Historia general de la medicina en Chile/Capítulo VII

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CAPÍTULO VII.


Nómina razonada de los hechos médicos y de los facultativos que hubo en Chile durante el siglo XVI (1577-1600)
SUMARIO.—§ I. El Cirujano Winter. Juan Muñoz. El Licenciado Reyes. El Médico Damián de Mendieta. El Cirujano Juan Guerra. El Doctor Bernardo Janszon. § II. El primer farmacéutico, la primera partera y la primera curandera española.


§ I.


En 1577, el Cirujano Winter, de la Expedición Drake que recorrió el sur del país, hizo algunos estudios sobre la fauna y la flora chilena dedicándose con especialidad á ensayar las virtudes del drymis chilensis, el canelo, consiguiendo, entre otras curaciones, terminar con el escorbuto que diezmaba á la tripulación de su nave.

El Cirujano Juan Muñoz, en 17 de febrero de 1578, se presentó al Cabildo haciendo la petición de ejercer sus servicios en el hospital, á lo cual «se provegó según por ella pareciera.»—Este es el único dato y antecedente que tenemos sobre la estadía, en Santiago, del cirujano Muñoz.

El Licenciado Reyes, llegó á Chile en 1586, y, según parece, venia precedido de buenos antecedentes; pues, en sesión del Municipio de 28 de Noviembre de ese mismo año se acordó pasar un oficio al Gobernador don Alonso de Sotomayor anunciándole la llegada del dicho licenciado y recomendándolo para que se le nombráse médico y cirujano del hospital. Los cabildantes habían acordado en una sesión anterior, en 21 de Noviembre de 1586, y a pedido del Licenciado Reyes,«que todos los que curen enseñen sus títulos con que curan y que no curen hasta que los enseñen», para lo cual se les dió el pazo de tres días bajo apercibimiento de proveer en justicia.

Es sesión del Cabildo de 20 de Abrilde 1587, Damián de Mendieta prestó el juramento de médico y boticario del Hospital, previa presentación del nombramiento siguiente:

Título de médico del hospital otorgado á Damián de Mendieta:

Don Alonso de Sotomayor, caballero de la Orden de Santiago, gobernador, capitan general y justicia mayor en este Reyno; por S. M. etc, Por cuanto conviene nombrar una persona de ciencia y conciencia que sea médico y boticario del hospital de la ciudad de Santiago, y confiando de vos, Damian de Mendieta que sois tal persona y hábil y suficiente para el uso y ejercicio de los dichos oficios, por la presente, en nombre de S. M. en el entretanto que en su real nombre otra cosa, provea y mande, nombro y elijo á vos el dicho Damián de Mendieta por médico y boticario del hospital de la dicha ciudad de Santiago, y como tal los podais usar y ejercer en todas aquellas cosas y casos á él anexos y concernientes y según y como y de la forma é manera que lo han usado y ejercido las demás personas que han sido médicos y boticarios del dicho hospital; y vos mando que antes y primero que useis los dichos oficios, os presenteis con este mi nombramiento antel Cabildo Justicia y Regimiento de la ciudad de Santiago á hacer el juramento y solemnidad que de derecho estais obligado, é para que conste desde el día que empezais á usar y ejercer los dichos oficios; y mando al dicho Cabildo y á las demás personas, vecinos, estantes y habitantes en la dicha ciudad y al mayordomo, zurujano y barbero del dicho hospital, vos hayan y tengan por tal médico y boticario dél, é usen con vos los dichos oficios y no con otra persona alguna, que para el uso y ejercicio dellos vos doy poder é comisión cumplida cual de derecho en tal caso se requiere, con sus incidencias y dependencias, anexidades y conexidades; é por la ocupación é trabajo que en usar los dichos oficios habeis de tener é padescer, vos doy y señalo de salario en cada un año de los que los usáredes y ejerciéredes ciento y treinta pesos de buen oro de contrato, los cuales mando al mayordomo de dicho hospital que de los bienes é pesos de oro perteneceientes al dicho hospital que son á su cargo, vós lo dé y pague por sus tercios en cada un año de los que usáredes, é que con este mismo nombramiento é traslado dél, sacado en pública forma é vuestra carta de pago, será bastante recaudo para su descargo é mando se resciban é pasen en cuenta en la que diere de los dichos bienes, lo cual se guarde y cumpla, so pena de quinientos pesos de oro para la cámara de S. M. á cada uno que lo contrario hiciere.—Fecho en los Infantes, a veinte y ocho de marzo de mill é quinientos y ochenta é siete años.—Don Alonso de Sotomayor.—Por mandado de Su Señoría.—Martín de Zamora.

