Las vidas paralelas de Plutarco/Comparación de Timoleon y Paulo Emilio

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Nota: Se respeta la ortografía original de la época

COMPARACION DE TIMOLEON Y EMILIO.


Habiendo sido tales, segun la historia, estos dos varones, es claro que el cotejo no ha de encontrar muchas diferencias y desigualdades; porque las guerras en que mandaron ambos, fueron contra los más ilustres enemigos; la del uno contra los Macedonios, y la del otro contra los Cartagineses; y sus victorias fueron asimismo sumamente celebradas, habiendo tomado el uno la Macedonia, y extinguido la sucesion de Antígono en el sétimo rey; y habiendo el otro arrancado todas las tiranías de la Sicilia, y dade á esta isla la libertad é independencia: como no quiera alguno alegar en favor de Emilio que vino á las manos con Perseo cuando estaba en su mayor poder, y acababa de vencer á los Romanos; siendo así que Timoleon acometió á Dionisio cuando ya estaba desalentado y quebrantado del todo; y á la inversa en favor de Timoleon que venció á muchos tiranos, y las poderosas fuerzas de los Cartagineses, con el ejército que á suerte pudo recoger:

no como Emilio con hombres ejercitados en la guerra, y prontos á obedecer; sino con soldados mercenarios sin disciplina, y acostumbrados á no oir otra voz que la de su voluntad: así es que se da la gloria á uno y otro genoral de haber conseguido iguales triunfos con medios desiguales.

Fueron uno y otro integros y justos en el manejo de los negocios; pero Emilio parece como que naturalmente se formó de esta manera en virtud de las leyes patrias; cuando Timoleon lo debió todo á sí mismo, siendo la prueba de esto que los Romanos en aquel tiempo todos sabian igualmente la táctica, estaban acostumbrados á obedecer, y respetaban las leyes y la opinion de sus ciudadanos; y de los Griegos no hubo capitan ó caudillo alguno en la misma época que no hubiese dado mala idea de sí en la Sicilia, fuera de Dion: y áun de éste muchos llegaron á sospechar que aspiraba á la monarquía, y que traia en la imaginacion un cierto reinado á la Espartana. Timeo reßlere que los Siracusanos despidieron ignominiosa y afrentosamente á Gilipo, por abominar de su codicia é insaciabilidad durante el mando; y muchos han escrito de las injusticias y tropelías que Farage el Esparciata y Calipo el Ateniense pusieron por obra, aspirando á dominar en Sicilia: ¿y qué hombres eran éstos, ó cuáles sus hazañas para tales esperanzas, cuando el uno habia adulado á Dionisio ya en su decadencia, y Calipo era uno de los extranjeros asalariados por Dion? Mas Timoleon, enviado por general á los Siracusanos que le habian pedido y suplicado, y que no buscaba mando, sino que le era debido el que admitió de los que voluntariamente lo pusieron en sus manos, con la destruccion de déspotas injustos puso término y fin á su generalato y autoridad. Lo que en Emilio hay de más admirable es que con haber destruido un reino tan poderoso, no hizo mayor su hacienda ni en una dracma, y ni siquiera vió ni tocó unos caudales de los que dió é hizo presentes á atros.

No digo con todo que Timoleon merezca nota por haber admitido una casa y tierras, porque el admitir en tales ocasiones no es indecoroso; pero es mejor el no recibir nada; y es el colmo de la virtud cuando se puede manifestar que de nada se necesita. Además, como en el cuerpo que puede aguantar el frio y el calor se reconoce su mejor constitucion en estar bien dispuesto para ambas mudanzas; de la misma manera se manifiesta en el alma el vigor y fortaleza, cuando ni la prosperidad la conmueve y saca de quicio con el orgullo, ni las desgracias la abaten; y en esto aparece más perfecto Emilio, porque en la adversa fortuna y en la gran pesadumbre que le ocasionaron los hijos, no se le vió con mayor caimiento ó menor dignidad que en medio de sus prosperidades. No asi Timoleon, que habiéndose portado dignamente cuando lo del hermano, ya despues su razon no se sostuvo contra la pesadumbre, sino que abatido con el arrepentimiento y la pena, en veinte años no pudo vencerse á ver la tribuna ó la plaza pública; y si es bien que se huya y se tema lo que es indecoroso, el ceder fácilmente á toda especie de nota podrá muy bien ser de un varon recto y sencillo, mas no de un ánimo grande y elevado.