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Índice:Fábulas literarias (1782).djvu

De Wikisource, la biblioteca libre.
Autor Tomás de Iriarte
Título Fábulas literarias
Año 1782
Imprenta Imprenta Real
Fuente Obra en Google Libros y en Commons.
Modernización de la ortografía
Metadatos Q65665608
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ÍNDICE
DE LAS FÁBULAS
Y
DE SUS ASUNTOS


Prólogo. Fábula I. El Elefante y otros Animales.
Ningun particular debe ofenderse de lo que

se dice en comun.
Pág. 1.
 

Fábula II. El Gusano de Seda y la Araña.
Se ha de considerar la calidad de la obra,

y nó el tiempo que se ha tardado en hacerla.
Pág. 5.
 

Fábula III. El Oso, la Mona y el Cerdo.
Nunca una obra se acredita tánto de mala,

como quando la aplauden los necios.
Pág. 6.
 

Fábula IV. La Abeja y los Zánganos.
Fácilmente se luce con citar y elogiar á los
hombres grandes de la antigüedad: el

mérito está en imitarlos.
Pág. 8.
 


Fábula V. Los dos Loros y la Cotorra.
Los que corrompen su idioma, no tienen
otro desquite que llamar Puristas á los que
le hablan con propiedad, como si el serlo

fuera tacha.
Pág.10.
 

Fábula VI. El Mono y el Titiritero.

Sín claridad no hai obra buena.
Pág.13.
 

Fábula VII. La Campana y el Esquilón.
Con hablar poco y gravemente logran

muchos opinion de hombres grandes.
Pág.17.
 

Fábula VIII. El Burro Flautista.
Sin reglas del arte, el que en algo acierta,

acierta por casualidad.
Pág.19.
 

Fábula IX. La Hormiga y la Pulga.
Para no alabar las obras buenas, algunos las

suponen de fácil execucion.
Pág. 21.
 

Fábula X. La Parietaria y el Tomillo.
Nadie pretenda ser tenido por Autor sólo
con poner un ligero prólogo, ó algunas

notas á libro ajeno.
Pág. 24.
 

Fábula XI. Los dos Conejos.
No debemos detenernos en qüestiones

frivolas, olvidando el asunto principal.
Pág. 25.
 

Fábula XII. Los Huevos.
No falta quien quiera pasar por Autor
original, quando no hace más que repetir con
corta diferencia lo que otros muchos han

dicho.
Pág. 27.
 

Fábula XIII. El Pato y la Serpiente.
Mas vale saber una cosa bien, que

muchas mal.
Pág. 30.
 

Fábula XIV. El Manguito, el Abanico y el Quitasol.
También suele ser nulidad el no saber mas
que una cosa: extremo opuesto del defecto

reprehendido en la Fábula antecedente.
Pág. 32.
 

Fábula XV. La Rana y el Renaquajo.
¡Que despreciable es la Poesía de mucha

hojarasca!
Pág. 34.
 

Fábula XVI. La Avutarda.
Muí ridículo papel hacen los Plagiarios que

escriben centones.
Pág. 35.
 

Fábula XVII. El Xilguero y el Cisne.
Nada sirve la fama, si no corresponden las

obras.
Pág 37.
 

Fábula XVIII. El Caminante y la Mula de alquiler.
Los que empiezan elevando el estilo, se
ven tal vez precisados á humillarle después

demasiado.
Pág. 39.
 

Fábula XIX. La Cabra y el Caballo.
Hai malos Escritores que se lisonjéan
facilmente de lograr fama póstuma, quando

no han podido merecerla en vida.
Pág. 42.
 

Fábula XX. La Abeja y el Cuclillo.
La variedad es requisito indispensable en las

obras de gusto.
Pág. 44.
 

Fábula XXI. El Raton y el Gato.
Alguno que ha alabado una obra ignorando

quién es su Autor, suele vituperarla despues

que lo sabe.
Pág. 46.
 

