Historia general de la medicina en Chile/Capítulo XXVIII

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CAPÍTULO XXVIII. GUILLERMO C. BLEST

De la Sociedad Médico-Quirúrgica de Edimburgo
De la Sociedad Médica del Colegio de la Trinidad de Dublin,
De la Compañía de Cirujanos-Boticarios de Londres.
Corresponsal de la Sociedad Huntariana de Londres,
Licenciado en el arte Obstetrical.
Presidente de la Sociedad Médica de Chile.
Presidente del Protomedicato.
Cirujano Mayor de Ejército.
Inspector General de Medicina.
Médico Director de Vacuna.
Médico en jefe de los hospitales de Santiago,
Fundador de la Escuela Médica.
Profesor de Medicina.
Miembro fundador y Decano de la Facultad de Medicina y Farmacia




Guillermo C. Blest, llegó á Chile en 1823, [1] en viaje de salud, permaneciendo una temporada en Santiago para curar á una hermosa dama que estropeó su caballo—según Vicuña Mackenna—lo que fué causa de su estadía definitiva en Chile.

De orígen irlandés, educado con noble esmero, ocupó en su país, desde muy joven, distinguida posición tanto en la sociedad como en los centros científicos de Dublin, Edimburgo y Londres.

Desde su llegada, supo captarse entre nosotros, un lugar preferente, á que tenían derecho su intelijencia, su laboriosidad y su cultura.

Aquel espíritu hidalgo, dedicado al bien de la humanidad doliente y á la ciencia, fué el primero que levantó el nivel moral del médico en nuestra patria.

Anhelante de nobles ambiciones, como hombre, como facultativo y como miembro de una sociedad naciente que le abrió sus puertas con extraordinaria sinceridad, contribuyó por cimentar las bases del progreso intelectual, dejando por doquiera que alcanzó su obra, imperecederas huellas de su intelijencia, de su labor y de su altruismo.

En el año 1826, dominado por laudables propósitos, publicó su primer trabajo científico, en el cual se analiza el estado de la medicina chilena, con claridad, método y verdad, poniéndo al descubierto los defectos y peligrosas consecuencias de dicha incuria, y detallando un plan razonado de reformas.

En 1828, dió á la prensa otro interesante opúsculo sobre las enfermedades propias de Chile, que lo presenta como un observador discreto y un aventajado clínico, además de revelarlo escritor ameno y atrayente.

En la sección bibliográfica, ampliaremos estos detalles y daremos á conocer algunos períodos de su interesante literatura que tiene la doble importancia de constituir un luminoso cuadro científico é histórico que abarca una porción extensa de la vida nacional.

Pero en donde Blest, se destaca con vinculaciones perennes, quedando su nombre ligado á la historia patria—como él mismo, proféticamente, lo dejó escrito—es en el profesorado y en la organización é inauguración de la Escuela Médica que le confió el gobierno, permitiéndole que su nombre «quedase escrito en las futuras páginas.»

Desde que se inició la enseñanza, en 1833, comienza también para Blest la acción primordial de su existencia.

Tres generaciones de discipulos aprendieron la patología y la clínica interna, con todos sus ramos dependientes, hasta el año 1851 en que se retiró del profesorado.

En el decenio anterior á las años de su vida docente, estudió el clima, los hábitos, las enfermedades, epidemias y endemias, dejándonos datos valorosos para la formación del mapa patológico de la república.

Alejado de la actividad de la Escuela, se dedicó al ejercicio de su filantropía é infatigable misión profesional.

Desde 1823 hasta 1884, período que comprende su bienhechora estadía en el país, hay recuerdos indelebles que marcan como en escultórico relieve los hechos de su dilatada y fecunda vida de labor.

Levantando y dignificando la profesión médica, elevado en su cátedra, escudriñando los secretos del mal, revelándolos, advirtiendo la manera de prevenirlos ó de dominarlos, y comunicándolos á la posteridad, en el ejercicio de sus funciones fiscalizadoras y dirijentes de la acción médica, al lado del paciente, en la choza ó en el palacio, en todas las esferas de la actividad, merece el puesto que le ha asignado la historia.

