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Vida y escritos del Dr. José Rizal/Quinta época, V

De Wikisource, la biblioteca libre.
Vida y escritos del Dr. José Rizal: Edición Ilustrada con Fotograbados (1907)
de Wenceslao Retana
Quinta época, V
Nota: Se respeta la ortografía original de la época
V


Tarea harto difícil es la de catalogar los trabajos literarios, científicos y artísticos de Rizal durante la época de su deportación en Mindanao. Entre los primeros descuella la poesía que tituló Mi retiro, dedicada á su madre; poesía en la cual describe su casa, su género de vida y alude á sus dolores y anhelos. Véase una copia[1]:

Cabe anchurosa playa de fina y suave arena
y al pie de una montaña cubierta de verdor
planté mi choza humilde bajo arboleda amena,
buscando de los bosques en la quietud serena
reposo á mi cerebro, silencio á mi dolor.

Su techo es frágil nipa, su suelo débil caña,
sus vigas y columnas maderas sin labrar:
nada vale, por cierto, mi rústica cabaña;
mas duerme en el regazo de la eterna montaña,
y la canta y la arrulla noche y día el mar.

Un afluente arroyuelo, que de la selva umbría
desciende entre peñascos, la baña con amor,
y un chorro le regala por tosca cañería
que en la callada noche es canto y melodía
y néctar cristalino del día en el calor.

Si el cielo está sereno, mansa corre la fuente,
su citara invisible tañendo sin cesar;
pero vienen las lluvias, é impetuoso torrente
pelas y abismos salta, ronco, espumante, hirviente,
y se arroja rugiendo frenético hacia el mar.

Del perro los ladridos, de las aves el trino,
del kalaw la voz ronca solos se oyen allí,
no hay hombre vanidoso ni importuno vecino
que se imponga á mi mente, ni estorbe mi camino;
sólo tengo las selvas y el mar cerca de mí.

¡El mar, el mar es todo! Su masa soberana
los átomos me trae de mundos que lejos son;
me alienta su sonrisa de límpida mañana,
y cuando por la tarde mi fé resulta vana
encuentra en sus tristezas un eco el corazón.

¡De noche es un arcano!… Su diáfano elemento
se cubre de millares, y millares de luz;
la brisa vaga fresca, reluce el firmamento,
las olas en suspiros cuentan al manso viento
historias que se pierden del tiempo en el capúz.

Diz que cuentan del mundo la primera alborada,
del sol el primer beso que su seno encendió,
cuando miles de seros surgieron de la nada,
y el abismo poblaron y la cima encumbrada
y do quiera su beso fecundante estampó.

Mas cuando en noche obscura los vientos enfurecen
y las inquietas olas comienzan á agitar,
cruzan el aire gritos que el ánimo estremecen,
coros, voces que rezan, lamentos que parecen
exhalar los que un tiempo se hundieron en el mar.

Entonces repercuten los montes de la altura,
los árboles se agitan de confín á confín;
aullan los ganados, retumba la espesura,
sus espíritus dicen que van á la llanura
llamados por los muertos á fúnebre festín.

Silba, silba la noche, confusa, aterradora;
verdes, azules llamas en el mar vénse arder;
mas la calma renace con la próxima aurora
y pronto una atrevida barquilla pescadora
las fatigadas olas comienza á recorrer.

Así pasan los días en mi oscuro retiro,
desterrado del mundo donde un tiempo viví,
de mi rara fortuna la Providencia admiro:
¡guijarro abandonado que al musgo sólo aspiro
para ocultar á todos el mundo que tengo en mí!

Vivo con los recuerdos de los que yo he amado
y oigo de vez en cuando sus nombres pronunciar:
unos están ya muertos, otros me han abandonado;
mas ¿qué importa?… Yo vivo pensando en lo pasado
y lo pasado nadie me puede arrebatar.

Él es mi fiel amigo que nunca me desdora
que siempre alienta el alma cuando triste la vé,
que en mis noches de insomnio conmigo vela y ora
conmigo, y en mi destierro y en mi cabaña mora,
y cuando todos dudan sólo él me infunde fé.

Yo la tengo, y yo espero que ha de brillar un día
en que venza la Idea á la fuerza brutal,
que despues de la lucha y la lenta agonía,
otra voz más sonora y más feliz que la mía
sabrá cantar entonces el cántico triunfal.

