Kalendas (DFV)

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Nota: En esta transcripción se ha mantenido la ortografía original.

Kalendas

LA festividad de la Circuncisión que celebra la Iglesia el primero de enero, ha reemplazado otra que se llamaba la fiesta de las kalendas, de los asnos, de los locos, o de los inocentes según la diferencia de los lugares y de los días en que se celebraba. Lo más frecuente era el día de la Natividad, el de la Circuncisión, o el de la Epifanía.

En la catedral de Ruan había en el día de la Natividad una procesión en la que ciertos eclesiásticos escogidos a propósito representaban los profetas del antiguo Testamento, que han predicho el nacimiento del Mesías; y tal vez ha dado el nombre a esta fiesta el profeta Balaam que se presentaba en ella montado en una borrica; mas como el poema de Lactancio, y el libro de las Promesas, que se dice de san Próspero, refieren que Jesús fue reconocido en el pesebre por el buey y por el asno según este pasaje de Isaías: "El buey ha reconocido a su amo, y el asno el pesebre de su Señor" (cap. I. v. 3.), a pesar que ni el Evangelio, ni los antiguos padres han observado esta circunstancia, es mas verosímil que la fiesta del asno ha tomado de ella su nombre.

En efecto, el jesuita Teófilo Raynaud atestigua que el día de san Esteban se captaba una secuencia del asno, que también se llamaba la secuencia de los locos; y que el día de san Juan se cantaba otra llamada del buey. En la biblioteca del cabildo de Sens se conserva un manuscrito en vitela con miniaturas que representan las ceremonias de la fiesta de los locos. El texto contiene la descripción de esta fiesta, en la que se encuentra la secuencia del asno: esta se cantaba a dos coros que imitaban por intervalos y como por estribillo el rebuzno de este animal. He aquí el sumario de esta descripción:

En las iglesias catedrales se elegía un obispo, o un arzobispo de los locos, y su elección se confirmaba por toda suerte de bufonadas, que servían de consagración. Este obispo oficiaba de pontifical, y daba la bendición al pueblo con la mitra, el báculo, y aun la cruz arzobispal. En las iglesias que dependían inmediatamente de la santa silla, se elegía un papa de los locos, que oficiaba con todos los ornamentos de los papas. Todos los clérigos asistían a la misa, unos vestidos de mujeres, otros de bufones, o enmascarados de una manera grotesca y ridícula. No contentos con cantar en el coro canciones licenciosas, comían y jugaban a los dados en el altar, al lado del celebrante. Concluida la misa, corrían, saltaban y bailaban en la iglesia, cantaban y proferían palabras obscenas, haciendo mil posturas indecentes, y hasta quedar casi desnudos; enseguida se hacían conducir en unos chirriones llenos de basura, de de la que tiraban al populacho que se amontonaba a su rededor. Los seglares más libertinos se mezclaban también al clero, para hacer también algún papel de loco con hábitos eclesiásticos.

Esta fiesta se celebraba igualmente en los monasterios de frailes y de monjas, como lo atestigua Naudé [1] en su queja a Gasendo en 1645, donde refiere, que en el convento de san Francisco de Antibo, ni los frailes sacerdotes ni el guardián iban al coro el día de inocentes: los frailes legos ocupaban sus sillas en aquel día, y hacían una especie de oficio, vestidos con los ornamentos sacerdotales desgarrados y puestos al revés: lo mismo tenían los libros haciendo que leían con anteojos hechos de cáscaras de naranja, y diciendo palabras sin orden, dando gritos y haciendo contorsiones extravagantes.

En el segundo registro de la iglesia de Atun del secretario Rotarii, que acaba en el año de 1416, se dice sin especificar el día, que en la fiesta de los locos se conducía un asno, al que se le ponía una capa de coro, y se cantaba: ¡Ha Señor asno, haa haa!

Ducange refiere una sentencia de la oficialidad de Viviers contra un tal Guillermo, que habiendo sido elegido obispo loco en 1406, se negó a hacer las solemnidades y los gastos de costumbre en semejantes ocasiones.

En fin, los registros de San Esteban de Dijon de 1521 hacen fe sin decir el día, que los vicarios corrían por las calles con pitos y tamboriles y otros instrumentos, y llevaban faroles delante del primer chantre de los locos, al que pertenecía principalmente el honor de la fiesta. Pero el parlamento de aquella ciudad prohibió por decreto de 19 de enero de 1552 la celebración de esta fiesta, que ya habían condenado algunos concilios, y en particular una carta de 12 de marzo de 1444, que la universidad de París había circulado a todo el clero del reino. Esta carta que se encuentra a continuación de las obras de Pedro de Blois, dice, que esta fiesta parecía al clero tan bien pensada y tan cristiana, que consideraba como excomulgados, los que intentaban suprimirla; y el doctor de la sorbona Juan Deslions nos dice en un discurso, que un doctor en teología sostuvo públicamente en Auxerra hacia fines del siglo quince, "que la fiesta de los locos no era menos aprobada por Dios, que la de la inmaculada concepción de la Virgen; además de que era de mucha mas antigüedad en la Iglesia."



  1. M. de la Roque llama al autor Mathurin de Neuré. Véase el Mercurio de septiembre de 1738.