Poseía la necesidad de hacer el bien, y hasta en sus últimos días, achacoso, cargado de años, asistía á los enfermos que en súplicas le exigían su presencia, sanándolos muchas veces su venerable figura, sus palabras de aliento y de consuelo, con aquella poderosa sugestión que ejercen los médicos superiores.

El Dr. Augusto Orrego Luco, nos ha referido que en 1880, aquel privilejiado anciano poseía su cerebro vitalisado con admirable fuerza, como pudo comprobarlo al asistir con él á una junta en unión de sus colegas Wenceslao Diaz y Adolfo Murillo, para tratar de un caso grave de cirrosis atrófica del hígado; recuerda el Dr. Orrego Luco el criterio clínico del Dr. Blest, la lucidez y el certero raciocinio de su juicio médico al discutir aquel interesante cuadro patológico.

Sus poderosas y robustas facultades, ejercitadas en pro del bien y de su segunda patria que amó tanto, las entregó á la Providencia, según la frase de Wordswrot, devolviéndolas como de ella las había recibido, en una alma entera, noble y sana.

La síntesis de su vida se encierra en estas frases:

Su ideal fué el estudio, la enseñanza, y la práctica de su humanitaria profesión.

Su obra fué la realización de tan hermoso programa.

Bibliografía

Observaciones sobre el estado de la medicina en Chile; con la propuesta de un plan para su mejora—Hoc scripsi non otii abundantia sed amoris erga te.—Santiago de Chile.—Imp. Independiente.—4.º 18 pag.—1826.—(Anotada en el texto.)

Ensayo sobre las causas mas comunes de las enfermedades que se padecen en Chile; con indicaciones de los mejores medios para evitar su destructora influencia—Hoc opusculum ut in ederem non fecit profecto inanis ac popularis aurae captandae cupiduas sea eo adductas sum, ut multis meorum oequalium hine inde errantibus viam mostrarem et alicuantulum munirem.—Santiago.—Imp. Renjifo.—4.º 62 pag.—1828.

Este interesante trabajo está dividido en ocho capítulos, á saber:

1.º—De la policía municipal.

2.º—Miasmas.

3.º—Homicidios.

4.º—Influencia solar.

5.°—Vicisitudes de la temperatura atmosférica.

6.°—Medios preservativos.

7.°—De los alimentos.

8.°—Del ayuno.

Comienza su estudio el Dr. Blest, con la pintoresca descripción que á continuación transcribimos:

«La ciudad de Santiago, elevada sobre centenares de pies sobre el nivel del mar—rodeada de un alto y majestuoso cordón de montañas—regada por infinitas corrientes de agua—favorecidos sus campos vecinos con variadas fuentes medicinales, y socorrida con toda clase de hortalizas y frutos, parece que la naturaleza la hubiera destinado para ser la mansión de un pueblo que gozase de la posible felicidad terrestre y de la mayor longevidad humana.

Con todo, mirándola con ojos menos deslumbrados y examinando con filosófica escrupulosidad su policía interior, encontramos que es hermosa en apariencia; y que la mayor parte de sus fruiciones las debe á las fértiles campiñas que la rodean.»

«Los campesinos de los alrededores, con sus alegres rostros, sus vivas miradas, su marcha, todas sus acciones y movimientos, advierten su sanidad. El invierno y el verano, la estación seca ó húmeda, causan el mismo efecto sobre sus rústicas constituciones; ellas sólo ceden á la inexorable guadaña del tiempo, ó á la destructora influencia de algún ejercicio corporal violento. Sus humildes cabañas son limpias y bien ventiladas; su habitador se acuesta en su duro, pero saludable lecho, y se levanta por la mañana lleno de frescura y vigor. No encuentra en su puerta inmundicias amontonadas. Estrechas calles no le privan de respirar libremente, ni aguas detenidas perturban, con sus nocivos y mortíferos vapores, el tranquilo curso de su sangre.»

