Almagesto: Libro I - Capítulo 07

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{Que la Tierra no tiene ningún Movimiento de un lugar a otro lugar, tanto para una como para otra (dirección)}

[1]

Uno puede demostrar con los mismos argumentos según lo precedido que la Tierra no puede tener ningún movimiento en las direcciones antes mencionadas, o incluso en algún instante moverse desde su posición en el centro [del Universo]. Porque el mismo fenómeno podría resultar como si tuviera otra posición que no sea la central. Por lo tanto, pienso que es en vano buscar las causas del movimiento de los objetos hacia el centro, una vez que esto se ha establecido tan claramente a partir del fenómeno actual [real] de que la tierra ocupa el lugar medio en el Universo, y de que todos los objetos pesados son dirigidos hacia la Tierra.

El siguiente hecho por sí solo conduciría fácilmente a esta noción [de que todos los objetos caen hacia el centro]. Absolutamente todas las partes de la Tierra, las cuales, como hemos dicho, han sido demostradas ser esféricas y en el medio del Universo, la dirección [2] y la trayectoria del movimiento (me refiero al movimiento propio, [natural]) de todos los cuerpos teniendo peso esta siempre y por todas partes a ángulos rectos al plano rígido dibujado tangente al punto de impacto. Esta claro desde este hecho que, si [estos objetos cayendo] no fueran detenidos por la superficie de la Tierra, ellos alcanzarían ciertamente el centro de la Tierra por sí mismos, dado que la línea recta hacia el centro también siempre esta a ángulos rectos al plano tangente en la esfera en el punto de intersección [de aquel radio] y la tangente.

Aquellos que piensan que es paradójico que la Tierra, que tiene un peso tan grande, no esta soportada por nada y, sin embargo, no se mueve, parecen estar cometiendo el error de juzgar sobre la base de su propia experiencia en lugar de tener en cuenta la peculiar naturaleza del Universo. No pueden, pienso, considerar una cosa tan extraña una vez que se han dado cuenta que este gran volumen de la Tierra, cuando comparada con la totalidad de la masa circundante [del Universo], tiene el tamaño de un punto respecto a él. Porque cuando uno lo mira en este sentido, parecerá muy probable que lo que es relativamente más pequeño debe estar quieto y presionado por igual desde todas las direcciones hacia una posición de equilibrio por lo que [el Universo] es lo más grande de todo y de naturaleza uniforme. Dado que no hay ni arriba y ni abajo en el Universo con respecto a sí mismo [3], más de lo que uno podría imaginar tal cosa en una esfera: en cambio el movimiento propio y natural de los cuerpos compuestos en él [se explica] del siguiente modo: los cuerpos livianos y enrarecidos son conducidos hacia el exterior hacia la circunferencia, aunque parezcan moverse en dirección hacia “arriba” para cada observador, dado que la dirección por encima de las cabezas de todos nosotros, que también es llamada “arriba”, apunta hacia la superficie circundante [4]; por otro lado, los cuerpos pesados y densos son conducidos hacia el medio y hacia el centro, aunque parecen caer hacia abajo, porque, nuevamente, la dirección que es para todos nosotros hacia nuestros pies, llamada “abajo”, también apunta hacia el centro de la Tierra. Estos cuerpos pesados, tal como uno podría esperar, se ubican cerca del centro debido a su mutua presión y resistencia, lo que es igual y uniforme desde todas las direcciones. Por lo tanto, también, uno puede ver que es verosímil que la Tierra, dado que su masa total es tan grande comparada con los cuerpos que caen hacia ella, bajo el impacto, puede restarles inmovilidad sobre esos pesos muy pequeños (que la golpean desde todos lados), y recibe, como si fuera, los objetos cayendo sobre ella. Si la Tierra tuviera un único movimiento en común con otros objetos pesados, es obvio que estos podrían ser transportados más rápido hacia abajo con respecto a todos aquellos [más livianos] debido a sus mayores tamaños: los seres vivos y los objetos individuales pesados se quedarían atrás, viajando [volando] por el aire, y la Tierra por sí misma podría muy pronto estar cayendo completamente fuera de los cielos. Pero tales cosas son enteramente ridículas de sólo pensarlo.