El Cirujano Francisco Descalante, fué nombrado en la misma sesión de fecha 20 de abril de 1587, cirujano y barbero del hospital, previo conocimiento de la órden dada en este sentido por el Gobernador don Alonso de Sotomayor, con el sueldo de ciento veinte pesos oro.

Hernán Rodríguez, fué médico del hospital en los años 1592 y 1598, con salario en crudo, pero no en piezas de buen oro.

Uno de los más curiosos documentos de aquella remota época, archivados en el acta de la sesión del Cabildo de Santiago de 6 de febrero de 1593, se refiere á la presentación del cirujano Juan Guerra de Salazar, para ejercer libremente la profesión médica, á la cual acompaña varios documentos que insertamos á continuación:

Presentación de Juan Guerra, Cirujano.—Joán Guerra, cirujano, ante Vuestra Señoría parezco, y digo: que precediendo exámen de suficiente, me aprobó por tal cirujano, en nombre de Su Majestad, el doctor Iñigo de Ormero, protomédico, alcalde y examinador mayor por especial poder y título y provisión de S. M., con las preeminencias y gracias que á cirujano examinado se deben guardar, como consta deste título orijinal, auténtico y certificado de que hago presentación con la licencia que en virtud dél me concedió su señoría el gobernador deste reino, Martín García de Oñez y Loyola, como della consta, que asimismo presento con el título orijinal autorizado y certificado que el dicho doctor Iñigo de Ormero me dió, habiéndome examinado en lo tocante al dicho arte de cirujía y sobre el hacer evacuaciones; y por hallarme hábil y suficiente, usando de la licencia, poder y facultad que S. M. tiene, me mandó dar y dió el dicho título, con requisitoria de su parte para los jueces y justicias de los reynos y señoríos del Rey, nuestro señor, me dejen y consientan usar libremente de lo contenido en los dichos títulos, sin que se me sea puesto embargo ni impedimento alguno, como dellos y de las licencias de Su Señoría consta, á que me refiero; y por ser así cirujano titulado y examinado, me nombró el Gobernador deste reyno por médico cirujano y barbero del hospital desta ciudad de Sanctiago, como consta del nombramiento que presento, para que Vuestra Señoría me mande guardar los privilejios y escenciones que se me deben guardar conforme á los dichos títulos, mandándolo escrébir en el libro capitular de este insigne Ayuntamiento, mandándome volver los orijinales.

A Vuestra Señoría suplico así lo provea y mande, y para ello haya por presentados, los dichos títulos,y en lo necesario, etc.—Joán Guerra.

Proveimiento.—En la ciudad de Santiago, en doce días del mes de Febrero del mill é quinientos y noventa y tres años, ante el Cabildo y Regimiento desta ciudad, es á saber: el licenciado Pedro de Vizcarra, teniente general, y el capitán Tomás de Pastén, alcalde de Su Majestad, y el capitán Alonso de Miranda, rejidores, y ante por míí, el escribano, se presentó esta petición é títulos, dijeron: que se ponga en el libro capitular y se le vuelvan los orijinales, y que use de sus títulos como en ellos se contiene; y así lo proveyeron é mandaron; y dello doy fee.—Ante mí.— inés de Toro.