Veo brillar el cielo tan puro y refulgente
como cuando forjaba mi primera ilusión,
el mismo soplo siento besar mi mustia frente,
el mismo que encendía mi entusiasmo ferviente
y hacia hervir la sangre del joven corazón.

Yo respiro la brisa que acaso haya pasado
por los campos y ríos de mi pueblo natal;
¡acaso me devuelva lo que antes le he confiado:
los besos y suspiros de un ser indolatrado,
las dulces confidencias de un amor virginal!

Al ver la misma luna, cual antes argentada,
la antigua melancolía siento en mi renacer;
despiertan mil recuerdos de amor y fé jurada…
un patio, una azotea, la playa, una enramada,
silencios y suspiros, rubores de placer…

Mariposa sedienta de luz y de colores,
soñando en otros cielos y en más vasto pensil,
dejé, joven apenas, mi patria y mis amores,
y errante por doquiera sin dudas, sin temores,
gasté en tierras extrañas de mi vida el abril.

Y después, cuando quise, golondrina cansada,
al nido de mis padres y de mi amor volver,
rugió fiera de pronto violenta turbonada:
vénse rotas mis alas, deshecha la morada,
la fé vendida á otros y ruinas por doquier.

Lanzado á una peña de la patria que adoro,
el porvenir destruido, sin hogar, sin salud,
venís á mí de nuevo, sueños de rosa y oro,
de toda mi existencia el único tesoro,
creencias de una sana, sincera juventud.

Ya no sois como antes, llenas de fuego y vida
brindando mil coronas á la inmortalidad;
algo serias os hallo; mas vuestra faz querida
si ya es tan sincera, si está descolorida
en cambio lleva el sello de la fidelidad.

Me ofrecéis, ¡oh ilusiones!, la copa del consuelo,
y mis jóvenes años á despertar venís:
gracias á ti, tormenta; gracias, vientos del cielo,
que á buena hora supisteis cortar mi incierto vuelo,
para abatirme al suelo de mi natal país.

Cabe anchurosa playa de fina y suave arena
y al pie de una montaña cubierta de verdor,
hallé en mi patria asilo bajo arboleda amena,
y en sus umbrosos bosques, tranquilidad serena,
reposo á mi cerebro, silencio á mi dolor.

[Dapitan, 1906.]

¡Qué hermosa, qué sentida poesía! ¡Cuánta emoción produce! ¡Qué recuerdos tan delicados, pero sobre todo el que se consagra á Leonor Rivera!… Otra de las composiciones que se ha vulgarizado mucho y que se supone escrita en Dapitan, es la intitulada Canto del viajero; que permaneció inédita hasta 1903, en que la sacó á luz el gran amigo de Rizal, Sr. Mariano Ponce. Hela aquí[2]:

CANTO DEL VIAJERO

Hoja seca que vuela indecisa
Y arrebata violento turbión,
Así vive en la tierra el viajero,
Sin norte, sin alma, sin patria ni amor.

Busca ansioso doquiera la dicha,
Y la dicha se aleja fugaz:
¡Vana sombra que burla su anhelo!…
¡Por ella el viajero se lanza á la mar!

Impelido por mano invisible
Vagará de confín en confín;
Los recuerdos le harán compañía
De séres queridos, de un día feliz.

Una tumba quizá en el desierto
Hallará, dulce asilo de paz,
De su patria y del mundo olvidado…
¡Descanse tranquilo, tras tanto penar!

Y le envidian al triste viajero
Cuando cruza la tierra veloz…
¡Ay!, ¡no saben que dentro del alma
Existe un vacío do falta el amor!

Volverá el peregrino á su patria,
Y á sus lares tal vez volverá,
Y hallará por doquier nieve y ruina,
Amores perdidos, sepulcros, no más.

Ve, viajero, prosigue tu senda,
Extranjero en tu propio país;
Deja á otros que canten amores,
Los otros que gocen; tú vuelve á partir.

Ve, viajero, no vuelvas el rostro,
Que no hay llanto que siga al adiós;
Ve, viajero, y ahoga tus penas;
Que el mundo se burla de ajeno dolor.

Escrita, sin duda, á raíz de haber solicitado el pase á Cuba; cuando comprendía que el Destino le condenaba á seguir dando tumbos por el mundo.

De trabajos científicos, se sabe de algunos, entre otros, la traducción castellana que hizo de la Etnografía de Mindanao, publicada en alemán por el Prof. Blumentritt. También hizo catálogos de colecciones zoológicas, que se han perdido, y escribió monografías médicas, una de ellas á instancias del Inspector general de Sanidad, D. Benito Francia y Ponce de León.

