Iniciación de Mesalino
V
INICIACIÓN DE MESALINO
¡Sé favorable á nuestros votos, Febo!
En los misterios de tu templo santo
Hoy se recibe sacerdote nuevo.
Acude con tu cítara entretanto;
Gárrulas cuerdas á pulsar empieza,
Y dulce á la alabanza inclina el canto.
Vén, en torno ciñendo á tu cabeza
El laurel, de victorias noble sello;
Ya el ara con ofrendas se adereza.
Pero de gala vén, nítido y bello:
Festiva y no estrenada ropa víste,
Peina bien el undívago cabello;
Muéstrate, en fin, cual ya resplandeciste
Cuando en himnos cantabas tú süaves
Triunfante á Jove y á Saturno triste.
Tú desde lejos lo futuro sabes;
Por ti el augur el inacorde grito
Y el curvo vuelo entiende de las aves;
Y observando el arúspice tu rito,
Víctima inescrutable á ojos profanos
Abre, y en ella el porvenir ve escrito.
Por ti jamás engaña á los Romanos
La Sibila, que traza del destino
En exámetro verso los arcanos.
Permite que tus libros Mesalino
También desvuelva, y á leer aprenda
El recóndito canto sibilino.
A Eneas, la Sibila, amiga senda
Mostró, cuando á su padre y á sus Lares
Salvos sacaba de la llama horrenda;
Y aun de Roma le habló, cuando á los mares
Lanzándose, los ojos revolvía
Y contemplaba arder muros y altares.
En aquel tiempo Rómulo no había
Fundado la ciudad de que su hermano
Remo jamás habitador sería.
Vacas pacían el herboso llano
Que hoy cubren moles; choza fué mezquina
Lo que hoy de Jove esplendoroso fano.
Rociado en leche, á sombras de una encina
Guarecíase Pan, y hecha en madera
Por rústico escultor, Pales divina.
Canora flauta, de con blanda cera
Desiguales cañutos en contino
Descenso unidos van, entonces era
Ofrenda grata á Numen campesino,
Y el nómade pastor con fe sencilla
Dejábala suspensa en olmo ó pino.
Y donde ahora se dilata y brilla
El barrio de Velabro, cra laguna
Por do á remos cruzó pobre barquilla,
Que en los días festivos trajo alguna
Complaciente y graciosa zagaleja
Al joven mayoral de alta fortuna,
Con frutos, que movida por la reja
Rindiera el haza, y queso regalado,
Y el níveo recental de blanca oveja.
"Hermano fuerte del Amor alado!
¡Constante Eneas, que en tus huecos pinos
Llevas los restos de Ilïón sagrado!
"Júpiter ya los campos laurentinos
Te ha señalado; hospitalario suelo
Va á recibir tus Lares peregrinos.
"Allí santo serás; allí de un vuelo
Lä onda de Numico veneranda,
Como á dios tutelar, te alzará al cielo.
"Ya en torno á tus cansadas popas anda
Fiel la Victoria, y la hija de Saturno
Al pueblo que afligió desciende blanda.
"Ante mis ojos, entre horror nocturno,
De los Rútulos arde el campamento,
Y muerte anuncio á ti, bárbaro Turno.
"Y viendo estoy los muros de Laurento,
Caudillo á Ascanio, y la Lavinia corte,
Y miro de Alba Longa el nuevo asiento;
"Y á ti también—sin que dejar te importe
Ilia, regia Vestal, la ara ofendida—
Ceder á los halagos de Mavorte.
"Miro la venda de tu sien caída,
Y del dios que en secreto te enamora,
El fuerte escudo, que en la playa olvida.
"Paced, toros, paced la hierba ahora
De las siete colinas; pronto en ellas
Se erguirá la ciudad dominadora.
"Tú, cuantos Ceres ve de las estrellas
Fértiles campos, tanta tierra esclava
Verás ¡oh Roma! y llevarás tus huellas
"Adonde nace el Sol, y adonde acaba
El curso de su rápida cuadriga
Que en ondas crespas del sudor se lava.