Título de Cirujano de Juan Guerra.—In Dei nómine, amén,—Sepan cuantos esta carta de examen y licencia vieren, como en la muy noble y muy leal ciudad de los reyes de los reinos y provincias del Perú, en doce días del mes de otubre de mill y quinientos y noventa y dos años, ante el doctor Iñigo de Ormero, protomédico, alcalde y examinador mayor, y por especial poder y título y provisión de S. M. en estos dichos reinos y provincias del Perú y en las ciudades de Panamá y Nombre de Dios del reino de Tierra-firme, por ante mí, Francisco de Morales, escribano de S. M. real. público y del número desta dicha ciudad de los Reyes y del juzgado del dicho protomédico mayor, paresció presente Juán Guerra, cirujano, natural que dijo ser de la ciudad de La Serena, en las provincias de Chile, hombre de mediano cuerpo, rehecho, algo moreno de rostro y la barba algo roja, con una señal de herida junto al ojo derecho, de edad de treinta y cinco años, poco más ó ménos, é hizo presentación de una información de testigos fecha en la dicha ciudad de La Serena, de las dichas provincias, ante la justicia della, autorizada y en manera que hizo fee; y asimismo hizo presentación de otros recaudos, por donde constó el dicho Juan Guerra haber usado y ejercido el arte de cirujano mas tiempo del que se manda por las leyes y pregmáticas de S. M. y practicándolo con médicos y cirujanos aprobados, y pidió al dicho protomédico lo mandase examinar y examinase en lo tocante al dicho arte de la cirugía, y hallándole hábil y suficiente, le diese el título y ciencia para le usar y ejercer libremente, y visto lo susodicho y la dicha información y demas recaudos por el dicho protomédico mayor, en presencia de mí, el dicho escribano, y testigos de yuso escriptos, examinó al dicho Joán Guerra en lo tocante al dicho arte de cirujano, y le hizo muchas preguntas y repregunts, así cerca de la anatomía del cuerpo humano como de las llagas, apostemas, heridas y otros males, y sobre el remedio y reparo dellos, á todo lo cual el dicho Joán Guerra respondió y satisfizo bien y cumplidamente, como hombre hábil y suficiente en el dicho arte; y visto por el dicho protomédico mayor su habilidad y suficiencia, le mandó dar la presente, por la cual, usando de la provisión y título que S. M. tiene, que por su prolijidad y por ser notoria no va aquí insertada, la licencia y facultad al dicho Joán Guerra para que de aquí adelante, por todos los días de su vida, sin pena ni calunia alguna, pueda, en todos los reinos y señoríos de S. M, usar y ejercer el dicho arte de cirujano en todas las cosas y casos a él anexos y concernientes, y curar cualesquier heridas, llagas y apostemas, todas y otras cualesquier enfermedades tocantes al arte de cirugía, aunque sean heridas penetrantes; y de parte de S. M. exorta y requiere á todos y cualesquier jueces y justicias de todos sus reinos y señoríos, hayan y tengan al dicho Joán Guerra por tal cirujano examinado y usen con él el dicho arte en todas las cosas y casos que se ofrescieren, y no consientan que en ello le sea puesto embargo ni impedimento alguno, so las penas en que caen é incurren los que se entremeten á conoscer de jurisdicción en que no tienen poder, antes le guarden y hagan guardar todas las honras, gracias. mercedes, franquezas y libertades, exenciones y preeminencias que á semejantes cirujanos examinados le deben ser guardadas, y le acudan y hagan acudir con los derechos y salarios que por la dicha razón se le debieren y dello le pertenescieren; y del dicho Joán Guerra fué rescebido juramento en forma de derecho, so cargo del cual prometió de usar bien y fielmente del dicho arte de cirujano, y que estudirá con cuidado las cosas que se le ofrescieren, y á los pobres hará limosna en su oficio, y de lo susodicho el dicho protomédico mayor le mandó dar y dió la presente, firmada de su nombre y signada y firmada de mí, el dicho escribano, siendo presentes, por testigos, Martín Sanches, cirujano, é Ignacio de Ormero, residentes en esta ciudad.—Fecha ut supra.—Francisco de Morales, escribano de S. M., público y del número desta ciudad.—El Doctor Ormero.—Lo fice escribir é mio signo,en testimonio de verdad.—Francisco de Morales, escribano público.