Tuvo este señor el proyecto de escribir un volumen acerca de las prácticas supersticiosas que en aquellas islas ejecutaban los mediquilos, y, por conducto del Médico titular de Dapitan (D. Matías de Arrieta, hijo del país), solicitó de Rizal algo sobre la materia. Rizal le complació en el acto, mandándole unas cuartillas curiosísimas, intituladas La curación de los hechizados. Al verificar la remisión, Rizal lo hizo con la carta que sigue[3]; téngase presente que el señor Francia no se había dirigido directamente á Rizal, por creerlo pecaminoso. Véase en qué términos tan elevados, rayanos en la soberbia, se sacude Rizal la infamante nota de separatista:

»Ilustrísimo Señor:

»Por el digno Médico titular de esta Cabecera he sabido el deseo de V. S. para que yo escribiera algo sobre las prácticas de los curanderos. Aunque la empresa me ha parecido siempre, y me parece aún, superior á mis conocimientos, sin embargo, la honra que V. S. me hace, y el deseo que tengo de servirle, han podido más que mi pereza y el tedio que me inspira la pluma. De mis apuntes y reminiscencias he hecho, pues, un arreglo, y si á V. S. le agrada, téngalo por dedicado á su persona; y si no, la culpa será de V. S. que ha pedido, como vulgarmente se dice, al olmo peras.

»No terminaré, sin embargo, esta carta sin suplicarle me permita le manifieste el profundo sentimiento que me ha causado su frase de: «las desgraciadas ideas separatistas de Rizal». Dicha por otro, me habría hecho encoger de hombros; pero dicha por S. S., un Inspector General de Beneficencia y Sanidad, un médico y un colega, merece rectificarse. Rechazo, por consiguiente, semejante juicio, y no le creo á V. S. ni á nadie que me merezca consideración, con derecho á calificar mis ideas de semejante manera. No he sido juzgado aún, ni se me ha permitido la defensa.

»Suplicándole me dispense esta franqueza, tengo el honor de ofrecerme, como ya lo he probado, su más atento, seguro servidor, q. b. s. m. —Dapitan, 16 de Noviembre de 1905. —José Rizal

De su epistolario á Blumentritt, amén de la carta ya reproducida (páginas 295-298), véase esta otra, verdaderamente curiosa[4]:

«Dapitan 10 de Abril de 1895.

»Mi muy querido amigo: Recibí tu afectuosa carta y me he enterado de ella con muchísimo gusto. Paso, pues, á contestar tus preguntas lingüísticas.

»Poco te puedo decir acerca de la palabra Mindanao, que yo escribiría mejor Mindanaw. La gente de aquí ahora llama ya á toda la isla Mindanáw. Es cierto que Pigafetta hablaba de Butuan, Chipit, etcétera, pero no de Mindanáw, si mal no me acuerdo; no tengo aquí mis apuntes. Sin embargo, danáw en bişaya, lo mismo que en malayo, significa lago. Yo no sé como se llama lago en moro magindanaw. Sin embargo, puesto que existe la gran laguna Lánaw, que á mi juicio significará lago (pues de danaw, ránaw, lanaw no hay más que cambios fonéticos naturales), me puedo permitir una atrevida conjetura que puede, lo confieso, ser otro lucus a non lucendo. Magindanaw puede significar gran lago: magi vendría á ser una contracción de malakí (grande), pues en estas partes la l en medio de palabra se suele elidir diciendo kabaw, Tagilog̃, suat, en vez de kalabaw, Talagilog̃, sulat, etc. Es costumbre en todos los pueblos nombrar regiones enteras según el trozo más interesante de él: ¿qué de extraño pues habrá que llamen á toda la isla según la laguna más grande que en ella existe?

»Para la palabra Mindanáw, encuentro la prefija min, que no me explico, pues de lo poco que sé del bisaya, sé que la prefija mi ó min significa lo pasado. ¿La prefija ésta min, no será la prefija meng del malayo, ó será como la prefija de Mindoro? — Al aplicar Pigafetta el nombre Chipit á la isla, es fácil que se haya dejado llevar de una equivocación: que los naturales le contestaran con el nombre de una región cuando él preguntaba por el de toda la isla. — Respecto á la acentuación actual de la palabra, te diré que cargan en la última. — Para más seguridad, sería necesario consultar á Pigafetta (Carlo Amoretti, París, 1802). Allí se dirá si lo oyeron de moros ó de naturales. La acentuación de los naturales es Misámis, Dapitan, Sindág̃an, Lubúg̃an, Dipúlog, Iláya, Lag̃áran, Layáwan, etc. No es un consejo ni una súplica; pero yo creo que debes adoptar la nueva ortografía.

