Granada. Poema oriental: 01
POEMA ORIENTAL
Cristiano y Español, con fé y sin miedo,
Canto mi religion, mi patria canto.
Libro Primero: Esposición
[editar]Invocación
[editar]En el nombre de Dios omnipotente
Cuya presencia el universo llena,
Cuya mirada brilla en el oriente,
Nutre las plantas y la mar serena,
Canto la guerra en que la Hispana gente
Al Africa arrojando á la Agarena,
Sell triunfante con la Cruz divina
Las torres de la Alhambra granadina.
¡Espíritu de Dios único y trino,
Angel custodio dela Fé Cristiana,
Unico fuego que del cielo vino,
Unica fuente que incorrupta mana,
Unico rayo de fulgor divino,
Unica inspiracion que soberana
Eleva al criador la poesía,
Yo invoco tu favor para la mia!
Sosten mi voz, mi espíritu aconseja:
Mas tolera que en cármen Africano
Recoja alguna flor con que entreteja
Cairel morisco á mi läud cristiano:
Ni juzgues que mi fé de tí se aleja,
Si algunas veces del harén profano
Las alkatifas perfumadas piso,
O invoco á las hurís del paraíso.
Voy la gloria á cantar de dos naciones
por religion é instintos enemigas,
Que, fieles á la par á sus pendones,
Prodigaron al par sangre y fatigas,
Rojas brotar haciendo sus legiones
Con la sangre comun aguas y espigas:
Y cual la de las dos corrió mezclada
Junta debe su gloria ser cantada.
Pues no porque en su límpida entereza
Conserve yo la fe de los Cristianos
Que hicieron del desierto á la aspereza
Volver á los vencidos Africanos,
Del vencedor loando la grandeza
Trataré á los vencidos de villanos.
No: siete siglos de su prez testigos
Los dan por caballeros si enemigos.
Lejos de mí tan sórdida mancilla:
Antes selle mi boca una mordaza
Que llame yo en la lengua de Castila
A su raza oriental bárbara raza.
Jamás: aún en nuestro suelo brilla
De su fecundo pié laestensa traza,
Y, honrado y noble aún, su sangre encierra
Mas de un buen corazon de nuestra tierra.
¡Augusta sombra de Isabel! perdona
Si mi ruda cancion osa atrevida,
Llegando irreverente á tu persona,
Del féretro evocarte á nueva vida.
Sé que la gloria que inmortal te abona
No puede por mi voz enaltecida
Ser: mas yo bajo á tu mansion mortuoia
No á engrandecer, sino á adorar tu gloria.
Díselo así al católico Fernando,
Si en medio de las dichas celestiales
Alguna vez, por el Edén vagando,
Recordais vuestras glorias terrenales,
La oscura tierra desde el sol mirando:
Y al escuchar mis cánticos mortales,
Mirad á vuestra gloria que me inspira,
No al rudo canto de mi tosca lira.
Y vosotros, guerreros de Castilla,
Honor de sus mas inclitos solares,
Nobles condes de Cabra y de Tendilla,
Merlos, Téllez, Girones y Aguilares,
Cárdenas y Manriques de Sevilla,
Fieles Vargas, intrépidos Pulgares,
Córdovas generosos de Lucena,
Impávidos Clavijos de Baena:
Aija la varonil, matrona osada
Jamás rendida á su fatal destino:
Zoraya, la cautiva renegada,
Por cuyos hijos la dicordia vino
A derribar el trono de Granada:
Moraima la de Loja, á quien su sino
Obligó á encomendar sin esperaza
Vida y honor á Castellana lanza;
Perdonadme tambien si mis canciones,
A través de los mármoles tendidos
En vuestros solitarios pantëones,
Hieren en ronco són vuestros oidos,
Sé que merecen mas vuestras acciones
Que elogios en mi voz mal atendidos:
Mas si, en fuerzas escaso, á tal me atrevo
Es por que sé lo que á mi patria debo.
Sé que es la empresa donde me he empeñado
Dédalo oscuro, inmensurabe abismo,
Do solo penetrar han intentado
Necia temeridad ó alto heroismo:
Conozco que, en mi orgullo, demasiado
Fio en mi corazon, fio en mí mismo:
Mas supera la fé mi atrevimiento,
Y fio en Dios que abonará mi intento.
