismo tiempo
Que retornaba del lugar en donde
Conversando habia estado con su esposa,
Y hablandole primero el bello Páris
De divino semblante, asi le dice:
„¡Oh venerable hermano mucho tiempo
„Tu ardor he detenido é impaciencia,
„Y aqui tan prontamente no he venido
„Como tú me dexaste prevenido.”
 El magnánimo Héctor le responde:
„¡Oh generoso Principe! ninguno
„Que júzgue de las cosas justamente
„Condenará tus bélicas empresas,
„Porque tienes valor: mas de ordinario
„Eres muy perezoso por tu culpa,
„Y no combates tanto como puedes.
„Mi corazon de pena está oprimido
„Al oír los sangrientos vituperios
„Que contra tí profieren los Troyanos,
„Que por tu causa sufren muchos males.
„Pero vamos al punto, y ya tendrémos
„Lugar de componer aquestas cosas,
„Si Jove nos concede que podamos

„Ofrecer á los Dioses sempiternos
„Copas de libertad en nuestras casas,
„Despues que los Acheos esforzados
„Sean de la alta Troya rechazados.”