Certificación.—Los escribanos que aquí firmamos nuestros nombres certificamos y damos fee que el doctor Iñigo de Ormero, de quien va firmado el testimonio de suso y de quien en él se hace mención, es tal protomédico mayor en esta ciudad y reino, y como tal usa y ejerce el dicho oficio, y Francisco de Morales de quien va signado y firmado el dicho testimonio, es tal escribano como en él se nombra, y á las escrituras, testimonios y otros autos que ante él han pasado y pasan, se les ha dado y da entera fee y crédito en juicio y fuera dél. Fecho en la ciudad de los Reyes, á diez y siete días del mes de otubre de mill y quinientos y noventa y dos años.—Antonio Rodriguez Galindo, escribano real.—Tomé Ruiz, escribano de provincia.—Alonso Hernández, escribano público.—Rodrigo Alonso Castillejo, escribano del Rey, nuestro señor-—Esteban Peres, escribano público.

Pedimento de Licencia.—En la ciudad de Santiago, reino de Chile, á nueve dias del mes de enero de mill y quinientos y noventa y tres años, ante Martin García Oñez y Loyola, caballero de la Orden de Calatrava, gobernador, capitan general y justicia mayor deste reino é provincias de Chile, por el Rey, nuestro señor, paresció Juan Guerra, cirujano, y presentó el título de cirujano atrás contenido y pidió á su señoría del dicho Gobernador que, en virtud dél, le dé licencia para usar el dicho oficio de cirujano en todas las ciudades deste reino y cada una dellas. Por Su Señoría visto el dicho título, dijo: que en virtud dél daba y dió licencia al dicho Juan Guerra para usar el arte de tal cirujano que por él se le concede en este reino de Chile y ciudades dél, libremente, como tal cirujano examinado; y así lo proveyó y firmó de su nombre.—Martin García de Loyola.—Ante mí.—Diego de Castro, escribano de gobernación.

Presentación del Título de exámen.—En la ciudad de Santiago, reino de Chile, á nueve días del mes de enero de mill y quinientos y noventa y tres años, ante Martin García Oñez y Loyola, caballero de la Orden de Calatrava, gobernador, capitan jeneral y justicia mayor deste reino é provincias de Chile, por el Rey, nuestro señor, paresció Juan Guerra, cirujano, y presentó el título de exámen de evacuaciones á el dado por el doctor Iñigo de Ormero, protomédico atrás contenido, y pidió á su señoría del dicho Gobernador que, en virtud dél, le dé y conceda licencia para usar dél en las ciudades deste reino y cada una dellas; é por Su Señoría visto, dijo: que daba y dió licencia al dicho Juan Guerra para que use de el dicho título en este reino y ciudades de él y cada una dellas como por él les concedido, sin incurrir en pena alguna, y manda á las justicias de S. M. le tengan por tal y no la pongan impedimento alguno; y así lo proveyó y firmó.—Martin García de Loyola.—Ante mí.—Diego de Castro, escribano de gobernación.

Se nombra á Juan Guerra, Médico Cirujano y Barbero del Hospital.—Martín Garciá de Oñez y Loyola, caballero de la Orden de Calatrava, gobernador, capitán general y justicia mayor de estas provincias y reino de Chile, por el Rey, nuestro señor, etc. Por cuanto conviene nombrar una persona de ciencia y experto en la medicina y cirujía para que cure á los enfermos del hospital de pobres desta ciudad de Santiago, y confiando de vos, Juan Guerr, médico y cirujano aprobado y examinado, que sois buen cristiano, y que como tal y con caridad, cuidado y celo curareis los enfermos del dicho hospital; por tanto, en nombre de S. M. y por virtud de su real cédula de patronazgo, de que en esta parte usocomo mejor puedo, elijo y nombro á vos, el dicho Juan Guerra, por médico, cirujano y barbero del hospital de pobres desta ciudad de Santiago, por tiempo y espacio de un año cumplido primero siguiente, que corra y se cuente desde hoy día de la fecha desta mi provisión, más ó menos lo que mi voluntad fuere, para que como tal médico, cirujano y barbero, cureis á los enfermos que en el dicho hospital hay y hobiere de todas las enfermedade que tuvieren necesidad, y según y como lo han hecho y debido hacer los demás médicos, cirujanos y barberos que ha habido en el dicho hospital, visitando los enfermos como es costumbre y requere la necesidad dellos;y mando al mayordomo que es ó fuere del dicho hospital os tenga por tal y deje curar y que cureis y sangreis los dichos enfermos, dandoos las medicinas y cosas necesarias para ello, y haciendo que se guarde las órdenes que diéredes á los tales enfermos para el beneficio de su salud, y vos y no otro alguno cure y sangre los dichos enfermos, los cuales como á tal médico y cirujano os acaten y tengan; y mando al Cabildo desta ciudad, vecinos, moradores, estantes y habitantes della, os tengan por tal y hagan guardar y guarden las honras y exenciones y libertades que por razón del dicho oficio debeis haber y tener y vos deben ser guardadas bien y cumplidamente, en guisa de que vos no mengüe ni falte ende cosa alguna; y por el trabajo y ocupación que en lo susodicho habeis de tener vos señalo para vuestro sustento dos carretadas de leña cada semana y dos carneros y una hanega de trigo y tres botijas de vino cada mes, teniéndolo de cosecha el dicho hospital, con las cuales dichas dos carretadas de leña y dos carneros y una hanega de trigo, mando al dicho mayordomo os acuda cada semana, como fuéredes sirviendo el dicho oficio, y tres botijas de vino cada mes, teniéndolo de cosecha el dicho hospital, y no con otra cosa alguna, que con esta mi provisión y vuestra carta de pago y certificación del dicho mayordomo del tiempo que lo sirviéredes, será bastante recaudo para el susodicho y, mando se le pase en cuenta; y vos doy comisión para usar el dicho oficio. Fecho en Santiago de Chile, en cuatro días del mes de Febrero de mill y quinientos y noventa y tres años.—Martin García de Loyola.—Por mandado del Gobernador.—Diego de Castro.