Deliciosos recuerdos de otros dias
De honor y de placer, de amor y gloria,
Que envuelta en romancescas fantasías
Guardais oculta vuestra bella historia,
Ecsalada en confusas armonías
De himnos de amor y gritos de victoria,
Dad á mi corazon, dad á mi aliento
Generoso poder, canoro acento.
Aguilas que os cerneis con corbo vuelo
Sobre el Atlas y el Cáucaso: pastores
Que sesteais á la sombra del Carmelo
Y bajais al Jordan los baladores
Ganados: y vosotros los que en pelo
Montais salvages potros voladores,
Hijos de los ardientes vendavales
Que barren los Egipcio arenales;
Tribus perdidas y á las de hoy estrañas,
Para quienes la Europa no se ha abierto,
Que incendiais al huir vuestras cabañas
Y en el Zahara avanzais el paso incierto:
Gacelas de las árabes montañas,
Aparëadas palmas del desierto,
Caravanas errantes á quien ellas
Dátiles dan y leche las camellas;
Palomas de los cármenes floridos
Que bordan las colinas de Granada:
Golondrinas leales que los nidos
En la Alhambra colgais: enamorada
Raza de ruiseñores que escondidos
Gorgeais de su bosque en la enramada:
Arroyos que, á su sombra, bullidores
Lameis su césped y meceis sus flores;
Sierras que cubre el sempiterno hielo
Donde Darro y Genil beben su vida:
Valles salubres, transparente cielo
De la Alpujarra aún mal conocida:
De Málaga gentil alegre suelo
De la hermosura y del amor guarida:
Mar azul cuyo lomo cristalino
A las quillas de Agar prestó camino:
Abridme los tesoros encantados
De vuestras glorias mil traicionales;
Dadme á beber los que guardais sagrados
De inspiracion inmensos manantiales;
Germinad en mi mente, no estudiados,
Vuestros cantos de amor meridionales,
Por que pueda brotar del arpa mia
Vuestra oriental y vírgen poesía.
De sus cuerdas despréndanse sonoras
Esas modulaciones nunca oidas
Por los pueblos de Europa, y de las moras
Tribus por nuestros pueblos aprendidas;
Esas notas ardientes, tentadoras,
Que aun hoy por tosca mano repetidas
Renuevan en los huertos de la Alhambra
La de veloz compás morisca zambra.
Venid en torno á mí, generaciones
Ateridas del Norte, que con pieles
Vestis nuestras moriscas tradiciones,
Rasgando sus bordado alquiceles:
Venid á oirlas en sus propios sones
Y lengua original de bocas fieles.
Al pobre són de bárbara guitarra
Debajo de un peñon de la Alpujarra.
Venid, aprendereis del medio dia
Cual el orígen es de los cantares
Que jamás comprendió vuestra alma fria;
Sabreis como entre bélicos azares
Nació la abrasadora poesía
De nuestros bellos cantos populares:
Y en el lujo oriental de su riqueza
Considerad su bárbara grandeza.
Pues por hijos de bárbaros osada
Vuestra historia nos da, sea en buen hora:
No esa bárbaa estirpe renegada
Será por mí; mas á admirar ahora
Venid el rastro que dejó en Granada
La ilustracion de nuestra estirpe mora:
Y en el lujo orietal de su riqueza
Adorad nuestra bárbara grandeza.
Si: yo os voy á contar la historia bella
De esos á quien llamais fieros salvages,
Y fio en Dios que entendereis por ella
Que puede desreciar vuestros ultrages
Quien Alhambras dejó sobre su huella,
Quien labró fortalezas como encages,
Y quien colmó por cóncavo arecife
Las albercas del real Jeneralife.
Yo os voy á hablar del mágico recinto
De esta por ellos habitada tierra,
Y á mostraros lo que este laberinto
De jardines y alcázares encierra.
En llanto y sanger le dejaron tino,
Pero tan fertil con su amor y guerra,
Que la flor mas silvestre aromatiza
Y el ms vulgar recuero poetiza.