Fábula XXII. La Lechuza.

Y

Fábula XXIII. Los Perros y el Trapero.
Atreverse á los Autores muertos y nó á los

vivos, no sólo es cobardía, sino traicion.
Pág. 48.
 

Fábula XXIV. El Papagayo, el Tordo y la Marica.
Conviene estudiar los Autores originales, nó

los Copiantes y malos Traductores.
Pág. 51.
 

Fábula XXV. El Lobo y el Pastor.
El libro que de suyo es malo, no dexa de

serlo porque tenga tal qual cosa buena.
Pág. 52.
 

Fábula XXVI. El León y el Águila.
Los que quieren hacer á dos partidos,

suelen conseguir el desprecio de ambos.
Pág. 54.
 

Fábula XXVII. La Mona.
Hai trages propios de algunas profesiones

literarias, con los quales aparentan múchos el

talento que no tienen.
Pág.56.
 

Fábula XXVIII. El Asno y su Amo.
Quien escribe para el Público, y no escribe
bien, no debe fundar su disculpa en el mal

gusto del vulgo.
Pág.60.
 

Fábula XXIX. El Gozque y el Macho de noria.
Nadie emprenda obra superior á sus

fuerzas.
Pág.62.
 

Fábula XXX. El Erudito y el Ratón.
Hai casos en que es necesaria la crítica

severa.
Pág.65.
 

Fábula XXXI. La Ardilla y el Caballo.
Algúnos empléan en obras frívolas tanto afan

como ótros en las importantes.
Pág.68.
 

Fábula XXXII. El Galán y la Dama.
Quando un Autor ha llegado á ser famoso,

tódo se le aplaude.
Pág.71.
 


Fábula. XXXIII. El Avestruz, el Dromedario y la Zorra.
Tambien en la Literatura suele dominar el

espíritu de paisanage.
Pág.72.
 

Fábula XXXIV. El Cuervo y el Pavo.
Quando se trata de notar los defectos de una
obra, no deben censurarse los personales de

su Autor.
Pág.74.
 

Fábula XXXV. La Oruga y la Zorra.
La Literatura es la profesion en que mas se
verifica el proverbio: ¿Quién es tu enemigo?

El de tu oficio.
Pág.76.
 

Fábula XXXVI. La compra del Asno.
A los que compran libros sólo por la

enquadernacion.
Pág.78.
 

Fábula XXXVII. El Buei y la Cigarra.
Mui necio y envidioso es quien afea un

pequeño descuido en una obra grande.
Pág.81.
 

Fábula XXXVIII. El Guacamayo y la Marmota.
Ordinariamente no es Escritor de gran

mérito el que hace venal el ingenio.
Pág.82.
 

Fábula XXXIX. El Retrato de Golilla.
Si es vicioso el uso de voces estrangeras
modernamente introducidas, también lo es,

por el contrario, el de las antiquadas.
Pág.84
 

Fábula XL. Los dos Huéspedes.
Las portadas ostentosas de los libros engañan

múcho.
Pág.87.
 

Fábula XLI. El Té y la Salvia.
Algúnos sólo aprecian la Literatura
estrangera, y no tienen la menor noticia de

la de su nacion.
Pág.90.
 

Fábula XLII. El Gato, el Lagarto y el Grillo.
Por mas ridículo que sea el estilo
retumbante, siempre habrá necios que le
aplaudan, sólo por la razon de que se quedan

sin entenderle.
Pág.92.
 

Fábula XLIII. La Música de los Animales.
Quando se trabaja una obra entre muchos,

cada uno quiere apropiársela si es buena, y

echa la culpa á los ótros si es mala.
Pág.94.
 

Fábula XLIV. La Espada y el Asador.

Contra dos especies de malos Traductores.
Pág.99.
 