»Schlitten en castellano significa trineo; pero me parece que esta palabra viene del francés traîneau, pues en España no se usa Schlitten. Veo que dibujas bien.

»Te felicito por tus trabajos, que dejarán inmortal tu nombre. Yo en cambio no hago nada; paso mis días de un lado á otro, cuidando enfermos, sembrando, etc. Escribir, escribo muy poco[5]. Ahora aprendo el malayo, gracias a la gramática que me han mandado. Me voy convenciendo cada vez más que el tagalo no pudo derivarse del malayo, y por esto, quiero rehacer mi Gramática tagala, poniendo comparaciones con la malaya. Sin embargo, no cabe duda de que existen muchas palabras comunes. Á veces, en vista de la sencillez del idioma, se me figura que es una lengua como la franca en el Levante ó como el Pidgin English en las costas de China; una lengua que debe su nacimiento al matrimonio de una raza conquistadora hablando un idioma diferente, con otra raza conquistada. Si yo tuviera muchos libros malayos, lo estudiaría más. Sin embargo, haré lo posible, cuando me encuentre con buenos materiales, por dejar una gramática que sirva de monumento á mi idioma que… está destinado á desaparecer, si Dios no lo remedia.

»Mi señora madre se ha retirado ya á Manila, llamada por mi padre: pero mis hermanas, que están aquí, envían á tu familia muchos recuerdos y saludos.

»Tengo en proyecto, si me permiten, abrir una colonia agrícola en la costa, cerca de Sindag̃an, en el sitio de Ponot. Pienso sembrar cocos, café y cacao. Lo malo es que desde aquí hasta allá se emplean 4 y 5 días cuando el viento es contrario; cuando es favorable, sólo se tarda 7 ½ horas. Hay algunos subanos, pero son tan ariscos que se echaron á correr al monte cuando me vieron. Tuve la desgracia de ir con helmet y una carabina de salón.

»Muchos recuerdos y mis plácemes y felicitación á Friu. Loleng, á Herr Fritz y á Curt. Á Frau Rosa, lo mismo que á tí, mi inquebrantable amistad y cariñoso respeto. —Tuyo siempre, —J. Rizal

Pero es aún más curioso el epistolario familiar. Á la bondad del Sr. Epifanio de los Santos, que logró obtener sendas copias de algunas de las cartas de Rizal á su señora madre, débese que en las presentes páginas figuren fragmentos de esos tan preciosos manuscritos.

«Dapitan, 25 Sept. 1895.

»He sabido por Tríning que V. piensa comprar un solar por Meisik; á mí me parece que está muy bien. Es un punto retirado y tranquilo, y además, allí ha nacido V., que es lo principal. En mis ratos de ocio me dedico á hacer algunas cosas: desearía que V. me escribiese todo lo que se refiere á sus parientes, ascendientes, etc., porque pienso escribir una genealogía, para uso de nuestros sobrinos. Igualmente, si pudiese V. escribir lo que se refiere á mi padre, se lo agradecería. Lo que yo hacía en Hong-Kong, allá se ha quedado.»

«Dapitan, 22 de Oct. 1895.

»Mi querida madre: Aunque sin ninguna de V., le escribo esta sin embargo, enviándole adjuntos los versos que le prometí[6]. Han pasado muchos meses, pero con mis muchas ocupaciones no he podido aún corregirlos. Además sigo aquel consejo de Horacio de dejar dormir mucho tiempo los manuscritos para corregirlos mejor. Van tambien los versos de los chicos, ó sea el himno de Talísay[7]. Aquí el 14 de este mes han tenido los chicos exámenes y han venido muchos para presenciarlos. Los examinadores todos eran gente de fuera. Tuvieron premio Rómulo, José, Lucas, Anis, Elum y Marcal.


»Por cuestión de Adolfo he tenido pleito con los chinos, y yo he prometido no comprar nada de ellos ya; así que algunas veces me veo muy apurado. Ahora no tenemos ni platos ni vasos casi.»