Yo os haré ver, de nácar, conch y oro
Sobre arcos, sus balsámicos pensiles,
Do brotan junto al cedro el sicomoro,
Junto al nudoso abeto las gentiles
Palmeras, junto al álamo inodoro
El plátano aromado, las sutiles
Hebras de la ancha pita entre rosales,
Y el fragante limon entre nopales.
Yo os haré ver su pueblo primitivo
Mitad rudo pastor mitad guerrero,
Cuyo robusto labrador activo,
Cambiado en la ocasion en caballero,
Lidió, velóz Numida al golpe esquivo,
Con el ginete colosal de acero;
Y aplazando con él treguas estrañas
Corrieron toros y jugaron cañas.
Yo os haré oir sus cuentos populares
Y sus caballerescas tradiciones
En torno y al calor de sus hogares;
Vendreis á sus nocturnas reuniones
Conmigo, sus combates singulares
Juzgareis, sus civiles disensiones
Lamentareis, saldreis á sus campañas
Y testgos sereis de sus hazañas.
Vendreis á sus palacios construidos
Para la guerra á un tiempo y los placeres,
Y leereis en sus muros, revestidos
De miniaturas de oro en caracteres
Con sacra fé caballeresca unidos
Los nombres de su Dios y sus mugeres:
Sin que halleis en la casa que fué suya
Nada que en pró de su saber no arguya.
De fakíes, de reyes, y vasallos
Os contaré losgozos y las cuitas:
Os haré penetrar en sus serrallos
Y asistir á sus rondas y á sus citas:
Y sus muebles, sus armas, sus caballos,
Sus bazares, sus baños, sus mezquitas,
Desde el hogar hasta la móvil tienda,
Todo lo vais á ver en mi leyenda.
Que es del poeta grande á maravilla
El poder, y radiante su mirado,
Como un fanal que las disipa, brilla
En las tinieblas de la edad pasada.
Venid, pues: con las lanzas de Castilla
Os voy á conducir hasta Granada:
Y, á pesar de sus fieros Africanos,
En la Alhambra entrareis con los Cristianos.
Tal es, tan grave, tan inmensa y alta
La empresa nueva y colosal que intento:
Tal es la altura que atrevido asalta
Descarriado tal vez mi pensamiento;
Mas si del vuelo en la mitad me falta
Fuerza al impulso ó á las alas viento,
Siempre sabré sin deshonor que, en suma,
No me faltó el valor, sinó la pluma.
¡Tierra orienal, mansion de la alegría,
Favorita del sol y de las flores,
Santuario del valor, cuna del dia,
Paraíso del ocio y los amores,
Tesoro y manantial de poesía!
Voy á cantar tu gloria y tus primores.
¡Tierra de bendicion, al cielo santo
Pide la suya tú para mi canto!
¡Salve, ciudad del sol, Granada bella,
Amor de Boabdil, huerto florido
Que entre nieves esteriles descuella,
Taza de nardos, de palomas nido,
Diamante puro que sin luz destella,
Edén entre peñascos escondido,
Ilusion de esperanza y sueño de oro
Que alhaga aún al corazon del Moro!
¡Salve, vergel en donde el alba nace
Y donde el sol poniente se reclina,
Donde la Niebla en perlas se deshace
Y las perlas en plata cristalina:
Donde e placer sobre laureles yace
Y Dios sonrie y la salud domina!
Divino objeto de mi canto rudo,
Yo al empezar mi canto te saludo.
Heme aquí, vueltos hácia tí los ojos,
Descubierta al nombrarte la cabeza,
Con amoroso afán puesto de hinojos,
Rendido adorador de tu belleza,
Ofrecerte mis cantos por despojos
Si dignos son de tu inmortal grandeza;
Tiendeme, pues, bellísima Granada,
Al elevar mi voz una mirada.
Y ¡plegue á Dios que mi amoroso acento,
Por cima de los montes y los mares,
Lleve á tu Alhambra sonoroso viento
Que armonía mejor dé á mis cantares!
Y si te dan á ti contentamiento
Y algun premio por ellos me buscares,
Dame á tu vez ¡oh flor de mis amores!
Sepultura al morir entre tus flores.