Fábula XLV. Los quatro Lisiados.
Las obras que un particular puede
desempeñar por sí sólo , no merecen se empleé

en ellas el trabajo de muchos hombres.
Pág.102.
 

Fábula XLVI. El Pollo y los dos Gallos.
No ha de considerarse en un Autor la edad,

sinó el talento.
Pág.105.
 

Fábula XLVII. La Urraca y la Mona.
El verdadero caudal de erudicion no consiste
en hacinar muchas noticias , sino en recoger

con eleccion las útiles y necesarias.
Pág.107.
 

Fábula XLVIII. El Ruiseñor y el Gorrión.
Nadie crea saber tanto, que no tenga más

que aprender.
Pág. 112.
 

Fábula XLIX. El Jardinero y su Amo.
La perfeccion de una obra consiste en la union

de lo útil y lo agradable.
Pág.111.
 


Fábula L. Los dos Tordos.
No se han de apreciar los libros por su

vulto, ni por su tamaño.
Pág.116.
 


Fábula LI. El Fabricante de galones y la Encaxera.
No basta que sea buena la materia de un
escrito; es menester que también lo sea el

modo de tratarla.
Pág.119.
 


Fábula LII. El Cazador y el Huron.
A los que se aprovechan de las noticias de
ótros, y tienen la ingratitud de no

citarlos.
Pág.121.
 


Fábula LIII. El Gallo, el Cerdo y el Cordero.
Suelen ciertos Autores sentar como
principios infalibles del arte aquello

mismo que ellos practican.
Pág.124.
 


Fábula LIV. El Pedernal y el Eslabón.

La Naturaleza y el Arte han de ayudarse

recíprocamente.
Pág.126.
 

Fábula LV. El Juez y el Bandolero.
La costumbre inveterada no debe autorizar

lo que la razon condena.
Pág.128.
 

Fábula LVI. La Criada y la Escoba.
Hai Correctores de obras ajenas , que añaden

mas errores de los que corrigen.
Pág.130.
 

Fábula LVII. El Naturalista y las Lagartijas.
A ciertos libros se les hace demasiado favor

en criticarlos.
Pág. 131.
 

Fábula LVIII. La discordia de los Reloxes.
Los que piensan que con citar una autoridad,
buena ó mala , quedan disculpados de
qualquier yerro, no advierten que la verdad
no puede ser mas de úna, aunque las

opiniones sean muchas.
Pág.136.
 

Fábula LIX. El Topo y otros Animales.
Nadie confiesa su ignorancia, por mas

potente que ella sea.
Pág.138.
 

Fábula LX. El Volatín y su Maestro.
En ninguna facultad puede adelantar el que

no se sujeta á principios.
Pág. 141.
 

Fábula LXI. El Sapo y el Mochuelo.
Hai pocos que den sus obras á luz con aquella
desconfianza y temor que debe tener todo

Escritor que no esté poseído de vanidad.
Pág 143.
 

Fábula LXII. El Burro del Aceitero.
A los que juntan muchos libros, y ninguno

leen.
Pág.145.
 

Fábula LXIII. La contienda de los Mosquitos.
Es igualmente injusta la preocupacion
exclusiva á favor de la Literatura antigua,

ó á favor de la moderna.
Pág.146.
 

Fábula LXIV. La Rana y la Gallina.
Al que trabaja algo, puede disimulársele que

lo pregone: el que nada hace, debe callar.
Pág.151.
 

Fábula LXV. El Escarabajo.
Lo delicado y ameno de las Buenas-Letras,
no agrada á los que se entregan al estudio de

una erudicion pesada y de mal gusto.
Pág.152.
 

Fábula LXVI. El Ricote erudito.
Descubrimiento útil para los que fundan su
ciencia únicamente en saber muchos títulos

de libros.
Pág. 154.
 

Fábula LXVII. La Víbora y la Sanguijuela.

No confundamos la buena crítica con la
mala.
Pág. 157.