Tratado de Alquimia Sexual: CAPÍTULO III
1-Con la materia de la Piedra bendita vamos a trabajar, con el fin de perfeccionar nuestros cuerpos internos.
2-En las minas vemos como los elementos groseros se van transformando con el calor, hasta convertirse en Mercurio.
3-Vemos en las minas el Fuego, transformando las grasas de tierra, en azufre.
4-El calor, actuando sobre estos dos principios, engendra, según su pureza o impureza, todos los metales de la Tierra.
5-Por medio de la cocción incesante, la Naturaleza produce y perfecciona todos los metales de nuestro planeta Tierra.
6-Rogerio Bacón dijo lo siguiente: "¡Oh, locura infinita! ¿Quién lo preguntó, quién nos obliga a querer hacer la misma cosa con la ayuda de procedimientos raros y fantásticos?".
7-Ciertamente, queridos hermanos, es muy cierta aquella frase de Rogerio Bacón: "Naturaleza contiene a Naturaleza, Naturaleza se alegra con Naturaleza, Naturaleza domina a Naturaleza y se transforma en las demás Naturalezas".
8-Los ángeles no se hacen con teorías de hombres, ni con Teosofismos, Rosacrucismos o Espiritismos.
9-Los ángeles son naturales, no artificiales.
10-Naturaleza contiene a Naturaleza, y en nuestra naturaleza sexual está la Piedra Bendita, con la que podemos trabajar en nuestro magisterio del Fuego.
11-"Es preciso cocer, cocer y recocer, y no cansarse de ello".
12-Los viejos alquimistas dicen: "Que vuestro fuego sea tranquilo y suave, que se mantenga así todos los días, siempre uniforme, sin debilitarse, si no eso causará un gran perjuicio".
13-El Fuego se debilita y hasta se extingue, cuando el alquimista eyacula el Semen.
14-Entonces fracasa en la Gran Obra.
15-Nuestro magisterio es sometido primeramente a un fuego suave y ligero, pero en el trabajo de la Gran Obra hay que ir intensificando el fuego, grado por grado, hasta alcanzar el fin.