Vida y escritos del Dr. José Rizal/Segunda época, V

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Vida y escritos del Dr. José Rizal: Edición Ilustrada con Fotograbados (1907)
de Wenceslao Retana
Segunda época, V
Nota: Se respeta la ortografía original de la época
V


De Marzo á Mayo (1887), Rizal escribió, en Berlín, algunos trabajos literarios de menor cuantía, á saber: tradujo al tagalo varias poesías de Goethe; escribió en francés los cuentos Histoire d'une clef y La Pêcheuse et le poisson (¿traducciones?), una breve disquisición sobre el Domingo de Ramos[1] y finalmente un estudio crítico, en inglés, que lleva por título: An account of the Life and Writings of Mister James Thomson. By Patrick Murdock, D. D. F. R. S. — Antes había escrito en francés: Unter den Linden (impresión sobre la hermosa vía berlinesa), un juicio sobre Tartarin sur les Alpes y otro sobre Le pistolet de la petite Baronne, que termina así:

«Le livre, est-il immoral? Cela dépend de celui qui le lira. Pour ceux qui comprenent qu'il faut vivre, que la matière a des exigences de l'esprit, que les rapports sensuels entre la femme et l'homme sont seulement coupables quand ils ne se dirigent pas vers leur but, ou qu'ils nuisent à un tiers, pour ceux-là le livre est indifferent. Pour les autres qui permettent tout, le livre est bon; et mauvais pour ceux qui defendent tout»[2].

Á últimos de Abril salió de Berlin. Gracias al profesor Blumentritt[3], conocemos la ruta seguida por Rizal. Primeramente pasó á Dresde, donde existe el más notable Museo Etnográfico del mundo, del que es director el sabio filipinólogo Dr. A. B. Meyer, autor de monografías sobresalientes, que se mostró muy complacido de conocer á Rizal, á quien dispensó calificadas atenciones. Después pasó á Leitmeritz (Bohemia), donde fué huésped del ilustre Blumentritt; éste experimentó, con tal motivo, una de las más grandes alegrías de su vida. Rizal le dió las primeras lecciones de tagalo; simpatizaron mucho, y el eximio profesor le brindó una amistad fraternal. Á partir de entonces, se hablaron de tú. Un día, Rizal, con cuatro rasgos de lápiz, retrató á su amigo, quien conserva orgulloso aquella muestra de las habilidades varias del insigne tagalo[4]. De Leitmeritz fuése á Praga; de Praga, á Bruna, y de Bruna, á Viena, «donde fué muy celebrado por el Club literario Concordia». De Viena pasó á Nuremberga, y de Nuremberga, á Munich. Á principio de Junio llegó á Ginebra, donde pasó unos días; otros más pasó en Losana; y después de haber recorrido las principales poblaciones de Suiza, se trasladó á Italia, que visitó toda, haciendo sus mayores recaladas en Milán, Venecia, Florencia, Roma y Génova. Y de Génova fuése á Marsella, donde embarcó para Filipinas. — Debió de ser á los primeros días de Julio del año citado de 1887.

Mientras en Manila los españoles le consideraban como el autor de la obra más filibustera que había producido el genio filipino[5]; mientras allí los españoles (los frailes sobre todo) pedían para Rizal poco menos que fuese decapitado, el autor de Noli me tángere, con la conciencia tranquila, navegaba hacia Manila, por la vía de Saigón, á bordo del Djemnah[6]. Volvía á su país después de cinco años largos de ausencia; eran ya ancianos sus padres, y ansiaba verlos, y juzgar á la vez del verdadero efecto que entre sus compatriotas había causado la novela. — El viaje de retorno se lo pagaron el pintor Luna y D. Felipe Roxas[7]. — La colonia filipina de Europa, después de conocer Noli me tángere, vió en el joven Rizal el hombre de mayor carácter, de mayor dignidad y de mayor cultura que la raza tagala había producido. Rizal llevaba esta satisfacción al volver á su país, y es de suponer que llevase también el presentimiento de los grandes sinsabores que en su país le esperaban. Allí estaba ya calificado: era un filibustero ardiente; y, sin embargo, no era Rizal sino un nacionalista romántico, defensor de España, amante de España, pero enemigo de los malos españoles que infestaban su país, así como lo era del régimen político-administrativo de España en Filipinas. Á raíz de saber su fusilamiento, el sabio Blumentritt, lleno de pesadumbre, me escribía[8]:

«Á Rizal, que con tanta franqueza hablaba en los salones de Europa sobre los asuntos de su patria, no se le oyó nunca una frase separatista; y hasta defendió á España cuando un inglés brutal, ó un francés divino, ó un alemán grosero dijo algo ofensivo para España. Cuando se hablaba de separatismo, siempre dijo que la separación se alcanza á costa de mucha sangre, mueren en la guerra los mejores hombres y, si triunfara, el país se convertiría en esclavo comercial de otro, ó se arruina, porque el espíritu revolucionario no muere, sino que continúa por muchas generaciones; y mostró el ejemplo de España y las Repúblicas hispano-americanas. Y estas opiniones se pueden observar en sus novelas. Aborreció verter la sangre, y repetía muchas veces las palabras de Bismarck: La sangre es un líquido muy caro; no está destinada por Dios para ser derramada por la realización de ideas políticas».

El mismo Prof. Blumentritt, en la necrología ya citada (en la nota 22), nos da una idea de la que Rizal había formado de las razas; son de sumo interés los párrafos que siguen:

«Rizal desarrollado en el medio español no estaba en este sentido mejor educado que los mismos españoles; sólo yo le hice ver lo deficiente de su educación, y entonces buscó con verdadera pasión el medio de extender sus conocimientos en este sentido. Las Etnografías generales de Preschel, F. Muller, Waitz-Gerland y Ratzel, las Etnografías paralelas de Andree, las publicaciones de Historia de la civilización de Lippert y de Hellwald, fueron desde ese momento el afán de su atención y profundos estudios. Después de estos estudios opinó que su pueblo no era un pueblo antropoide, como querían hacer ver los españoles, pues encontró que las faltas y virtudes de los tagalos eran puramente humanas, pues estaba convencido de que los vicios y virtudes de un pueblo no eran particularidades de la raza, sino propiedades adquiridas, sobre las cuales tienen una acción poderosa el clima y la Historia.

»Sobre esto que él llamaba «arte popular práctico», continuó sus estudios, para lo cual observaba la vida de los aldeanos franceses y alemanes, pues decía que los aldeanos son los que conservan por más largo tiempo las particularidades nacionales y de raza y son los que mejor podía comparar con sus paisanos, puesto que éstos en su mayoría se componían de gente del campo. Con este intento se retiró durante semanas y hasta meses en aldehuelas tranquilas donde observaba con atención los movimientos, actitudes y modo de ser de los aldeanos. El resumen de sus prácticos estudios científicos lo compendió en las siguientes proposiciones:

»1) Las razas humanas se diferencian en sus hábitos exteriores y en su esqueleto, pero no en la psique. Son igualmente apasionados; sienten y son movidos por los mismos dolores los blancos, amarillos y negros; sólo las formas con que estos movimientos se exteriorizan son diferentes, pero ni aun éstas son constantes en una misma raza, en ningún pueblo, sino que varían por la influencia de los más diferentes factores.

»2) Las razas sólo existen para los antropólogos; para los observadores de la vida popular, sólo existen capas sociales. Así como hay montañas que no poseen las capas superiores, así también hay pueblos que tampoco poseen las capas sociales superiores; las inferiores son comunes á todos los pueblos. Aun en los pueblos donde la civilización es más antigua, como en Francia y Alemania, la masa principal de la población está formada de una clase que se encuentra al mismo nivel intelectual que la masa principal de los tagalos; sólo los separa el color de la piel, los trajes y la lengua. Pero mientras las montañas no crecen en altura, los pueblos van poco á poco creciendo en capas superiores. Este crecimiento no es sin embargo dependiente únicamente de la aptitud de los pueblos, sino también de la suerte y de otros innumerables factores, fácilmente reconocibles.

»3) No solamente políticos coloniales, sino hasta hombres de ciencia opinan que hay razas de inteligencia limitada que nunca podrán llegar a la altura de los europeos. Esto, según opinión de Rizal, no es cierto; pues dice: con la inteligencia ocurre lo que con las riquezas: hay pueblos ricos y pueblos pobres, como hay individuos ricos é individuos pobres. El rico que cree que ha nacido rico, se equivoca; ha llegado al mundo tan pobre y desnudo como su esclavo; lo que ocurre es que hereda las riquezas que sus padres han acaparado. Pues con la inteligencia sucede que se hereda de la misma manera: así, pueblos que por circunstancias especiales se vieron necesitados á hacer trabajos intelectuales, llegaron á adquirir su mayor desarrollo intelectual, que fué aumentando, y trasmitiéndose de unos á otros. Los pueblos europeos se han encontrado en estas circunstancias: por eso son tan ricos en inteligencia; pues no sólo se han heredado de unos á otros, sino que se ha acrecentado, por la necesaria libertad y por leyes ventajosas, debidas á algunos espíritus directores que dejaron como herencia á sus actuales sucesores su riqueza intelectual.