Continúa, en seguida, pintando el reverso de lo que pasa en Santiago: la nula acción de la policía sanitaria; las calles mal empedradas en el centro de la ciudad, y sin pavimento, llenas de basuras, inmundicias y lodazales, en los suburbios; las acequias infectas con cieno podrido, y en constantes aniegos; las habitaciones de los proletarios convertidas en pocilgas estrechas, sin ventanas, donde duermen en plena tierra ocho ó más personas amontonadas, con perros y gatos; el desaseo de la jente pobre que no usa de ablusiones ni de baños; la golosa alimentación de sustancias de difícil dijestión; el alcoholismo; la plaga aterradora de los heridos á cuchillo, la peste de Chile, como le llama gráficamente, que llena los hospitales, y que, por la fecha de su estudio, cita 29 casos en 13 dias, asistidos sólo por él; las epidemias constantes de disentería como la terrible de 1826, las de chavalongo ó tifus, y otras dolencias, como la abultada proporción de enfermos del hígado, principalmente en el verano; la gran invasión de fiebre puerperal que no perdonó mujer en 1827; la asombrosa mortalidad de la capital que con menos de 70.000 habitantes tuvo 1.583 cadáveres únicamente en los cuatro primeros meses de 1828; y en suma las malas condiciones higiénicas de Santiago que la hacen una de las ciudades más insalubres del globo.

«Es demasiado y generalmente sabido—dice el autor—que en todas las estaciones del año y por varios consecutivos días de la semana, las acequias interiores de las casas se hallan tan completamente obstruidas por la acumulación de animales muertos y materias vejetales, que cierran enteramente el paso á la menor cantidad de agua. Las calles atravesadas y muchas de las principales, no son menos inmundas, por lo que un extrangero que visite á Santiago podria creer que es la población más sucia de la América del Sud. Una triste experiencia, principalmente en los últimos tiempos, ha enseñado que la descomposición de las materias orgánicas, ya sean animales ó vegetales, avanzadas, por el calor y la humedad, despiden ciertos efluvios, cuyas propagaciones son sobremanera perjudiciales á la salud del hombre.»

«El gusto depravado de la cocina de Chile, parece buscar todos los ingredientes que tienen la propiedad de destruir los poderes del estómago, y por este medio la salud y la fuerza de todo el sistema. Ningún plato agrada á sus paladares sino es un compuesto heterojeneo de carne, ají, pimienta, ajo, cebollas, tomates y grasa, y otros perniciosos agregados; y sobre todo, ellos devoran el queso y los dulces de todas clases sin alguna consideración racional de su calidad ó cantidad.» «Así como unos se enferman porque comen á toda hora, no dejando descansar el estómago y agotando sus fuerzas, así se enferman otros con el ayuno que produce muchos más efectos perniciosos sobre la constitución humana. Es pernicioso porque sabemos por hechos bien comprobados que cuando el suco gástrico no encuentra en el estómago alimentos ú otras sustancias extrañas, obra sobre la sustancia misma del estómago. De aquí fatigas, afecciones nerviosas del estómago y debilidades en todos los órganos que necesitan reparar las fuerzas en el trabajo de vivir, asimilando lo útil i desasimilando los residuos.»

Este comprensivo cuadro de la morbilidad de Santiago, escrita hace 76 años, es una pintura exacta que pone de manifiesto la incuria comunal que, por desgracia, no ha mejorado en mucho al tratarse de los barrios apartados de la ciudad, y que también ha dejado en análoga condición todo cuanto se refiere á los usos, alimentos é higiene de las clases proletarias.

El Sécale cornutum.—Al señor Presidente i miembros de la Sociedad Médica.—Santiago, Febrero 3.—Gaceta Ministerial, N.° 14.—1829.

Se da cuenta del referido medicamento que, por aquella época, se comenzaba á generalizar con éxito en Inglaterra, según lo anunciaban libros y revistas que acababa de recibir su autor.

El Sécale cornutum.—Gaceta Ministerial, N.° 14.—Santiago.—1829.

Del estudio y uso terapéutico de este medicamento llega á estas conclusiones:

El Sécale debe usarse:

1.°— En los partos difíciles por debilidad de la enferma y relajación de las partes.

2.°—En las convulsiones llamadas puerperales.

3.°—En las retenciones de placentas que no sean adherentes.

4.°—En la hemorrajia en el parto y después del parto, ya sea por relajación del útero como por dilatación de los vasos. (El Dr. Passamán, refutó las conclusiones de este estudio, en el Criticón Médico y en artículos de la prensa.)