Quedó nombrado Juan Guerra de Salazar por médico, cirujano y barbero del hospital de Santiago, y con el salario de dos carretadas de leña, dos carneros, una fanega de harina cada semana, y tres botijas de vino por mes.

El 10 de Enero de 1594, se le dió el nombramiento honorífico de «médico y cirujano de esta ciudad y república.»

Mas tarde en vista de sus buenos servicios y competencia le otorgó el título, por dos años, como médico del hospital y para curar á españoles como á naturales, el Gobernador, Capitán general y Justicia Mayor del reino don Alonso García Ramón, en la ciudad de Concepción, el 17 de Septiembre de 1607-

El mismo Gobernador nombró á dicho cirujano y capitan Juan Guerra de Salazar, protomédico, alcalde y examinador mayor del reino, con fecha 25 de Octubre de 1615, por ser muy práctico y experimentado, según pública notoriedad, sus largos servicios públicos, concediéndole todas las gracias, mercedes, franquezas y libertades concernientes á las personas que tal oficio ejercían en España.

Con fecha 15 de Enero de 1616, hemos visto una prohibición del Ayuntamiento para que el cirujano Guerra saliese de la ciudad, como acostumbraba hacerlo hasta lugares distantes, como Concepción, conminándolo con una multa de 500 pesos de oro.

El doctor Bernardo Janszon, merece ser recordado, en este lugar, pues, en el año 1599, recorrió los mares y tierras australes, incorporando á la expedición holandesa de Simón Cordes, dedicándose á los estudios de las ciencias naturales, aplicadas al territorio.

En su diario de viaje, que vió la luz pública en Europa, con el nombre de Memorias, se leen interesantes descripciones sobre Chile y, en especial, sobre la Tierra del Fuego, los usos de la raza fueguina y sus creencias sobre la curación de las enfermedades por medio de signos y groseras gesticulaciones [1].

El doctor Janszon fué uno de los médicos que visitó el territorio chileno con mayor preparación científica. Sus Memorias publicadas en idioma holandés, fueron traducidas al alemán y al latín. Un resúmen de este trabajo se halla en la «Histoire des navigations», por Bross, y, tomándolo muy en cuenta, escribió sir Ollivier du Voort, en 1602, en Amsterdam, su obra «Description du penible voyage a l'entour du Globe terrestre».—[2]


§ II.


Como complemento de este período colonial, recordaremos á tres estantes y habitantes de la capital del Reino de Chile que dieron mucho que hablar á la villa en los comienzos de su vida; nos referimos á don Francisco Bilbao, á doña Isabel Bravo y á doña Inés de Suarez.