"Tiempo será en que Troya te bendiga,
Renaciendo asombrada, y á ventura
Tenga tan largo errar, tanta fatiga.
Eneas, la verdad mi voz te augnra;
¡Así de sacros lauros me alimente,
Así por siempre permanezca pura!"
Esto predijo ¡oh Febo! la vidente,
Y tu nombre invocando, la erizada
Melena sacudió sobre la frente.
También fué ya tu intérprete inspirada
Marpesia, el pecho de tu numen lleno,
Y Amaltea, y Erófile sagrada;
Y Albúnea, que al través del Anïeno
Espumoso raudal, intacto pudo
Llevar tu libro en el enjnto seno.
Ellas vaticinaron, cual sañudo
Precursor de discordias, un cometa,
Y de guijarros aguacero rudo.
Y dicen que el canglor de la trompeta
Oyóse, y choque de armas, por el cielo;
Y el bosque de desastres fné profeta.
Y vino un año de terror y duelo,
En que el Sol por los aires, incoloro
Guió su carro entre nubloso velo.
Divinos simulacros tibio lloro
Sudaron, y en el campo nuevos males,
Tomando humana voz, nunciaba el tero.
¡Prodigios de otro tiempo funerales!
¡Vén clemente, y en mar embravecido
Dígnate, Apolo, hundir presagios tales!
Ardiendo en tus altares dé estallido
Favorable el laurel, y un año entero
De paz anuncie y de abundancia henchido.
¡Albricias! Estalló con fausto agüero.
¡Albricias, labradores! Atestado
Rebosará de frutos el granero.
Las uvas pisará de mosto untado,
El viñador; lagares y toneles
No bastarán al vino desatado.
Ebrios pastores, á su diosa fieles,
Fiesta á Pales harán. De la majada
Huíd entanto, huíd, lobos crueles.
Montones extendiendo de tostada
Paja, el ágil zagal saltará ileso
Por cima de la sacra llamarada.
Crecerá la familia, y el travieso
Rapaz, de las orejas al ufano
Padre asirá, para robarle un beso.
Ni tendrá á menos venerable anciano
Cuidar los nietezuelos en la casa,
Y balbucir con ellos mano á mano.
A honrar al Dios en la campiña rasa
Irá la juvenil alegre tropa,
Do brinda árbol antiguo sombra escasa,
O con guirnaldas atarán la ropa,
Improvisando toldos, y delante
Colocarán la festonada copa.
Manjares cada cual á su talante
Traerá, y de césped alto hará su mesa
Y su asiento á la par. Férvido amante
En quien celos rabiosos hacen presa,
Asestará á su dama hiriente frase,
Encendido en furor que pronto cesa.
Cuando el nublado que le ciega, pase,
Al cielo hará de su intención testigo,
Y de insania, llorando, culparáse.
Con tu licencia ¡oh Febo! yo maldigo
Arco y flechas; el cielo las destruya,
Porque nunca las lleve Amor consigo.
Buenas las armas son, como arte tuya;
Mas en manos de Amor, ¡oh, cuánto estrago!
¡Ay! ¿Quién habrá que de su alcance huya?
Dígalo yo, que há tiempo herido yago,
Y encariñado estoy con mis cadenas,
Y mi propia dolencia ¡oh torpe! halago.
Siempre á Némesis canto; y cuando ajenas
Materias trato, mal los versos mido,
Ni voces hallo ni cadencias llenas.
Mas hoy ¡Ninfa cruel! perdón te pido,
Y el favor de los Númenes demando
A los piadosos vates concedido,
Para cantar á Mesalino, cuando
En carro de marfil vaya triunfante
Un ramo de laureles empuñando,
Y escenario marcial lleve delante,
Y atrás, con lauro rústico en la frente,
¡Triunfo! el soldado en voz robusta cante;
Y viéndole pasar resplandeciente,
El padre lance aclamación festiva
Dando hermoso espectáculo á la gente.
Propicio Febo mi oración reciba;
¡Así adorne por siempre con galana
Cabellera la frente; así le viva
Casta por siempre la apacible hermana!