Refutación de los papeles últimamente publicados por el Dr. Passamán, i por un desconocido «Amante de la humanidad», contra el medicamento llamado Sécale cornutum.—Santiago.—Imp. Renjifo.—4.° 40 pag.—1829.

Este folleto es una réplica á la ardiente polémica que se suscitó con los Drs. Passamán y Miquel, acerca del uso de dicho medicamento, con motivo de haber negado Passamán los grandes beneficios que, para todo caso, se reclamaban para el Sécale, apuntando algunos casos fatales con su aplicación.

Sostuvo Blest sus ventajas, y achaca los accidentes á ignorancia de su conocimiento y á errores respecto de la dosis y de la oportunidad de dar el remedio.

Informe sobre la Vacuna—Santiago— El Araucano—1830.

Informe sobre las causas de la epidemia de escarlatina, desarrollada en Valparaíso en 183l—El Araucano—Enero de 1832.

A dos causas achaca la propagación de la epidemia: 1.°—A un miasma específico engendrado por los grandes calores y las acumulaciones excrementicias estancadas que existían en las quebradas y otros parajes, avivado por la ausencia total de agua y de los vientos ordinarios del sur.

2.°—A un estado ó temperamento particular de la atmósfera que predispone á la mayor parte de la población á ser afectada por aquel miasma.

Alocución del profesor de medicina Dr. G. C. Blest en la apertura del curso de esta facultad—Santiago, 26 de Abril—El Araucano—1833. (Anotada en el texto.

Primer diploma de profesor en Cirugía i Medicina, expedido por el Presidente del Protomedicato, á favor de don Tomás Leigthon—25 de Mayo de 1834—1 folio apaisado.

Elementos de Patología y Terapéutica.

Es una obra inédita—que conservo en mi poder—en que se compilan las lecciones que dió este profesor durante el primer curso.

En 1845, don José Victorino Lastarria, elevó una nota al Ministerio de Instrucción, pidiendo que se imprimiese dicha obra por cuenta fiscal, ó que se ayudase á su autor en los gastos, lo que no se hizo por falta de fondos disponibles.

Esta interesante Patología está clara y concisamente escrita y ha sido una lástima que el Gobierno de aquel tiempo no la hubiese dado á luz, pues aún hoy día sería leída con interés, principalmente en la parte descriptiva de las enfermedades y su tratamiento. En un capítulo sobre terapéutica se halla un recetario que revela el criterio médico de su autor; es tradicional la fama de sus recetas muchas de las cuales se conservan aún en las antiguas familias y las guardan como hueso de santo.

Observaciones que manifiestan la necesidad de la adopción de ciertas condiciones Topográficas y ciertas reglas Higiénicas para el mas eficaz tratamiento de la Tisis. «Hoc opusculum est in publicum ederem, non fecit profecto inanis, ac popularis auræ captandœ cupidatas, sed es adductus sum, ut inultis meorum æquatium hinc inde errantibus viam mostrarem, et aliquantulum munirem.»

Conservo, también, este opúsculo inédito, que trata admirablemente sobre el clima de alturas.

Aguas minerales de Chillán.—Art. publicado en «El Ferrocarril» y en A. de la Univ. en 1860.—Preconiza el uso externo de dichas aguas, pero cree que no deben beberse por contener principios opuestos, como el azufre, que es laxante, y la cal, astrinjente.

De la vacuna, su naturaleza sus virtudes i su propagación—Santiago—Imp. Chilena—4.° 113 pag.—1872.

Es un manual didáctico presentado con método y claridad que fué utilizado tanto en las juntas de vacuna de la república, como por los particulares.



  1. En un archivo de documentos inéditos del Dr. Blest—que puso á mi disposición la Sta. Luz Blest Gana—encontré un trozo del diploma de doctor que obtuvo en la Universidad de Edimburgo, en la Academia de Jacobo IV, el día 21 de Marzo de 1821. Al respaldo se halla una nota que dice que la tesis del doctorado, versó sobre «La Amenorrea.»
Historia general de la medicina, tomo I de Pedro Lautaro Ferrer

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