El primer boticario del Reino, establecido en Santiago, fué Francisco Bilbao, quien, á causa de la carestía de sus remedios, provocó una reclamación del pueblo, ante el Cabildo, anotada en un largo memorial de fecha 21 de Abril de 1566. El alcalde ordenó una investigación y, en vista de ella, los cabildantes, el 24 del mismo mes, prohibieron á Bilbao la venta de remedios, «ni otra cosa por ninguna vía, por causas que á ellos los mueven, vista cierta información sobre ello tomado, so pena de 500 pesos de oro para la cámara y propios y denunciador». El 29 de Abril, el boticario apeló de tal resolución y se presentó a dar cuenta, citado por el Cabildo, asegurando acatamiento á todas las resoluciónes de la autoridad, y «que no quiere mas de lo que á que sus mercedes paresciere, y que se le tasen aquellas cosas que se pueden tasar, moderadamente. Y para ello se llamó al licenciado Pacheco, médico, y se le tomó juramento en forma, y él lo hizo, so cargo del cual declaró y prometió hacer la tasa de aquellas medicinas que le pareciere que se deben tasar y pueden vender sin que estén recetadas, y que en todo dé la orden que se deba tener para el bien de la república».

El licenciado Pacheco presentó un arancel de precios para que por él se rijiera la botica de Francisco Bilbao, calmando la ansiedad que tan bullado asunto había despertado entre los santiagueños.

Isabel Bravo, ha pasado también á la historia por haber sido la primera partera que vino á Chile, y que pidió licencia al Cabildo, en 1568, para ejercer su oficio, previa presentación de documentos que atestiguaban su competencia, firmadas por el protomédico de Lima, doctor Francisco Gutierrez. En dicho título se lee que á Isabel Bravo en 1559 se «le hizo muchas preguntas tocantes al oficio é arte de partera, así en en conocimiento que se ha de tener de parto natural como en el modo de tener de ayudar a que la criatura salga entera y viva, y de cuantas maneras hay de partos y otras muchas preguntas, a todas las cuales Isabel respondió bien, clara y abiertamente, en tal manera que el dicho dotor dijo que era hábil y suficiente en el dicho oficio y arte.»

El Cabildo le otorgó el permiso de partear, en 22 de Octubre de 1568.

Inés de Suarez, la hermosa y brava malagueña que al lado de Pedro de Valdivia era tan diestra en cortar cabezas de araucanos, como piadosa y útil para curar las heridas de los conquistadores, fué la primera médica práctica que tuvo el reino.

Esta heroica mujer poseía algunos conocimientos de las hierbas medicinales, los cuales supo aprovechar, admirablemente, para atender á los guerreros españoles.

En la «Defensa de Pedro de Valdivia» [3] se hallan las declaraciones de Luis de Toledo, Gregorio Castañeda y Diego Garcés de Carrasco que, respectivamente, dicen que «Inés de Suarez ha fecho mucho bien en curar á los españoles y apiadallos,»—«é curar desconcertaduras é otras cosas,» y «le han visto facer mucho bien á los españoles é curarlos en sus enfermedades

El mismo Pedro de Valdivia firmó la declaración siguiente: «E yo la recojí en mi casa solo para servirme della por ser muger honrada para que tuviera carga de mi servicio y limpieza, é para mis enfermedades[4]

Todos los cronistas de aquella época estan contestes en asegurar que Inés de Suarez fué una mujer tan valiente, como bondadosa, y hábil para practicar la medicina.



  1. Historia General de Chile, por Diego Barros Arana. Tomos I y III
  2. En las numerosas excursiones científicas, marítimas, comerciales, geográficas, botánicas etc.. que han recorrido nuestros mares y territorio, ha habido médicos, que, aunque hayan estado sólo de paso, han dejado observaciones para las ciencias naturales y la medicina; de estas nos ocuparemos cuando la importancia de sus trabajos así lo requieran.
  3. Estudios diversos sobre Pedro de Valdivia—Proceso de id—Defensa de id etc, por Suarez—Archivo Vicuña Mackena—Vol. XXVIII.—Bibl. Nac.
  4. Proceso de Pedro de Valdivia, por Diego Barros Arana.
Historia general de la medicina, tomo I de Pedro Lautaro Ferrer

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