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Mujer (MAQ)

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Nota: En esta transcripción se ha respetado la ortografía original.

MUGER.

La muger hermosa y honrada cuyo marido es pobre, merece ser coronada con laureles y palmas de vencimiento y triunfo. La hermosura por si sola atrae las voluntades de cuantos la miran y conocen, y como á señuelo gustoso se le abaten las aguilas reales, y los pájaros altaneros; pero si á la tal hermosura se le junta la necesidad y estrecheza, tambien la envisten los cuervos, los milanos y las otras aves de rapiña, y la que está á tantos encuentros firme, bien merece llamarse corona de su marido.


Opinion fué de no sé que sabio, que no habia en todo el mundo sino una sola mngcr buena, y daba por consejo que cada uno pensase y creyese que aquella sola buena era la suya, y asi viviria contento. [1]


El pobre honrado (si es que puede ser honrado el pobre) tiene prenda en tener muger hermosa, que cuando se la quitan le quitan la honra y se la matan.
  1. Escelénte consejo para todo casado.

Quiere hacer uno un viage largo, y si es prudente, antes de ponerse en camino busca alguna compañia segura y apacible con quien acompañarse: ¿pues porqué no hará lo mismo el que ha de caminar toda la vida hasta el paradero de la muerte, y mas si la compañia le ha de acompañar en la cama, en la mesa y en todas partes, como es la de la muger con su marido? La de la propia muger no es mercaduria que una vez comprada se vuelve, ó se trueca ó cambia, porque es accidente inseparable, que dura lo qué dura la vida: es un lazo, que sí una vez le echais al cuello se vuelve en el nudo gordiano, que si no le corta la guadaña de la muerte, no hay desatarle.


Mira que no hay joya en el mundo que tanto valga como la muger casta y honrada, y que todo el honor de las mugeres consiste en la opinion buena que de ellas se tiene.


La honesta y casta muger es arminio, y es mas que nieve blanca y limpia la virtud de la honestidad, y el que quisiere que no la pierda, antes la guarde y conserve, ha de usar de otro estilo diferente que con el arminio se tiene, porque no le han de poner delante el cieno de los regalos y servicios de los importunos amantes, porque quizá, y aun sin quizá, no tiene tanta virtud y fuerza natural que pueda por sí misma atropellar y pasar por aquellos embarazos y es necesario quitárselos y ponerle delante la limpieza de la virtud y la belleza que encierra en sí la buena fama. Es asi mísmo la buena muger como espejo de cristal luciente y claro; pero está sugeto á empañarse y escurecerse con cualquiera aliento que le toque.


Hase de guardar y estimar la muger buena como se guarda y estima un hermoso jardín que está lleno de flores y rosas, cuyo dueño no consiente que nadie le pasee ni manosee; basta que desde lejos y por entre las verjas de hierro gocen de su fragancia y hermosura.


Asi como suele decirse que parece mal el egército sin su general y el castillo sin su castellano, digo yo que parece muy peor la muger casada y moza sin su marido cuando justísimas ocasiones no lo impiden.


Estas añadiduras trae consigo la maldad de la muger mala, que pierde el crédito de su honra con el mismo á quien se entregó rogada y persuadida, y cree que con mayor facilidad se entrega á otros y dá infalible crédito á cualquiera sospecha que desto le venga.


Na hay candados, guardas ni cerraduras que mejor guarden á una doncella que las del recato propio.


Todo lo que suele adquirir un gobernador discreto suele perder y derramar una muger rústica y tonta.


De todo aquello que la muger del juez recibiese ha de dar cuenta el marido en la residencia universal, donde pagará con el cuatro tanto en la muerte las partidas de que no se hubiese hecho cargo en la vida.


Suele el coser y el labrar,
y el estar siempre ocupada,
ser antídoto al veneno
de las amorosas ansias. [1]

Las afrentas que van derechas contra la hermosura y presuncion de las mugeres; despiertan en ellas en gran manera la ira, y encienden el deseo. [2]

  1. Otro precepto que debe unirse al del artículo HONESTIDAD.
  2. Todo este artículo debe ser muy grato al bello sexo: Cervantes no se complació en deprimirle como otros muchos talentos que al parecer se han saboreado en zaherir á las mugeres. Conocia sus debilidades y defectos; pero sin disimularlos se estiende y recrea en su elogio.