«Dapitan, miércoles.»

Después de congratularse por la nueva dentadura de su madre y de dar gracias por el envío de panochas, cha (té), un reloj, zapatos («que me vienen anchos»), etc., dice que se aburre, y añade: «Después de cenar no hago más que solitarios y más solitarios. No tengo humor para nada.»

Habla luego de haber cogido una iguana que medía metro y medio, y un sikop, «con una pierna ya podrida y rota por un tiro que yo le había dado antes»; que el plátano no estaba aún maduro, ni las mangas, pero que iban bien; de la visita del jabalí, que no tenía que comer, y de la piña, aún no madura, y añade: «Mis niños, sin contar con el cocinero, son ahora 14; han venido los hijos de capitán Laurente y de capitán Andrés.

»Tengo muchos enfermos y operaciones tintines… […]

»Voy consultado; pero yo no puedo seguir yendo, pues mis ideas son un poco diferentes de las de Come, porque él es homeópata.»

«Dapitan, 21 de Noviembre de 1895.

…«Respecto á su presentación de V. al Capitán general, francamente que yo lo agradezco, más yo no se lo puedo aconsejar. Hay que molestarse mucho, ir, volver, esperar, ¿y para qué? Tal vez para recibir una negativa. Así que no quiero que V. en su vejez se exponga á más sinsabores. Yo he vuelto á escribir ahora á S. E. pidiendo mi libertad ó la revisión de mi causa. Pido también mi alistamiento como médico en el Ejército de Cuba; Blumentritt me lo ha aconsejado, y creo que tiene razón.»

«Dapitan, 15 de Enero de 1896.

»Mi muy querida madre: […]

»Lo que V. me escribe del telegrama que vió Maneng pidiendo mi libertad, puede ser una verdad; pero ya estoy tan desengañado de cuantas esperanzas me han dado, que en verdad sólo me sonrío. ¡Tengo tantos enemigos! ¡Y los mismos paisanos y amigos que están en Madrid trabajan para que yo no pueda salir de aquí! Dícenme que los que han impedido mi traslado á Vigan han sido mis amigos de Malolos[8]: yo no sé quiénes sean, pero Dios se lo pague.

»Yo aquí compré un terreno junto á un río que tiene mucho parecido con el río de Kalamba, sin más diferencia sino que este de aquí es más ancho y su corriente más caudalosa y cristalina. ¡Cómo me ha recordado Kalamba! Tiene mi terreno 6.000 plantas de abacá, y si Vds. quieren venir aquí, yo haré una casa para que vivamos todos juntos hasta que nos muramos[9]. Voy á convencer á mi padre á que venga, y junto á mí espero que estará siempre alegre. Mi terreno es hermoso; está al interior, lejos del mar como media hora de camino; está en un lugar muy pintoresco. El terreno es muy fértil. Además del abacalero, hay un terreno para sembrar dos cavanes de maíz. Poco á poco podemos comprar los restantes vecinos al mío. Hay mucho dalag, pakó (helechos) y piedrecitas redondas: el lecho del río es todo de piedrecitas redondas. Se puede poner máquinas hidráulicas.

»Yo he empleado las energías de mi juventud sirviendo á mi país, aunque mis paisanos no lo quieran reconocer; sin embargo, no se puede negar que hemos conseguido que en España se ocupen de Filipinas; que esto era lo que faltaba[10]. Lo demás lo harán Dios y España; así lo espero. Mis servicios ahora son inútiles, y todo mi deseo es servir á V. y á mi padre y ayudar á mis hermanas. Si Vds. vienen y me dan libertad de establecerme allá, resucitaremos nuestro antiguo pueblo[11], sin frailes ni guardias civiles, sin tulisanes.

»Verdad es que este río y mi terreno no tiene para mí los recuerdos que tiene Kalamba; pero no todo se puede tener, ni se consigue lo que se puede desear. Yo desearía ser Dios, y ni siquiera soy sacristán, que es ya según algunos el primer paso para estar cerca de Dios.


»Si me dejan establecerme en mi terreno, pienso sembrar cocos.»