Pero cierta gente [5], [proponiendo] lo que consideran una visión más persuasiva, de acuerdo con lo anterior, dado que no tienen argumentos para presentar en contra de ello, aunque piensen que no puede haber evidencia para oponer su punto de vista si, por ejemplo, supusieran que los cielos permanecen inmóviles, y que la Tierra gira de Oeste a Este sobre el mismo eje [como lo hacen los cielos], dando aproximadamente una revolución cada día [6], o si piensan que ambos Cielo y Tierra se mueven por alguna cantidad dada, sea cual fuere, como hemos dicho, alrededor del mismo eje, y de tal manera que se preserve el adelantamiento de uno por el otro. No obstante, ellos no se dan cuenta, a pesar de que quizás en los fenómenos celestes nada podría estar en contra de esa hipótesis, al menos desde las consideraciones más sencillas, a pesar de lo que ocurriría aquí sobre la Tierra y en el aire, uno puede observar esto como una noción bastante ridícula. [Por el valor del argumento] dejemos concederle a ellos que tal cosa antinatural pueda ocurrir como lo más raro y simple del asunto, que tanto debería no moverse del todo o debería moverse en un sentido no diferente de aquel tema de naturaleza opuesta (aunque las cosas en el aire, que son menos raras [que los cielos], obviamente se mueven con un movimiento más rápido que cualquier objeto terrestre); [dejemos conceder que] los objetos más densos y más pesados tienen un movimiento apropiado del tipo rápido y uniforme según ellos suponen (aunque, de nuevo, como todos estamos de acuerdo, los objetos terrestres no son fácilmente movidos incluso por una fuerza externa). Sin embargo, tendrían que admitir que el movimiento de revolución de la Tierra debe ser el más violento de todos los movimientos asociados con ella, observando que esta da una revolución en tan poco tiempo; el resultado sería que todos los objetos actualmente no parados sobre la Tierra parecerían tener el mismo movimiento, opuesto a aquel de la Tierra: tanto ni las nubes ni otros objetos volando o lanzados nunca serían vistos moviéndose hacia el Este, dado que el movimiento de la Tierra hacia el Este siempre es más rápido y los alcanzaría, por ende todos los otros objetos parecerían moverse en dirección al Oeste y hacia atrás. Pero si ellos dicen que el aire es transportado alrededor en la misma dirección y con la misma velocidad como lo hace la Tierra, los objetos compuestos en el aire, sin embargo, siempre parecerían quedarse atrás por el movimiento de ambos [de la Tierra y del Aire]; o si estos objetos también fueran transportados alrededor, fusionados, por así decirlo, en el aire, entonces nunca parecerían tener algún movimiento tanto ni hacia adelante ni hacia atrás: siempre parecerían inmóviles, tanto ni deambulando ni cambiando de posición, si estuvieran volando o fueran lanzados. Sin embargo, vemos claramente que ellos se someten a todos estos tipos de movimientos, de tal manera que ni siquiera se ralentizan ni aceleran en absoluto por ningún movimiento de la Tierra.

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Notas de referencia

  1. Ver Pedersen 43-4.
  2. , que aquí lo he traducido [como] “la dirección del movimiento”, significa básicamente “dirección que apunta hacia algo” (para sus usos astronómicos ver Libro V Capítulo 5 nota de referencia nro. 2 y Libro VI Capítulo 11 nota de referencia nro. 2). Por lo que también incluiría aquí, la dirección de una plomada (cf. Libro I Capítulo 12).
  3. Leer  (con el manuscrito D Is) en cambio de  en H23,1.
  4. Para mí esto no esta claro, si Ptolomeo se refiere al límite más externo del Universo o meramente a la superficie ( “etérea”) circundando la Tierra.
  5. Heráclito del Ponto (finales de la IV centuria a. C.) es la autoridad más temprana para el concepto de que la Tierra gira sobre su eje. Ver HAMA II 694-6. Esto fue también adoptado por Aristarco (de Samos) como parte de la hipótesis más radical heliocéntrica.
  6. “Aproximadamente” dado que una revolución toma lugar en un día sideral y no en uno solar.