»4) El juicio poco favorable que los europeos tienen de los indios, tiene su explicación; pero no es justo. Rizal lo fundamentaba como sigue: hacia países exóticos no emigra gente débil, sino hombres fuertes, que no solamente llevan de su casa juicios preventivos, sino que la mayor parte de las veces se creen obligados á ejercer dominio sobre esta gente. Es sabido que la gente de color teme la brutalidad con que se les trata, y esto debido á que no puede replicar exponiendo sus razones, explica por qué colaboran tan mal á la obra de los españoles. Hay que tener en cuenta además que los de color, la mayor parte de las veces pertenecen á las capas inferiores de la sociedad; y por lo tanto el juicio de los blancos tiene el mismo valor que el que pudiera formar un tagalo ilustrado de los franceses y alemanes, si los juzgase por los pastores, porteros, etc., de estos países.

»5) La desgracia de los hombres de color radica sólo en el color de la piel… (Expuesta ya en otro pasaje: véase la pág. 92.)

Al citado profesor debemos asimismo el juicio que Rizal formó de las naciones europeas; Rizal opinaba[9]: «España tiene los mejores jesuitas, pintores, novelistas y toreros; Francia los mejores prosistas, autores dramáticos y meretrices finas (cocottes); Alemania y Austria los mejores profesores y empleados; Inglaterra los mejores comerciantes, industriales y marinos; Holanda los mejores malayistas y panaderos; Italia los mejores cantores y escultores.»

Pronto le veremos otra vez en Europa.

  1. Concluye con estas reflexiones:— «Pourquoi done dans nos temps le christianisme n'est-il plus la réligion des pauvres, des malheureux? Pourquoi les riches en sont-ils les plus puissants et les plus dévoués partissants? A-t-il cessé de promettre le bonheur à ceux qui souffrent et s'est-il rangé du côté de ceux qui règnent et dominent?
  2. Todos estos trabajos menudos hállanse en el cuaderno de Clínica.
  3. Según su carta á mi dirigida: Leitmeritz, 14 de Enero de 1897.
  4. Carta de Blumentritt, fechada en Leitmeritz, 29 Enero 1897.
  5. ¡Cómo influyen en la critica las circunstancias de medio y de momento! A muchos, entonces, la novela nos causó verdadera indignación. Acerca de ella, sostuve larga y vehemente controversia epistolar con el sabio Blumentritt, que, viendo en Noli me tángere el mejor aviso que podía darse en Europa de las miserias que en Filipinas había, tuvo el propósito de publicarla en alemán. Hubo de desistir, porque el propio Autor le disuadió: «te harás odioso á todos los españoles», decíale Rizal á Blumentritt: y el célebre bohemio, español de corazón, limitóse entonces á publicar un folleto en defensa del asendereado libro, el cual folleto no es más que una réplica á mis cartas. (Se intitula: El «Noli me tángere» de Rizal juzgado por el Profesor F. Blumentritt: Barcelona, Imprenta Ibérica de Francisco Fossas, 1889.) Ahora, al cabo de los años, y después de haber leído los miles de juicios pesimistas que, subscritos por españoles, dicen de España, de sus gobernantes, de sus funcionarios y de sus frailes los mayores horrores, el folleto de Blumentritt me parece obra llena de discreción, de templanza y buen deseo; obra de sabio desapasionado, que resulta una abrumadora lección de sensatez á los que, juzgando de nuestras cosas coloniales, no solíamos tener la serenidad debida.
  6. Dato que debo á D. Epifanio de los Santos.
  7. Este dato salió á relucir cuando el célebre proceso del pintor, en París, por haber, en 1892, dado muerte á su mujer y á su suegra, y herido á un cuñado.
  8. Carta, que conserve, fechada en Leitmeritz, 2 Enero 1897.
  9. Carta de Blumentritt å mí dirigida: Leitmeritz, 24 Enero 1897.