De trabajos artísticos, varios son los que se conocen. Además del San Pablo que dedicó al P. Pastells, hizo algunas otras esculturas, alguna de ellas, la del P. Guerrico, premiada años más tarde con medalla de oro en la Exposición de San Luis (E. U. de A.); modeló un buen busto del general Blanco; talló en puño de un bastón la cabeza del gobernador Sitges, etc. Pintaba, dibujaba, fotografiaba… ¡Bueno era él para dar paz á la mano, no teniéndola nunca en aquella su inquieta imaginación!…


  1. Según la que nos fué remitida por D. Pedro Cabangis.
  2. Según copia remitida por D. Vicente Elío.
  3. Poseo copia de la carta y del artículo, tomadas directamente de los originales, en poder del Sr. Francia, que me dispensó el favor de ponerlos á mi disposición por unos días.
  4. Poseo el original, que debo á la bizarría del Prof. Blumentritt.
  5. En relación con lo que en él había venido siendo habitual. Una simple ojeada por la Bibliografía Rizalina, bastará para comprender que si bien Rizal no escribió mucho en la deportación, no fué tampoco escaso lo que en Mindanao produjo.
  6. Alude á la poesía Mi retiro, que queda copiada; págs. 328-331.
  7. De este himno, que consta de seis estrofas y el coro, según el Sr. Ponce, sólo se conoce el fragmento siguiente, que figuró en el proceso; es lo único, de cuanto se aportó en contra Rizal, escrito por éste después del 7 de Julio de 1892; ¡lo único! — Hé aquí ese fragmento:
    A Talisay, de Laón Laang [Rizal]

    Niños somos, pues tarde nacimos,
    Mas el alma tenemos lozana,
    Y hombres fuertes seremos mañana
    Que sabrán sus familias guardar.
    Somos niños que nada intimida,
    Ni las olas el baguio ni el trueno;
    Pronto el brazo y el rostro sereno,
    En el trance sabremos luchar.
    Nuestros brazos manejan á turno
    El cuchillo, la pluma, la azada,
    Compañeros de la fuerte razón.

    Los chicos á que Rizal alude en su carta, eran sus discípulos, á todos los cuales instruía, llevado de su amor á difundir los conocimientos. Rizal, en el último periodo de su estancia en Dapitan, ó, por mejor decir, en Talisay, nombre del lugar, próximo á Dapitan, en que tenía su casa y en hospital, fué un verdadero pedagogo. Sobre esto publico un interesante articulo en El Renacimiento el Sr. Felipe G. Calderón.

  8. Alusión á Marcelo H. del Pilar y los íntimos de éste. Subsistían los disentimientos entre los filipinos. Las palabras de Rizal son de un valor inapreciable, pues ellas prueban que él no se hallaba conforme con los procedimientos por que optaban los verdaderos radicales. — Ya queda dicho que Pilar fué quien ideó el Katipunan. No hay, pues, un solo dato que no sea favorable al antiseparatismo de Rizal.
  9. ¡Cuánta incertidumbre en el espíritu de Rizal, poeta romántico al fin! Tan pronto quiere irse á Luzón, como á España, como á Cuba, como morir tranquilamente en su retiro dapitano…
  10. Rizal tal vez ignoraba que hubiera muerto el quincenario La Solidaridad, que era el encargado de mantener en Madrid el fuego sagrado de las aspiraciones de los filipinos reformistas. Dió su último núm. (el 160) el 15 Noviembre 1895, despidiéndose de los lectores en estos términos:
    «Ante los obstáculos que las persecuciones reaccionarias vienen oponiendo á la circulación de esta Revista en Filipinas, hemos tenido que suspender por algún tiempo su publicación.
    »Hoy que se va encontrando manera de orillar dificultades, no dejaremos de trabajar por vencerlas, bien persuadidos de que todo sacrificio es poco para conquistar los derechos y la libertad de un pueblo oprimido y mal avenido con su esclavitud.
    »Obramos al amparo de las leyes, y así seguiremos publicando esta Revista aquí ó fuera de aquí, según las exigencias de la lucha, en la que los reaccionarios de Filipinas han venido á empeñar á todo filipino que en su alma palpite algún sentimiento de dignidad y vergüenza.
    »Aquí ó fuera de aquí continuaremos desenvolviendo nuestro programa.» [M. H. del Pilar.]
    Marcelo H. del Pilar se trasladó algo después á Barcelona, con el propósito de salir para el Japón, donde pensaba continuar la propaganda, y en Barcelona le sorprendió la muerte. —V. la nota 186.
  11. La autorización para establecer la colonia con que soñaba teníala ya, según la carta del general Blanco á Rizal, fechada en Manila, 1.º de Junio de 1895. —Véase la pág. 326.